Pompilio Zigrino
22/10/2009, 17:07
El nuevo director técnico del Seleccionado Argentino expresó que “ni siquiera acepta que le sugieran el nombre de jugadores que debería convocar para el equipo”. Seguramente considera que el Seleccionado le pertenece con exclusividad, en forma similar a cómo Kirchner considera al Estado argentino, como su patrimonio personal. Así como los adversarios políticos de los Kirchner pasan a ser “enemigos”, tanto del gobierno como de la Nación, Maradona considera como “antiargentinos” a quienes lo critican. El estilo K ha llegado al fútbol.
Tanto el país como el seleccionado avanzan y retroceden a los tumbos, pero no por ser favorecidos, en sus aciertos, por el Gobierno o por el Director Técnico, sino a pesar de ellos. Se ha dicho, acertadamente, que “el que no sabe, habla; el que sabe, escucha; el que no sabe, sentencia; el que sabe, pregunta”.
La imagen que de la Argentina se tiene en la mayor parte del mundo, es la de Maradona. Con sus groseras declaraciones emitidas por la televisión, no hace otra cosa que seguir mostrando una “imagen nacional” que a varias generaciones de argentinos le costará revertir. Hizo tantas hazañas en el ámbito deportivo, como desaciertos en el aspecto cultural.
Incluso la presidente de la Nación, en declaraciones hechas tiempo atrás, manifestó que las “personalidades representativas de la Argentina” son Eva Perón, el Che Guevara y Maradona. De ahí que el argentino típico habría de ser un personaje violento, con un elevado grado de resentimiento social. Recordemos que Eva Perón alguna vez quiso comprar armas en Europa para formar milicias populares que habrían de combatir al Ejército Argentino, actitud vinculada, posiblemente, a un pasado familiar poco favorable por el que fue cultivando una personalidad antagónica hacia ciertos estratos de la sociedad.
El Che Guevara, con su manifiesto odio a la civilización, a los EEUU y al cristianismo, ejecutó con su propia arma, entre adversarios y camaradas, a unas 216 personas, además de los fusilamientos que ordenó a sus dirigidos. Aunque ello no resulta criticable en la opinión de un numeroso sector de la población, ya que incluso se considera que ese accionar es digno de ser reconocido con monumentos y homenajes.
Los desplantes y descalificaciones recibidos por los adversarios de los Kirchner y de Maradona, van conformando en el exterior una imagen de los argentinos que a muchos extranjeros les habrá de parecer como algo característico de nuestra idiosincrasia. Esto no es más que otro paso seguro en nuestro persistente descenso en los aspectos culturales y éticos que nos afianza en nuestra posición mundial de país subdesarrollado.
Debemos recordar que también surgieron de nuestro país científicos eminentes como los Premios Nobel en ciencias Bernardo Houssay, Luis F. Leloir y César Milstein, y también grandes deportistas, como Juan M. Fangio y Alfredo Distéfano, que dejaron bien alta la imagen de la Argentina, y que también representan a un importante sector de la población.
La crisis social y económica que afrontamos puede sintetizarse en el hecho de que hace varios años gobiernan quienes no deberían hacerlo, mientras que revertir la situación será la consecuencia de que el país sea dirigido por los sectores afines al trabajo, a la decencia y a los valores culturales que se trata de ignorar.
Tanto el país como el seleccionado avanzan y retroceden a los tumbos, pero no por ser favorecidos, en sus aciertos, por el Gobierno o por el Director Técnico, sino a pesar de ellos. Se ha dicho, acertadamente, que “el que no sabe, habla; el que sabe, escucha; el que no sabe, sentencia; el que sabe, pregunta”.
La imagen que de la Argentina se tiene en la mayor parte del mundo, es la de Maradona. Con sus groseras declaraciones emitidas por la televisión, no hace otra cosa que seguir mostrando una “imagen nacional” que a varias generaciones de argentinos le costará revertir. Hizo tantas hazañas en el ámbito deportivo, como desaciertos en el aspecto cultural.
Incluso la presidente de la Nación, en declaraciones hechas tiempo atrás, manifestó que las “personalidades representativas de la Argentina” son Eva Perón, el Che Guevara y Maradona. De ahí que el argentino típico habría de ser un personaje violento, con un elevado grado de resentimiento social. Recordemos que Eva Perón alguna vez quiso comprar armas en Europa para formar milicias populares que habrían de combatir al Ejército Argentino, actitud vinculada, posiblemente, a un pasado familiar poco favorable por el que fue cultivando una personalidad antagónica hacia ciertos estratos de la sociedad.
El Che Guevara, con su manifiesto odio a la civilización, a los EEUU y al cristianismo, ejecutó con su propia arma, entre adversarios y camaradas, a unas 216 personas, además de los fusilamientos que ordenó a sus dirigidos. Aunque ello no resulta criticable en la opinión de un numeroso sector de la población, ya que incluso se considera que ese accionar es digno de ser reconocido con monumentos y homenajes.
Los desplantes y descalificaciones recibidos por los adversarios de los Kirchner y de Maradona, van conformando en el exterior una imagen de los argentinos que a muchos extranjeros les habrá de parecer como algo característico de nuestra idiosincrasia. Esto no es más que otro paso seguro en nuestro persistente descenso en los aspectos culturales y éticos que nos afianza en nuestra posición mundial de país subdesarrollado.
Debemos recordar que también surgieron de nuestro país científicos eminentes como los Premios Nobel en ciencias Bernardo Houssay, Luis F. Leloir y César Milstein, y también grandes deportistas, como Juan M. Fangio y Alfredo Distéfano, que dejaron bien alta la imagen de la Argentina, y que también representan a un importante sector de la población.
La crisis social y económica que afrontamos puede sintetizarse en el hecho de que hace varios años gobiernan quienes no deberían hacerlo, mientras que revertir la situación será la consecuencia de que el país sea dirigido por los sectores afines al trabajo, a la decencia y a los valores culturales que se trata de ignorar.