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28/04/2009, 10:17
LOS CICLOS ECONOMICOS.

La teoría cíclica mantiene que la economía se mueve por ciclos y que a un ciclo de expansiónle sucede un ciclo de recesión. A continuación describimos los ciclos económicos con masdetalle, empezando por el comienzo de la recesión.

Empieza la recesión. Fase I: Los negocios empiezan a ir mal y hay muchas quiebras eimpagados, hay mercancías acumuladas sin vender, no hay dinero y los tipos de interéstodavía son altos para controlar la elevada inflación, empieza a haber muchos parados y no seencuentran inversores. La bolsa no para de bajar. Fase II: Aumentan las exportaciones ya que en el mercado interior no hay salida. Disminuyen las importaciones ya que en el interior no se
invierte ni se compra. Disminuyen las fugas de capital ya que se pagan altos intereses.

Finaliza la recesión. Fase I: A consecuencia de lo anterior mejoran los términos de la balanza de pagos y mejora la paridad de la moneda, disminuyendo la inflación. Se reducen las mercancías acumulados ya que las que salen no se reponen. La reducción de los stocks reduce a su vez la carga financiera de las empresas cuya situación empieza a mejorar. La cifra de
parados sigue alta y los impuestos en descenso. Fase II: La situación anterior, y el hecho de ver alcanzados sus objetivos de reducción de la inflación y mejorar la balanza de pagos llevan al gobierno a iniciar las medidas de reactivación, reduciendo los tipos básicos de interés y aumentando la liquidez del sistema, reduciendo impuestos e iniciando grandes programas de
obras publicas

Empieza la expansión. Fase I: Los costes de las empresas siguen abaratándose por reducción de la carga financiera. Todavía no invierte nadie, ya que el equipamiento industrial es mas que suficiente para cubrir la débil demanda existente. El paro se estabiliza. Los programas de obras publicas empiezan a hacerse notar, las empresas reducen sus deudas y los
tipos de interés siguen reducidos. Fase II: Los stocks de las empresas se han agotado y hay que reponerlo, con lo que los antiguos equipamientos industriales resultan insuficientes. Los pedidos empiezan a aumentar y las empresas empiezan a invertir y contratar nuevo personal. Los negocios vuelven a marchar, los stocks vuelven a subir debido a que salen con facilidad y porque se temen subidas de precios. El numero de parados empieza a bajar, el dinero vuelve a circular y las empresas están a pleno rendimiento. La demanda presiona cada vez mas fuerte y fuerza subidas de salarios y la inflación se dispara.

Fin de la expansión. Fase I: La subida de precios y salarios se acelera. Aumentan las exigencias de los sindicatos y las huelgas y los empresarios no oponen resistencia ya que venden lo que quieren. La inflación debilita la moneda, lo que provoca las primeras fugas de capitales mientras se reducen las exportaciones. Fase II: Se reduce la liquidez y empiezan a subir los intereses. Al subir los intereses bajan las inversiones. Sube la inflación. Al subir los precios bajan las ventas. Al bajar las ventas, muchas empresas que habían invertido demasiado, entran en apuros y dejan de invertir y dejan de pagar sus deudas. Al venderse menos y acumularse stocks se reduce la producción, aumentando los parados. La expansión ha terminado y empieza una nueva recesión.

Un saludo

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28/04/2009, 10:26
CICLOS ECONÓMICOS Y BURSÁTILES

Análisis cíclico: la verdad duele y es complicada

Esta teoría es la más sugerente para un economista. Por lo tanto quien escribe estas líneas va a estar
a favor, quizá por deformación profesional, pero aportaremos argumentos en su defensa. Porque una
opinión sin argumentos ni base científica nos llevaría a defender algo tan triste como ciertos usos
del análisis técnico o alguna de las disparatadas teorías que circulan por los mercados con el único
propósito de sangrar a comisiones al inversor de buena fe.

Pues bien, como se ha dicho muchas veces, la Bolsa es el corazón de una economía capitalista. Esto
no debería sorprender al lector, ya que en el mercado bursátil se negocian las empresas más
importantes del país. De aquí se deduce que la Bolsa no es ajena, no puede serlo, a la marcha de la
economía global de un país. Resumiendo mucho, podemos decir que si la economía va bien la gente
gastará mucho y las empresas venderán sus productos o servicios en buena cantidad, lo cual se
traducirá a sus cuentas de beneficios, que crecerán. Por ello sus acciones valdrán más en el mercado
(lo cual no indica otra cosa que la empresa vale más). Si la coyuntura económica es mala,
encontramos lo contrario: empresas que ingresan menos y beneficios a la baja, lo cual implicará un
menor valor de la empresa y una caída en el precio de sus acciones.

