Sadness
02/03/2009, 21:34
Cuando cansado
De contar estrellas,
Mi sonrisa se torné decrépita
Y el hastío haga de mi presa,
Por carecer de un lienzo,
Donde plasmar pueda, caricias tiernas,
Agobiado de saciar en labios de alquiler,
Mi necesidad de ella.
Cuando fatigado de vivir en tinieblas,
Me extinga como la noche ante un nuevo día,
Y mis despojos, nutran a inmundos gusanos,
Y quede reducido en vil polvo…
Como última voluntad,
Suplico de mi deceso, sea enterada.
Ella que en otro tiempo, fue mi estrella guía,
Al explorar los cuatro puntos de su carnalidad:
Su mirada, sus labios, el turgente pecho,
Y esa boca ardiente oculta en su bajo vientre.
¡Ahhhhhhhhhh porque me diste el conocimiento,
para abandonarme, luego!
¡Por piedad, no le digan que morí en pecado mortal!
Sólo ella, mi último pensamiento,
Y si acaso, llorase su arrepentimiento,
Y furtivas perlas pendieran de sus ojos bellos,
¡Qué las guarde, por Dios!
¡No por mí, no por mí derramadas!
Y noche a noche, seré el fantasma que la ronde,
¡Mía será de nuevo, cuando me evoque!
Y entonces, rogará por un beso,
Suplicaran su cuerpo, su piel,
Por una sola de mis caricias.
Esa será su condena,
Clamar por el amante muerto,
Anegada en su llanto,
Y mojada en sus ganas,
Sólo vanos fantasmas,
Tan sólo, fantasmas, vacuos recuerdos.
De contar estrellas,
Mi sonrisa se torné decrépita
Y el hastío haga de mi presa,
Por carecer de un lienzo,
Donde plasmar pueda, caricias tiernas,
Agobiado de saciar en labios de alquiler,
Mi necesidad de ella.
Cuando fatigado de vivir en tinieblas,
Me extinga como la noche ante un nuevo día,
Y mis despojos, nutran a inmundos gusanos,
Y quede reducido en vil polvo…
Como última voluntad,
Suplico de mi deceso, sea enterada.
Ella que en otro tiempo, fue mi estrella guía,
Al explorar los cuatro puntos de su carnalidad:
Su mirada, sus labios, el turgente pecho,
Y esa boca ardiente oculta en su bajo vientre.
¡Ahhhhhhhhhh porque me diste el conocimiento,
para abandonarme, luego!
¡Por piedad, no le digan que morí en pecado mortal!
Sólo ella, mi último pensamiento,
Y si acaso, llorase su arrepentimiento,
Y furtivas perlas pendieran de sus ojos bellos,
¡Qué las guarde, por Dios!
¡No por mí, no por mí derramadas!
Y noche a noche, seré el fantasma que la ronde,
¡Mía será de nuevo, cuando me evoque!
Y entonces, rogará por un beso,
Suplicaran su cuerpo, su piel,
Por una sola de mis caricias.
Esa será su condena,
Clamar por el amante muerto,
Anegada en su llanto,
Y mojada en sus ganas,
Sólo vanos fantasmas,
Tan sólo, fantasmas, vacuos recuerdos.