rebelderenegado
26/04/2010, 09:43
En la Argentina, comprar un automóvil Mercedes Benz, nunca fue fácil, ni al alcance de cualquiera, hoy mismo sin ir mas lejos, son prohibitivos luego de haber estado "más" accesibles, durante algunos años.
Situémonos ahora, en la década del 70, estos automóviles, los compraban gerentes de empresa, en Buenos Aires, en cargos altos y los afortunados en general,
El dueño de la unidad de la que trata nuestra historia, estaba encantado con su adquisición,
O por lo menos así fue los primeros 4 meses, un día luego de hacer varios trámites en su auto y al intentar arrancar el Mercedez este produjo un horroso ruido a fierros patinando en lugar de la satisfactoria tracción del impulsor de arranque.
Llevó el auto, por la tarde, al servicio de la marca en donde inmediatamente lo "internaron" para su revisión,
-¡Vuelva Ud. mañana!, le dijeron confiadamente, los empleados y el jefe mecánico, de la sección de garantía, con la seguridad que da el saber, que se hallaban ante un caso que sería "pan comido"...
Al día siguiente, con optimistas sonrisas y palmadas, le devolvieron su vehículo, asegurándole que se encontraba en perfectas condiciones y que el ruido no se repetiría, ya que no habían encontrado ninguna anormalidad en una revisión a fondo.
Y siendo que, aquellos talleres poseían instrumental de precisión y de avanzada para la época, además de tener su personal instruido en la fábrica en Alemania, no podía poner en duda, sus palabras.
Varios días después en una cochera subterranea y al darle arranque, la costosa y flamante máquina, volvió a presentar su conducta caprichosa, el terrible ruido, amplificado por el cavernoso ambiente, alarmó a los custodios del estacionamiento, quienes acudieron corriendo, tras llamar a la policía, por temor a que fuera, un intento de secuestro o algo peor.
Siendo que, en esos años, la Argentina sufría el flagelo del terrorismo, es de imaginarse, el escándalo y el susto para todos.
Furioso nuestro protagonista, llamó al concesionario, les dijo de todo menos bonitos y los conminó, a retirar el auto de la playa, a cargo del taller, o sea, ellos y entregárselo en orden,
-¡Y, que, si, no!;
-¡Ya se la iban a ver, con el abogado de la empresa!!!
Ante el incipiente papelón, presurosos y mucho menos confiados técnicos, se dedicaron a destripar al contumás objeto de status, quita esto, revisa aquello y optaron por cambiar el arranque, completo.
Luego de haber sacado el motor, para probarlo en el banco de ajuste, durante horas, todo OK.
EL ahora sufrido, ex feliz poseedor, se presentó en el taller, no dijo nada, oscamente, se subió a su auto y se lo llevó a su casa, esta vez, no hubo palmadas ni sonrisas confiadas, una semana pasó, sin novedad.
Después de un trámite del trabajo y ya casi olvidado del asunto, nuestro amigo se encontró, de nuevo y cara a cara con la desgracia
¡Ma Cristo, Madonna Santa y porca miseria!!!, una vez más, el aullido mecánico, de los infiernos metálicos, se presentó con toda su furia, y como si fuera poca antes, esta vez lo hizo incrementada.
Los compañeros de trabajo, que lo oyeron vociferar, temían por la salud de su amigo, así que uno se acercó y le dijo:
- Mirá che, no lo tomés a mal, pero yo conozco un gordo, que es un genio en estos asuntos.
- ¡Pero que m... va saber, un mecanicucho de barrio, amigo tuyo, si los mismos de la Mercedes, no dan pie con bola!!!, yo lo que tengo que hacer, es agarrar un revólver y reventar a uno y ya van a ver, como, se arregla el asunto.
Por suerte del dicho al hecho, hay el consabido trecho, así que no hubo revólver, ni occisos ejemplificadores.
Pero si hubo un pedido resignado, la dirección de la "solución", que le propusieran, la del "Gordo".
- Preguntá por "Colchón Arrollado" o "Colchón" a secas y llegás, le dijo el amigo,
- Yo no te puedo acompañar, porque me mandan al interior, pero andá tranquilo, nombralo a él, como te digo y listo.
- Si no encontrás la casa, parás y le preguntás a cualquiera y vas ver que no te pasa nada, allá lo conocen todos.
La dirección, era en una de las "poderosas" villas de emergencia, de la ciudad de BS. AS.
Que si las hay grandes, en algún lugar del mundo, estas deben estár entre las primeras.
