Pompilio Zigrino
15/08/2009, 19:28
Algo del Premio Nobel ruso Alexander Solyenitzin, autor de "Archipiélago Gulag":
En la lucha por la libertad
Por Alexander Solyenitzin
Todo el mundo es alfabeto, todos saben leer y, sin embargo, parecería que no quieren comprender. La humanidad se comporta como si no hubiera comprendido qué es el comunismo; no quiere comprender, no es capaz de comprender……
Creo que no se trata sólo del disimulo comunista de los últimos decenios. Se trata de lo siguiente: la esencia del comunismo se encuentra fuera de la comprensión humana. En realidad, resulta imposible creer que los hombres lo hayan programado y lo realicen así.
En mi anterior discurso hablé bastante acerca del sistema estatal soviético, cómo se formó y cómo es actualmente. Pero quizá es más importante hablar de la ideología que le dio base, lo creó y lo conduce. Mucho más importante es comprender la esencia de esta ideología y, lo que es más importante, su acción constante, que no se modificó, en absoluto, durante ciento veinticinco años. Quedó tal como nació.
Que el marxismo no es una ciencia, la gente culta de la Unión Soviética lo sabe claramente. Hasta resulta incómodo decir que el marxismo es una ciencia. Fuera de las ciencias exactas, las fisicomatemáticas y naturales, la sociología contemporánea si predice un acontecimiento cualquiera lo hace indicando dónde puede ocurrir, en qué términos, en qué forma, y cómo ha de ocurrir el hecho. El comunismo nunca hizo tales pronósticos.
Siempre fue una declamación. Declamación acerca de la derrota de la burguesía mundial por parte del proletariado mundial y, luego sobre la formación de una sociedad más radiante y dichosa, donde se realizaría la fantasía de Marx, Engels y Lenín. Ninguno de ellos hizo una descripción del tipo de sociedad que organizaría. Decían simplemente: la más luminosa, la más dichosa; todo será para el hombre…..
Respecto de la predicción de que bajo el socialismo, el Estado tendería a desaparecer, o que en cuanto el capitalismo fuera derrotado enseguida el Estado se atrofiaría, pueden verlo ustedes. ¿Dónde existen Estados tan poderosos como en los así llamados países comunistas?
El comunismo es un intento tan torpe de explicar la sociedad y el hombre, como si un cirujano se valiera del hacha del carnicero para una delicada operación. Todo lo que hay de delicado y agudo en la psicología individual y en la organización de la sociedad –un organismo todavía más complicado- lo reducen a un grosero proceso económico. Toda esta creación –“el hombre”- se reduce a materia.
Es propio del comunismo una carencia tal de argumentos que, en nuestros países, no tienen nada que contraponer a sus oponentes. No hay argumentos, y por eso los palos, la prisión, los campos de concentración, las clínicas psiquiátricas forzadas.
El marxismo siempre estuvo contra la libertad. Haré algunas citas: Marx a Engels: “Las reformas son un signo de debilidad”. “La democracia es más temible que la monarquía y la aristocracia”. “La libertad política es una falta de libertad; es peor que la peor esclavitud”. Ambos dicen, en su correspondencia, que después de la toma del poder el terror es necesario, sin duda alguna. Dicen repetidas veces: “Habrá que repetir 1793. Después que lleguemos al poder nos considerarán monstruos, lo que nos importa muy poco”.
El comunismo nunca ocultó su negación de los conceptos morales absolutos. Se mofa de las nociones de bien y mal como categorías absolutas. Considera la moralidad como un fenómeno relativo a la clase. Según las circunstancias y el ambiente político, cualquier acción, incluyendo el asesinato, y aún el asesinato de millares de seres humanos, puede ser mala como puede ser buena. Depende de la ideología de clase que lo alimente.
