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Ver la versión completa : El tiempo de la urgencia y la conciencia



ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
23/04/2009, 03:15
En una línea totalmente relativista, la misma que se sigue de muchos de mis temas, el tiempo se hace una identidad no simétrica con ella misma, la conciencia se falsea en cada instante; abre, por su mismo ejercicio, un margen de la representación; no se puede recrear a sí misma sino vaciando su realidad, alejándose y creando una distancia, es decir, indeterminándose.

Por supuesto, podemos negar este relativismo, un problema continuo; y afirmar, por el contrario, su otro objeto continuo. Si bien es cierta una identidad representada conforme al objeto de representación, representación puramente abstracta o nouménica, no lo es menos que su tiempo no es el mismo en la diversidad que representa, representación subjetiva que da contenido a la objetiva. La indeterminación de este instante respecto a la urgencia es el delirio objetivo que se hace a su vez, descuidadamente y consigo mismo, indeterminación. Hay un margen, como se puede ver, no simétrico entre los tiempos; uno lo abstrae, y el otro inmediatiza su contenido. Por mucho que se engañe uno al respecto, el tiempo no es el mismo sino en su concepción. El tiempo de una representación a otra se hace el mismo en el ejercicio de una apercepción que hace el tiempo el mismo, idéntico, como forma de la experiencia posible, no la real, que es, justamente, anterior. Esta distancia que queda sin determinar y que inmediatamente orienta es, como consecuencia del fenómeno de la precipitación, negada.

El enfoque cientificista perseguirá a toda costa mantener protegida su ontología. El cientificista raramente hace ciencia, sólo habla de ella; el científico, por el contrario, creará problemas que amplíen y hagan continuo el conocimiento.

El científico es filosóficamente un ingenuo; el cientificista un necio. El científico nunca sabe lo que se va a encontrar, su hipótesis es mera especulación. Epistemológicamente, sus razones más profundas son ciegas, no son afirmaciones de verdad sino sólo presunciones, en la mayor parte de los casos, falsas.

La verdad y la falsedad no son más que totalidades proposicionales para el objeto de determinación que no conviene hacer absolutas y llevar más allá del límite de su especulación; sólo son razones retrospectivamente, lo que dice, por ello, que sólo pueden ser condiciones ideológicas que se falsifican como sólo teoréticas; su teoría no es más que expectativa hecha futuro de la historia, es decir, un delirio. Lo contrario de esto, que la historia es nouménica, es absurdo y nihilista. El auténtico filósofo es un loco, sí; pero no tanto que idiota, que es el cientificista.

El orden causal es siempre retrospectivo, y su exigencia a priori es contradictoria con el vacío que lo justificará; es decir, dice saber lo que no sabe. Habrá una justificación generalizada conforme a la razón de su experiencia, pero no se debe olvidar que siempre habrá una limitación a priori del conocimiento de esa misma experiencia. Quedó claro que el juicio sintético a priori, el descubrimiento de la verdad, es sólo un plano de totalidad abstracta en un absoluto delirante que se indetermina en el conjunto inifinito de sus posibilidades. Si no hace una misma razón no puede argumentar con la identidad de esa razón; es un supuesto imprescindible para que mantenga su sentido. De ello se digue que su delirio sea generación de la ideología de su precipitación. Su razón no es más que su fe, el supuesto de su ideología, pero no una inasible verdad.

Como se vio en el planteamiento de la problemática relativista, este mejunje es irracional, dicta su razón y se la niega al resto; es racional como único fin posible, pura ideología, y no hace razón de la posible ampliación fuera de esa totalidad; define su racionalidad conforme al ejercicio de su precipitación, su totalidad efectiva, pretendida absoluta y, por lo tanto, desbordada en su falsedad. Acción racional es acción con arreglo a fines, lo que en un delirio especulativo se ha hecho objetivo; en mis temas propongo, como está claro, su ampliación. En términos del historicismo causal, su razón del mundo es la única razón del mundo; es decir, la razón es una condición de trascendencia por ella misma con independencia de aquello que trasciende. No sólo es asunto propio sino que su propiedad es la precipitación ejercida sobre lo demás. Se ha visto que su pretensión moral es más bien su falta.

La epistemología básica del conocimiento científico dicta de esta manera las condiciones de su validez. Se hace una teoría con arreglo a un supuesto y se pasa a su comprobación, abstrayendo que el conocimiento no es positivo sino a costa del a priori de su negatividad, el objeto del filósofo y no del científico. En su misma finalidad, su síntesis deja de lado y olvida el objeto a costa de la verdad de su descripción, pues se ha adherido a la precipitación de esa verdad que, por su misma forma, arrasa a modo de totalidad, se cierra. Amplía, poco a poco, la dimensión de su determinación, pero con arreglo a la definición de su ideología: su mundo sólo es el que se presta a la verdad, pretendido falsamente absoluto. Forzar sin filosofía los anteriores (1) como posteriores (2) y los posteriores (2) como anteriores (1) conduce no sólo la incomprensión de la enorme problemática de la síntesis (¿1-2?) sino, y como consecuencia de ello, a apropiarse de un tiempo que no es de su objeto.

La alergia al error es común entre los cientificistas. Se sienten cómodos en la irracionalidad de su verdad; su angustia es un problema ajeno. La importancia drástica del error se abstrae como si no existiese, pues sólo existe cuando es verdad; cuando lo sea sí se permitirán ser promiscuos, tendrán permiso de su verdad.

