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Ver la versión completa : ¿hay que castigar el periodismo irresponsable?



Polidoro Saravia
03/02/2010, 23:01
Se podría decir que el periodismo goza de mucho poder, que tiene el poder de influenciar la sociedad. El periodismo es capaz de formar opiniones en las personas, es capaz de inducir a las personas a tomar alguna postura en contra o a favor de algo. El periodismo tiene tal influencia sobre las masas, que todos los gobiernos autoritarios han procurado y procuran controlar la prensa. Se esfuerzan en utilizarla en su provecho y en censurar lo que no les es conveniente. También se ha dado que dirigentes políticos e incluso gobiernos han caído por las presiones e influencias que ejerce el periodismo de oposición.

Lo ideal y lo correcto es que las sociedades democráticas gocen de libertad de prensa y expresión, que no haya censura o castigo a la prensa. Sin embargo, hay ocasiones en que creo que la prensa se debería controlar, o si bien no controlar castigar el periodismo irresponsable.
Hace tiempo que estoy viendo, y cada vez veo más, periodistas sumamente irresponsables, que hacen el periodismo sin saber, o quizás sabiendo pero con negligencia, el poder de influencia y las repercusiones que pueden generar en los espectadores.

Lo que les voy a contar sucedió en Montevideo hace algunos meses atrás.
En un noticiero de claro perfil amarillista, el conductor anuncia la primicia (es vergonzoso ver como se desesperan por las primicias) que en un barrio carenciado de Montevideo una niña muy pequeña había fallecido a causa de los abusos sexuales ocasionados por su propio padre. Luego el conductor del noticiero le da paso a un notero de exteriores que se encontraba en el lugar del crimen. Este con su cámara en vivo, muestra como el violador es cargado por la policía en un patrullero, el notero se dirige al vehiculo, acerca el micrófono y le pregunta al violador si tiene algo que decir, este no emite sonido alguno y el patrullero se retira del lugar.

Al otro día me entero, que algunas horas después que el noticiero diera esta noticia, los vecinos del barrio donde sucedió el crimen, al enterarse de este, se dirigieron indignados a la casa del violador, y en represalia por la barbarie cometida, le destruyeron completamente la vivienda.

Pero saben que, los médicos forenses anunciaron que la niña fallecida nunca había sido violada, que había fallecido a causa de una neumonía.

El noticiero sensacionalista, de forma completamente irresponsable culpó a una persona de violar a su hija, sin tener ni siquiera una prueba, y esta acusación termino derivando en una represalia de los vecinos, que le destruyeron la vivienda a una persona inocente.

La pregunta es ahora. ¿No sería correcto el castigo, multa o lo que fuere para la prensa que actúa de forma irresponsable?

Aqua
06/02/2010, 12:20
Es probable que la mayoria de lectores este de acuerdo con lo que dices, de hecho soy uno de los que apoya que la prensa mejore su manera tradicional de entregar las noticias. En el caso de Venezuela donde todo esta tan claramente polarizado es muy gracioso ver el canal opositor y los oficialistas, te muestran dos paises totalmente distintos incluso cuando cubren una misma noticia.

Este tipo de periodismo ha hecho mucho daño a lo largo de la historia y esto se hizo mas evidente con la ruptura de fronteras que ha ganado la television y la masificacion de los equipos (televisores). Lo peor es que los grupos que gerencian las grandes plantas obligan a sus periodistas (o al menos ejercen presion) a comunicar las cosas de la manera que les convenga.

La manipulacion de los medios no es cosa de gobiernos totalitarios, todos los obiernos lo hacen. ¿O tu crees que en USA, Inglaterra, Alemania, por nombrar tres inocentes gobiernos, no hay manipulacio de la informacion?

Es untema complejo ya que cualquier forma de "castigo" sera criticado y calificado de mordaza o censura. :evil:

Saludos

elrector
06/02/2010, 13:47
El periodismo irresponsable no es periodismo, de hecho ya no existe el auténtico, ahora cualquier profesional que habla de la vida sexual de un famosillo se hace llamar periodista con el beneplácito de los que se hacen pasar por serios, el periodismo se vendió hace ya tiempo al capitalismo, los periódicos ya no viven del papel vendido, cualquier mafioso con dinero puede comprar una plataforma informativa y por defecto a todos los profesionales que trabajen en ella, antes una noticia tenía una única versión, ahora esa noticia debe multiplicarse por mil para ser rentable, no es cierto que ahora haya mas información, lo que ocurre es que el exceso de esa información se propaga con mayor rapidez y se convierte en una falsedad extendida. El periodista debe implicarse en la noticia y no ser parte protagonista de ella, uno está harto de ver, como los reporteros venden mas su exposición al peligro que el mismo peligro que están narrando.

