Cochero
23/10/2009, 17:58
Bebo de una copa hecha toda de silencio.
Un lento sorbo del sol de invierno
me vulnera suavemente la boca.
Me tiño después con el amarillo
de las hojas muertas:
Susurrantes aburridos de vetustos "Hasta luego".
Hasta los floreros hoy me miran siniestros.
Soy el dolor de las mañanas
que crispan sus cópulas con el viento.
Se cubren las ventanas de rocío
mientras el frío vocifera un nombre quieto.
Subo a descubrir la soledad;
le acaricio el rostro con un murmullo
y voy abrigando sus manos pequeñas:
hartas de dormir sin ningún techo
Soy todo ese dolor fosco de las mañanas.
¿Se posarán después los besos tuyos,
como mariposas en la mesa olvidada?
Vendrá esa lasitud rezagada de estrellas nuevas
a refugiarse en mi aliento.
Escribiré como siempre que te amo.
Escribiré que te amo,
con letras de miel y lloviznas tenues.
Buscaré mis versos fugitivos,
los acentos en las paredes adheridos
y desde las sábanas despertará una vejada musa.
Se aturdirán de nuevo mis oídos
con los susurros de tu voz en la brisa.
¿Llegará humedeciéndome el rostro
la tristeza azul de su agonía?
Una lágrima quizás
trozará de lado a lado mi corazón.
Un lento sorbo del sol de invierno
me vulnera suavemente la boca.
Me tiño después con el amarillo
de las hojas muertas:
Susurrantes aburridos de vetustos "Hasta luego".
Hasta los floreros hoy me miran siniestros.
Soy el dolor de las mañanas
que crispan sus cópulas con el viento.
Se cubren las ventanas de rocío
mientras el frío vocifera un nombre quieto.
Subo a descubrir la soledad;
le acaricio el rostro con un murmullo
y voy abrigando sus manos pequeñas:
hartas de dormir sin ningún techo
Soy todo ese dolor fosco de las mañanas.
¿Se posarán después los besos tuyos,
como mariposas en la mesa olvidada?
Vendrá esa lasitud rezagada de estrellas nuevas
a refugiarse en mi aliento.
Escribiré como siempre que te amo.
Escribiré que te amo,
con letras de miel y lloviznas tenues.
Buscaré mis versos fugitivos,
los acentos en las paredes adheridos
y desde las sábanas despertará una vejada musa.
Se aturdirán de nuevo mis oídos
con los susurros de tu voz en la brisa.
¿Llegará humedeciéndome el rostro
la tristeza azul de su agonía?
Una lágrima quizás
trozará de lado a lado mi corazón.