Baruch
21/05/2001, 03:08
Sí, es cierto, los poetas fueron expulsados de la ciudad de Platón, porque su discurso se basa en el mythos y no en el logos. Pero la historia ha transcurrido y no siempre se le ha hecho caso al bendito maestro.
La filosofía contemporánea, que ve en el lenguaje el "real" acceso a la "realidad", nuevamente le ha hechado un vistaso al discurso poético, en tanto límite de toda "realidad" posible, ya que en ella los sentidos se pierden en la metáfora,la lógica es derrocada en el preciso instante del advenimiento del "ser".
Grande W. Benjamin por mostrar ese camino. Ahí va un homenaje:
PRELUDIO, FUGA Y ALEGRO (Op. 4)& FINALE (Op. 4a)
(el tercer movimiento no se publica por motivos personales)
PRELUDIO
1. - Cuando se tiende a lo infinito, en matemáticas, la suma progresiva de los factores dará siempre el resultado metafórico de “cero”; en tanto que esta, de ninguna manera, superará el abismo que lo separa de lo infinito, que es, también, lo infinito mismo.
Del mismo modo, la actividad de ‘lo profano’, que tiende a la ‘felicidad’, no puede pretender el logro de esta, sino como su infinita negación.
Así, la paradoja de la ‘conciencia profana’, que no es otra cosa que la tendencia y la experiencia de la negación, es posible apreciarla (tendencia que es experiencia y viceversa).
Es decir, la ‘conciencia profana’, que se-sabe-tendencia, detendrá su actividad; y la misma que se-sabe-experiencia, ya estará detenida.
Sólo entonces la ‘actividad profana’, ya negada por su conciencia, promueve la apertura y el salto a lo absolutamente otro.
2. - Pero, la ‘felicidad profana’ es expresión de la experiencia fundamental de ‘lo profano’; porque la infinita negación es el reconocimiento de su actividad propia, esto es, el NIHILISMO. Entonces, a lo ‘infinito profano’ se debe contraponer la forma básica de la experiencia; ya no infinita, nihilista, modal; sino absoluta, absurda, monádica.
Pero, la paradoja de la ‘conciencia profana’ es tan ficticia como su reino, porque, ella es sólo la implicancia de la negación, que lo constituye. Entonces, frente a la paradoja del reino profano debemos colocar la imagen simple de la construcción; ya no infinita, nihilista, modal; sino absoluta, absurda, monádica.
Pero, la apertura y el salto profanos, ya no son algo propio de la ‘actividad profana misma’; porque ella se define por su infinita negación , mientras que al salto y a la apertura ya no les corresponde dicha categoría, porque no son parte del ‘continuo profano’, sino que marcan la ‘interrupción’ y el ‘advenimiento’ de lo ‘absolutamente otro’ . Entonces, vemos al salto y a la apertura como la manifestación que justifica a la ‘actividad profana’; ya no infinita sino fragmentada; ya no insuficiente y débil , sino absoluta... mónada.
3. - Apreciamos entonces que la conciencia de la experiencia fundamental ha sido replanteada, reformulada, transformada. Ya nada queda de la experiencia profana original, sino sólo de manera negativa. Con ello, el ‘orden de lo profano’ a negado la trayectoria de lo infinito y se ha propuesto como fin, la realización de su ‘propia imagen’ en cada uno de ‘sus tiempos’.
‘Lo profano’ puede ahora mirarse cara a cara con el ‘olvido’, con la experiencia fundamental del olvido, con la experiencia fundamental del sufrir, con la fractura y el discontinuo del ELECTROSHOCK.
FUGA
“El orden de lo profano tiene que erigirse sobre la idea de felicidad”
Idea que es la convulsión histérica e inconsciente del ganado cuando se guía a su encierro, al matadero
“Pues en la felicidad todo lo terreno tiende a su ocaso”
Aspiración en donde se crea la ilusión de lo eterno, que es el precio y la culpa de toda inmortalidad
“En otras palabras, en la representación de la felicidad oscila inalienablemente la de la redención”
Así, la ‘conciencia profana’ se abre a su ocaso y espera la misericordia de lo-por-venir
“Entonces hemos sido esperados en la tierra. Entonces, nos ha sido dada, tal como a cada generación que nos precedió, una débil fuerza mesiánica, sobre la cual el pasado reclama derecho”
Pero este ‘reclamo’, debe ser constante... pero aun así, él es débil; pues no compete a lo pretérito instaurarse como un reflejo de la ‘fuerza mesiánica misma’; sino, sólo, como una sombra producida por un relámpago en una noche de lluvia.