Epicuro
07/02/2010, 14:57
El periodismo irresponsable, que puede venir del periodista mismo o de una intención desinformadora desde arriba, desde los gerentes y dueños de los medios de comunicación, es una amenaza constante a la libertad del ser humano... En la medida en que el periodismo irresponsable distorsiona las relaciones del ser humano con la naturaleza y la verdad, es una amenaza grave.

Sin embargo, no estoy de acuerdo con la censura.

La censura es contraria a la razón de ser del periodismo.

No debe existir censura ninguna, ni de los gerentes y dueños de medios de comunicación, ni del Gobierno.

Lo único que debe existir contra el periodismo irresponsable es un pueblo capaz de ejercer la crítica respecto a los medios de comunicación y la información misma.

Epicuro
07/02/2010, 15:01
El periodismo irresponsable no es periodismo, de hecho ya no existe el auténtico, ahora cualquier profesional que habla de la vida sexual de un famosillo se hace llamar periodista con el beneplácito de los que se hacen pasar por serios, el periodismo se vendió hace ya tiempo al capitalismo...

Es verdad.

Pero bajo el totalitarismo, sea fascista-nazi o comunista, el periodismo será controlado por una camarilla de partido único y su burocracia absolutista.

Si no se está dispuesto a perder la poca libertad que tenemos, el totalitarismo no puede ser alternativa al periodismo actual.

elrector
07/02/2010, 17:17
Es verdad.

Pero bajo el totalitarismo, sea fascista-nazi o comunista, el periodismo será controlado por una camarilla de partido único y su burocracia absolutista.

Si no se está dispuesto a perder la poca libertad que tenemos, el totalitarismo no puede ser alternativa al periodismo actual.

Es curioso, pero el auténtico periodismo suele aparecer desde la opresión, cuando debe ser un denunciante de la situación y no un mero vendedor y contador de noticias, en la mayoría de las democracias modernas y burguesas el periodismo es solo una forma mas de ganar dinero.

