rebelderenegado
15/05/2010, 00:48
Una tarde amarilla , de esas que hay en el otoño, en uno de los aeroclubes cercanos a la ciudad, allá por los 70, se hicieron presentes los miembros de la comisión, que inspeccionaba el material de vuelo, como parte del convenio, en el que la Fuerza Aérea se hacía cargo, del mantenimiento de los aparatos para ese uso civil.
La finalidad de estas inspecciones, era certificar las necesidades del material aéreo del club.
La comisión de dos integrantes; el inspector y un mecánico, y el testigo presencial de los hechos, sin el que esta historia, no habría llegado hasta nosotros.
Se bajaron del auto, justo para ver el pasaje de un aparato monomotor Ranquel, de industria nacional, multipropósito a la fuerza, que era utilizado para remolcar los veleros del club.
El avión subió hasta que el motor dijo, basta, y entre toses y detonaciones, la nariz del aparato dejó de apuntar al cielo y cayó, señalando un nuevo blanco, mucho más cercano, el terreno,
lo que parecía, solo una maniobra de prueba de los mandos, se convirtió en una feroz barrena descontrolada, con gran pérdida de altura,
justo antes del impacto, que parecía inevitable, la máquina, como llevada por la mano invisible de un niño que juega, cambió bruscamennte la trayectoria,
se recuperó de la barrena, y en vuelo bajísimo paralelo al piso, enfiló hacia donde estaban los visitantes, lo que los hizo dudar, de si quedarse ahi parados, o arrojarse ya al suelo, pero no fue necesario, desviandosé a la derecha de ellos, como si los hubiese visto, el piloto inició la maniobra de tonel, para pasar, como una flecha, entre los hangares del aeroclub, en vuelo invertido.
- Me habían dicho, que no estaba ninguno de los aparatos en servicio, ya empezamos con las macanas de estos tipos, vamos para el taller.
Dijo el oficial inspector.
-¿Cual de los locos está en el avión?, preguntó en voz alta y sin saludar, apenas entraron.
-"Debe" ser Chesta, dijo el jefe del taller, mientras simulaba acomodar las herramientas desparramadas sobre el banco de trabajo, sin levantar la vista.
- Que alguien le diga a ese demente, que estamos nosotros aquí, que queremos ver al avión,
-¡QUE BAJE YA!!!. ordenó.
Si el jefe hizo algún gesto o mueca de disconformidad o protesta, nadie lo notó.
Salió para la cantina del club, detrás de la cual, estaban las comunicaciones.
- Voy a ver si lo hago llamar, no se si le "anda" la radio, dijo
Afuera se oia rugir el motor del avión, a toda potencia, recuperando altura, seguramente para iniciar alguna nueva "gracia".
- Al volver , el jefe informó:
- ya lo llaman...
- Digame una cosa... ¿no es ese Ranquel el que necesita pistones?
-si ese es, se le reventó uno y ya no quedaba material para canibalizar de los otros dos, tienen los motores muy vencidos, asi que lo arreglamos con lo que había a mano, Chesta salió a probarlo porque lo terminamos a mediodía.
-¿ De donde sacaron los pistónes nuevos, si se puede saber?
-de aquel montón de durmientes del ferrocarril.Casi murmuró el jefe señalando vagamente con la cabeza hacia la inmensa llanura.
-¿Como dice?
-Si estee... Lo hicimos de quebracho, lo más duro que hay en madera, lo que más nos costó fue hacer los agujeros para el perno y las ranuras de los aros.
- Pero tenemos un tornero que es un maestro.
-¿Y recién lo arman y ya lo están volando?
- Chesta se ofreció para probarlo solo, porque ninguno se quería subir con él, ¿anda lindo, no?.
-¡Linda va ser la sanción que les voy meter, voy a hacer cerrar este aeroclub!!!, aseguró el inspector.
- Mientras adentro del taller las explicaciones, no conformaban y la discusión subía de tono.
