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Ver la versión completa : carta del hijo de un capo



claren
12/04/2010, 13:45
CARTA DEL HIJO DE PABLO ESCOBAR GAVIRIA
Hijo del más importante narco colombiano cuenta su vida.

Sebastián Marroquín reflexiona sobre lo que vivió al lado de su padre, Pablo Escobar Gaviria; “siento una profunda amargura de que México esté repitiendo casi literalmente esta historia”, dice.

El hijo del narcotraficante colombiano decidió tomar un camino diferente al de su padre.
"El primer coche bomba de Colombia explotó en mi casa", recuerda Sebastián.

El 10 de diciembre se estrenó en Colombia el documental "Pecados de mi padre", dirigido por Nicolás Entel (a México llegará en 2010). Es la primera vez que, tras 15 años de exilio en Argentina, acepté romper mi silencio y contar mi vida junto a mi padre, Pablo Escobar, el más importante narcotraficante colombiano de los últimos tiempos.



Son muchas las razones que tuve para salir ahora a la luz pública. Con mi largo silencio quise mostrar mi respeto absoluto a las víctimas de mi padre, a todo mi país. Aproveché este largo tiempo para poder encontrarme a mí mismo como persona, en busca de una propia identidad y sabiendo que nada crece bajo la sombra de un gran árbol como la de mi progenitor. Elegí y decidí, humildemente, reinventarme como ser humano y estudié dos carreras universitarias: soy arquitecto y diseñador industrial. Me preparé por años para la construcción de sueños, no para la destrucción.


Con dolor he aprendido a separar al padre del Pablo Escobar que recuerda la mayoría. Jamás podría renunciar al amor que como hijo le profeso, pues además lo recuerdo siendo un padre que me cantaba las canciones de Topo Gigio y me inventaba cuentos para dormirme, me enseñó a jugar al futbol, a montar en bicicleta, en moto y hasta en elefante. Me enseñó a ser un hombre de palabra, decía que la palabra era un contrato. Lo acompañaba a los barrios marginales a donar decenas de canchas de futbol y polideportivos, vi cómo crecía su proyecto de construir 5,000 viviendas equipadas para regalarle a estas familias que vivían en el basurero municipal de Medellín y restaurar así la dignidad de las clases que nos negamos a reconocer aún hoy en la sociedad. Fue además un gran maestro de lo que no debemos hacer y es así como lo recuerdo a diario frente al espejo, debatiéndome en un duelo permanente de sentimientos explosivos y contradictorios que estoy obligado a enfrentar, buscando encontrar un equilibrio y una paz que respete la dignidad de todos sin excepción.

No es fácil, aprendí que el odio mantiene a muchos atados al pasado, y perpetúa infinitamente el dolor generado por el victimario hasta enfermarnos de violencia.

Por ello busqué una reconciliación y un perdón público ante los hijos de las víctimas más prominentes de mi padre, Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán. Un Ministro de Justicia que se atrevió a denunciar públicamente la infiltración del narcotráfico en la vida política de Colombia, y un líder reformista seguro ganador de las elecciones presidenciales de 1990.

Además de ellos pido aún hoy perdón a cada uno de los 44 millones de colombianos víctimas de la violencia generada por mi padre. Es una larga lista, que tristemente no excluye a nadie: policías, jueces, políticos, periodistas, narcotraficantes y cientos de inocentes transeúntes que ni siquiera osaron enfrentarlo, pero que estuvieron en el lugar y el momento incorrecto cuando explotaban sus bombas indiscriminadamente.

Como su familia, no nos fue ajena esa violencia ni logramos escapar de ella.