rebelderenegado
24/06/2010, 08:55
Lenguaje bélico, la nueva propaganda

Robert Fisk

The Independent/ICH

¿Sabéis qué es lo último en Semántica? El periodismo e Israel vuelven a estar enamorados. Es terror islámico, terror turco, terror de Hamás, terror de Yihad Islámico, terror de Hizbulá, terror activista, guerra contra el terror, terror palestino, terror musulmán, terror iraní, terror sirio, terror antisemita…
Pero soy injusto con los israelíes. Su léxico, el de la Casa Blanca –casi siempre– y el de nuestros periodistas, es el mismo. Sí, seamos justos con los israelíes. Su léxico es:
Terror, terror, terror, terror, terror, terror, terror, terror, terror, terror, terror, terror, terror, terror, terror, terror, terror, terror, terror, terror.
¿Cuántas veces usé la palabra terror? Veinte. Pero igual podrían ser 60, ó 100, ó 1.000, ó un millón. Estamos enamorados de la palabra, seducidos por ella, obsesionados por ella, atacados por ella, asaltados por ella, violados por ella, comprometidos con ella.
Es amor, sadismo y muerte en una doble sílaba, un tema musical para la hora de máxima audiencia, la apertura de cada sinfonía en la televisión, el titular de cada página, un signo de puntuación en nuestro periodismo, un punto y coma, una coma, nuestro punto y aparte más poderoso. "Terror, terror, terror, terror". Cada repetición justifica a su predecesor.
Sobre todo, trata del terror del poder y del poder del terror. Poder y terror se han hecho intercambiables. Nosotros, los periodistas hemos permitido que esto suceda. Nuestro lenguaje no sólo se ha convertido en un aliado envilecido, sino en un socio verbal a parte entera en el lenguaje de gobiernos y ejércitos, y generales y armas. ¿Recordáis el “revienta búnkeres” Que asesinó a 400 mujeres y niños en un refugio antiaéreo tomado por fortaleza subterránea y el “revienta Scuds” que explotara en la cara de sus operadores, y el “entorno rico en objetivos” ciudades llenas de civiles, de la Guerra del Golfo? Olvidad las “Armas de Destrucción Masiva”. Una estupidez demasiado obvia.
Pero “ADM” en la Guerra del Golfo (Segunda Parte) tuvo un poder propio, un código secreto –genético tal vez, como un ADN– para algo que cosecharía terror, terror, terror, terror, terror. "45 minutos hasta el terror”.
El poder y los medios, no tienen que ver solamente con relaciones cómodas entre periodistas y dirigentes políticos, entre editores y presidentes. No tienen que ver sólo, con la relación parasítico-osmótica entre periodistas supuestamente honorables y el nexo del poder que tiene lugar entre la Casa Blanca y el Departamento de Estado y el Pentágono, entre Downing Street y el Foreign Office [Ministerio de Asuntos Exteriores inglés, famoso, por siglos, centro de espionaje] y el Ministerio de Defensa, entre EE.UU. e Israel.
En el contexto occidental, el poder y los medios tienen que ver con palabras –y el uso de palabras- Tienen que ver con la Semántica. Tienen que ver con el empleo de frases y sus orígenes. Y tienen que ver con el uso incorrecto de la historia y con nuestra ignorancia de la historia. Cada vez más, hoy en día, nosotros los periodistas nos hemos convertido en prisioneros del lenguaje del poder. ¿Será porque ya no nos preocupamos de la Lingüística o la Semántica? ¿Será porque los laptops “corrigen” nuestra ortografía, “adornan” nuestra gramática de modo que nuestras frases resultan tan menudo idénticas a las de nuestros gobernantes? ¿Será el motivo por el cual los editoriales de los periódicos de la actualidad suenan a menudo como discursos políticos?
Durante dos decenios, las dirigencias estadounidense y británica –e israelí y palestina– han utilizado las palabras “proceso de paz” para definir el desalentador, inadecuado, deshonorable acuerdo que permitió que EE.UU. e Israel dominaran los trocitos de tierra que debían ser otorgados a un pueblo ocupado. Primero cuestioné esta expresión, y su procedencia, cuando tuvo lugar Oslo –aunque con qué facilidad olvidamos que las secretas capitulaciones en Oslo fueron en sí, una conspiración sin ninguna base legal-
Pobre Oslo, pienso siempre. ¿Qué hizo Oslo para merecer algo semejante? Fue el acuerdo en la Casa Blanca el que selló ese tratado absurdo y dudoso –en el cual refugiados, fronteras, colonias israelíes, incluso itinerarios– debieron esperar hasta que ya no pudieron ser negociados.
Y con qué facilidad olvidamos el césped de la Casa Blanca –aunque sí recordamos las imágenes– sobre el cual estaba Clinton que citó el Corán, y Arafat que prefirió decir: “Gracias, gracias, gracias, señor Presidente”. Y ¿cómo llamamos esa estupidez posteriormente? Sí, fue “¡un momento de la historia!” ¿Lo fue? ¿Fue algo semejante?
¿Recordáis cómo lo llamó Arafat? “La paz de los valientes”.
Pero no recuerdo que alguno de nosotros haya señalado que la frase “la paz de los valientes” fue utilizada por el General de Gaulle, cerca del fin de la guerra argelina. Los franceses perdieron la guerra en Argelia. No descubrimos, ni nos dimos cuenta, de esa extraordinaria ironía.
Lo mismo se repite hoy. Nosotros, los periodistas occidentales –utilizados una vez más por nuestros amos– hemos estado informando sobre nuestros queridos generales en Afganistán, diciendo que su guerra sólo puede ganarse con una campaña de “corazones y mentes”.
Nadie les hizo la pregunta obvia: ¿No fue la misma frase que se usó respecto a los civiles vietnamitas durante la Guerra de Vietnam? ¿Y no perdimos nosotros –no perdió Occidente– la Guerra de Vietnam? Sin embargo ahora nosotros, periodistas occidentales, estamos utilizando –hablando de Afganistán– la frase “corazones y mentes” en nuestros informes, como si fuera una nueva definición en el diccionario, en lugar de un símbolo de derrota por segunda vez, en cuatro decenios.
Basta con mirar las palabras individuales que recientemente hemos tomado de los militares de EE.UU. Cuando nosotros, occidentales, descubrimos que “nuestros” enemigos –al-Qaida, por ejemplo, o los talibanes– han hecho estallar más bombas y realizado más ataques que de costumbre, lo llamamos “un pico en la violencia”.
Ah, sí, ¡un “pico”! Un “pico” es una palabra que se usó por primera vez en este contexto, según mis archivos, por un brigadier general en la Zona Verde en Bagdad en 2004. Sin embargo, ahora utilizamos esa frase, improvisamos al respecto, la transmitimos como si fuera nuestra, nuestra invención periodística. La utilizamos, de un modo bastante literal, una expresión creada para nosotros por el Pentágono. Un pico, claro está, sube repentinamente y luego desciende repentinamente. Un “pico en la violencia” evita por lo tanto el uso de mal agüero de las palabras “aumento de la violencia” –porque un aumento, evidentemente, podría no volver a descender después-

