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Ver la versión completa : Buscando Pareja



jorgesalaz
31/01/2009, 19:54
-¡NO HIJA! ¡Que ni se te ocurra! ¡Eso es una locura! ¡Ya déjame en paz, yo no necesito nada, así estoy bien…!
–Mamá, la prueba de que no estás bien es la manera en que te alteras cada vez que saco el tema. ¿Podríamos hablar sin gritarnos?
–Marcela, hija: No te preocupes por mí. Yo estoy tranquila. Mira, ya han pasado cinco años de la muerte de tu padre. Estoy acostumbrada a la soledad y aún tengo mis amistades, puedo salir con ellas, buscaré algo en que ocuparme…
-Madre, me estás mintiendo, el temblor de tu barbilla te denuncia. Vamos hablando claro, María Dolores. Cuando murió papá yo tenía trece años. Todo tu tiempo, tu afecto y protección se volcó sobre mí, por eso pudiste sobrevivir, pero… ¿Ya te diste cuenta de lo que me costó? ¡Me robaste mi adolescencia! ¡Ahora vas sobre mi juventud! ¿Y después qué? ¿Robarás la infancia de mis hijos? ¿Hasta cuando te dedicarás a ti misma? Yo tengo proyectos, madre. Y perdona, pero no estás incluida en ellos. Saldré de aquí a estudiar mi carrera, viviré en algún albergue estudiantil donde conviviré ¡por fin! Con alguien de mi edad y me asomaré al mundo por otras ventanas que no sean las que tu me abres. Perdona mamá, mi amor por ti es el mismo de siempre, pero tienes que entender esto. Lo que quieres hacer se llama chantaje: “Estoy bien”, “la soledad me gusta”, “no te preocupes, soy feliz así”. Sabes bien que yo no te podría dejar en éstas condiciones. Estás demasiado apegada a mí y sufrirías con nuestra separación y ¡Ah! ¡Que sorpresa! Yo también sufriría sabiéndote sola. ¿Ves? ¡Ya estás llorando! Y por lo tanto, ¡fin de la conversación!
Marcela subió las escaleras tomando los peldaños de dos en dos como siempre que se enfadaba. Entró a su habitación, cerró dando un portazo, se quitó con violencia sus zapatos deportivos y, esto tenía que ocurrir, golpeó accidentalmente con sus nudillos la orilla de su escritorio lo que le produjo un gran dolor y le hizo exclamar una sonora maldición. Respiró hondo y apelando a su paciencia, comenzó a calmarse. Abrió su computadora para ver si había algún mensaje y por supuesto, no tenía ninguno, ¿pues qué esperaba? Ella tenía compañeras de escuela, ¿pero amigas? Ninguna, ¿cómo las iba a tener? Si su vida giraba alrededor de su madre, vaya, hasta la poquísima parentela que tenían en la ciudad parecía huir de ellas. Mamá no tenía otro tema que su difunto marido y los sacrificios que ella había hecho para “criar a esta muchacha”. Ahora, ya abandonada la niñez, estaba aterrada. Se había dado cuenta que los papeles se cambiaban. Ahora la que dependía de ella era su madre. Sabía que moriría si se separaran.
Hacía unos meses, una idea comenzó a forjarse en su mente. Todo empezó cuando entró intempestivamente al baño de su madre y alcanzó a verla al salir de la ducha y quedó admirada de su figura. A sus 40 años tenía un cuerpo que muchas jovencitas envidiarían. Si bien le sobraban un par de kilos, las diarias caminatas le habían dado firmeza, la celulitis no aparecía en toda su anatomía y el color rosado de su piel le daba un aspecto bello y saludable. Con un poco de maquillaje, ropa adecuada y un buen peinado, resultaría muy atractiva a cualquier hombre que tuviese un par de ojos. Así, poco después surgió la pregunta:
-¿Mamá, nunca has pensado en volver a casarte?
