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Ver la versión completa : "Unos caracoles, los chicos y yo..." por María Nélida Badini



rebelderenegado
09/06/2010, 21:54
Soy suplente, ello significa estar hoy aquí y mañana allá. No obstante así y dada la misma contrariedad, de no pertenecer a ningún lugar, ser la que esta de paso y por todos lados, tiene, al menos para mí, un sabor especial. Es en esa misma variedad y en la que uno ejerce cotidianamente el oficio, donde se obtiene el beneficio, de hacerse ducho en determinados terrenos y es entonces, cuando dejamos de sentirnos extranjeros.

Sucedió una vez, cubriendo una suplencia en una escuela con gran cantidad de matrícula que proviene de la villa miseria, lindante a la escuela.
Esta es la típica institución a la que asisten niños y niñas de diferentes nacionalidades, es la típica escuela a la que apodan, "la escuela a la que van los bolitas". Aunque, curiosamente, allí también van muchos porteñitos y provincianos.
Me hago cargo del grado, que justo en ese momento había sido desarraigado, de su aula original, por refacciones y de la planta baja fueron trasladados al primer piso, fue toda una revolución.
El aula era muy ruidosa, dado que uno de sus laterales daba al patio del jardín de infantes, mientras que el otro lateral, daba a una avenida transitada permanentemente por camiones y colectivos. Es para destacar que en pleno invierno, pretender tener cerradas las ventanas, era un imposible, dado que el olor que se concentraba en el salón era algo denso, pesado, insoportable. Yo, era más capaz de aguantar el estruendoso
ruido, antes que de tener que contener el aliento, para no respirar ese aire.
En cuanto al grupo, puedo decir que era, en general muy cariñoso, pero también muy inquieto. Este grupo concentraba en sí mismo, toda la picardía callejera, la viveza del más rápido, aunque también se matizaba con toques de sumisión, proveniente de los norteños o los de otro origen, criados con la rigidez que impone, el respeto y el estudio
ante todo.
Todos los días había que comenzar como si fuese la primera vez, por ejemplo:
ordenar mesas y sillas, salir a buscar más mesas y sillas, saludarnos, conversar, todos querían hablar, sobre lo que les había sucedido, luego pasar asistencia, más bien tarde, había muchos que siempre llegaban después de hora.
Hasta que una tarde, mientras escribía en el pizarrón la rutina, escucho la voz de uno de los chicos que me dice:
----seño, el Chango trajo caracoles a la escuela.
Sin darle mucha importancia le dije
----bueno y seguí escribiendo, no registre, obviamente, el mensaje en ese momento.
Con cierta insistencia, escucho otra vez
---seño, el changuito** tiene caracoles adentro de una bolsa de plástico.
Ahora, con más atención y cierta sorpresa y que sé yo cuantas cosas mas pasaron por mi cabeza, es cuando me doy vuelta y pregunto:
¿Quién trajo caracoles?
Toda la clase a coro me responde:
-¡El Chango, señorita!
¿Que hago entonces?, voy hasta la mesa del changuito y efectivamente, los moluscos, babosos, brillosos, casi transparentes con sus valvas a cuestas, estaban apretujados, adentro de una bolsa plástica, sucia y con feo olor, removiendo sus cuernitos como pidiendo desesperadamente, ¡socorro!... ¡Queremos salir de aquí!
Sin pensarlo, verdaderamente, le dije al chico:
-¡guarda eso ahora mismo!
El Changuito, muy obediente, al instante guardo la bolsa llena de caracoles, adentro de la mochila y la cerró también.
Inmediatamente pensé, esos caracoles se van a asfixiar ¡qué martirio! ¡pobres animales!
-¡Chango! esos caracoles se van a morir allí adentro, les va a faltar el aire (lo peor de todo es que la orden de guardarlos sé la había dado yo)
El niño, con picardía y con toda su inocencia, me respondió:
-No, no, porque yo los saco un ratito en los recreos.
Y ¿qué haces con ellos? le pregunto interesada en el tema