- Yo debo tener la cara del p... más grande del planeta, al venir por acá solo y con, este, auto, me van solucionar el problema, haciendolo desaparecer al auto y mi también, se reprochaba a si mismo.
Pero al no poder ubicar, las calles señaladas, hizo como le dijeron, pregunto por "Colchón" y le indicaron;
-¡ Es allá, aquel que está sentado en la puerta! ese es,
Y asi llegó hasta el rancho de lata, maderas y trapos, del "Gordo Golchón", el "mecánico" estaba ahi, sin hacer nada, sentado en la puerta, sobre una batería vieja,
y al verlo estacionar el auto, apenas levantó la vista, con ese gesto cuya traducción es:
"Otro que viene a joder".
Jugado el todo por el todo, el dueño del auto se bajó y saludó.
- Buenas... dijo sin atreverse a agregar -¿ Ud, es Colchón?, por las dudas.
- Buenas dijo el "Gordo", sin levantar la vista.
- Mire, yo he venido hasta acá ( y ese, hasta acá, sonó como si hubiera dicho; hasta el Polo Sur) porque me envíó García, me dijo que Ud, entiende de estos autos, tengo un problema con el arranque, patina a veces, cuando esta caliente y hace un ruido bárbaro.
El "Gordo" que había oido la explicación, como quien oye llover, ni miró el auto, se levantó de la silla, hizo a un lado la lona grasienta, que colgaba tapando la puerta y desapareció, momentos después apareció, con algo en la mano, una tiza.
-Ahora si que estoy c... , pensó el atribulado dueño, este tipo esta loco y yo lo voy a matar a García, si cree que me van a meter un verso, con un pedazo de tiza, los puteo de arriba abajo, a los dos.
- El gordo sin mirarlo, le ordenó;
-¡Abra el capot!...
Como todavía no podía objetar nada, hizo caso, y tir de la palanca, que destrababa el cierre.
Luego de inclinarse hacia el motor y hacer algo con la tiza, el "Gordo" ladró;
- Dele arranque,
Giró la llave de contacto y el auto, produjo el previsible ruido a patinazo y chirrido metálico,
- Deje nomás, dijo el "Gordo", ya está, es la corona,
- ¿Que es, que?
- Es la corona del arranque, se afloja, cuando está caliente el motor, eso es, hay que cambiarla y el volante también, están mal las medidas de los diámetros y se afloja todo al calentar, ahi está la marca de la tiza, vea como no coincide.
Y efectivamente pudo comprobar, que la marca entre la pieza dentada y su soporte, estaba desplazada.
-¿Eso es todo? no lo puedo creer ¿Ud. hace ese trabajo?.
- Claro que si, dijo el "Gordo", teniendo piedad, por el imbécil, que lo hacía hablar demasiado.
Impresionado por la demostración, arreglaron ahí nomás, el precio estimado y el día de entrega del automóvil, una vez reparado.
Titubeó, porque tenía que dejar el auto ahi mismo, en la puerta del rancho, donde lo había estacionado.
- Dejeló ahí nomás, aquí "nadie toca nada" dijo el "Gordo", al notar su fugaz mirada de inquietud.
- Y vengalo a buscar pasado mañana, que va a estar listo.
Cerró el auto, le dejó las llaves al "entendido" y se fue abuscar un taxi, o el ómnibus, por si los primeros, no se animaban a andar por esos rumbos, ni aún en pleno día.
- Le tengo que regalar un vino a García si el "Gordo" me lo arregla, pensaba, mientras se alejaba en el taxi.
Cuando volvió, al cabo del plazo fijado, el auto estaba en el mismo lugar, y cubierto de una fina capa gredosa de polvillo, parecía como si nadie se le hubiera acercado, desde que lo estacionara allí.
- Quedate tranquilo, le había asegurado García, el "Gordo" es un genio, si te dijo que te lo arreglaba, dalo por hecho.
Pero la duda podía mas.
- Seguro que no le hizo nada, pensó, ahora me va salir con que quiere más plata.
- Buenas, ¿esta listo el laburito? dijo, sin recibir contestación.
El "Gordo" solo estiró el brazo, para darle las llaves.
- Pruebeló y se lo lleva.
Recibió las llaves, abrió el coche, se sentó ansioso, introdujo la clavija de metal en el tambor y la giro con un leve, pero molesto temblor en la mano, y el motor ronroneó, como un gato teutónico feliz.
- Lleveló tranquilo, eso no se afloja mas, aseveró el mecánico.
Hizo el pago pactado, una bicoca si todo iba bien y se alejó con su Mercedez.