La respuesta no tardó en llegar, violenta, restallante como un latigazo.
-¡Hija! ¡Te has vuelto loca! ¿Cómo puedes creer que alguien vaya a ocupar el lugar de tu padre?
Y así siguió por varios minutos. Pero algo vio en el brillo de sus ojos que no la dejó totalmente convencida. Después, dándose vueltas en la cama, supo lo que pasaba. Yo soy la causante. Sí, eso es. Ella no se casará mientras me esté “criando”. No puede ser diferente que cualquier persona. Si llega a encontrarse con alguien al que pueda amar, lo aceptará, siempre y cuando no tenga la obligación de atender a su hija.
A partir de entonces las discusiones sobre el tema se fueron haciendo más frecuentes y más crudas, como la que acababa de pasar. Prácticamente le había dicho a su madre: “No te necesito” y “Estorbas en mi vida”. Marcela sintió el impulso de ir a abrazarla y decirle muchas cosas, pero al fin dejó todo como estaba. “Veremos qué pasa”, se dijo con un poco de aprensión.
Pulsó las teclas de su computadora en búsqueda de un sitio que le recomendaron donde había temas de reflexión. Había encontrado que frecuentemente, saltaba a sus ojos con exactitud la frase necesaria para motivarla y levantar su ánimo, que por ahora, estaba algo alicaído. La página de inicio del sitio seleccionado se desplegó en el monitor, cuando un cuadro conteniendo publicidad cubrió la zona central de la pantalla. Marcela enfadada pensó: “Otra vez estos malditos spamers”. Ya lo iba a borrar, cuando algo del anuncio llamó su atención: “Busca tu pareja ideal, con nuestro programa miles de personas han encontrado el amor de su vida. Introduce tus datos y el sistema buscará para ti un grupo de perfiles compatibles para que los selecciones a tu gusto”.
–Bueno, nada pierdo con probar, vamos a ver -se dijo.
Se introdujo al sitio y después de leer una breve explicación, abrió un extenso cuestionario. Le gustó su simpleza y al mismo tiempo cómo abarcaba todos los temas, desde la música, los deportes, lecturas, películas, religiosidad, opiniones sobre diversos temas. Dejaba algunas cosas abiertas para preguntarse directamente. Contestó todo pensando honestamente en las preferencias de su madre y oprimió “enviar”. Apareció un recuadro indicándole que a más tardar en 24 horas tendría una respuesta, explicando también que se irían agregando más candidatos conforme fueran entrando más al sistema. El resto de la tarde transcurrió sin novedad y cuando bajó a cenar encontró a María Dolores de buen humor, como si no hubiera habido ninguna discusión entre ellas y hablaron sobre cosas triviales antes de ir a dormir.
Mientras Marcela y su madre cenaban, a mil kilómetros de ahí en un valle de suaves lomeríos y cruzado por riachuelos, la Hacienda de San Nicolás, situada en un enclave donde se dominaban extensos viñedos y bosquecillos así como verdes praderas, se veía sombría bajo la mortecina luz del ocaso. Don Manuel acabó de cenar, limpió con la nívea servilleta su bigote entrecano y se despidió de sus hijas con un gesto de cansancio. Irma y Carolina se quedaron sentadas tomando el café.
-¡No es posible, Caro! Papá sólo tiene 56 años y se comporta como si fuera un anciano de 80.
–Ya sabes Irma, lo que ha resentido la muerte de mamá… -contestó la hermana.
-¡Pero ya son tres años! ¿Entiendes? Y si a eso sumas otros tres años que duró convaleciente, ya ha pasado mucho tiempo como para no reponerse. Se ha recluido aquí en la hacienda, la casa de la ciudad ya no quiere ni verla y trabaja todo el día como si fuera imprescindible aquí. Ya sabes que Tomás es un excelente administrador, pero papá no suelta el mando.
-¡Vaya! –Dijo Carolina- Ya salió el asunto. Cada vez que mencionas a Tomás te ruborizas y lo defiendes como si para él significaras algo.