Él me respondió con toda confianza, que los cambiaba por figuritas, o por el alfajor de la merienda o cualquier otra cosita, que le quisieran dar a cambio.
-Bueno, pero igual, piensa en esos animales, piensa que te pasaría a vos si te tuvieran así. Le digo.
-Y....entonces... ¿qué hago? señorita.....
A todo esto, todos los ojitos que nos rodeaban, estaban tan pero tan atentos a esto, que era una maravilla, ver como un puñado de caracoles eran tan importantes, por supuesto, que ello me complicaba a mí el DíA, ya que justo ese DíA, tenía que enseñar el mecanismo de la división.
Verdaderamente, era asombroso ver como esos animales, eran su mas valioso tesoro y las más grandiosa atracción para el resto.
Fue entonces que decidí, permitirle al Chango que dejara la bolsita con caracoles sobre la mesita.
¿Qué pasó entonces?.... los bichos babosos, se transformaron en un atentado para mí práctica.
¡Me desconcentraban al grupo! y yo que insistía en enseñarles a dividir.
Caracoles versus división, viendo el entorno, no era lo mas apropiado, y decididamente, le di por ganado el combate a los caracoles.
Ello propició una conversación y a través de ella, tratar de conocer el origen de los bichos.
El Chango nos cuenta, que él por las tardes, sale a cirujear*** con su tío y que debajo de un caño de desagüe, hay como un millón de caracoles entonces él los juntaba, los metía en una bolsita y los traía a la escuela.

Mi idea en ese instante fue ¿pero, durante cuantos días había sucedido esto, desde cuando que es así?...
En la escuela el trueque, operaba durante los recreos hasta que un día, al pobre Chango lo mandaron al frente.

Mientras tanto en el aula, los caracoles, se las ingeniaron para vencer el molde plástico y libremente, con toda confianza, comenzaron a invadir, cada vez más terreno áulico.
Se arrastraban por la mesa del chico con total soltura, dejando a su paso el hilo de baba, que se podía ver brillosa, desde mi escritorio.
Y para mayor asombro, de la que escribe, llegó la hora de la merienda, la hora del festín, de saborear el manjar del concesionario* y junto con el olor del salón, la baba de los caracoles y las ganas de comer.

El changuito compartía y disfrutaba sin problemas, de su merienda, a la par de la danza de los bichos en su mesa y me llamomucho la atención, que el trozo de pan, el alfajor o la galletita, era apoyada en la mesa, arriba mismo de la baba de los caracoles y así, sin ningún drama para nadie, pues nadie se asombraba.
Y ¡glup! la comida iba a la boca sin ningún reparo, también llegue a pensar, pero claro en un contexto muy diferente, ¿cuan caro seria un plato de caracoles en un restaurant de moda?.
Debo confesar, que en mi interior sentí un profundo asco y tal vez, mas que eso, una terrible incomprensión, preguntándome todo el tiempo ¿como podían comer en esas condiciones?
Para el grupo en general era algo natural, normal, como cotidiano, era algo que no les impedía comer o hacer otra cosa.
Haciendo mi propio análisis de esta situación, yo, la maestra, estaba asombrada, yo que se suponía que lo sabia casi todo, descubrí que frente a esto que me impacientaba tanto que ¡no sabia nada, de nada! yo era dentro de ese grupo humano, la extranjera, la de otro lugar, la extraña
¿Qué hacer entonces? ¿Qué les podía permitir? ¿Qué les podía yo prohibir? siendo testigo de tanta naturalidad salvaje.

*Prestatario privado, del servicio de comidas en las escuelas.

**Trato común dado a los niños en el norte argentino, muy extendido.

*** Actividad de recolección informal, en la vía pública

rebelderenegado
09/06/2010, 21:54
Y bueno, así durante varios días, los caracoles venían, todas las jornadas, a la escuela y claro, imagínense el descontrol, porque los caracoles habían invadido el salón, no solo el Chango los traía, dado que el resto de la clase reclamó:
que ellos también, querían traer caracoles como... el Chango.