Ciclos económicos: los que siempre se repiten

Es cierto que estamos simplificando todo lo posible, pero la realidad económica y empresarial va
por esos derroteros. Por lo tanto la Bolsa depende de la marcha de la economía y como ésta
evoluciona en ciclos, aquélla hará lo mismo. Con la salvedad de que la Bolsa lo hace con un cierto
adelanto, es decir, los mercados financieros se anticipan a los ciclos económicos. O al menos eso
dice la teoría, como siempre.

Intentaremos que esto no se convierta en una clase de economía, que tampoco queremos hacer la
competencia a las universidades. Pero podemos hacer un breve recorrido por los ciclos económicos.
Para empezar imaginemos que la economía se encuentra en un momento expansivo, con cifras de
ocupación cercanas al pleno empleo y con beneficios empresariales en cifras récord. Todo parece ir
sobre ruedas, pero en ese momento es cuando aparecen algunos de los tumores de la economía
capitalista: inflación y déficit exterior. Estos dos desequilibrios son provocados por el exceso de
demanda. Se quieren comprar más cosas de las que el sistema productivo puede ofrecer y por ello
los precios suben y hay que importar demasiadas cosas de fuera.

Para atajarlos, la autoridad monetaria (el Banco Central de turno) endurece la política monetaria (o
lo que es lo mismo, reduce la cantidad de dinero en circulación, con el consiguiente aumento de los
tipos de interés), al tiempo que los gobiernos hacen más dura su política fiscal, subiendo los
impuestos. El objeto de ambas medidas es único y claro: hacer polvo el bolsillo del ciudadano.
Logrado esto, cuando la gente tiene que gastar menos porque no puede permitirse gastar más, la
inflación (siempre provocada porque queremos comprar demasiadas cosas) se controla.
Cuando los males del capitalismo se han mitigado lo suficiente, el proceso es el inverso: bajada de
tipos de interés y relajación de la política fiscal, para que la economía se reactive. Desde el fondo se
comienza a repuntar y la economía se reactiva de nuevo, aunque este proceso (tanto de ida como de
vuelta) suele ser lento. Se atribuye a Shumpeter la frase de que “poco conocemos de la economía,
pero está claro que evoluciona en ciclos”. Afirmación con la que estoy totalmente de acuerdo, por
cierto.

¿Y la Bolsa que opina de todo lo anterior? Pues bien, la Bolsa suele ir por el mismo camino, pero
con la complicación añadida de que se anticipa a estos ciclos económicos. Por lo tanto, si oye a
algún periodista decir aquello de que “hay una gran divergencia entre economía real y economía
financiera”, es que el susodicho no tiene ni idea de economía. Pero ya se sabe, los periodistas saben
de todo aunque no tengan ni idea de nada.

Ciclos bursátiles: lo que suele pasar

El recorrido que haremos aquí será exactamente el mismo que acabamos de ver referido a la
economía general, pero aquí nos fijaremos en los mercados financieros. Y seremos algo menos
esquemáticos, recreándonos un poco más en estos ciclos.

a) Mercados financieros en máximos

El llamado “boom bursátil” se suele producir algunos meses antes de que la economía alcance su
cenit (se habla de entre 12 y 18 meses antes, pero esto no es ni exacto, ni fiable). A partir de los
máximos de la Bolsa suele empezar una caída, ya que se empiezan a intuir las medidas de ajuste
que, más tarde o más temprano, las autoridades van a poner en juego.

En el caso de la Bolsa española, ya que todos los datos que manejaremos son de ella, aunque el caso
es extrapolable a cualquier mercado, se alcanzaron máximos en verano de 1989 (con un IGBMadrid
en los 329 puntos) y en marzo de 2000 (con un nivel de Ibex35 de 12.816 puntos).

b) Fase bajista: nadie la quiere, pero siempre llega sin avisar

El peligro de esas primeras caídas es que colocan al inversor en una posición engañosa y peligrosa.
Las cuentas de las empresas siguen siendo muy buenas (aunque por poco tiempo), por lo que las
caídas se pueden interpretar como meras correcciones técnicas y excelentes oportunidades de
compra. A fin de cuentas, si las empresas ganan dinero a manos llenas ¿por qué no va a ser una
excelente inversión el comprar sus acciones?

