idem
30/06/2009, 06:10
De repente me aparecen los pies debajo del agua, como dos peces que hubieran estado enterrados, y al contacto con el mar revivieran.
No los reconozco como míos, es como si no formaran parte de mi cuerpo, como si alguien los hubiera puesto ahí mientras dormía.
Los muevo despacio, para que no se suelten, quizás quien los puso ahí no aseguró las sujecciones, y tal y como han venido se van...quién sabe, yo por si acaso, los trato con cuidadito.
Me tumbo bajo el sol, aunque me dá igual el sol que la luna, uno me quema la piel, otra me altera la sangre.
Y asi, como si nada, un pensamiento único me invade, sale a la superficie con fuerza entre las olas, llegando hasta la orilla como una medusa moribunda.
Igual de venenoso, el pensamiento no agoniza.
Le permito que ataque los puntos débiles...¿qué más podría hacer?.
No debería dejarle libre el terreno, sin resistencia, porque sé desde un principio, que dolerá, pero es que hace demasiado tiempo que nada me duele, y quizás es una forma de asegurarme que sigo viva, que sigo sintiendo.
Tal vez necesito esta forma absurda de deleitarme en un dolor futuro, porque esto no es otra cosa.
Me sigo mirando los pies morenos como algo ajeno a mi, aunque tengo un leve recuerdo de ellos...no sé dónde, pero ahora juraría haberlos visto en otra parte.
Quizás caminando otras vidas, quizás al final de las piernas de otra persona, pisando unas huellas distintas a las mías, quizás son los mismos que se entrelazaron con los tuyos.
Y dolerá, porque nunca se me ha dado bien desatar nudos.
Besos;
Idem
No los reconozco como míos, es como si no formaran parte de mi cuerpo, como si alguien los hubiera puesto ahí mientras dormía.
Los muevo despacio, para que no se suelten, quizás quien los puso ahí no aseguró las sujecciones, y tal y como han venido se van...quién sabe, yo por si acaso, los trato con cuidadito.
Me tumbo bajo el sol, aunque me dá igual el sol que la luna, uno me quema la piel, otra me altera la sangre.
Y asi, como si nada, un pensamiento único me invade, sale a la superficie con fuerza entre las olas, llegando hasta la orilla como una medusa moribunda.
Igual de venenoso, el pensamiento no agoniza.
Le permito que ataque los puntos débiles...¿qué más podría hacer?.
No debería dejarle libre el terreno, sin resistencia, porque sé desde un principio, que dolerá, pero es que hace demasiado tiempo que nada me duele, y quizás es una forma de asegurarme que sigo viva, que sigo sintiendo.
Tal vez necesito esta forma absurda de deleitarme en un dolor futuro, porque esto no es otra cosa.
Me sigo mirando los pies morenos como algo ajeno a mi, aunque tengo un leve recuerdo de ellos...no sé dónde, pero ahora juraría haberlos visto en otra parte.
Quizás caminando otras vidas, quizás al final de las piernas de otra persona, pisando unas huellas distintas a las mías, quizás son los mismos que se entrelazaron con los tuyos.
Y dolerá, porque nunca se me ha dado bien desatar nudos.
Besos;
Idem