Pues, “sólo como imagen que relampaguea en el instante de su cognoscibilidad para no ser vista ya más, puede el pretérito ser aferrado”.
Entonces el pasado deviene tormenta, rayos, ruinas y fragmentos: la ‘secreta cita’ que ‘peligra’ en su olvido; los gritos de dolor de la absoluta lejanía, de la muerte.
Por ello comprendemos que “la historia es objeto de una construcción cuyo lugar no es el tiempo homogéneo y vacío, sino aquel pleno de tiempo ahora”.
Un ‘ahora’ que se identifica con el sufrir de la ‘interrupción’, con el shock que pulveriza cada pasado y lo convierte en mero recuerdo, en algo simple, en mónada.
“En esta estructura (se) reconoce el signo de la interrupción mesiánica del acontecer”.
Pues en ello se rescata la experiencia originaria de todo padecer; conmemorando la aproximación del sentido del dolor como pathos de toda la actividad de ‘lo profano’.
“Se funda así un concepto del presente como tiempo-ahora en que están regados astillas del (tiempo) mesiánico”.
Gracias a lo cual la ‘historia universal del dolor’ puede ser entendida como el ‘continuo’ del sufrimiento humano, como el medio propio en que éste se realiza; en donde la ‘redención’ no viene a sanar las heridas de los siglos de sangre, de la muerte de los oprimidos; sino que, únicamente, viene a mostrar la ‘buena nueva’ del Juicio Final.
FINALE: “Electroshock”. Op. 4 a
(Andante-presto)
1. - El ‘electroshock’ es la expresión límite del olvido, por ello es una categoría fundamental de ‘lo profano’.
‘Él’ marca la ruptura definitiva con el pasado... entonces es abismo; pero un abismo tal que se edifica en las ruinas del ‘continuo de lo profano’, ruinas que son el producto del abismo mismo.
Pero el ‘electroshock’ es también la experiencia límite del sufrir; experiencia que lleva a la inconsciencia (analogable al desmayo del dolor de muelas), a la fractura del sí-mismo. Entonces tenemos un antes y un después del ‘electroshock’, división que no es formal sino ontológica, pues marca el ‘advenimiento’ de lo absolutamente otro.
‘Electroshock’ ‘es’ olvido; ‘es’ sufrir; pero al ser experiencia fundamental crea la identificación entre estos últimos: la experiencia fundamental del olvido ‘es’ la experiencia fundamental del sufrir y viceversa.
Aquí enfrentamos la paradoja, que se relaciona con las dos perspectivas que implica esta experiencia: una psicológica y otra ontológica.
La primera se relaciona con el ‘temor’, el temor de bajar a apreciar las ruinas que se encontrarían en el fondo del abismo; y en este sentido es un temor a la muerte; a la muerte de la ‘caída’, del choque violento con las ruinas.
La segunda se relaciona con la fractura radical del sí-mismo, con el promover la creación de lo otro; que es, en este sentido, su ‘advenimiento’. Es decir, utilizando categorías metafísicas; el ‘electroshock’ es la total ‘diseminación del sujeto’, su destrucción definitiva (si es que lo había), es su lápida, y por ello es su muerte.
Pero he insinuado la existencia de una paradoja. Esta se presenta por el temor que implica la existencia del abismo, el temor es temor del abismo, pero más que nada de las ruinas que él oculta; pero al mismo tiempo, la fractura es definitiva, porque es la creación de lo otro, algo otro que ni siquiera conoce el abismo, por lo que nada puede olvidar o sufrir en la oculta presencia de las ruinas.
Así el ‘electroshock’ es un olvido y un sufrir violento y forzado.
2. - El ‘electroshock’ como categoría límite y fundamental de ‘lo profano’, aunque recuerda, aunque se asemeja a la instancia del ‘advenimiento de lo mesiánico’, en absoluto puede ser analogable y menos asimilable con éste; pues el ‘electroshock’ no ‘libera’, no ‘redime’, sólo destruye; no pretende otorgar un ‘sentido’ al ‘movimiento profano’, sino por el contrario destruye la posibilidad del sentido mismo.