Sin embargo las caídas continúan y para cuando el inversor quiere darse cuenta de que las tornas
han cambiado (es decir que el ciclo económico es recesivo) se encuentra atrapado en unas acciones
que perfectamente pueden haber perdido entre el 20 y el 50% de su valor. Y los ciclos bajistas en
Bolsa, no se engañe en esto el lector, existen y son largos. Por ejemplo los mercados estuvieron
bajando entre verano de 1989 y octubre de 1992, y lo mismo pasó entre marzo de 2000 y marzo de
2003. En ambos casos los índices bursátiles, como veremos en su momento, experimentaron caídas
desde máximos a mínimos del orden del 50%.

Naturalmente no todos los valores se comportan igual. Sucede igual que en el cuento de los tres
cerditos y el lobo: la casa de ladrillos aguanta mejor hasta un huracán, en tanto que las casas de
madera o paja se desmoronan. Los valores más grandes y sólidos suelen tener caídas menos fuertes,
aunque considerables, en tanto que los chicharros pueden llegar a perder casi todo su valor.
Y cayendo, cayendo, se llega al fondo. Nadie sabe donde está ese fondo, pero se acaba alcanzando.
El problema (porque en este mundo los problemas se encadenan, como se puede comprobar) es que
por esas fechas los datos económicos siguen siendo desastrosos. Aumento del paro, quiebras de
empresas, malas cifras de beneficios... Es completamente normal que en ese clima el particular se
niegue a comprar acciones, ya que el panorama es de lo más sombrío.

En octubre de 1992 se daba todo eso, mientras que la Bolsa marcaba 179 puntos, con una caída de
casi el 46% en tres años. Situación parecida a la vista en los mínimos de noviembre de 2002 o
marzo de 2003, donde el Ibex35 acumulaba un 58% de caída desde los máximos de 2000.

c) Fondo del mercado: la acumulación

Pero nada es eterno, ni lo bueno, ni lo malo. En medio de un clima económico sombrío y de una
Bolsa hundida en la miseria, de la que ya no se habla en los telediarios, los índices comienzan a
repuntar poco a poco. Si adivinamos cuando ocurre eso, tendremos garantizadas suculentas
ganancias. Normalmente hay una caída final en vertical de los valores más débiles o, como en 1992
una pequeñísima rebaja de los tipos hipotecarios de algún banco importante.

En estos fondos de mercado se da un fenómeno al que debemos conceder importancia: la
denominada acumulación. Las llamadas “manos fuertes” empiezan a comprar acciones poco a poco,
acumulando importantes paquetes a precios de saldo. Las “manos débiles” (o sea los aficionados)
son quienes venden, tratando de huir de la quema y salvar unos pocos euros de su dinero
menguante. Al hablar de manos fuertes nos referimos, claro está, a los grandes bancos y firmas de
inversión, que no temen quedarse con acciones que otros tratan de quitarse de encima como sea. El
proceso suele acabar con una huida total de aficionados y pequeños inversores, defraudados por el
funcionamiento del mercado y escarmentados (al menos para unos cuantos años).

En resumen, que el primer paso para ganar dinero en Bolsa es comprar barato. Por tanto, si somos
capaces de adivinar cual es el fondo del mercado, haremos un buen negocio. Hay algunos síntomas
de ello, pero es muy complicado de ver cual es ese fondo y sólo se sabe cuando ya ha pasado.
Veamos algunos detalles que nos pueden dar pistas al respecto:

Caída final y vertical de los chicharros.

Sensación de que el mercado va a caer ilimitadamente.

Pesimismo total respecto a las Bolsas (y a la economía en general).

Sea como sea, si somos capaces de tener algún dinero excedente y durante la caída vamos poco a
poco tomando posiciones en valores grandes, es raro que nos equivoquemos. Todo lo más no
compraremos todo lo barato que podría hacerse, pero a la larga lo que hayamos comprado nos dará
un buen rendimiento. Eso sí, se precisa de serenidad y de sangre fría para hacer eso, ya que el
mercado bajista pone nervioso a todo el mundo. Si el lector es capaz de acabar la lectura del análisis
cíclico, tal vez consiga ese plus de tranquilidad necesario.

d) Alza líquida: la luz al final del túnel.