Un día dije: ¡basta ya, esto es un descontrol! y sin proyección previa y cansada de caracoles vagando sin rumbo, les pregunto a los chicos y a las chicas
- ¿qué podemos hacer con estos caracoles?
Las respuestas que recibí fueron algunas de estas:
-Que el Chango las guarde en la mochila.
-¡No! en la mochila no, la seño dijo que se mueren
-En la bolsa, igual se escapan y se los pueden afanar
-Ya se dijo Darío: una casita, los ponemos adentro de una casita
-¿Y como seria para vos esa casita? le pregunto a Darío
Darío revoleo los ojitos para arriba, como pensando y me respondió:
-En un tacho, señorita, mi abuelo tiene muchas latas, yo mañana traigo una
¡Eureka!, ¡esta es la mia!, dejando de lado mis proyectos previos, pensé en proyectar y trabajar con estos caracoles, las ideas para trabajar, fueron; terrario, seres vivos, los caracoles, ecosistema, investigación, etc., etc., hasta la división:
Tengo 6 caracoles que andan sueltos, pero hay 2 casitas para vivir, ¿cuantos caracoles vivirán en cada casita? lo dibujamos y escribimos la respuesta.

Para mi ayuda, al grupo le intereso la idea, de allí que la indicación para el día siguiente fue:
-Si mañana, alguien va a traer caracoles a la escuela, los trae en una casita.
Al día siguiente, fue un desfile de botellas de agua mineral cortadas, repletas de caracoles, frascos de vidrio, cajitas, etc, etc.
Todos los días, se incorporaba un elemento nuevo a las casitas y claro, hablando con propiedad, el ecosistema no estaba completo.

Había llegado el momento de investigar, fueron a la biblioteca y buscaron la información, en un destruido tomo de enciclopedia, buscaron como viven, que comen, por que son seres vivos.

Las casitas cada vez mejor, regresaban al día siguiente con tierra, agua, hojitas y si las casitas tenían tapa, había que hacerles agujeritos,
-¡para que puedan respirar!... (porque lo había dicho la mamá de Joaquín).

Fue el gran tema para el resto de mi suplencia y fue bárbaro, por que se podían entretejer los contenidos, con el mismo eje y todo era significativo y yo contaba con el entusiasmo de todos ellos. Aproveché la oportunidad y les presenté al diccionario, primero tuvimos que buscar, la palabra caracol, pero luego fue indispensable, buscar el significado de la palabra molusco.
Logramos armar algo así como un mapa conceptual, con las
características de los seres vivos en general y en particular de los caracoles, trabajamos el esquema y la descripción del caracol, agudizando la observación, su forma, sus partes. En el área de lengua, yo les estaba leyendo el cuento "El Fantasma del Palacio" y justamente en uno de sus capítulos, el fantasma pintaba con pintura roja, sobre una pared, espirales de colores, y fue la forma, que el mismo grupo, asoció a la de
los caracoles.

Esto también, me vino como anillo al dedo y me permitió dar con el
contenido de nociones geométricas –diferentes formas- curvas abiertas y cerradas y también romper, por un momento, con la escritura lineal convencional y escribir frases en forma de caracol, donde la diversión fuera girar el cuaderno o la cabeza para poder leerlas.

También fue esta situación, la que me ayudó para trabajar con ellos, sobre sus hábitos de higiene, lo que logró revertir el que comieran sin servilleta sobre la mesita, o bien, al fin lograr que se lavaran las manos, antes de meter comida a la boca.
Por esos días circuló con frecuencia el pan de jabón blanco, todos se organizaban para ir al baño a lavarse, minutos antes de que llegara la merienda.

Finalmente quiero destacar, que esta experiencia fue para mí muy especial y que si bien, he tenido y he armado muchos terrarios, en esos casos, era yo quien provocaba la situación, por el contrario esta me provocó a mí y fueron terrarios muy especiales, porque estos caracoles fueron únicos y determinaron que el grupo, fuera muy particular para mí y aun cuando me sintiera extranjera, entre ellos, ellos me hicieron sentir especial, también a mi.


Red de Maestros Escritores

“Pero la lectura y la escritura de las palabras pasa por la lectura del mundo.
Leer el mundo es un acto anterior a la lectura de la palabra.

La enseñanza de la lectura y de la escritura de la palabra a la que falte el ejercicio crítico, de la lectura y la relectura del mundo, no es científica, y es política y pedagógicamente manca”.

