rebelderenegado
27/04/2010, 02:50
Hace muchos años ya, viajaba yo en el asiento delantero de un ómnibus, que provenía de las sierras, hacia la capital.
Cansado de las privaciones de la "vida sana al aire libre", iba a la ciudad, a reponerme, de noches enteras de frío en la carpa, tardes de excesivo sol, malas comidas hechas a fuego lentísimo, con escasa leña, demasiado humo y como última calamidad; falta de dinero para los gastos.
Todo esto, pensaba solucionarlo, con unos pesos arrancados a la reparación de un TV. B/N, que me esperaba, desde hacía varios días, en mi taller "cerrado por vacaciones".
La noche cayó en la mitad del viaje y en una de las paradas del camino, subió un muchacho, que se sentó a mi lado y me resultó, inmediatamente, conocido, de alguna parte.
Casualmente, por un comentario sobre el estado del tránsito en la ruta, comenzamos a platicar de cosas en general, a reirnos de sucesos y noticias que eran de actualidad, en esa época, tal cual sucede hoy con las mismas materias, política, economía, los dislates gubernamentales, de los payasos de turno, y filosofía universitaria de la calle, o sea, nada nuevo bajo el sol.
Con la repentina y recién ganada confianza, en un momento de la charla, mi nuevo "amigo", declaró que quería hacerme una consulta, sobre algo que a él le interesaba mucho y de lo cual, podría depender, su futuro en la vida.
Me acomodé lo mejor que pude en el mullido y anatómico asiento del bus, hice el ademán de ajustarme el cinturón de seguridad, que llevan en el puesto delantero esas unidades, y le aseguré que; podía soltar la andanada nomás.
Sonrió y pasó a contarme, que había alquilado una sala teatral, en la ciudad turística que acabábamos de dejar atrás (la segunda del país, asi dicen), y tenía mucho miedo, de haber cometido el error más grande su vida, en un solo acto, aquella temporada turística, no parecía de las mejores y los alquileres de equipos y de la sala, podría llevarlo a la ruina monetaria, en menos de un mes.
Y a la ruina de total si la critica se entera, cosa que seguro harían, imaginaba yo.
A esta altura, yo ya estaba seguro de quien se trataba, mi interlocutor, y le dije, con la mejor convicción, que fui capaz de mostrar:
Que; le auguraba un tremendo éxito que lo que él hacía, era de excepcional calidad y algo hasta ese momento, muy poco visto y que los antecedentes sobre su personaje, le habían asegurado un lugar entre los mejores comediantes, de la historia de las tablas del país.
Agregué; que no dudara un instante en seguir adelante y que sería un éxito total, no solo para esos meses, sino para muchos años por venir y que ahí, seguramente, estaba su futuro profesional.
Dicho todo esto, el que buscó afirmarse en su asiento fué él, dió un cuarto de vuelta a su torso, me miro casi de frente y me preguntó;
¿Vos sabes quien soy...?.
Si, claro que se, quien sos (en esa época eran pocos los que lo habían oido alguna vez en la radio y menos los que lo habían visto) y pronuncié el nombre de su personaje, para demostrarlo.
Gracias por el aliento,¿ estas seguro de lo que me decís?
Por supuesto, afirmé, entusiasmado por mi propio pronóstco.
Fue tal y como le había dicho un éxito total, por muchos años, sin precedentes, con su personaje no solo recorrió el pais, sino que visitó los mas alejados lugares del mundo, incluso, la extinta Unión Soviética.
Y asistí, varias veces, invitado por él a sus espectáculos, que hacián reir a extranjeros que apenas conocían nuestro idioma o nuestras costumbres.
Como siempre pasa, el tiempo nos distanció, si quería verlo solo tenía que ir a una de las salas que presentaban, muy a menudo sus comedias, ambientadas en la simplicidad de la vida del campo, de nuestra provincia, parecía que estaría ahí, para siempre.
Y ya no supe más de él directamente, solo por las noticias, como cuando se fué a su pueblo a hacer allí sus representaciones para incentivar el turismo de la zona, y ayudar con la escuela que había ayudado a construir y mantener, una buena obra, un digno retiro y tal vez una reserva, en el futuro.
Su vida era ya todo un éxito, no solo su trabajo.
Hace unos días, un cliente me comentaba, que habían contratado a este personaje para una fiesta de cumpleaños.
Antes que yo le dijera que lo conocía y que habíamos sido amigos y le contara, esta misma anécdota, que acabo de referirles.
El amigo, me aseguró que; "fulano de tal era un imbécil que en lugar de animar la fiesta, se destacó por las tonterías que dijo y el mal papel que hizo, estaba totalmente ido, como si estubiera loco, nos hizo pasar un mal rato a todos".
Yo recordé, el rumor de que se había dedicado a consumir drogas, para soportar las exigencias del repentino y luego duradero éxito y el trajín de los continuos viajes, y había sido desestimado por mi, porque lo atribuí a simple envidia.
Aunque su conducta, había pasado de ser una persona amable, considerada y brillante en su comentarios y sentido del humor,
a la de casi un autómata, cosa que yo había apreciado, en alguna de las últimas veces, que me lo había encontrado.
Supuse que eran ataques de divismo, y pensé que ya se le pasarían.
El hacía reir a todos menos a él mismo, y terminó por no hacer reir a nadie.
Quizas, si hay una cura, para esa clase de melancolía por agotamiento; esta sea la risa, el buen humor, pero seguramente llegado el caso de hallarse frente al doctor, que se las recomendara como medicina, mi amigo le pediría al médico, que le cambie la receta.