–Bueno, Caro, no niego que me gusta, pero lo que tiene de atractivo lo tiene de tímido ¡Cómo crees que va a fijarse en la hija del patrón! Es algo que se pasan de padres a hijos. De hecho, ése es el único defecto que le encuentro, el poco valor que se da. Ya quisieran la mayoría de los solteros de la alta sociedad ser la mitad de hombres que Tomás, pero yo no haré compromisos con nadie mientras no termine mi carrera.
–La cual ni siquiera has comenzado –le dijo Carolina-.
-¡Basta! Volvamos a papá. No sabes lo que me gustaría que encontrara a una señora madura que lo acompañara, que lo quisiera, que le devolviera la alegría de vivir…
-¿Y porqué no una jovencita? –dijo burlona Carolina.
-¡Eso si que no! –Respondió enojada Irma- ¡Eso sería un descaro! ¡Una burla! ¡No! Caro, ni de broma lo digas.
-Pues te diré -contestó regocijada Carolina– ¡Yo estoy muy contenta con mi viejito!
–Caro, tú nada te tomas en serio. Alejandro no es ningún “viejito” sólo tiene 32 años. La que está muy “niñita” eres tú y ya te dicho que me parece una completa locura que con sólo 16 años estés de novia con él, de quien por cierto, lo único que tengo que decir es que se ande fijando en chicuelas como tú, por lo demás lo considero un caballero. ¿Cuándo le vas a decir a papá?
–Cuando Alejandro me dé el anillo de compromiso. Antes no.
–Carolina, estás completamente loca si te casas a tu edad. ¿No vas a disfrutar tu juventud?
-¡Claro que sí, hermanita! ¡Claro que la disfrutaré, pero ya casada! Saldré de aquí y tú te quedarás solterona a cuidar a nuestro querido “viejito” ¡A nuestro padre!
Carolina salió rápidamente sin esperar la airada respuesta que estaba a punto de brotar de los labios de Irma. Divertida, corrió a su habitación y se encerró para que sus carcajadas se apagaran. Irma no tuvo humor para re***** el servicio como era su costumbre y le dejó esa tarea a la mucama. Fue a su habitación, se dio una vigorosa ducha, se vistió con su ropa de dormir y se apostó frente a su computadora a navegar por la red, como acostumbraba en esos momentos de desánimo.

jorgesalaz
31/01/2009, 19:59
Marcela abrió la bandeja de entrada y entre varios mensajes publicitarios, encontró uno dirigido a ”Campanita”. Sonrió al recordar que ese seudónimo había puesto al llenar el cuestionario de “Busca pareja”, suplantando a su madre. Al abrirlo vio con sorpresa la gran popularidad del perfil de su madre. Había no menos de cien propuestas. Lo bueno es que el programa los había clasificado por lugar de origen de modo que fue fácil para ella dejar sólo 10 candidatos. Desechó uno demasiado cercano.
–No vaya a ser alguien conocido -pensó.
Luego eliminó a otros 4 que no le latieron y estudió detenidamente a los 5 que quedaban. Uno de ellos le atrajo particularmente: Cantante favorito: Frank Sinatra. Película favorita: Lo Que El Viento Se Llevó. Deporte Preferido: Caminar bajo los árboles. Escritor Favorito: Danielle Steel. Signo Astrológico: Virgo. Leyó rápida y nerviosamente y quedó sorprendida al ver tantas coincidencias, pero lo que hizo que su corazón diera un salto fue el seudónimo utilizado por el candidato: “Peter Pan”.
-¡No es posible! –musitó Marcela.
Sin pensarlo más. Dio un clic en el botón donde decía “conectar al chat” e instantáneamente estaba iniciando una conversación con “Peter Pan”:
-Hola, ¿Eres Peter?
–Sí, sí, yo soy. ¿Eres Campanita?