rebelderenegado
24/06/2010, 08:56
Otra vez, cuando los generales estadounidenses se refieren a un repentino aumento en sus fuerzas para un ataque contra Faluya o el centro de Bagdad o Kandahar –un movimiento masivo de soldados que se llevan a países musulmanes por docenas de miles- lo llaman una “oleada”. Y una oleada, como un tsunami, o cualquier otro fenómeno natural, puede tener efectos devastadores. Lo que son en realidad esas “oleadas” –para utilizar las verdaderas palabras del periodismo serio– son refuerzos. Y los refuerzos se envían a conflictos en los que el ejército está perdiendo esas guerras. Pero nuestros muchachos y muchachas de la televisión y de los periódicos siguen hablando de “oleadas” sin ningún rubor. El Pentágono vuelve a ganar.
Mientras tanto el “proceso de paz” colapsó. Por eso nuestros dirigentes -los “protagonistas clave” como nos gusta llamarlos– trataron de hacer que volviera a funcionar. El proceso tenía “volver a encarrilarse”. Ya veis, se trata de un tren. Los vagones han descarrilado. El Gobierno de Clinton utilizó por primera vez esta frase, luego los israelíes, entonces la BBC. Pero hubo un problema cuando el “proceso de paz” se había vuelto “a encarrilar” repetidamente, pero seguía descarrilando. De modo que produjimos una “hoja de ruta” –dirigido por un Cuarteto y por nuestro antiguo Amigo de Dios, Tony Blair, a quien nos referimos ahora –una obscenidad de la historia– como “enviado de paz”. Pero la “hoja de ruta” no funciona. Y ahora, me doy cuenta, el viejo “proceso de paz” está de vuelta en nuestros periódicos y en nuestros televisores. Y a principios de este mes, en CNN, uno de esos viejos conservadores, a los que los muchachos y las muchachas de la televisión llaman “expertos” nos volvió a decir que el “proceso de paz” se vuelven a “encarrilar" con la apertura de “conversaciones indirectas” entre israelíes y palestinos. No tiene que ver sólo con clichés, es periodismo del absurdo. No hay una batalla entre los medios y los que tienen el poder; a través del lenguaje, nosotros, los medios, nos hemos convertido en ellos.
Y hay otro ejemplo de cobardía mediática, que hace que mis dientes de 63 años rechinen, después de 34 años comiendo humus y tahina en Oriente Próximo. Nos dicen, en numerosos trabajos de análisis, que lo que tenemos que encarar en Oriente Próximo son “narrativas opuestas”. ¡Qué cómodo! No se habla de justicia, ni de injusticia, sólo de un par de personas que cuentan diferentes relatos históricos. “Narrativas opuestas” aparece ahora, regularmente, en la prensa británica.
La frase, del falso lenguaje de la antropología, borra la posibilidad de que un grupo de personas –en Oriente Próximo, por ejemplo– esté bajo ocupación mientras otro es el ocupante. De nuevo no se habla de justicia, ni de injusticia, ni de opresión o de oprimir, sólo algunas “narrativas opuestas” amistosas, un partido de fútbol, si se quiere, un campo de juego parejo porque ambos lados están –¿no es así?– “opuestos”. Y a ambos lados, hay que otorgarles el mismo tiempo, en cada artículo.
De modo que una “ocupación” se convierte en una “disputa”. Por lo tanto un “muro” se convierte en un “cerco” o en una “barrera de seguridad”. Por lo tanto los actos de colonización israelíes, de tierra árabe, contrarios a todo el derecho internacional, se convierten en “asentamientos” o “puestos avanzados” o en “vecindarios judíos”. Fue Colin Powell en su rol protagonista, imponente, como secretario de Estado de George W. Bush, quien dijo a los diplomáticos estadounidenses, que se refirieran a la tierra palestina ocupada como “tierra en disputa” –y eso fue suficiente para la mayor parte de los medios de EE.UU.- No hay “narrativas opuestas”, por supuesto, entre los militares de EE.UU. y los talibanes. Cuando existan, sabréis que Occidente ha perdido.
