Sadness
20/07/2010, 19:32
Quimera. La gente lee la palabra y pocas veces saben lo que significa, tampoco entenderían porque Mar la tiene escrita más veces de lo que es natural. En las hojas de su cuaderno de notas, en los archivos de su computadora, en sus poesías, sus historias. Como a partir de esa palabra puede nacer todo un proceso creativo.
Mucho menos entenderían que es su manera de poner los pies sobre la tierra y no dejarse envolver por el mundo irreal de los sueños. Es su golpe de realidad.
Debe mantenerse firme en sus ideas, no sucumbir ante un cúmulo de cosas imposibles reunidas en un solo ser. Ha sufrido desengaños anteriormente. No quiere creer en una quimera nuevamente y perder nuevamente la fe. Ver su animo destruido y la confianza en sí misma minada pensando si ella ha hecho algo mal han dejado mella en su espíritu. Debe mantener la convicción de que el hombre perfecto no existe, por mucho que ella intente obviar sus defectos, estos permanecen en sutil latencia, como infrasonidos que a la larga pueden destruir paredes, derribar aviones o acabar con las pocas ilusiones que aun conserva.
Su madre, sus amigas, sus confidentes,la llenan de consejos e intentan consolarla. Alaban su integridad, su deseo de esperar por alguien mejor, que en estos tiempos que corren también las mujeres deben ser exigentes y no conformarse con esa institución tan manoseada que es el matrimonio como la única opción y cuanto hay que luchar por ser encontrar la felicidad dentro de ellas mismas.
Todo es más complicado de lo que dicen las palabras. Las derrotas a veces no te hacen más fuerte, sólo te convierten en una sobreviviente. Extraña la compañía, los códigos secretos, estirar la mano y saber que otra grande y calida la *****á. La soledad parece ser una enemiga.
Quimera. Lo escribe con rojo y con letras grandes, repasa nuevamente cada letra hasta casi romper el papel deseando acabar con ese mito de que existe ese alguien que encarna esa promesa de dar vida a sus fantasías.
Todo se colapsa cuando Emilio la abraza por detrás rodeando su cintura y apoyando la barbilla en su hombro mientras le pregunta con voz suave si esta bien. Ella quisiera responder que estaría bien si pudiera volver a creer o mejor aun no tener la necesidad que creer en los hombres, en el amor, en esa clase de quimeras.
Se siente culpable por volver a caer en esa espiral que le absorbe todos los sentidos cuando él la acaricia. Su mano bajo su blusa hurgando dentro de su brassiere endureciendo sus pezones. Su cuerpo manda sobre su voluntad, se restriega voluptuoso contra los firmes músculos de ese hombre que no debiera aparentar tanta perfección ¿Porqué es pura apariencia, verdad?. Piensa que positiva o negativa, la respuesta le haría perder la cordura si no la hubiera perdido ya en el momento que la otra mano se deslizo bajo su falda dentro de su ropa interior y dos dedos en su húmedo interior la disparaban directo a un súbito orgasmo.
Se apoya contra su cuerpo segura de que lo encontrará dispuesto a sostenerla. Rígido, poderoso, confortante y consecuente. Representando lo que es la definición para ella del ser perfecto. Le dan ganas de huir de esa utopía que se asemeja cada vez más a una trampa.
Emilio la tranquiliza con besos en el cuello y cuando se siente más en control de sí misma se da la vuelta en el abrazo para quedar frente a él. El impacto frente a su apostura no ha mermado desde la primera vez que lo vio. Esos ojos negros, intensos y serenos a la vez, esa piel bronceada, sus labios siempre a punto de una sonrisa devastadora.
Alza su cara hacia él ofreciéndole sus labios. Él los toma, los acaricia, los lame, los succiona, antes de que entren en juego sus lenguas. La ropa desaparece rápidamente, se derrumban sobre la cama y revuelven las sabanas. Cada caricia los excita más, reclamando una entrega total. Cuando Emilio se hunde en su cuerpo echando la cabeza hacia atrás y se mordiéndose el labio inferior, Mar adora su rostro sonrojado y su mirada febril al borde del éxtasis y contrae un poco mas sus músculos internos para verlo perder el aliento. Emilio incrementa el ritmo de sus caderas y ella se adapta a él. Moviéndose juntos, respirando juntos, latiendo juntos, ardiendo juntos, explotando juntos.
Martha lo sabe, sabe que muy pocas parejas logran esta comunión. A veces desea que alguien la pellizque y la traiga al mundo real, lejos de la quimera. Emilio, simplemente no puede ser real, es perfecto.