–Sí, pero ¿estabas esperando?
–No, es que conecté y tú estabas ahí
-¡No! Tú eras el que estabas esperando. ¿No lo ves?
–Jajá, mira, veo que vamos a llevarnos muy bien, apenas empezamos y ya estamos peleando, jajajá.
–No estoy peleando y no me da risa. Sólo te digo que conecté y ahí estabas, como si tocara una puerta y ésta se abriera inmediatamente…
-Sí, mira, creo que oprimimos el botón casi al mismo tiempo, ¿Comprendes?
–Bueno, así te puedo creer. Mira, la verdad es que vi tus respuestas y me parecieron muy compatibles.
–A mí también me sorprendieron las tuyas y… Virgo ¿Eh?
–Bueno, si crees en esas cosas de los horóscopos…
-No, en realidad no creo en eso, sólo que creí que tú sí y… sólo quería serte agradable.
–Bueno, pues serás más agradable mientras me hables con la verdad. No creo en esas cosas. Me parecen supersticiones de gente ignorante.
–De acuerdo y cerremos ese tema. Pero ¿Qué te parecen nuestros autores favoritos?
–Bueno, favoritos tengo muchos, pero en ésos pensé en el momento.
–Yo también. Mi favorita de Sinatra es “My Way”.
–Pues la mía es “New York, New York”.
-Veo que ya tenemos algo en lo que no estamos de acuerdo. Y para mí, quien mejor la interpreta es Liza Minelli.
– ¿La de los ojos saltones? Hay muchas cantantes que lo hacen mejor que ella. ¿Por qué tendría que gustarte ésa?
-¿Celosa? Porque no veo otro motivo. Todo el mundo está de acuerdo conmigo. Ella es la mejor.
–Pues bórrame a mí cuando digas “Todo el mundo”.
–Jajá, me encanta tu manera de discutir…
Marcela perdió la noción del tiempo. Estuvieron horas conversando hasta que oyó el grito de su madre del otro lado de la puerta:
-¡Hija, ¿no me escuchas? Te digo que bajes a cenar!
-¡Sí mamá, ya voy!
–Debo irme “Peter”, voy a cenar pero estaré de regreso antes de una hora.
–Aquí estaré, linda “Campanita”.
Una oleada de placer pasó por el rostro de la joven. Abajo, María Dolores la observó con sospecha:
-Algo estabas haciendo, que te veo una sonrisa pícara en tu carita.
–Nada, madre. Tú siempre figurándote cosas. ¿Qué hay de cenar? Tenías mucha prisa.
Pasó un mes. Marcela en el papel de su madre siguió con la relación que había establecido. Poco a poco, se fueron revelando más detalles de cada uno de ellos. Cuando por fin la enteró de que era viuda y tenía una hija, sintió que iba a ser su última conversación. Manuel, que era su verdadero nombre, le dijo:
–Descríbela.
–Bien, pues verás, es mi hija ¿No? Se llama Marcela y que te puedo decir de ella. Es linda, inteligente, voluntariosa, siempre consigue lo que se propone, ella quiere estudiar una carrera lejos de aquí y de mí, claro.
–Pero, ¿Qué harás tú sola?
–No sé, Manuel, no sé.
-¡Cómo quisiera estar cerca de ti! Hacerte compañía en estos momentos difíciles.
–Gracias, Manuel. Bastante haces abriendo tu corazón.
–Mira, María Dolores, Lolita. Yo también, te he ocultado algo que tú, delicadamente no me has preguntado. Yo como tú, soy viudo desde hace 3 años. Tengo dos hijas, Irma de 18 y Carolina de 16. Sé que están preocupadas por mí. La verdad es que no he podido reponerme de la pérdida de mi querida Raquel. Tú eres la primera mujer con la que platico de éstas cosas…
-Manuel, debo decirte algo. Eres un ser excepcional y no mereces pasar por esto. Quiero ser honesta contigo. Todo lo que te he dicho es cierto, excepto que María Dolores, Lolita, como tú dices, no soy yo, ella es mi mamá. He querido buscarle un compañero y me embarqué en esta aventura, suplantándola. Tú eres el hombre ideal para ella, quien realmente no sabe nada de las maquinaciones de su fantasiosa hija. Ella es muy seria para esto y jamás hubiera podido ponerla a escribir tantas cosas como las que hemos platicado aquí. Perdóname y comprende a esta pobre hija que todo lo que quiere es la felicidad para su madre.