¿Y quién determina la ideología de clase? Toda la clase no puede reunirse para decidir lo que es bueno y lo que es malo. Pero debo decir que, en este sentido, el comunismo ha progresado. Logró contagiar a todo el mundo con esta noción del bien y del mal. Ahora no sólo los comunistas están convencidos de esto. En una sociedad progresista se considera inconveniente usar seriamente las palabras bien y mal. El comunismo supo inculcarnos a todos la idea de que tales nociones son anticuadas y ridículas.
Pero si nos quitan la noción de bien y mal, ¿qué nos queda? Nos quedan sólo las combinaciones vitales. Descendemos al mundo animal. Y por esto, la teoría y la práctica del comunismo son absolutamente inhumanas. Existe una palabra que tiene amplia divulgación: “anticomunismo”. Es una palabra mal compuesta y carece de sentido. Está compuesta de tal modo que parece ser que el comunismo fuera una cosa eterna, fundamental y básica. El anticomunismo y los anticomunistas se determina por relación al comunismo. ¿Por qué digo que esta palabra está mal construida? Por que la compusieron hombres que carecen de nociones etimológicas: la concepción eterna, la concepción permanente es la humanidad. Y el comunismo es la antihumanidad. Quien dice anticomunista dice contra lo antihumano. Una mala construcción. Hay que decirlo así: lo que está en contra del comunismo está a favor del hombre.
¡No reconocer y negar la ideología comunista del odio contra la humanidad es el verdadero humanismo! No se trata de una fórmula partidista sino de una protesta de nuestra alma contra quienes nos dicen: olviden las nociones del bien y el mal.
Aparte de todos sus libros ¿qué ejemplos ofreció el comunismo a la humanidad de hoy? Retumbaron los tanques en Budapest. No importa. Retumbaron los tanques en Checoslovaquia. No importa. A cualquier otro no se lo hubieran perdonado, pero al comunismo se le puede perdonar. Valiéndose de un monstruoso procedimiento, como si Dios quisiera castigarlo restándole toda razón, el comunismo levantó el muro de Berlín. ¡En realidad es un símbolo monstruoso! Muestra lo que es el comunismo. Durante catorce años consecutivos fusilan a los que intentan transponerlo para escapar de la dichosa sociedad comunista.
En la lucha por la libertad
Por Alexander Solyenitzin
Todo el mundo es alfabeto, todos saben leer y, sin embargo, parecería que no quieren comprender. La humanidad se comporta como si no hubiera comprendido qué es el comunismo; no quiere comprender, no es capaz de comprender……
Creo que no se trata sólo del disimulo comunista de los últimos decenios. Se trata de lo siguiente: la esencia del comunismo se encuentra fuera de la comprensión humana. En realidad, resulta imposible creer que los hombres lo hayan programado y lo realicen así.
En mi anterior discurso hablé bastante acerca del sistema estatal soviético, cómo se formó y cómo es actualmente. Pero quizá es más importante hablar de la ideología que le dio base, lo creó y lo conduce. Mucho más importante es comprender la esencia de esta ideología y, lo que es más importante, su acción constante, que no se modificó, en absoluto, durante ciento veinticinco años. Quedó tal como nació.
Que el marxismo no es una ciencia, la gente culta de la Unión Soviética lo sabe claramente. Hasta resulta incómodo decir que el marxismo es una ciencia. Fuera de las ciencias exactas, las fisicomatemáticas y naturales, la sociología contemporánea si predice un acontecimiento cualquiera lo hace indicando dónde puede ocurrir, en qué términos, en qué forma, y cómo ha de ocurrir el hecho. El comunismo nunca hizo tales pronósticos.
Siempre fue una declamación. Declamación acerca de la derrota de la burguesía mundial por parte del proletariado mundial y, luego sobre la formación de una sociedad más radiante y dichosa, donde se realizaría la fantasía de Marx, Engels y Lenín. Ninguno de ellos hizo una descripción del tipo de sociedad que organizaría. Decían simplemente: la más luminosa, la más dichosa; todo será para el hombre…..