El primer coche bomba de la historia de Colombia explotó en mi hogar un 13 de enero de 1988 a las 05:13 horas. Allí nos encontrábamos con mi madre Victoria Eugenia, quien tenía 28 años, mi hermanita Manuela, con escasos meses de edad, todavía no tenía ni siquiera la posibilidad de declararse inocente por no saber hablar aún. Yo tenía 11 años. Mi padre tenía para entonces un enorme poder económico y militar. Cuando vio la foto de la cuna donde dormía su hija durante la explosión que destruyó los vidrios de todas las viviendas de Medellín en un kilómetro a la redonda, enloqueció de violencia y respondió con ferocidad. Una sola bomba contra su familia lo hizo ordenar la explosión de más de 200 bombas por todo el país hasta casi lograr la claudicación de todos los poderes del Estado frente al poder del narcotráfico. Estábamos todos ciegos y aturdidos en ese ambiente hostil.

Aprendí que la vida es un búmeran, que los actos violentos generan una violencia cada vez mayor y desenfrenada, llevándonos hacia una espiral inconmensurable de maldad que luego es imposible detener, salvo por nuestra propia e íntima voluntad. Así corren aún hoy en Colombia ríos de sangre que tiñen de odio, maldad, tristeza y desazón a la sociedad. Solemos olvidar la historia, y por ello es que siempre se repite, pues insultamos así el precioso legado de las experiencias de la vida. Colombia ya era violenta antes del nacimiento de Pablo Emilio Escobar Gaviria.

La carta más difícil que escribí en mi vida fue para los hijos de aquellos líderes que prometían rescatar el país y que murieron junto a la esperanza de muchos. Allí les dije a sus hijos en la misiva enviada a principios de 2008 que “Comprendo que nací en un ambiente fértil para la violencia, pero el legado de nacer en un ambiente tan hostil no podría ser otro distinto al de la búsqueda de la paz. No quiero repetir la historia”. Recordé que “mi padre con su violencia obligó a muchas familias a exiliarse, principalmente a las suyas, ignorando que con ello se estaba también gestando subrepticiamente el exilio de sus seres más queridos”. Quiero tener un hijo, pero no le dejaré por ello un testamento de violencia.

Tengo el honor de estar casado con una mujer mexicana, que tiene un coraje que haría palidecer a cualquier guerrero, parafraseando a Gandhi. Ella me ha enseñado mucho sobre esas lindas y sabias tierras. Me ha acompañado en los más pétreos caminos. Es mi gran amor y así también lo es México para mí.

Adoro las rancheras y me atrae el tequila. Pero me entristece ver lo que estoy observando desde el lejano Buenos Aires, pues se parece mucho a la primera parte del documental "Pecados de mi padre".

Siento una profunda amargura de que México esté repitiendo casi literalmente esta historia, aquella de la que tanto me cuesta aún hoy hacerme cargo.

Siento que la película que hoy están viviendo mis compadres mexicanos, es la misma que yo viví en Colombia exactamente en 1984, a mis siete años de edad, cuando mi padre decidió por cuenta propia mandar a asesinar al entonces ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla (Q.E.P.D.).

De ahí en más, mi país vivió una violencia sin precedentes. Ese día mí familia se desmembró para siempre, mi padre pasó luego toda su vida en la clandestinidad, el hogar por él construido no existió más. Por eso me decidí a participar en este documental y a romper el silencio sepulcral que mantuve 16 años después de su muerte, porque he vivido en carne propia el horror de una violencia sin par que no quiero para Colombia, para México ni para ninguna nación del planeta. Fui testigo, al igual que mi país, de una guerra sin cuartel del narcotráfico contra el poder del Estado que no ganó nadie, pues sólo quedamos como mudos testigos los miles de huérfanos y viudas de todas las esferas de la sociedad. La violencia no discrimina.

Comprendí que aun en las más segregadas familias –como la nuestra– hay padres, hijos, hermanas, abuelos, etc. Ahí también hay sentimientos por encima de lo machos que pretendamos ser ante otros en la vida. Veo en mi esposa a diario el fiel reflejo del tesón del pueblo mexicano. Respeto la dignidad de cada persona y no distingo entre uniformes o nacionalidades, sólo veo a ciudadanos de la raza humana y a nadie más. Sólo veo a hombres con su voluntad de sobrevivir en un ambiente donde las oportunidades son escasas y donde el hambre abunda, así como los deseos de brindarle la mínima dignidad a nuestros seres más queridos. Algunos están dispuestos a matar para no vivir en la indigencia, pero no puede haber excusa válida para generar violencia hacia nuestros hermanos a costa de nuestras necesidades o ambiciones personales.