–¡Jajajajá!, Lolita, ¡Ay! ¡No! ¡Qué barbaridad!
-¿Qué pasa? ¿De qué te ríes?
–Lola, Querida, digo, Marcela. ¡Mira! ¡Yo no soy Manuel! ¡Soy Irma! ¿Comprendes? Igual que tú, soy su pobre hija que sólo busca la felicidad de su solitario padre. Como tú, tengo 18 años. En general, todo lo que te he dicho es verdad, tratando de interpretar lo que hubiera dicho mi papá. De modo que volvemos al principio. Estoy convencido que Lolita, tu mamá es la pareja ideal de mi papá, pero ¿Qué podemos hacer tú y yo para unirlos? Ayúdame a idear algo. Por cierto, yo como tú, también soy linda, voluntariosa y siempre consigo lo que me propongo. Y también como tu mamá, mi papá jamás se sentaría a conversar de esta manera. Ya sabes, es otra generación.
Irma y Marcela continuaron con sus conversaciones por otros cauces, estrechando más y más la relación. Estaban convencidas que serían excelentes hermanas y eso las animaba a seguir con su plan original. Finalmente, Irma le dijo:
-Mira Marce, estoy segura que a papá no lo saco ni muerto de la hacienda, así que ustedes deben venir para acá. Me dices que debes hacer unos exámenes para tu carrera. Vengan con ese pretexto. Llegarás con tu buena amiga Irma, que conociste por medio de internet, lo cual no es mentira y ya juntos los viejos, probablemente surgirá algo. Si no es así, de cualquier manera ya he ganado contigo una amiga casi hermana, pero no nos rendiremos fácilmente.
Marcela estuvo de acuerdo y en los siguientes días fraguó todo su plan, que dócilmente obedeció María Dolores.
-Hija, no entiendo, me hiciste comprar una fortuna en ropa, si la que tengo está muy bien.
-¡Ay, madre! ¿Buena? Para la basura estaba buena. Hacía diez años que no renovabas tu guardarropa. Parecías vagabunda, mira qué bien te ves con tu nuevo corte de pelo. Así me dará orgullo que me pregunten si soy hija de esa señora tan guapa…
-¡Ay! ¡Ya calla, niña! Nada tomas en serio. Y ¿Cómo es eso de que vamos a estar en casa de una amiga que nunca has visto?
–Sí, mamá ella es mi amiga, muy buena amiga y le dará mucho gusto recibirnos. Además es una hacienda. Estoy segura de que te va a gustar.
-Pero… su papá, ¿Qué irá a decir?
–Lo que va a decir su papá, Manuel, no lo olvides, es que eres una viudita preciosa y te va a invitar a dar un paseo por el pueblo.
-¡Ya! ¿Eh? Ya estuvo bien, niña. No quiero que andes bromeando con esas cosas.
–Bien pues, paz, mamá. Ya vamos a aterrizar. Quiero que te portes bien ¿Sí mamá?
–Lo mismo que te pido yo.