Paulo Freire, Pedagogía de la esperanza. Siglo XXI. Méjico. 1993.

karlacris
10/06/2010, 00:25
Que hermoso relato!!
Si no hubiese estudiado mi profesión de seguro hubiese sido maestra...
Esta es una prueba de como se les puede enseñar a los niño partiendo de su mismo entorno, de lo que les rodea y entonces el conocimiento no se les hace extraño, es un amigo más que viene a su encuentro...
Que me ha encantado!

karlacris
10/06/2010, 00:34
“Pero la lectura y la escritura de las palabras pasa por la lectura del mundo.
Leer el mundo es un acto anterior a la lectura de la palabra. La enseñanza
de la lectura y de la escritura de la palabra a la que falte el ejercicio crítico
de la lectura y la relectura del mundo es científica, política y
pedagógicamente manca”.
Paulo Freire, Pedagogía de la esperanza. Siglo XXI. Méjico. 1993.


El método de enseñanza de la lectoescritura de Freire, ha tenido mucho impacto en mi país, se trabaja mucho con el en las zonas rurales y con personas mayores... es más fácil que reconozcan palabras de su propio entorno que aquellas que designan objetos que quizás nunca conocerán. Yo fui testiga de una clase utilizando este sistema, mi tío abuelo (un anciano de 80 y pico años que nunca quiso aprender a leer y escribir) era parte de uno, muy orgulloso me enseñó su plana de la letra "m": machete, mazorca, maicillo. Y todos los señores que se reunían en el campo de maíz con la maestra estaban conociendo como unos signos podían simbolizar su mundo completo y más allá...
Ya me hizo recordar una muy buena estampa de mi vida Rebelde Renegado... todo a partir de su frase. Gracias!

rebelderenegado
10/06/2010, 03:49
Me pareció valioso incluirla, porque estaba como comentario, en el lugar de donde extraje esta historia maravillosa, me hizo reir hasta llorar, porque lo que se detalla, es una realidad tremenda, pero ahi están esos pequeños duendes, los niños, para convertir en fantástico, lo más prosaico.

Caracolamarina
10/06/2010, 06:57
¿Qué hermosa historia rebelderenegado...Me ha pasado algo parecido a la experiencia de karlacris.
En la familia de mi madre, hay toda una generación de profesores, que se fue prolongando, hasta la generación, que es la que continúa a la mía ( hija) Ella como la "seño" de Artes Pásticas, tiene tantas anécdotas. Algunas hasta te hacen desternillar de risa y otras llorar a moco tendido. Voy a copiar tu relato y se lo llevaré a ella. Seguro que comentaremos esto, en un grupo que tenemos de trabajo en Avellaneda con adolescentes. Ya ves, rebelde..los relatos y las letras vuelan a lugares insospechados a veces...Gracias, por este regalito
Karlacris he aprendido algo más, no tenía idea de Freire y su método, preguntaré sobre el tema a la "seño"
Todo esto, que se produce en el foro, es lo que para muchos, resulta ser...tesoros escondidos. Gracias karlita.

Jota E
10/06/2010, 10:52
Que bueno, cuantas historias desconocidas hay en este relato, cuanta abnegacion y lucha.
Tuve una tia que fue maestra rural, y este cuento me hizo acordar de ella, de su entrega, de su sacrificio diario...

Muy bueno rebelde.

Avicarlos
10/06/2010, 12:56
Solo comento que a mí los caracoles desde siempre me dieron asco. Pero veo que para relato, salen lúcidos.Enhorabuena.

Saludos de Avicarlos.

Sadness
10/06/2010, 16:36
Un relato conmovedor que nos habla de la ardua y poco reconocida del maestro rural, de aquel comprometido con su vocación de educar.

Gracias por compartirlo. Todos los comentarios muy interesantes, sobre todo los referentes al método Freire de lecto-escritura.

Igual que a la mayoría, creo yo, me repugnan la baba de los caracoles y la textura de su cuerpo.

Saludos.

rebelderenegado
11/06/2010, 13:04
Hay ingenieros especialistas en estructuras helicoidales, colegas de los caracoles y casi tan babosos como ellos, te comprendo Sadness.:-D

Caracolamarina
03/05/2012, 09:17
que se le puede hacer a alguien que se ha ido....Creo que es leer sus relatos...
Estos para recordarlo a los que fuimos sus amigos y para los que no lo conocieron ...

Si esto No se puede hacer....alguien dígamelo...para poder hacerlo de la manera que sea correcta, si esta no lo es...

Parte del homenaje hacia un amigo...que fue un prosista y un gran participante del Café Literario

Gracias a los que pasaran a leer...Gracias.