Afuera, el estruendo del motor, rugiendo a pleno régimen, hacía temblar las chapas de zinc del galpón, parecía que caería dentro en cualquier instante y de pronto, sin ninguna clase de aviso, cesó por completo.
La finalidad de estas inspecciones, era certificar las necesidades del material aéreo del club.
La comisión de dos integrantes; el inspector y un mecánico, y el testigo presencial de los hechos, sin el que esta historia, no habría llegado hasta nosotros.
Se bajaron del auto, justo para ver el pasaje de un aparato monomotor Ranquel, de industria nacional, multipropósito a la fuerza, que era utilizado para remolcar los veleros del club.
El avión subió hasta que el motor dijo, basta, y entre toses y detonaciones, la nariz del aparato dejó de apuntar al cielo y cayó, señalando un nuevo blanco, mucho más cercano, el terreno,
lo que parecía, solo una maniobra de prueba de los mandos, se convirtió en una feroz barrena descontrolada, con gran pérdida de altura,
justo antes del impacto, que parecía inevitable, la máquina, como llevada por la mano invisible de un niño que juega, cambió bruscamennte la trayectoria,
se recuperó de la barrena, y en vuelo bajísimo paralelo al piso, enfiló hacia donde estaban los visitantes, lo que los hizo dudar, de si quedarse ahi parados, o arrojarse ya al suelo, pero no fue necesario, desviandosé a la derecha de ellos, como si los hubiese visto, el piloto inició la maniobra de tonel, para pasar, como una flecha, entre los hangares del aeroclub, en vuelo invertido.
- Me habían dicho, que no estaba ninguno de los aparatos en servicio, ya empezamos con las macanas de estos tipos, vamos para el taller.
Dijo el oficial inspector.
-¿Cual de los locos está en el avión?, preguntó en voz alta y sin saludar, apenas entraron.
-"Debe" ser Chesta, dijo el jefe del taller, mientras simulaba acomodar las herramientas desparramadas sobre el banco de trabajo, sin levantar la vista.
- Que alguien le diga a ese demente, que estamos nosotros aquí, que queremos ver al avión,
-¡QUE BAJE YA!!!. ordenó.
Si el jefe hizo algún gesto o mueca de disconformidad o protesta, nadie lo notó.
Salió para la cantina del club, detrás de la cual, estaban las comunicaciones.
- Voy a ver si lo hago llamar, no se si le "anda" la radio, dijo
Afuera se oia rugir el motor del avión, a toda potencia, recuperando altura, seguramente para iniciar alguna nueva "gracia".
- Al volver , el jefe informó:
- ya lo llaman...
- Digame una cosa... ¿no es ese Ranquel el que necesita pistones?
-si ese es, se le reventó uno y ya no quedaba material para canibalizar de los otros dos, tienen los motores muy vencidos, asi que lo arreglamos con lo que había a mano, Chesta salió a probarlo porque lo terminamos a mediodía.
-¿ De donde sacaron los pistónes nuevos, si se puede saber?
-de aquel montón de durmientes del ferrocarril.Casi murmuró el jefe señalando vagamente con la cabeza hacia la inmensa llanura.
-¿Como dice?
-Si estee... Lo hicimos de quebracho, lo más duro que hay en madera, lo que más nos costó fue hacer los agujeros para el perno y las ranuras de los aros.
- Pero tenemos un tornero que es un maestro.
-¿Y recién lo arman y ya lo están volando?
- Chesta se ofreció para probarlo solo, porque ninguno se quería subir con él, ¿anda lindo, no?.
-¡Linda va ser la sanción que les voy meter, voy a hacer cerrar este aeroclub!!!, aseguró el inspector.
- Mientras adentro del taller las explicaciones, no conformaban y la discusión subía de tono.
Afuera, el estruendo del motor, rugiendo a pleno régimen, hacía temblar las chapas de zinc del galpón, parecía que caería dentro en cualquier instante y de pronto, sin ninguna clase de aviso, cesó por completo.