Pero os daré un ejemplo de cómo se deshacen las “narrativas opuestas”. En abril di una conferencia en Toronto para señalar el 95 aniversario del genocidio armenio de 1915, el deliberado asesinato masivo de 1,5 millones de cristianos armenios, por el ejército otomano turco y la milicia. Antes de mi conferencia me entrevistaron en la televisión canadiense, CTV, que también es dueña del periódico Globe and Mail de Toronto. Y desde el principio noté que la entrevistadora tenía un problema. Canadá tiene una gran comunidad armenia. Pero en Toronto también vive una gran comunidad turca. Y los turcos, como siempre nos dice el Globe and Mail, “cuestionan enérgicamente” que fuese un genocidio.
De modo que la entrevistadora llamó al genocidio “masacres letales”. Por cierto identifiqué de inmediato su problema específico. No podía llamar “genocidio” a las masacres, porque la comunidad turca se indignaría. Pero sintió que sólo “masacres” –especialmente con las horripilantes fotos de fondo de armenios muertos– no era suficiente para definir un millón y medio de seres humanos asesinados.(ya se sabe que el único auténtico genocidio fué contra el pueblo bíblico, no puede haber otro, menos si se intenta utilizar la palabra Holocausto, que tiene copyright)
De ahí “masacres letales”. ¡Qué extraño! ¡Si hay masacres “letales”!, ¿hay algunas masacres que no sean “letales”, de las cuales las víctimas salen vivas? Una tautología ridícula.
Sin embargo el uso del lenguaje del poder –de sus palabras modelo y de sus frases modelo– sigue estando entre nosotros. ¿Cuántas veces he oído a periodistas occidentales que hablan de “combatientes extranjeros” en Afganistán? Se refieren, claro está, a diversos grupos árabes que supuestamente ayudan a los talibanes. Escuchamos la misma historia desde Iraq. Combatientes saudíes, jordanos, palestinos, chechenos, por supuesto. Los generales los llamaron “combatientes extranjeros”. De inmediato, nosotros, los periodistas extranjeros, hicimos lo mismo. Llamarlos “combatientes extranjeros” quería decir que eran una fuerza invasora. Pero ni una vez –jamás– he oído en un canal de televisión del Occidente dominante, que se refiera al hecho de que somos por lo menos 150.000 “combatientes extranjeros” en Afganistán y que sucede que todos ellos llevan uniformes estadounidenses, británicos y de la OTAN. “Nosotros” somos los verdaderos “combatientes extranjeros”.
De la misma manera, la perniciosa abreviatura "Af-Pak" (área fronteriza entre Afganistán y Paquistán, que conforma una misma nacionalidad junto a Cachemira en la India) –tan racista como políticamente deshonesta– es utilizada ahora por los periodistas, aunque originalmente fue una creación del Departamento de Estado, el día que nombraron a Richard Holbrooke representante especial de EE.UU. para Afganistán y Pakistán. Pero la frase evita el uso de la palabra “India” –cuya influencia y presencia en Afganistán son una parte vital de la historia. Además, “Af-Pak” –al suprimir India– suprime efectivamente toda la crisis de Cachemira del conflicto Asiático. Por lo tanto priva a Pakistán, de toda influencia en la política local de EE.UU. respecto a Cachemira –después de todo a Holbrooke le nombraron enviado “Af-Pak”, al que se le prohíbe específicamente la discusión de Cachemira–. Por lo tanto la frase-abreviatura “Af-Pak”, que evita totalmente la tragedia de Cachemira, ¿será que son demasiadas “narrativas opuestas”? Significa que cuando nosotros, los periodistas, utilizamos la misma frase, “Af-Pak”, que seguramente se creó para nosotros, los periodistas, estamos haciendo el trabajo del Departamento de Estado.