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28/04/2009, 10:28
d) Alza líquida: la luz al final del túnel.

El caso es que la Bolsa huele dinero abundante y barato en un futuro cercano, lo que da inicio a lo
que se conoce como alza líquida. Las cotizaciones van subiendo poco a poco, ante la incredulidad
del público en general y de los medios de comunicación en particular, que no se explican como
puede darse eso cuando la economía real va cada vez peor. Pero no hay tal divergencia,
simplemente la Bolsa se anticipa.

Así, en los 16 meses que van desde octubre de 1992 hasta febrero de 1994, el IGB sube
exactamente un 100%, o sea, dobla su valor. Y todo ello atravesando 1993, uno de los peores años
de la economía española, con tasa de crecimiento negativa, déficit público disparado y tasas de paro
récord. Pero el mercado, como siempre, se anticipa a la recuperación. Aunque ese ambiente de
fondo es el que impide que el público en general compre acciones. Es entendible. Nadie en su sano
juicio va a colocar sus ahorros en Bolsa cuando no se habla de otra cosa que de recesión económica
y cuando su futuro laboral es incierto.

En marzo de 2003, con un precio del petróleo disparado, con la guerra de Irak en ciernes, con
inestabilidad internacional y con peligro de atentados terroristas por doquier, el panorama no era
más esperanzador. Y la respuesta de la Bolsa fue la misma que 10 años antes: subidas que podrían
parecer sorprendentes, pero que no lo eran tanto. En concreto el Ibex35 subió un 67% entre marzo
de 2003 y finales de 2004.

Parece ser que en esta fase del alza bursátil son los valores más grandes y de mayor capitalización
(también conocidos como blue chips) los primeros en tirar al alza. En cierto modo es normal: son
las empresas más importantes y sólidas del país, por lo que dan mayor seguridad. Además, al ser de
gran tamaño, las manos fuertes pueden comprar poco a poco sin llamar la atención. Y el riesgo que
entrañan empresas de este tipo en esa época de incertidumbre económica, es evidentemente
reducido.

Sin embargo, y debemos insistir en ello, el aficionado (o inversor particular o pequeño inversor) no
suele entrar en Bolsa en estos momentos que se nos antojan favorables. ¿A qué se debe esto? Tal
vez a que han soportado un ciclo bajista completo y están escarmentados del mercado. Quizá
porque el clima de deterioro económico disuade de ello. En fin, además no podemos olvidar que la
economía va mal y por ello cada persona teme por su futuro económico y laboral, lo cual
desaconseja meterse en aventuras con unos ahorros que cualquier día pueden ser necesarios.

e) Alza fundamental: las realidades mandan.

Pero los mercados siguen su rumbo inexorable, ajenos en muchas ocasiones a los problemas de las
personas particulares. Después del violento tirón que supone el alza líquida, los mercados pueden
tomarse unos meses de descanso, para digerir las violentas subidas precedentes y esperando que la
economía y las empresas empiecen a demostrar resultados positivos. Se puede producir un goteo de
meses, como el que se vio entre febrero de 1994 y marzo de 1995, donde la Bolsa se come una parte
de la subida precedente. En fin, realizaciones de beneficios.

En esos momentos ya se pide algo más que dinero abundante y barato. El mercado exige realidades,
en forma de buenos resultados empresariales. Cuando estos llegan, entramos en el llamado alza
fundamental. Podemos decir que es el alza que coincide con la recuperación económica. Los males
han sido controlados y se empieza a crear empleo. Las cuentas de las empresas van para arriba, lo
cual (como no nos cansaremos de repetir) incide en una valoración al alza de sus acciones.
A veces se ha definido a este tramo alcista como el alza de la tranquilidad. En efecto, las noticias
económicas van mejorando, a la par que lo hacen las cuentas de las empresas. El clima es mucho
más positivo que en la fase alcista anterior, por lo que aquí ya hay una entrada de inversores poco
avezados en Bolsa.

Los grandes valores suelen seguir con un buen comportamiento, pero sobre todo es un buen
momento para los valores medianos. Estas empresas, de tamaño medio, han tenido problemas
anteriores, pero ahora despegan y su potencial de crecimiento es muy dinámico. Por ello suelen ser
premiadas por los mercados, especialmente si han saneado sus cuentas de manera correcta y si están
en sectores de los cuales se espera un fuerte crecimiento. Son valores, en general, “ágiles”, que se
mueven con facilidad tanto al alza como a la baja.