─ ¿Qué es lo que te hace tan perfecto?- Cuestiona ella,
─ “Tu”- Responde él.
Mucho menos entenderían que es su manera de poner los pies sobre la tierra y no dejarse envolver por el mundo irreal de los sueños. Es su golpe de realidad.
Debe mantenerse firme en sus ideas, no sucumbir ante un cúmulo de cosas imposibles reunidas en un solo ser. Ha sufrido desengaños anteriormente. No quiere creer en una quimera nuevamente y perder nuevamente la fe. Ver su animo destruido y la confianza en sí misma minada pensando si ella ha hecho algo mal han dejado mella en su espíritu. Debe mantener la convicción de que el hombre perfecto no existe, por mucho que ella intente obviar sus defectos, estos permanecen en sutil latencia, como infrasonidos que a la larga pueden destruir paredes, derribar aviones o acabar con las pocas ilusiones que aun conserva.
Su madre, sus amigas, sus confidentes,la llenan de consejos e intentan consolarla. Alaban su integridad, su deseo de esperar por alguien mejor, que en estos tiempos que corren también las mujeres deben ser exigentes y no conformarse con esa institución tan manoseada que es el matrimonio como la única opción y cuanto hay que luchar por ser encontrar la felicidad dentro de ellas mismas.
Todo es más complicado de lo que dicen las palabras. Las derrotas a veces no te hacen más fuerte, sólo te convierten en una sobreviviente. Extraña la compañía, los códigos secretos, estirar la mano y saber que otra grande y calida la *****á. La soledad parece ser una enemiga.
Quimera. Lo escribe con rojo y con letras grandes, repasa nuevamente cada letra hasta casi romper el papel deseando acabar con ese mito de que existe ese alguien que encarna esa promesa de dar vida a sus fantasías.
Todo se colapsa cuando Emilio la abraza por detrás rodeando su cintura y apoyando la barbilla en su hombro mientras le pregunta con voz suave si esta bien. Ella quisiera responder que estaría bien si pudiera volver a creer o mejor aun no tener la necesidad que creer en los hombres, en el amor, en esa clase de quimeras.
Se siente culpable por volver a caer en esa espiral que le absorbe todos los sentidos cuando él la acaricia. Su mano bajo su blusa hurgando dentro de su brassiere endureciendo sus pezones. Su cuerpo manda sobre su voluntad, se restriega voluptuoso contra los firmes músculos de ese hombre que no debiera aparentar tanta perfección ¿Porqué es pura apariencia, verdad?. Piensa que positiva o negativa, la respuesta le haría perder la cordura si no la hubiera perdido ya en el momento que la otra mano se deslizo bajo su falda dentro de su ropa interior y dos dedos en su húmedo interior la disparaban directo a un súbito orgasmo.
Se apoya contra su cuerpo segura de que lo encontrará dispuesto a sostenerla. Rígido, poderoso, confortante y consecuente. Representando lo que es la definición para ella del ser perfecto. Le dan ganas de huir de esa utopía que se asemeja cada vez más a una trampa.
Emilio la tranquiliza con besos en el cuello y cuando se siente más en control de sí misma se da la vuelta en el abrazo para quedar frente a él. El impacto frente a su apostura no ha mermado desde la primera vez que lo vio. Esos ojos negros, intensos y serenos a la vez, esa piel bronceada, sus labios siempre a punto de una sonrisa devastadora.
Alza su cara hacia él ofreciéndole sus labios. Él los toma, los acaricia, los lame, los succiona, antes de que entren en juego sus lenguas. La ropa desaparece rápidamente, se derrumban sobre la cama y revuelven las sabanas. Cada caricia los excita más, reclamando una entrega total. Cuando Emilio se hunde en su cuerpo echando la cabeza hacia atrás y se mordiéndose el labio inferior, Mar adora su rostro sonrojado y su mirada febril al borde del éxtasis y contrae un poco mas sus músculos internos para verlo perder el aliento. Emilio incrementa el ritmo de sus caderas y ella se adapta a él. Moviéndose juntos, respirando juntos, latiendo juntos, ardiendo juntos, explotando juntos.
Martha lo sabe, sabe que muy pocas parejas logran esta comunión. A veces desea que alguien la pellizque y la traiga al mundo real, lejos de la quimera. Emilio, simplemente no puede ser real, es perfecto.
─ ¿Qué es lo que te hace tan perfecto?- Cuestiona ella,
─ “Tu”- Responde él.