En Medellín, mi ciudad natal, la presencia de la arquitectura y el urbanismo aplicado desde el Estado ha comenzado a aportar ejemplos de exportación de estas ideas para el mundo como una esperanza de paz para brindar dignidad, seguridad, cultura y oportunidades a los más marginados.

Creo en la arquitectura como una herramienta capaz de transformar la realidad a partir de hechos arquitectónicos concretos. Es definitivamente una herramienta eficaz para la paz.
Por ello no me dedico a la política.

En nuestra vasta familia latinoamericana solemos heredar las virtudes y los pecados de nuestros padres, y es bajo esta excusa que vivimos por décadas enfrascados en unos círculos de violencia y venganzas generacionales que se repiten incesantemente. Yo no fui ajeno a esto, de hecho, al enterarme de la muerte de mi padre, a mis 16 años, caí en esos círculos y armado de ira e intenso dolor amenacé públicamente con matar a quienes habían dado muerte a mi padre.

Sin embargo, ahora agradezco a Dios que 10 minutos después me hizo reflexionar y transformar el odio para no perpetuar este aparente estilo de vida que –les aseguro– es más de sufrimientos y de persecuciones que de placer.

Un ejemplo? Un día la policía dispuso, sin saberlo, un control rutinario en alguna calle de la ciudad justo frente a la casa donde yo me escondía con mi padre. Ese control policial comenzó un domingo y duró siete días frente a nuestro escondite. Se nos terminaron los víveres y estábamos solos pero rodeados de millones de dólares. Aguantamos hambre mientras comprendí que el dinero del narcotráfico no servía para nada si no te podías comprar siquiera una libra de arroz con él.

poblano
13/04/2010, 17:12
El problema del narcotrafico es un asunto grave, lo vive colombia y ahora lo vive mexico, es un asunto complejo, ademas de presentar un problema de seguridad nacional tambien es un problema social, de salud publica y como una subcultura que se arraiga en la sociedad, en donde los antivalores toman otra tonalidad y lo malo se torna en algo no tan malo.




Asi como Pablo Escobar era idolo en algunos barrios porque se le veia como el benefactor de la gente asi ocurre en algunos pueblos donde los narcos son vistos de esa manera, pues se convierten en la autoridad y los benefactores del pueblo, ayudan con las escuelas, les dan ayudas a los capesinos, cuidan que no haya inseguridad en los pueblos donde operan, se dice que alguna vez en un barrio donde vivia Benjamin Arellano un capo poderoso, un ratero de poca monta se metio en su casa a robar una camioneta que siempre tenian abiertas, al ratero lo persiguieron hasta dar con él y lo mataron a tiros, de ahi en adelante los robos terminaron en ese barrio.



Esta percepcion lleva a una idea falsa que el narco no es tan malo, y despierta admiracion hacia los narcos, se desprende toda una subcultura en donde la forma de vestir, el tipo de coches, de armas que usan ( bañadas en oro ) de musica,las mansiones que hacen, las tumbas en donde mas bien parecen residencias por el lujo y lo enorme en terreno en que s e construyen todo esto es imitado y engrandecido, bueno hasta tienen su propio culto encarnado en malverde, y la santa muerte.