Los beneficios de las empresas suelen ir al alza, con subidas respecto al trimestre precedente (ya
que las empresas cotizadas tienen la obligación de presentar trimestralmente sus resultados a los
mercados). No es raro que estos incrementos de beneficios sean del 30, 40 o 50%, incluso más. El
ciclo económico es favorable y navegar a favor de viento es sencillo, pero hay que hacerlo con
rapidez, como los veleros de la Copa América.

Lo anterior va referido a los blue chips y a los valores medianos, pero no a los chicharros. Estos
valores, a los que también se denomina small caps, en un intento de evitar usar el término referido
al pescado barato, han atravesado dificultades grandes en la fase recesiva de la economía, por lo que
su viabilidad y existencia han sido puestas en duda. Necesitan de un auge económico fuerte para
despegar por completo, pero eso corresponde a la siguiente fase.

Entre 1995 y 1998 se produjo en la Bolsa española este alza, con sus correspondientes sustos en
1997 y 1998, de igual modo que se había dado en 1986 y, tal vez en 1988 y parte de 1989. Pero ya
se sabe, las cosas nunca son iguales en Bolsa. Todo lo más, son ligeramente parecidas.

f) Alza especulativa: el principio del fin.

La economía se reactiva cada vez más y la locomotora va a todo gas. Las tasas de empleo crecen y
la renta disponible de las familias cada vez es mayor. En este caldo de cultivo se desarrolla la última
etapa de la fase alcista de las Bolsas.

En realidad, todo degenera en la vida. Y en Bolsa las cosas no tienen por qué ser diferentes. El alza
fundamental que, como acabamos de ver, tiende a valorar los favorables resultados de las empresas,
acaba degenerando en una especulación feroz. Y, como decía un amigo mío, nada mejor para
especular que los chicharros. Son valores de escasa capitalización, en los que aumentos en la
demanda de títulos pueden provocar subidas del 5, 10 o 15% en una sola sesión.

Nadie niega que algunas pequeñas empresas no puedan desarrollar su negocio de un modo
excelente, obtener beneficios y así poco a poco ir ganando tamaño y convertirse en empresas más
grandes. Pero esto se da muy de vez en cuando. Entonces ¿por qué en ciertas épocas los valores
pequeños multiplican su valor por 3 o por 5 en pocos meses?

La respuesta es clara: por la especulación pura y dura. Se dan aquí todos los factores que Galbraith
ha descrito de forma magistral como “el episodio de la especulación”. Por ello hemos denominado a
esta fase como alza especulativa. La gente tiende a creer que el alza de los mercados puede ser
indefinida e ilimitada y por eso lo compra todo. Sus compras hacen que los valores suban (y al
tratarse de valores de escasa capitalización -estrechos- suben mucho). Estas subidas en las
cotizaciones atraen a otros inversores, convencidos de que el alza va a continuar. En fin, la subida se
retroalimenta.

Ejemplos tenemos unos cuantos. Durante 1987, hasta el crack de octubre, se registró una imparable
escalada de los valores más pequeños de la Bolsa española. Explosivos Riotinto, Cros, Sniace,
Torras y algunos más, subieron en vertical en esos meses. En aquella época el sector químico estaba
de moda y se preveían crecimientos espectaculares en estas empresas. El crack de octubre de 1987,
como veremos, puso las cosas en su sitio. Y la realidad es dura, para desconsuelo del inversor.
En la segunda mitad de 1999 y principios de 2000 se desarrolló otro episodio de alza especulativa,
concentrado en esta ocasión en los valores tecnológicos, de los que se creía que eran la nueva piedra
filosofal. Como el lector ya habrá adivinado, aquí las modas juegan un papel muy importante. Los
chicharros químicos estuvieron de moda hasta octubre de 1987. Las empresas tecnológicas tuvieron
su momento álgido en 1999-2000 y, tal vez, las pequeñas inmobiliarias en 2005-2006, coincidiendo
con el tremendo tirón de todo lo relacionado con la vivienda.