En general, el cientificista usa el término objetivo como absoluto de manera ideológica, su teoría sólo es relativa al objeto; pero el significado que corresponde no ideológicamente es intersubjetividad o, más cabalmente, cuidado, un ejercicio que más que reducir márgenes los ampía. Es un problema no sólo muy sencillo, sino que su no comprensión, su incomprensión, deriva en distancia ética, su falta de objeto.

Si la epistemología no es cienficista es porque sabe la importancia que esconde el error, la problemática de la cosa en sí y por lo que no es una cosa como piensan los que hacen gramática de idiota. El error es la dialéctica que determina la especulación, ciertamente, pero no hay una teoría que se pretenda absoluta frente a la urgencia.

La urgencia es absoluta, como se ha repetido, primera y última; su conciencia no es más que un margen.

Pompilio Zigrino
23/04/2009, 10:50
Respecto de:

El científico es filosóficamente un ingenuo; el cientificista un necio. El científico nunca sabe lo que se va a encontrar, su hipótesis es mera especulación. Epistemológicamente, sus razones más profundas son ciegas, no son afirmaciones de verdad sino sólo presunciones, en la mayor parte de los casos, falsas.

Hay que aclarar que la ciencia utiliza el método de ensayo y error, y que, una vez verificada una hipótesis, pasa a ser conocimiento cierto. Por algo la ciencia ha llegado a los resultados que todos conocemos (o casi todos).

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
23/04/2009, 11:19
Conviene aclarar respecto a este tema, para que no se lleve más a confusión, que la ciencia no hace ningún conocimiento positivo; lo que hace crucial al conocimiento científico, contrariamente, es que sea negativo, esto es, falsable.

Ruego, en atención a la gente que lee el foro de filosofía, que si no se tiene más que una mera presunción cientificista se cuide su conciencia en ese margen.

Pompilio Zigrino
25/04/2009, 12:12
Que un conocimiento pueda ser contrastable, o verificable, para entrar en la ciencia experimental, no significa que sea un conocimiento negativo.

¿ Conocimiento negativo ?

Por el contrario, al ser verificado, es un conocimiento objetivo que es conveniente tener antes de hablar al respecto.

No puede hacerse filosofía ignorando a la ciencia.....sólo puede hacerse historia de la filosofía. Esta historia queda fuera de época en cuanto se la pretende adaptar a la actualidad.

Pompilio Zigrino
25/04/2009, 12:18
En la actualidad no estamos en condiciones de deducir conocimientos precisos desde la neurociencia, tal como fundamentar una teoría psicológica, pero debemos compatibilizar teorías con lo descubierto experimentalmente.

De lo contrario seguiríamos en la alegre ignorancia del que encuentra en el razonamiento infundado y en el palabrerío hueco la fuente de la verdad.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
27/04/2009, 05:32
En ésta estamos: no se sabe lo que es un conocimiento negativo hablando de ciencia y epistemología.

A pesar de la tendencia a mirar ideología en todo lo que tiene contenido en el mundo, algunos no estamos atascados en las limitaciones propias del lenguaje, lo que, acertadamente, he llamado gramática de idiota. Con ello se quiere decir que la negatividad del conocimiento no hace referencia a que sea malo, negativo como eco de maldad, sino que su avance se produce por una lógica en la que los términos avanzan unos sobre otros, esto es, históricamente; y su conciencia sólo es posible por una confrontación. Este fenómeno no sólo se da en el conocimiento, sino en objetos anteriores a él como la percepción, el concepto o el noúmeno. Es cierto que la dialéctica ha tenido mucho efecto en ideologías populares, pero la negatividad, independientemente del efecto ideológico que tiene de suyo, es usada en mis textos de manera intercambiable por determinación. No es de extrañar que unas nociones básicas de lógica aclaren este problema de entendimiento que no es oscuro sino para aquel que sólo tiene costumbre de comer papilla.

Hay cuestiones epistemológicas básicas, y su no entendimiento deriva fácilmente en total incomprensión.

No es nuevo que sigo líneas muy kantianas y popperianas. La falsación de Popper pretende hacer falsa una teoría por la ruptura de su fundamento, es decir, que la invalida; desfundamenta el principio inductivo y deshace el deductivo. He traído, sin embargo, un dilatador de manos de Lakatos que se hace muy importante a la hora de problematizar la finalidad de la teoría, es decir, a la hora de ampliar sus márgenes de determinación.

Dada la talla de las presunciones, abandono mis aportes a este tema.

Pompilio Zigrino
06/05/2009, 19:22
Creo que para opinar de ciencia, uno debe conocer algo de ella. No tiene sentido repetir lo que dicen algunos escritores, porque, si no se conoce de ciencia, se los puede entender muy poco.

Es absurdo oponerse a la ciencia ante la evidencia de sus resultados.....Si el antagonismo entre ciencia y religión es absurdo, el antagonismo entre ciencia y filosofía es más absurdo aún. Pero ese antagonismo no surge de los buscadores de la verdad, sino de los que pretenden estar en la cima del conocimiento y están alentados por ambiciones competitivas.

Emeric
23/08/2010, 11:51
Es absurdo oponerse a la ciencia ante la evidencia de sus resultados.....Si el antagonismo entre ciencia y religión es absurdo, el antagonismo entre ciencia y filosofía es más absurdo aún.Completamente de acuerdo, pues los científicos y los filósofos son más realistas que los teólogos. Pero los más realistas de todos son los primeros. :yo: