Umbras Monstrator
04/01/2010, 01:45
Un tema que traté en mi blog de monos, pero como aquél no es tan cómodo para debatir temas, lo copio aquí:
Se trata de un análisis desde el punto de vista de la pragmática sobre las malinterpretaciones que surgen en la comunicación escrita, más exactamente en la comunicación via internet.
Es menester partir de una definición de “conversación”, y para hacerlo lo más sencillo posible no mencionaré los actos de habla, ni el esquema de Jakobson, ni a Orecchioni, ni nada de eso; diremos simplemente que hay ciertos aspectos o “ingredientes” infaltables para poder hablar propiamente de “conversación”.
Diremos que una conversación es un intercambio de ideas entre dos o más individuos, por medio del lenguaje, en la cual debe haber interacción. Según la rae:
interacción.
1. f. Acción que se ejerce recíprocamente entre dos o más objetos, agentes, fuerzas, funciones, etc.
Es decir que si yo le digo “¿qué hora es?” a una persona dormida, ésta lógicamente no me responderá, entonces no podemos decir que hay interacción, por ende no hay conversación.
Ahora bien, mi dificultad en este tema radica en que los teóricos que he estudiado se han referido sólo a la conversación oral, evidentemente no existía el MSN en sus épocas, así que haré lo que pueda con lo que tengo (conocimientos adquiridos, inteligencia natural y locura innata).
Para empezar, el problema con la conversación “chateada” es que carecemos de dos cosas:
1- la visión del rostro y cuerpo del interlocutor (salvo que usemos webcam, aunque aún así la calidad de la imagen no es la mejor);
2- la entonación de las palabras.
Podría detenerme a analizar ambos factores, pero en esta oportunidad me interesa tratar las entonaciones (además podríamos agregar el contexto en general en ciertos casos).
Tomemos como ejemplo la frase: “ayer vi a la viuda alegre”. ¿Qué está diciéndonos aquí el enunciador? ¿Que vio a la viuda y ésta estaba alegre o que vio a la “viuda alegre”, expresión que denomina a aquellas mujeres que han perdido a su marido y son dichosas por ello o les importa muy poco durándoles casi nada el luto?
Definitivamente, descubrir lo que quiso decirnos el enunciador es cosa muy difícil cuando es dicho por escrito, sobre todo si no tenemos un contexto claro; sin embargo, en la oralidad, la entonación que se le diera a la palabra “alegre” no nos dejaría lugar a dudas.
Es por ello que a la hora de conversar por escrito lo mejor es crear oraciones claras, que no posibiliten la ambigüedad; sería mejor escribir “ayer vi a la viuda y estaba alegre” o “ayer vi alegre a la viuda”. Incluso podríamos agregar otra significación al ejemplo original que también cabría en este último, si tenemos en cuenta que muchas personas no emplean signos de puntuación. Me explico:
“Ayer vi a la viuda alegre” o “Ayer vi alegre a la viuda” puede significar que “yo” (el enunciador) me sentí alegre de ver a la viuda. Desde luego, cualquier hispanohablante que se precie escribiría, para denotar tal cosa: “Ayer vi a la viuda, alegre” o “Ayer vi, alegre, a la viuda”. Y aún así podríamos seguir encontrando ambigüedades… pero ya se me acabó la cuerda.
Para terminar, entonces ¿qué hacer con aquéllos que se resisten a las tan bien pensadas y poco respetadas normas de nuestro amado idioma y/o con aquéllos que no piensan un poquito más antes de escribir? Sólo aguantarnos las ganas de darles un correctivo y limitarnos a preguntar: “¿¿¿qué car… quisiste decir???”.
.
Se trata de un análisis desde el punto de vista de la pragmática sobre las malinterpretaciones que surgen en la comunicación escrita, más exactamente en la comunicación via internet.
Es menester partir de una definición de “conversación”, y para hacerlo lo más sencillo posible no mencionaré los actos de habla, ni el esquema de Jakobson, ni a Orecchioni, ni nada de eso; diremos simplemente que hay ciertos aspectos o “ingredientes” infaltables para poder hablar propiamente de “conversación”.
Diremos que una conversación es un intercambio de ideas entre dos o más individuos, por medio del lenguaje, en la cual debe haber interacción. Según la rae:
interacción.
1. f. Acción que se ejerce recíprocamente entre dos o más objetos, agentes, fuerzas, funciones, etc.
Es decir que si yo le digo “¿qué hora es?” a una persona dormida, ésta lógicamente no me responderá, entonces no podemos decir que hay interacción, por ende no hay conversación.
Ahora bien, mi dificultad en este tema radica en que los teóricos que he estudiado se han referido sólo a la conversación oral, evidentemente no existía el MSN en sus épocas, así que haré lo que pueda con lo que tengo (conocimientos adquiridos, inteligencia natural y locura innata).
Para empezar, el problema con la conversación “chateada” es que carecemos de dos cosas:
1- la visión del rostro y cuerpo del interlocutor (salvo que usemos webcam, aunque aún así la calidad de la imagen no es la mejor);
2- la entonación de las palabras.
Podría detenerme a analizar ambos factores, pero en esta oportunidad me interesa tratar las entonaciones (además podríamos agregar el contexto en general en ciertos casos).
Tomemos como ejemplo la frase: “ayer vi a la viuda alegre”. ¿Qué está diciéndonos aquí el enunciador? ¿Que vio a la viuda y ésta estaba alegre o que vio a la “viuda alegre”, expresión que denomina a aquellas mujeres que han perdido a su marido y son dichosas por ello o les importa muy poco durándoles casi nada el luto?
Definitivamente, descubrir lo que quiso decirnos el enunciador es cosa muy difícil cuando es dicho por escrito, sobre todo si no tenemos un contexto claro; sin embargo, en la oralidad, la entonación que se le diera a la palabra “alegre” no nos dejaría lugar a dudas.
Es por ello que a la hora de conversar por escrito lo mejor es crear oraciones claras, que no posibiliten la ambigüedad; sería mejor escribir “ayer vi a la viuda y estaba alegre” o “ayer vi alegre a la viuda”. Incluso podríamos agregar otra significación al ejemplo original que también cabría en este último, si tenemos en cuenta que muchas personas no emplean signos de puntuación. Me explico:
“Ayer vi a la viuda alegre” o “Ayer vi alegre a la viuda” puede significar que “yo” (el enunciador) me sentí alegre de ver a la viuda. Desde luego, cualquier hispanohablante que se precie escribiría, para denotar tal cosa: “Ayer vi a la viuda, alegre” o “Ayer vi, alegre, a la viuda”. Y aún así podríamos seguir encontrando ambigüedades… pero ya se me acabó la cuerda.
Para terminar, entonces ¿qué hacer con aquéllos que se resisten a las tan bien pensadas y poco respetadas normas de nuestro amado idioma y/o con aquéllos que no piensan un poquito más antes de escribir? Sólo aguantarnos las ganas de darles un correctivo y limitarnos a preguntar: “¿¿¿qué car… quisiste decir???”.
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