En los dos primeros casos la cosa acabó muy mal y de ello podrán dar fe quienes pagaron cerca de
5.000 antiguas pesetas por cada acción de ERT (actual Ercros) en verano de 1987 o los que
compraron sus Terras a más de 100 euros a principios de 2000. Tal vez los valores relacionados con
el ladrillo (constructoras e inmobiliarias, especialmente las pequeñas empresas) corran suerte
diferente en 2007, pero yo no apostaría por ello. Como leí a alguien, refiriéndose a Astroc, una
inmobiliaria que se colocó en Bolsa en mayo de 2006 y que en pocos meses multiplicó su precio por
más de 11,5 (lo que supone una revalorización de más del 1.000%), “esto me parece otra Terra, pero
con cal y cemento”.

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28/04/2009, 10:29
g) Boom bursátil: la distribución.

El siguiente paso es el boom de los mercados. Los índices suben sin parar, marcando un máximo
tras otro. La noticia de tales subidas sale en los telediarios, con frecuencia en los titulares de
apertura, y todo el mundo comienza hablar de la Bolsa (a diferencia de las épocas malas, donde
parece un tema olvidado).

Los aficionados, bombardeados por tal despliegue de informaciones, empiezan a pensar que tal vez
sí sea una buena alternativa para invertir sus ahorros. A fin de cuentas la coyuntura económica es
muy favorable. Las empresas ganan dinero a manos llenas, el paro baja y no parece haber riesgo.
Pero cuidado, en los mercados de valores el riesgo siempre acecha y los problemas aparecen de un
día para otro, sin avisar. Mientras los aficionados lo compran todo, sin fijarse siquiera en el precio,
los grandes ya están vendiendo poco a poco, presintiendo que las Bolsas ya están muy próximas a
alcanzar el techo.

Lo mismo que pasaba con el suelo del mercado, no hay nada que nos diga cuando se llega al techo.
Normalmente se produce en medio de un clima de euforia económica, aún con crecimiento de la
economía y con incrementos de los beneficios de las empresas cotizadas. Los valores pequeños
tienen subidas finales verticales, que impresionan a cualquiera (y que suelen ser demasiado
tentadoras para muchos aficionados). En fin, el último dinero (el de los aficionados) llega a la
Bolsa. Pero ya no hay más.

Y los grandes aprovechan a estos recién llegados para empapelarles con unas acciones que pronto
valdrán mucho menos. Van vendiendo poco a poco, antes, durante y después de los máximos de la
Bolsa. Es el fenómeno de la distribución, contrario al de la acumulación. El pequeño inversor se
lanza con avidez sobre esos títulos, influenciado por sus subidas precedentes, por los consejos de su
amigo “el del banco” y por la enorme cantidad de dinero que dicen haber ganado sus amigos y/o
familiares.

Sin saberlo se está quedando con acciones que en el peor de los casos valen poco más de nada o
que, en el mejor de ellos, están bastante sobrevaloradas. Y cuando empieza la caída de las
cotizaciones, generalmente 12 o 18 meses antes del declive económico general, se ve con unos
títulos que cada vez valen menos. Lo peor de todo es que a las personas nos cuesta admitir nuestros
propios errores y las caídas se ven como una excelente oportunidad de compra, para abaratar la
cartera total que tenemos de un determinado valor. Así por ejemplo, si una persona compra 100
acciones de la empresa YYY a 30 euros y al cabo de 6 meses cotizan sólo a 20 euros, puede tener la
tentación de comprar otras 100. Con ello las 200 acciones le han costado, de media, 25 euros.
Pero esta práctica puede resultar funesta, sobre todo con empresas pequeñas. Conozco gente que
lleva “promediando” precios en Jazztel desde principios de 2001 (cuando cotizaba a 20 euros) hasta
mediados de 2006 (con un precio de 0,40 euros). Esa promediación sólo conduce a empapelarse uno
mismo poco a poco.

Lo anterior puede ser válido para acciones de compañías grandes, con beneficios sólidos y
dividendos razonables. En ellas se puede ir acumulando y rebajando precios medios de compra.
Pero hacer lo mismo en los chicharros es una locura y conduce sólo a una cosa: perder dinero.

Y, como el que no quiere la cosa, ya hemos completado el ciclo bursátil. Después de este boom de
los mercados vendrá una nueva fase bajista, un nuevo fondo y una nueva fase alcista. Como se
puede ver la teoría es impecable y se cumple. Lo difícil es encajar esta teoría en los mercados
reales, saber el momento exacto del ciclo y no dejarnos cegar por el entorno.

Un saludo