- Le debo una a García, se dijo sonriendo.
Y le hizo cientos de miles de kilómetros,
sin novedadades en el arranque, por lo menos, al Mercedes.
Situémonos ahora, en la década del 70, estos automóviles, los compraban gerentes de empresa, en Buenos Aires, en cargos altos y los afortunados en general,
El dueño de la unidad de la que trata nuestra historia, estaba encantado con su adquisición,
O por lo menos así fue los primeros 4 meses, un día luego de hacer varios trámites en su auto y al intentar arrancar el Mercedez este produjo un horroso ruido a fierros patinando en lugar de la satisfactoria tracción del impulsor de arranque.
Llevó el auto, por la tarde, al servicio de la marca en donde inmediatamente lo "internaron" para su revisión,
-¡Vuelva Ud. mañana!, le dijeron confiadamente, los empleados y el jefe mecánico, de la sección de garantía, con la seguridad que da el saber, que se hallaban ante un caso que sería "pan comido"...
Al día siguiente, con optimistas sonrisas y palmadas, le devolvieron su vehículo, asegurándole que se encontraba en perfectas condiciones y que el ruido no se repetiría, ya que no habían encontrado ninguna anormalidad en una revisión a fondo.
Y siendo que, aquellos talleres poseían instrumental de precisión y de avanzada para la época, además de tener su personal instruido en la fábrica en Alemania, no podía poner en duda, sus palabras.
Varios días después en una cochera subterranea y al darle arranque, la costosa y flamante máquina, volvió a presentar su conducta caprichosa, el terrible ruido, amplificado por el cavernoso ambiente, alarmó a los custodios del estacionamiento, quienes acudieron corriendo, tras llamar a la policía, por temor a que fuera, un intento de secuestro o algo peor.
Siendo que, en esos años, la Argentina sufría el flagelo del terrorismo, es de imaginarse, el escándalo y el susto para todos.
Furioso nuestro protagonista, llamó al concesionario, les dijo de todo menos bonitos y los conminó, a retirar el auto de la playa, a cargo del taller, o sea, ellos y entregárselo en orden,
-¡Y, que, si, no!;
-¡Ya se la iban a ver, con el abogado de la empresa!!!
Ante el incipiente papelón, presurosos y mucho menos confiados técnicos, se dedicaron a destripar al contumás objeto de status, quita esto, revisa aquello y optaron por cambiar el arranque, completo.
Luego de haber sacado el motor, para probarlo en el banco de ajuste, durante horas, todo OK.
EL ahora sufrido, ex feliz poseedor, se presentó en el taller, no dijo nada, oscamente, se subió a su auto y se lo llevó a su casa, esta vez, no hubo palmadas ni sonrisas confiadas, una semana pasó, sin novedad.
Después de un trámite del trabajo y ya casi olvidado del asunto, nuestro amigo se encontró, de nuevo y cara a cara con la desgracia
¡Ma Cristo, Madonna Santa y porca miseria!!!, una vez más, el aullido mecánico, de los infiernos metálicos, se presentó con toda su furia, y como si fuera poca antes, esta vez lo hizo incrementada.
Los compañeros de trabajo, que lo oyeron vociferar, temían por la salud de su amigo, así que uno se acercó y le dijo:
- Mirá che, no lo tomés a mal, pero yo conozco un gordo, que es un genio en estos asuntos.
- ¡Pero que m... va saber, un mecanicucho de barrio, amigo tuyo, si los mismos de la Mercedes, no dan pie con bola!!!, yo lo que tengo que hacer, es agarrar un revólver y reventar a uno y ya van a ver, como, se arregla el asunto.
Por suerte del dicho al hecho, hay el consabido trecho, así que no hubo revólver, ni occisos ejemplificadores.
Pero si hubo un pedido resignado, la dirección de la "solución", que le propusieran, la del "Gordo".
- Preguntá por "Colchón Arrollado" o "Colchón" a secas y llegás, le dijo el amigo,
- Yo no te puedo acompañar, porque me mandan al interior, pero andá tranquilo, nombralo a él, como te digo y listo.
- Si no encontrás la casa, parás y le preguntás a cualquiera y vas ver que no te pasa nada, allá lo conocen todos.
La dirección, era en una de las "poderosas" villas de emergencia, de la ciudad de BS. AS.
Que si las hay grandes, en algún lugar del mundo, estas deben estár entre las primeras.
- Yo debo tener la cara del p... más grande del planeta, al venir por acá solo y con, este, auto, me van solucionar el problema, haciendolo desaparecer al auto y mi también, se reprochaba a si mismo.
