Sadness
12/03/2009, 22:38
Anoche,
en mi delirio soñé que me abrazabas,
mi boca de la tuya la miel ansiaba.
Mi cuerpo pira ardiente, al contacto del tuyo.
Tu boca cedió y mi lengua te sometió.
Entonces, como encantador de serpientes,
con pausado deleite, desabotoné tu camisa,
mi mano extasiada acaricio la desnudez de tu pecho.
Empuje tu cuerpo contra la pared, estabas a merced de mis deseos.
Mi boca, mi lengua, mis manos se deslizaban por tu torso con dirección al Sur.
Fui al encuentro de tu mirada, deliciosamente seductora,
al tiempo que te despojaba de todo aquello, que nos estorbaba.
Te acaricie atrevida provocando tu deseo, tu excitación,
mi boca, meretriz consumada, continúo prodigándote caricias,
te sentí estremecer, te arroje contra la cama
¡Eras mío!
Allí se encontraba ¡Sí!
tan desafiante y a la vez tan vulnerable,
¡Un descarado!
y desde su estratégico lugar,
podía observar con deleite salaz,
la nívea piel de su víctima.
Ya la ansiaba, la anhelaba.
Sí, deseaba atravesarle, hundirse en esa profunda tibieza,
alimentarse de esos jugos vitales….
La infinita sensación de placer lo dejó en místico trance…
-¡Ahhh, maldito mosco! –
El miserable, vio con terror
Como se le escapaba su efímera vida.
en mi delirio soñé que me abrazabas,
mi boca de la tuya la miel ansiaba.
Mi cuerpo pira ardiente, al contacto del tuyo.
Tu boca cedió y mi lengua te sometió.
Entonces, como encantador de serpientes,
con pausado deleite, desabotoné tu camisa,
mi mano extasiada acaricio la desnudez de tu pecho.
Empuje tu cuerpo contra la pared, estabas a merced de mis deseos.
Mi boca, mi lengua, mis manos se deslizaban por tu torso con dirección al Sur.
Fui al encuentro de tu mirada, deliciosamente seductora,
al tiempo que te despojaba de todo aquello, que nos estorbaba.
Te acaricie atrevida provocando tu deseo, tu excitación,
mi boca, meretriz consumada, continúo prodigándote caricias,
te sentí estremecer, te arroje contra la cama
¡Eras mío!
Allí se encontraba ¡Sí!
tan desafiante y a la vez tan vulnerable,
¡Un descarado!
y desde su estratégico lugar,
podía observar con deleite salaz,
la nívea piel de su víctima.
Ya la ansiaba, la anhelaba.
Sí, deseaba atravesarle, hundirse en esa profunda tibieza,
alimentarse de esos jugos vitales….
La infinita sensación de placer lo dejó en místico trance…
-¡Ahhh, maldito mosco! –
El miserable, vio con terror
Como se le escapaba su efímera vida.