rebelderenegado
24/06/2010, 08:57
Ahora consideremos la historia. A nuestros dirigentes les encanta la historia. Sobre todo les encanta, la Segunda Guerra Mundial. En 2003, George W. Bush se creyó que era Churchill. Es verdad, Bush pasó la Guerra de Vietnam, protegiendo los cielos de Texas contra el Vietcong. Pero ahora, en 2003, se estaba enfrentando a los “apaciguadores” que no querían una guerra con Sadam quien era, evidentemente, “el Hitler del Tigris”. Los apaciguadores eran los británicos que no quisieron combatir contra la Alemania nazi en 1938. Blair, por supuesto, también se probó el chaleco y la chaqueta de Churchill. Él no era un “apaciguador”. EE.UU. era el aliado más antiguo de Gran Bretaña, proclamó –y tanto Bush como Blair recordaron a los periodistas que EE.UU. estuvo, hombro con hombro, con Gran Bretaña cuando más falta le hacía en 1940.
Pero nada de esto era verdad. El aliado más antiguo de Gran Bretaña no fue EE.UU. Fue Portugal, un Estado fascista, neutral durante la Segunda Guerra Mundial, que izó sus banderas a media asta cuando murió Hitler (algo que ni siquiera hicieron los irlandeses).
Tampoco combatió EE.UU. al lado de Gran Bretaña, cuando más falta le hacía en 1940, cuando Hitler amenazó con la invasión y la Luftwaffe [aviación alemana] atacó Londres. No, en 1940, EE.UU. gozaba de un período muy rentable de neutralidad (vendiendo y alquilando suministros y armas a todos los bandos incluidos Alemania Italia y Japón), y no se unió a Gran Bretaña en la guerra, hasta que Japón atacó la base naval estadounidense de Pearl Harbor en diciembre de 1941 ( episodio nunca debidamente aclarado sobre el que pesan grandes sospechas).
De la misma manera, en 1956, Eden llamó a Nasser “el Mussolini del Nilo”. Un grave error. Nasser era querido por los árabes, no odiado, como lo fue Mussolini por la mayoría de los africanos, especialmente los árabes libios. El paralelo con Mussolini no fue desafiado o cuestionado por la prensa británica. Y todos sabemos lo que pasó en Suez en 1956 (Expulsión de los ingleses del Canal de Suez). Cuando tiene que ver con la historia, nosotros, los periodistas, dejamos que los presidentes y los primeros ministros, nos tomen el pelo.
Sin embargo, el aspecto más peligroso de nuestra guerra semántica, nuestro uso de las palabras del poder –aunque no sea una guerra, ya que muchos nos hemos rendido– es que nos aísla de nuestros televidentes y lectores. No son estúpidos. Comprenden las palabras en muchos casos –me temo– mejor que nosotros. También la historia. Saben que estamos tomando nuestro vocabulario, del lenguaje de generales y presidentes, de las llamadas elites, de la arrogancia de los expertos del Brookings Institute o de los de Rand Corporation (organizaciones privadas expertas en inteligencia y espionaje). Por lo tanto nos hemos convertido en parte de ese lenguaje.
Durante la última quincena, mientras extranjeros, humanitarios o sea “activistas terroristas”, ( Israel le "revende" a los palestinos de Gaza la ayuda internacional que deberían recibir gratis) trataban de llevar alimentos y medicinas por mar, a los hambrientos palestinos de Gaza, nosotros, periodistas, deberíamos habernos dedicado a recordar a nuestros televidentes y lectores un día, hace mucho tiempo, cuando EE.UU. y Gran Bretaña salimos en ayuda de un pueblo asediado llevándole alimentos y combustible –y nuestros propios soldados murieron al hacerlo– para ayudar a una población hambrienta. Esa población estaba rodeada de un cerco erigido por un ejército brutal que quería someter a la gente por medio del hambre. El ejército era el ruso. La ciudad era Berlín. El muro vino más tarde. Alemania había sido enemiga nuestra, hacía sólo tres años. Sin embargo, volamos en el puente aéreo de Berlín para salvarlos. Ahora mirad a Gaza actual: ¿qué periodista occidental –ya que nos gustan los paralelos históricos– ha mencionado alguna vez Berlín en 1948 en el contexto de Gaza? ( puente aéreo de Berlín, considerado el inicio de la guerra fría)