A ‘lo mesiánico’ le competen las categorías de ‘interrupción’ y ‘salto’; mientras que al ‘electroshock’ las de fractura y destrucción, así, ‘él’ fuerza la experiencia artística de la creación.
La filosofía contemporánea, que ve en el lenguaje el "real" acceso a la "realidad", nuevamente le ha hechado un vistaso al discurso poético, en tanto límite de toda "realidad" posible, ya que en ella los sentidos se pierden en la metáfora,la lógica es derrocada en el preciso instante del advenimiento del "ser".
Grande W. Benjamin por mostrar ese camino. Ahí va un homenaje:
PRELUDIO, FUGA Y ALEGRO (Op. 4)& FINALE (Op. 4a)
(el tercer movimiento no se publica por motivos personales)
PRELUDIO
1. - Cuando se tiende a lo infinito, en matemáticas, la suma progresiva de los factores dará siempre el resultado metafórico de “cero”; en tanto que esta, de ninguna manera, superará el abismo que lo separa de lo infinito, que es, también, lo infinito mismo.
Del mismo modo, la actividad de ‘lo profano’, que tiende a la ‘felicidad’, no puede pretender el logro de esta, sino como su infinita negación.
Así, la paradoja de la ‘conciencia profana’, que no es otra cosa que la tendencia y la experiencia de la negación, es posible apreciarla (tendencia que es experiencia y viceversa).
Es decir, la ‘conciencia profana’, que se-sabe-tendencia, detendrá su actividad; y la misma que se-sabe-experiencia, ya estará detenida.
Sólo entonces la ‘actividad profana’, ya negada por su conciencia, promueve la apertura y el salto a lo absolutamente otro.
2. - Pero, la ‘felicidad profana’ es expresión de la experiencia fundamental de ‘lo profano’; porque la infinita negación es el reconocimiento de su actividad propia, esto es, el NIHILISMO. Entonces, a lo ‘infinito profano’ se debe contraponer la forma básica de la experiencia; ya no infinita, nihilista, modal; sino absoluta, absurda, monádica.
Pero, la paradoja de la ‘conciencia profana’ es tan ficticia como su reino, porque, ella es sólo la implicancia de la negación, que lo constituye. Entonces, frente a la paradoja del reino profano debemos colocar la imagen simple de la construcción; ya no infinita, nihilista, modal; sino absoluta, absurda, monádica.
Pero, la apertura y el salto profanos, ya no son algo propio de la ‘actividad profana misma’; porque ella se define por su infinita negación , mientras que al salto y a la apertura ya no les corresponde dicha categoría, porque no son parte del ‘continuo profano’, sino que marcan la ‘interrupción’ y el ‘advenimiento’ de lo ‘absolutamente otro’ . Entonces, vemos al salto y a la apertura como la manifestación que justifica a la ‘actividad profana’; ya no infinita sino fragmentada; ya no insuficiente y débil , sino absoluta... mónada.
3. - Apreciamos entonces que la conciencia de la experiencia fundamental ha sido replanteada, reformulada, transformada. Ya nada queda de la experiencia profana original, sino sólo de manera negativa. Con ello, el ‘orden de lo profano’ a negado la trayectoria de lo infinito y se ha propuesto como fin, la realización de su ‘propia imagen’ en cada uno de ‘sus tiempos’.
‘Lo profano’ puede ahora mirarse cara a cara con el ‘olvido’, con la experiencia fundamental del olvido, con la experiencia fundamental del sufrir, con la fractura y el discontinuo del ELECTROSHOCK.
FUGA
“El orden de lo profano tiene que erigirse sobre la idea de felicidad”
Idea que es la convulsión histérica e inconsciente del ganado cuando se guía a su encierro, al matadero
“Pues en la felicidad todo lo terreno tiende a su ocaso”
Aspiración en donde se crea la ilusión de lo eterno, que es el precio y la culpa de toda inmortalidad
“En otras palabras, en la representación de la felicidad oscila inalienablemente la de la redención”
Así, la ‘conciencia profana’ se abre a su ocaso y espera la misericordia de lo-por-venir
“Entonces hemos sido esperados en la tierra. Entonces, nos ha sido dada, tal como a cada generación que nos precedió, una débil fuerza mesiánica, sobre la cual el pasado reclama derecho”
Pero este ‘reclamo’, debe ser constante... pero aun así, él es débil; pues no compete a lo pretérito instaurarse como un reflejo de la ‘fuerza mesiánica misma’; sino, sólo, como una sombra producida por un relámpago en una noche de lluvia.
