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farid daniel guell salina
08/01/2010, 10:37
JOSEPH GOBBLES "decia una mentira dicha mil veces se convierte en verdad"
este parece ser el comun denominador de la prensa en su accionar (televisiva, hablada y escrita) cuando se beneficia del que doma el potro del poder, en forma constante y abusiva hacen una ambientacion de la imagen del que los beneficia asi sea nefasta su accion para el pueblo, se explotan al maximo las bondades y virtudes del pseudo caudillo para ambientar con una imagen mesiaica, matizada por un falso nacionalismo, donde se minimiza hasta al maximo su contubernio con la corrupcion que la preña de coechos, prevaricatos, nepotismos,etc.
Donde el ciudadano del comun no se ruboriza por ningun tipo de escandalo por que piensa que esa es una accion de la oposicion para desacreditar al "pseudo caudillo" hasta haya llega el efecto de JOSEPH GOBBLES en una democracia enferma alimentada con videos de que vamos bien.

Gaetano
08/01/2010, 11:18
No cabe duda de que la autoproclamada izquierda en el poder carece de toda formación histórica y cultural. Estoy seguro de que en un examen de filosofía, historia, política, pocos aprobarían.

No es posible que quien tenga un conocimiento de lo que fue el nazismo, su ideología, sus métodos de dominación, se coloque dentro de un movimiento que repite toda esa política, toda esa adoración y veneración por un Führer que, como el primero, llevó a su país a la vergüenza y la hecatombe universales.

El historiador Kershaw examina algunos principios del nazismo. Así, ese movimiento declara que la nación es superior al individuo, que el orden y la autoridad son superiores a toda iniciativa de los individuos, que el internacionalismo y la igualdad son opuestos a la raza superior.

Estos principios fortalecieron al sentimiento nacional alemán. Vemos continuamente al supremo declarar que la nación es superior al individuo, que éste es opuesto a todo progreso y por eso tiene que ser aniquilado empezando por sus orígenes, la familia y la escuela.

La igualdad ha quedado abolida en Venezuela. Desde la lista de Tascón y aunque no se proclama una superioridad racial, se mantiene la superioridad política, social y humana de los supuestos socialistas. Adjetivos como gusanos y escuálidos son utilizados para ubicar a los adversarios en una escala subhumana.

Así, no hay castigo para sus agresores y exterminadores. Los nazis mataban, asesinaban y no podían tener remordimientos porque sus víctimas no eran seres humanos.

Un partido totalitario consideraba trágica la existencia de una democracia sin jefe y por eso consideraba superior a un movimiento conducido por un jefe auténtico, un jefe providencial, nacido para dirigir, no electo, emancipado de las reglas y de las leyes tradicionales, rudo, directo e implacable, pero cuyas acciones encarnaban la voluntad de Dios.

Aquí no tenemos la reencarnación de Dios, sino la del Führer, quien aspiraba a una duración de su imperio de mil años. El nuestro, más modesto, sólo pide cincuenta.

El lector habrá observado que todos los rasgos anteriores se cumplen aquí. Nuestros adoradores del gran líder se jactan de que la oposición carece de un líder, y ellos tienen el que todo lo sabe, el que los dirige y los ha uniformado para apoderarse de sus conciencias.

Nuestro supremo, como el primero, comprendió que “lo único estable es la emoción y el odio” y Kershaw comenta que Hitler “se daba cuenta de que tanto más conquistaba a su público cuanto más predicaba la intolerancia, la fuerza, el odio, para resolver los problemas de Alemania”.

Aquí hemos visto repetirse el mismo fenómeno. Y se ha producido la fusión entre el marxismo y el cuartel. El espíritu militar venezolano encaja perfectamente en esa concepción del marxismo que ve a los militantes como reclutas obedientes, carentes de todo derecho.

Las “ideas” que vienen del jefe poseen la fuerza de la autoridad del jefe. Ambas no hacen más que uno.

Para finalizar, el de aquí, como Hitler, “había comprendido que el odio se encuentra entre las emociones más poderosas. Para el supremo constituiría un suicidio renunciar al odio.