¿Qué nos ofrecieron en su lugar? “Activistas” que se convirtieron en “activistas armados” en el momento en el que se opusieron a los equipos de abordaje del ejército israelí. ¿Cómo se atreve esa gente a subvertir el léxico? Su castigo fue obvio. Se convirtieron en “terroristas”. Y los ataques israelíes –en los que mataron “activistas” (otra prueba de su “terrorismo”)– se convirtieron entonces en ataques “letales”. En este caso, “letales” era más excusable de lo que fue en Canadian Television CTV –nueve hombres muertos de origen turco era algo menos que un millón y medio de armenios asesinados en 1915- Pero fue interesante ver que los israelíes –quienes por sus propias razones políticas, hasta ahora, habían aceptado vergonzosamente la negación turca– quisieron repentinamente informar al mundo, del genocidio armenio de 1915.
Eso provocó un escalofrío comprensible entre muchos de nuestros colegas. Periodistas que han evitado regularmente toda mención del primer Holocausto del Siglo XX –a menos que pudieran también referirse a cómo los turcos “rechazan enérgicamente” la etiqueta de genocidio (ergo el Globe and Mail de Toronto) – de repente pudieron referirse al asunto. El repentino interés histórico de Israel hizo que el tema fuera legítimo, aunque casi todas las informaciones, lograron evitar cualquier explicación de lo que pasó realmente en 1915.
¿Y qué pasó con el ataque marítimo israelí? Se convirtió en un ataque “fallado” . Fallado [botched] es una palabra adorable. Comenzó con una palabra de la lengua inglesa de la Edad Media, de origen alemán, "bocchen", que significaba “reparar mal”. Y nos ajustamos más o menos a esa definición hasta que nuestros asesores periodistas de lexicología cambiaron su significa. Los escolares “botch” [fallan] un examen. Podíamos “botch” un trabajo de costura, un intento de reparar un material. Podíamos incluso “botch” un intento de persuadir a nuestro jefe para que nos diera un aumento. Pero ahora “fallamos” una operación militar. No fue un desastre. No fue una catástrofe. Sólo mató a algunos turcos.
De modo que, en vista de la mala publicidad, los israelíes dieron por “fallado” el ataque. Extrañamente, la última vez que periodistas y gobiernos utilizaron esa palabra, en particular, fue después del intento israelí de matar al dirigente de Hamás Khaled Meshaal, en las calles de Amman. En este caso, los asesinos profesionales de Israel fueron capturados después del intento de envenenar a Meshaal y el rey Hussein obligó al Primer Ministro israelí de entonces (un cierto B. Netanyahu) a suministrar el antídoto (y a liberar a numerosos “terroristas” de Hamás). Meshaal salvó la vida.
Pero para Israel y sus obedientes periodistas occidentales, esto se convirtió en un “intento fallado” contra la vida de Meshaal. No porque no se quisiera que muriera, sino porque Israel no pudo matarlo. Por lo tanto se puede “botch” una operación por matar turcos, o se puede “botch” una operación por no lograr matar a un palestino.
¿Cómo podemos romper con el lenguaje del poder? Ciertamente nos está matando. Eso, sospecho, [B]es un motivo por el cual los lectores se han ido de la prensa “dominante” a Internet. No porque la red sea gratuita, sino porque los lectores saben que les han mentido; saben que lo que ven y lo que leen en los periódicos, es una extensión de lo que oyen del Pentágono o del Gobierno israelí, que nuestras palabras se han convertido en sinónimos del lenguaje de un cuidadoso justo medio, aprobado por el Gobierno, que oculta la verdad con la misma seguridad con la que nos convierte en aliados políticos –y militares– de todos los principales gobiernos occidentales.
Muchos de mis colegas, en diversos periódicos occidentales terminarían por arriesgar sus puestos de trabajo si cuestionaran constantemente la falsa realidad del periodismo noticioso, el nexo del poder mediático del Gobierno. ¿Cuántas organizaciones noticiosas pensaron en presentar, secuencias del puente aéreo para romper el bloqueo de Berlín cuando sucedió el desastre de Gaza? ¿Lo hizo la BBC?
¡Por supuesto que no lo hicieron! Preferimos “narrativas opuestas”. Los políticos no querían –dije en la reunión de Doha el 11 de mayo– que el viaje a Gaza llegara a su destino, “sea su fin exitoso, grotesco o trágico”. Creemos en el “proceso de paz”, en la “hoja de ruta”. Mantened el “cerco” alrededor de los palestinos. Dejad que “los protagonistas claves” arreglen las cosas. Y recordad de qué se trata: "Terror, terror, terror, terror, terror, terror."