Respecto de la predicción de que bajo el socialismo, el Estado tendería a desaparecer, o que en cuanto el capitalismo fuera derrotado enseguida el Estado se atrofiaría, pueden verlo ustedes. ¿Dónde existen Estados tan poderosos como en los así llamados países comunistas?
El comunismo es un intento tan torpe de explicar la sociedad y el hombre, como si un cirujano se valiera del hacha del carnicero para una delicada operación. Todo lo que hay de delicado y agudo en la psicología individual y en la organización de la sociedad –un organismo todavía más complicado- lo reducen a un grosero proceso económico. Toda esta creación –“el hombre”- se reduce a materia.
Es propio del comunismo una carencia tal de argumentos que, en nuestros países, no tienen nada que contraponer a sus oponentes. No hay argumentos, y por eso los palos, la prisión, los campos de concentración, las clínicas psiquiátricas forzadas.
El marxismo siempre estuvo contra la libertad. Haré algunas citas: Marx a Engels: “Las reformas son un signo de debilidad”. “La democracia es más temible que la monarquía y la aristocracia”. “La libertad política es una falta de libertad; es peor que la peor esclavitud”. Ambos dicen, en su correspondencia, que después de la toma del poder el terror es necesario, sin duda alguna. Dicen repetidas veces: “Habrá que repetir 1793. Después que lleguemos al poder nos considerarán monstruos, lo que nos importa muy poco”.
El comunismo nunca ocultó su negación de los conceptos morales absolutos. Se mofa de las nociones de bien y mal como categorías absolutas. Considera la moralidad como un fenómeno relativo a la clase. Según las circunstancias y el ambiente político, cualquier acción, incluyendo el asesinato, y aún el asesinato de millares de seres humanos, puede ser mala como puede ser buena. Depende de la ideología de clase que lo alimente.
¿Y quién determina la ideología de clase? Toda la clase no puede reunirse para decidir lo que es bueno y lo que es malo. Pero debo decir que, en este sentido, el comunismo ha progresado. Logró contagiar a todo el mundo con esta noción del bien y del mal. Ahora no sólo los comunistas están convencidos de esto. En una sociedad progresista se considera inconveniente usar seriamente las palabras bien y mal. El comunismo supo inculcarnos a todos la idea de que tales nociones son anticuadas y ridículas.
Pero si nos quitan la noción de bien y mal, ¿qué nos queda? Nos quedan sólo las combinaciones vitales. Descendemos al mundo animal. Y por esto, la teoría y la práctica del comunismo son absolutamente inhumanas. Existe una palabra que tiene amplia divulgación: “anticomunismo”. Es una palabra mal compuesta y carece de sentido. Está compuesta de tal modo que parece ser que el comunismo fuera una cosa eterna, fundamental y básica. El anticomunismo y los anticomunistas se determina por relación al comunismo. ¿Por qué digo que esta palabra está mal construida? Por que la compusieron hombres que carecen de nociones etimológicas: la concepción eterna, la concepción permanente es la humanidad. Y el comunismo es la antihumanidad. Quien dice anticomunista dice contra lo antihumano. Una mala construcción. Hay que decirlo así: lo que está en contra del comunismo está a favor del hombre.
¡No reconocer y negar la ideología comunista del odio contra la humanidad es el verdadero humanismo! No se trata de una fórmula partidista sino de una protesta de nuestra alma contra quienes nos dicen: olviden las nociones del bien y el mal.
Aparte de todos sus libros ¿qué ejemplos ofreció el comunismo a la humanidad de hoy? Retumbaron los tanques en Budapest. No importa. Retumbaron los tanques en Checoslovaquia. No importa. A cualquier otro no se lo hubieran perdonado, pero al comunismo se le puede perdonar. Valiéndose de un monstruoso procedimiento, como si Dios quisiera castigarlo restándole toda razón, el comunismo levantó el muro de Berlín. ¡En realidad es un símbolo monstruoso! Muestra lo que es el comunismo. Durante catorce años consecutivos fusilan a los que intentan transponerlo para escapar de la dichosa sociedad comunista.