- Porque; ¿sabe Ud. doctor?... yo soy Garrick.
Cansado de las privaciones de la "vida sana al aire libre", iba a la ciudad, a reponerme, de noches enteras de frío en la carpa, tardes de excesivo sol, malas comidas hechas a fuego lentísimo, con escasa leña, demasiado humo y como última calamidad; falta de dinero para los gastos.
Todo esto, pensaba solucionarlo, con unos pesos arrancados a la reparación de un TV. B/N, que me esperaba, desde hacía varios días, en mi taller "cerrado por vacaciones".
La noche cayó en la mitad del viaje y en una de las paradas del camino, subió un muchacho, que se sentó a mi lado y me resultó, inmediatamente, conocido, de alguna parte.
Casualmente, por un comentario sobre el estado del tránsito en la ruta, comenzamos a platicar de cosas en general, a reirnos de sucesos y noticias que eran de actualidad, en esa época, tal cual sucede hoy con las mismas materias, política, economía, los dislates gubernamentales, de los payasos de turno, y filosofía universitaria de la calle, o sea, nada nuevo bajo el sol.
Con la repentina y recién ganada confianza, en un momento de la charla, mi nuevo "amigo", declaró que quería hacerme una consulta, sobre algo que a él le interesaba mucho y de lo cual, podría depender, su futuro en la vida.
Me acomodé lo mejor que pude en el mullido y anatómico asiento del bus, hice el ademán de ajustarme el cinturón de seguridad, que llevan en el puesto delantero esas unidades, y le aseguré que; podía soltar la andanada nomás.
Sonrió y pasó a contarme, que había alquilado una sala teatral, en la ciudad turística que acabábamos de dejar atrás (la segunda del país, asi dicen), y tenía mucho miedo, de haber cometido el error más grande su vida, en un solo acto, aquella temporada turística, no parecía de las mejores y los alquileres de equipos y de la sala, podría llevarlo a la ruina monetaria, en menos de un mes.
Y a la ruina de total si la critica se entera, cosa que seguro harían, imaginaba yo.
A esta altura, yo ya estaba seguro de quien se trataba, mi interlocutor, y le dije, con la mejor convicción, que fui capaz de mostrar:
Que; le auguraba un tremendo éxito que lo que él hacía, era de excepcional calidad y algo hasta ese momento, muy poco visto y que los antecedentes sobre su personaje, le habían asegurado un lugar entre los mejores comediantes, de la historia de las tablas del país.
Agregué; que no dudara un instante en seguir adelante y que sería un éxito total, no solo para esos meses, sino para muchos años por venir y que ahí, seguramente, estaba su futuro profesional.
Dicho todo esto, el que buscó afirmarse en su asiento fué él, dió un cuarto de vuelta a su torso, me miro casi de frente y me preguntó;
¿Vos sabes quien soy...?.
Si, claro que se, quien sos (en esa época eran pocos los que lo habían oido alguna vez en la radio y menos los que lo habían visto) y pronuncié el nombre de su personaje, para demostrarlo.
Gracias por el aliento,¿ estas seguro de lo que me decís?
Por supuesto, afirmé, entusiasmado por mi propio pronóstco.
Fue tal y como le había dicho un éxito total, por muchos años, sin precedentes, con su personaje no solo recorrió el pais, sino que visitó los mas alejados lugares del mundo, incluso, la extinta Unión Soviética.
Y asistí, varias veces, invitado por él a sus espectáculos, que hacián reir a extranjeros que apenas conocían nuestro idioma o nuestras costumbres.
Como siempre pasa, el tiempo nos distanció, si quería verlo solo tenía que ir a una de las salas que presentaban, muy a menudo sus comedias, ambientadas en la simplicidad de la vida del campo, de nuestra provincia, parecía que estaría ahí, para siempre.
Y ya no supe más de él directamente, solo por las noticias, como cuando se fué a su pueblo a hacer allí sus representaciones para incentivar el turismo de la zona, y ayudar con la escuela que había ayudado a construir y mantener, una buena obra, un digno retiro y tal vez una reserva, en el futuro.
Su vida era ya todo un éxito, no solo su trabajo.
Hace unos días, un cliente me comentaba, que habían contratado a este personaje para una fiesta de cumpleaños.
Antes que yo le dijera que lo conocía y que habíamos sido amigos y le contara, esta misma anécdota, que acabo de referirles.
El amigo, me aseguró que; "fulano de tal era un imbécil que en lugar de animar la fiesta, se destacó por las tonterías que dijo y el mal papel que hizo, estaba totalmente ido, como si estubiera loco, nos hizo pasar un mal rato a todos".
Yo recordé, el rumor de que se había dedicado a consumir drogas, para soportar las exigencias del repentino y luego duradero éxito y el trajín de los continuos viajes, y había sido desestimado por mi, porque lo atribuí a simple envidia.
Aunque su conducta, había pasado de ser una persona amable, considerada y brillante en su comentarios y sentido del humor,
a la de casi un autómata, cosa que yo había apreciado, en alguna de las últimas veces, que me lo había encontrado.
Supuse que eran ataques de divismo, y pensé que ya se le pasarían.
El hacía reir a todos menos a él mismo, y terminó por no hacer reir a nadie.
Quizas, si hay una cura, para esa clase de melancolía por agotamiento; esta sea la risa, el buen humor, pero seguramente llegado el caso de hallarse frente al doctor, que se las recomendara como medicina, mi amigo le pediría al médico, que le cambie la receta.
- Porque; ¿sabe Ud. doctor?... yo soy Garrick.