Caracolamarina
23/07/2010, 10:34
Así como leemos sobre las maquinaciones guerreras...también se lee sobre los terribles abusos sobre el género femenino....como la lapidación en Irán....
Para pensarlo y tener una actitud de compromiso...no solamente de lectura.

DoñaMaria
23/07/2010, 23:32
El periodismo irresponsable, que puede venir del periodista mismo o de una intención desinformadora desde arriba, desde los gerentes y dueños de los medios de comunicación, es una amenaza constante a la libertad del ser humano... En la medida en que el periodismo irresponsable distorsiona las relaciones del ser humano con la naturaleza y la verdad, es una amenaza grave.

Sin embargo, no estoy de acuerdo con la censura.

La censura es contraria a la razón de ser del periodismo.

No debe existir censura ninguna, ni de los gerentes y dueños de medios de comunicación, ni del Gobierno.

Lo único que debe existir contra el periodismo irresponsable es un pueblo capaz de ejercer la crítica respecto a los medios de comunicación y la información misma.


Totalmente de acuerdo.
Solo un pueblo educado es un pueblo informado.
La mejor censura: No leerlo.

.

Marea
30/07/2010, 12:44
"El que no está informado, no tiene opinión"...una frase muy arraigada por aquí...Durante mucho tiempo nos. sufrimos censura de todo tipo, para nuestro "bienestar" y era inevitable el compadecernos de los pobres que tenían que leer todas aquellas atrocidades para protegernos...pobrecitos!, cómo habrán quedado...(hay que tomarlo con humor)

Rescato lo que dice Doña Maria como una gran verdad, el mejor censurador es la comunidad cuando se trata de un periodísmo irresponsable o desechable.
Un abrazo.

rebelderenegado
01/09/2010, 00:13
Gracias al "triunfo" global del capitalismo una de las primeras víctimas de esa odiosa expansión, ha sido lo que quedaba de la prensa crítica ya que la libre no ha existido jamás, al perderse ese valor de la contraposición y la oposición dictados por lo que mejor se entendía del leal saber y entender, lo que queda es la empresa periodistica al servicio del poder de turno y el único poder que está siempre de turno es el del capital transnacional buitre que agita las páginas de los periódicos y el peinado de las modelosperiodistas o periodistas y modelos, con su singular ventarrón color verde dólar, que les abre las mentes a su verdad única de mercado.

Jota E
01/09/2010, 19:46
Gracias al "triunfo" global del capitalismo una de las primeras víctimas de esa odiosa expansión, ha sido lo que quedaba de la prensa crítica ya que la libre no ha existido jamás, al perderse ese valor de la contraposición y la oposición dictados por lo que mejor se entendía del leal saber y entender, lo que queda es la empresa periodistica al servicio del poder de turno y el único poder que está siempre de turno es el del capital transnacional buitre que agita las páginas de los periódicos y el peinado de las modelosperiodistas o periodistas y modelos, con su singular ventarrón color verde dólar, que les abre las mentes a su verdad única de mercado.

Concuerdo en gran parte contigo rebelde, el poder corrompe, y a la prensa independiente se le hace más que difícil a veces nadar contra la corriente.

Platon
04/05/2011, 20:46
El periodismo pertenece al poder al que estamos sometidos. Es la voz de los que nos dominan. Por lo tanto tiene una direccion que es la de manipular la informacion que deberia procesar nuestro cerebro y de esta manera conseguir al hombre consumo, una antitesis del hombre nuevo del que hablaban los pensadores humanistas del siglo pasado.
Esto aunque parezca increible, lo analizo el filoso norteamericano Noam Chomsky, demostrando que todos los gringos no son pura hamburguesa y pollo frito. A el le debemos la lista de las “Diez Estrategias de Manipulación” a través de los medios de comunicación masiva.

1. La estrategia de la distracción
El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. “Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
2. Crear problemas y después ofrecer soluciones
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
3. La estrategia de la gradualidad
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.
4. La estrategia de diferir
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.
5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad
La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.

Platon
04/05/2011, 23:59
6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…
7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad
Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…
9. Reforzar la autoculpabilidad
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!
10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen
En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

Fuente: Por Noam Chomsky

Emeric
21/08/2011, 19:01
Hay quienes dicen que internet y los teléfonos con cámaras integradas ya están acabando con la prensa clásica (periódicos, radio y televisión) en la medida en que dichos medios clásicos tienen que tomar en cuenta informaciones que salen por las nuevas tecnologías ya citadas, incluso antes de que los periodistas se enteren. Y en muchos noticieros, los que los presentan citan como fuentes de ciertas noticias lo que se lee en tal o cual sitio de internet, o transmiten lo que los particulares han filmado o grabado.