rebelderenegado
18/06/2010, 14:55
Los niños, que lindos que son, como mi vecinito, que en ese momento tendría nueve o diez años. Una tarde apacible de invierno se vió trastornada de pronto por el ruido amenazante y particularmente estruendoso, de una formación de vagones descarrilados de las vías frente a casa, los viejos bochófilos que tenían su cancha a la vera del camino de hierro, se hicieron preventivamente a un lado, para dejar pasar a los monstruosas tolvas desbocadas, de varias decenas de toneladas de acero rodante.
Como la curiosidad es una cualidad humana, a veces benéfica, bajé al rato, para tratar de averiguar el por qué de tanto desaguisado, aunque suponía yo, que sería el pésimo estado de las vías, como otras veces, pero no, ante mi inquisitiva mirada no escapó el que los niños que siempre jugaban a ser los "pasajeros" de las tolvas de carga, se hallaban allí mirando el cuasi-desastre, por supuesto al reconocerlos, lo primero que hice fue preguntarle a uno de ellos, si estaban en el tren en el momento del accidente, a lo que me contestaron que si,
-¿Y no les pasó nada verdad? ya ven que jugar sobre el tren es peligroso, acoté con la ******** confianza que nos da el ser mayores y contar con la remanida "experiencia", aunque jamás nos hayamos tropezado, siquiera, en un andén.
- Fue él, me dijo un gordito crespo.
-¿Como que fue él? el gordito señalaba desde atrás a otro gurrumín, que con cara pensativa, lo observaba todo.
- Si don, él lo descarriló, él fue.
Me acerque al criterioso niño, que no se había inmutado con la acusación, que con toda seguridad había oido, por estar solo unos pasos delante de sus "socios" aunque dándoles las espaldas.
-¿Vos lo descarrilaste? le pregunté sin ceremonias.
-Si, respondió sin dudar.
-¿?
-¿Y como hiciste?
-Le puse los frenos a un vagón, dijo, aclarandomeló, como si hiciese eso todos los días.
-Pero, los vagones tienen cadenas para los frenos y no se pueden mover las manijas, porque están trabadas para que nadie las toque, sin saber lo que hacen,
-¿como las soltaste?.
-Me fui al taller de mi tío y traje una llave allen de 11mm que es la que encaja justo y quité las trabas de las cadenas y le di giro a tope al freno hasta que empezó a saltar el vagón y entonces me tiré.
Fue la aplomada explicación que recibí, casi me dieron ganas de felicitarlo si no fuera que merecía una soberana paliza, que por supuesto, nadie le dió
Como la curiosidad es una cualidad humana, a veces benéfica, bajé al rato, para tratar de averiguar el por qué de tanto desaguisado, aunque suponía yo, que sería el pésimo estado de las vías, como otras veces, pero no, ante mi inquisitiva mirada no escapó el que los niños que siempre jugaban a ser los "pasajeros" de las tolvas de carga, se hallaban allí mirando el cuasi-desastre, por supuesto al reconocerlos, lo primero que hice fue preguntarle a uno de ellos, si estaban en el tren en el momento del accidente, a lo que me contestaron que si,
-¿Y no les pasó nada verdad? ya ven que jugar sobre el tren es peligroso, acoté con la ******** confianza que nos da el ser mayores y contar con la remanida "experiencia", aunque jamás nos hayamos tropezado, siquiera, en un andén.
- Fue él, me dijo un gordito crespo.
-¿Como que fue él? el gordito señalaba desde atrás a otro gurrumín, que con cara pensativa, lo observaba todo.
- Si don, él lo descarriló, él fue.
Me acerque al criterioso niño, que no se había inmutado con la acusación, que con toda seguridad había oido, por estar solo unos pasos delante de sus "socios" aunque dándoles las espaldas.
-¿Vos lo descarrilaste? le pregunté sin ceremonias.
-Si, respondió sin dudar.
-¿?
-¿Y como hiciste?
-Le puse los frenos a un vagón, dijo, aclarandomeló, como si hiciese eso todos los días.
-Pero, los vagones tienen cadenas para los frenos y no se pueden mover las manijas, porque están trabadas para que nadie las toque, sin saber lo que hacen,
-¿como las soltaste?.
-Me fui al taller de mi tío y traje una llave allen de 11mm que es la que encaja justo y quité las trabas de las cadenas y le di giro a tope al freno hasta que empezó a saltar el vagón y entonces me tiré.
Fue la aplomada explicación que recibí, casi me dieron ganas de felicitarlo si no fuera que merecía una soberana paliza, que por supuesto, nadie le dió