Pero al no poder ubicar, las calles señaladas, hizo como le dijeron, pregunto por "Colchón" y le indicaron;
-¡ Es allá, aquel que está sentado en la puerta! ese es,
Y asi llegó hasta el rancho de lata, maderas y trapos, del "Gordo Golchón", el "mecánico" estaba ahi, sin hacer nada, sentado en la puerta, sobre una batería vieja,
y al verlo estacionar el auto, apenas levantó la vista, con ese gesto cuya traducción es:
"Otro que viene a joder".
Jugado el todo por el todo, el dueño del auto se bajó y saludó.
- Buenas... dijo sin atreverse a agregar -¿ Ud, es Colchón?, por las dudas.
- Buenas dijo el "Gordo", sin levantar la vista.
- Mire, yo he venido hasta acá ( y ese, hasta acá, sonó como si hubiera dicho; hasta el Polo Sur) porque me envíó García, me dijo que Ud, entiende de estos autos, tengo un problema con el arranque, patina a veces, cuando esta caliente y hace un ruido bárbaro.
El "Gordo" que había oido la explicación, como quien oye llover, ni miró el auto, se levantó de la silla, hizo a un lado la lona grasienta, que colgaba tapando la puerta y desapareció, momentos después apareció, con algo en la mano, una tiza.
-Ahora si que estoy c... , pensó el atribulado dueño, este tipo esta loco y yo lo voy a matar a García, si cree que me van a meter un verso, con un pedazo de tiza, los puteo de arriba abajo, a los dos.
- El gordo sin mirarlo, le ordenó;
-¡Abra el capot!...
Como todavía no podía objetar nada, hizo caso, y tir de la palanca, que destrababa el cierre.
Luego de inclinarse hacia el motor y hacer algo con la tiza, el "Gordo" ladró;
- Dele arranque,
Giró la llave de contacto y el auto, produjo el previsible ruido a patinazo y chirrido metálico,
- Deje nomás, dijo el "Gordo", ya está, es la corona,
- ¿Que es, que?
- Es la corona del arranque, se afloja, cuando está caliente el motor, eso es, hay que cambiarla y el volante también, están mal las medidas de los diámetros y se afloja todo al calentar, ahi está la marca de la tiza, vea como no coincide.
Y efectivamente pudo comprobar, que la marca entre la pieza dentada y su soporte, estaba desplazada.
-¿Eso es todo? no lo puedo creer ¿Ud. hace ese trabajo?.
- Claro que si, dijo el "Gordo", teniendo piedad, por el imbécil, que lo hacía hablar demasiado.
Impresionado por la demostración, arreglaron ahí nomás, el precio estimado y el día de entrega del automóvil, una vez reparado.
Titubeó, porque tenía que dejar el auto ahi mismo, en la puerta del rancho, donde lo había estacionado.
- Dejeló ahí nomás, aquí "nadie toca nada" dijo el "Gordo", al notar su fugaz mirada de inquietud.
- Y vengalo a buscar pasado mañana, que va a estar listo.
Cerró el auto, le dejó las llaves al "entendido" y se fue abuscar un taxi, o el ómnibus, por si los primeros, no se animaban a andar por esos rumbos, ni aún en pleno día.
- Le tengo que regalar un vino a García si el "Gordo" me lo arregla, pensaba, mientras se alejaba en el taxi.
Cuando volvió, al cabo del plazo fijado, el auto estaba en el mismo lugar, y cubierto de una fina capa gredosa de polvillo, parecía como si nadie se le hubiera acercado, desde que lo estacionara allí.
- Quedate tranquilo, le había asegurado García, el "Gordo" es un genio, si te dijo que te lo arreglaba, dalo por hecho.
Pero la duda podía mas.
- Seguro que no le hizo nada, pensó, ahora me va salir con que quiere más plata.
- Buenas, ¿esta listo el laburito? dijo, sin recibir contestación.
El "Gordo" solo estiró el brazo, para darle las llaves.
- Pruebeló y se lo lleva.
Recibió las llaves, abrió el coche, se sentó ansioso, introdujo la clavija de metal en el tambor y la giro con un leve, pero molesto temblor en la mano, y el motor ronroneó, como un gato teutónico feliz.
- Lleveló tranquilo, eso no se afloja mas, aseveró el mecánico.
Hizo el pago pactado, una bicoca si todo iba bien y se alejó con su Mercedez.
- Le debo una a García, se dijo sonriendo.
Y le hizo cientos de miles de kilómetros,
sin novedadades en el arranque, por lo menos, al Mercedes.