aqui unos narcocorridos :

http://www.youtube.com/watch?v=ePLra7ne4jE&feature=related


http://www.youtube.com/watch?v=Et7zEbUgM7E


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Caracolamarina
13/04/2010, 19:43
Impresionante leer la carta del hijo de uno de los mas grandes narcos de esta época.
Buenos Aires, tiene a su vez un barrio ( Bajo Flores ) en que ellos ( narcos ) han ido ganando terreno y que también tienen sus propias "guerras " con otros narcos, para poder apoderarse de los "mercados"" cada vez mas amplios de la droga.
La droga, llegó para quedarse en esta ciudad y cada vez que vemos en la Tv un asalto con asesinato incluído ...los maleantes estaban la mayoría de las veces..drogados.
El grave problema de la miseria, de la falta de educación, la falta de una conciencia social verdadera, hace que proliferen en las villas, en donde impera la fuerza y en donde además los narcos tienen un terreno "abonado" para sus fechorías, están cada vez mas, surgiendo barrios que están jaqueados por ellos y que desgraciadamente esto es, como una especie de peste.
Brasil empezó así, a tener en sus morros, en donde están radicadas las favelas, a tener como buenos vecinos a los narcos, hasta que se han apoderado de ellas y son ahora la ley y justicia, en todas ellas. Río pasó a ser narco ciudad y creo que esto es cada vez mas eminete en las grandes capitales del mundo latinoamericano y del resto del planeta. La droga gana terreno ante las injusticias sociales, la falta de trabajo y la sordera y ceguera de quienes gobiernan.

poblano
14/04/2010, 16:22
Es cierto esto que comentas Caracola, los estupefacientes son un cancer para los jovenes y lo peor es q ue cada dia el numero de adictos aumenta, claro no todos son violentos pero la necesidad de conseguir otro ''churro'', otro ''toque'', otro ''pericazo'' hace que muchos tengan que robar para conseguir la dosis que el cuerpo necesita.



Este es un problema el de las adicciones, pero el que Colombia y ahora México sufre es el del trafico, este es el que nos esta pegando mucho, la cantidad de muertos en su mayoria se deriva de la guerra del gobierno contra los carteles der la droga y de los propios carteles por controlar las principales plazas de transito hacia el principal mercado de drogas que es USA, si no existiera un mercado tan grande, Mexico no tendria los problemas de carteles dee droga como los que existen ahora, lo curioso del caso es que una vez que la droga pasa la frontera, la distribucion al menudeo se hace como sobre tercipelo, lo que se no se entiende sino es con autoridades coludidas en la distribucion de la droga.



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Caracolamarina
14/04/2010, 16:40
Te saludo Poblano.
La ""historia""que se está escribiendo ahora, en este mismo momento, es cómo la droga y los que están coludidos en todo lo que es tráfico y distribuición, esta "peste"" creo que es lo peor, que les está pasando a los pueblos, ( países ) que están siendo usados de base de operaciones, para todos los involucrados en este ""negocio"" que mueve millones y millones de dinero.
Además que está unida al tráfico de mujeres ( trata de blancas ) que son obligadas a drogarse y hacerlas drogadependiente, para que estas no huyan de cautiverios, que además son parte del tráfico de personas ( que mueve también millones de dinero en el mundo..Todo esto entremedio de la corrupción en todo ámbito.
Estamos ante una escalada impresionante de drogadicción en el mundo ( se ve en documentales, en el cine y en las noticias )Quizás si la droga ( llámese cocaína, heroína, mariguana o etc etc...fuera declarada legal...( con fines terapéuticos) quizás todo sería diferente. Quizás...
Lo de México es muy preocupante y creo que a nivel micro...lo único que queda es educar a los jóvenes en sus peligros y consecuencias nefastas en todo orden de la vida.

Juridico
17/08/2010, 17:36
El Bajo Flores, como todo barrio marginal, en creciente ascenso de violencia, arrastra a su paso no solo años de lucha de paz y tranquilidad de sus moradores, sino que en su ciego deseo economico se lleva las vidas de muchos. No escapa a la situacion de nuestros dias que la droga se cobra todas las materias adeudadas del Estado Ausente. El consumo de droga es proporcinal a los delitos con circunstancias de violencia. Pasó en Colombia, en Mexico, en Brasil, y va de un tiempo a esta parte por Argentina. Así estuvieron ellos y así estamos nosotros ahora. Solo las Politicas de Estado solucionan estos "traumas" sociales.