Pues, “sólo como imagen que relampaguea en el instante de su cognoscibilidad para no ser vista ya más, puede el pretérito ser aferrado”.
Entonces el pasado deviene tormenta, rayos, ruinas y fragmentos: la ‘secreta cita’ que ‘peligra’ en su olvido; los gritos de dolor de la absoluta lejanía, de la muerte.
Por ello comprendemos que “la historia es objeto de una construcción cuyo lugar no es el tiempo homogéneo y vacío, sino aquel pleno de tiempo ahora”.
Un ‘ahora’ que se identifica con el sufrir de la ‘interrupción’, con el shock que pulveriza cada pasado y lo convierte en mero recuerdo, en algo simple, en mónada.
“En esta estructura (se) reconoce el signo de la interrupción mesiánica del acontecer”.
Pues en ello se rescata la experiencia originaria de todo padecer; conmemorando la aproximación del sentido del dolor como pathos de toda la actividad de ‘lo profano’.
“Se funda así un concepto del presente como tiempo-ahora en que están regados astillas del (tiempo) mesiánico”.
Gracias a lo cual la ‘historia universal del dolor’ puede ser entendida como el ‘continuo’ del sufrimiento humano, como el medio propio en que éste se realiza; en donde la ‘redención’ no viene a sanar las heridas de los siglos de sangre, de la muerte de los oprimidos; sino que, únicamente, viene a mostrar la ‘buena nueva’ del Juicio Final.
FINALE: “Electroshock”. Op. 4 a
(Andante-presto)
1. - El ‘electroshock’ es la expresión límite del olvido, por ello es una categoría fundamental de ‘lo profano’.
‘Él’ marca la ruptura definitiva con el pasado... entonces es abismo; pero un abismo tal que se edifica en las ruinas del ‘continuo de lo profano’, ruinas que son el producto del abismo mismo.
Pero el ‘electroshock’ es también la experiencia límite del sufrir; experiencia que lleva a la inconsciencia (analogable al desmayo del dolor de muelas), a la fractura del sí-mismo. Entonces tenemos un antes y un después del ‘electroshock’, división que no es formal sino ontológica, pues marca el ‘advenimiento’ de lo absolutamente otro.
‘Electroshock’ ‘es’ olvido; ‘es’ sufrir; pero al ser experiencia fundamental crea la identificación entre estos últimos: la experiencia fundamental del olvido ‘es’ la experiencia fundamental del sufrir y viceversa.
Aquí enfrentamos la paradoja, que se relaciona con las dos perspectivas que implica esta experiencia: una psicológica y otra ontológica.
La primera se relaciona con el ‘temor’, el temor de bajar a apreciar las ruinas que se encontrarían en el fondo del abismo; y en este sentido es un temor a la muerte; a la muerte de la ‘caída’, del choque violento con las ruinas.
La segunda se relaciona con la fractura radical del sí-mismo, con el promover la creación de lo otro; que es, en este sentido, su ‘advenimiento’. Es decir, utilizando categorías metafísicas; el ‘electroshock’ es la total ‘diseminación del sujeto’, su destrucción definitiva (si es que lo había), es su lápida, y por ello es su muerte.
Pero he insinuado la existencia de una paradoja. Esta se presenta por el temor que implica la existencia del abismo, el temor es temor del abismo, pero más que nada de las ruinas que él oculta; pero al mismo tiempo, la fractura es definitiva, porque es la creación de lo otro, algo otro que ni siquiera conoce el abismo, por lo que nada puede olvidar o sufrir en la oculta presencia de las ruinas.
Así el ‘electroshock’ es un olvido y un sufrir violento y forzado.
2. - El ‘electroshock’ como categoría límite y fundamental de ‘lo profano’, aunque recuerda, aunque se asemeja a la instancia del ‘advenimiento de lo mesiánico’, en absoluto puede ser analogable y menos asimilable con éste; pues el ‘electroshock’ no ‘libera’, no ‘redime’, sólo destruye; no pretende otorgar un ‘sentido’ al ‘movimiento profano’, sino por el contrario destruye la posibilidad del sentido mismo.
A ‘lo mesiánico’ le competen las categorías de ‘interrupción’ y ‘salto’; mientras que al ‘electroshock’ las de fractura y destrucción, así, ‘él’ fuerza la experiencia artística de la creación.