jorgesalaz
31/01/2009, 20:07
Irma y Carolina las esperaban en el aeropuerto. El recibimiento fue muy efusivo. Como si hubieran sido amigas de toda la vida. Carolina, que se había mantenido un poco al margen del plan, se animó al conocer a Lolita. Inmediatamente simpatizaron y no tardaron en hacer bromas con ella sobre su padre. María Dolores, las regañó como si fueran sus hijas, lo que agradó a las hermanas. Cuando llegaron a la hacienda, distante 80 km, ya eran grandes amigas. A la hora de la cena, Don Manuel llegó un poco retrasado, disculpándose caballerosamente. Marcela tuvo que reprimir un abrazo que iba más allá de la cortesía. Sabía tanto sobre este hombre y había tomado tan en serio el papel de su madre que temía haberse enamorado de él. Por supuesto que le encantó como pareja de su madre. María Dolores en cambio, educada, seria, hizo los saludos de rigor e inició una disculpa por la intromisión en… cuando Don Manuel la atajó con firmeza.
–Señora, usted y su hija son bienvenidas en esta casa. Siéntanse en su propio hogar. Nosotros haremos lo necesario para que ello sea posible.
Durante la cena platicó de cosas de la hacienda, de las fiestas de la vendimia que se avecinaban, hizo algunas preguntas y cuando llegó el momento en que se enteró que era viuda, platicó sobre su propia experiencia. Cada uno de ellos pretendía alardear sobre el sufrimiento que habían tenido, lo que motivó risas entre las hijas y el enojo de los mayores. Irma y Marcela se dirigieron una mirada de complicidad cuando Don Manuel, le dijo a su madre:
-Por favor, llámeme Manuel, que si usted lo acepta, yo la llamaré Lolita ¿Quiere?
–Claro Manuel, con mucho gusto.
Temprano en la mañana Manuel apareció a la hora del desayuno con el atavío propio del campo y sin más preámbulo invitó a Lolita a montar. Marcela escuchó sorprendida a su madre cuando dijo que le encantaría, aunque hacía unos 20 años que no cabalgaba. Manuel esperó caballeroso mientras ella iba a vestirse apropiadamente y luego salieron a un recorrido por las tierras de la hacienda. Las tres jovencitas gritaron de alegría y fueron a juguetear a la alberca. Su plan seguía dando frutos.

En los días que siguieron, Manuel y Lolita se hicieron inseparables. Iban al campo, al pueblo y las chicas observaron con gusto cuando llegaron cargados de bolsas. Papá había comprado un nuevo guardarropa y Lolita le había ayudado a es*****lo. En uno de esos días invitaron a Lolita a bañarse con ellas en la alberca. Renuente, aceptó por fin cuando supo que Manuel no estaría por ahí durante toda la mañana. Cuando apareció en su traje de baño rojo, las chicas no pudieron reprimir un ¡Wow! de admiración por la magnífica figura de Lolita. Estaba tomando el sol cuando llegó Manuel. Había dormitado un poco bajo el acariciante sol. Las jovencitas, se retiraron discretamente de ahí cuando vieron la silueta de Manuel al aparecer en el portal. Preparó dos margaritas y se acercó a María Dolores. Ella se volvió ruborizada hacia él.
-¡Me muero de vergüenza! -exclamó, buscando algo con que taparse.
Manuel ocultó diestramente la toalla sentándose sobre ella y le ofreció la bebida.
–Lolita, somos adultos. No tienes nada de que avergonzarte y más bien tienes mucho de que enorgullecerte.
-¡Ay Manuel! Pero qué vas a decir, yo no soy una descarada, yo…
-Tú eres una linda mujer y…
Manuel siguió alabando su figura mientras las hijas de ambos observaban escondidas la escena.
-¡Ya se tutean! ¡Ya cayó! ¡Hermana!, dijo Carolina a Marcela mientras la abrazaba.
El domingo, María Dolores entró a la iglesia del pueblo con anticipación a la misa. Vio el confesionario desocupado, entró en el reservado, se arrodilló y escuchó las palabras del sacerdote:
-¡Ave María Purísima!
–Sin pecado original concebido –murmuró Lolita.
–Dime tus pecados, hija.
–Padre, yo no soy de aquí, he venido con mi hija.
–Todo eso ya lo sé –interrumpió el cura–. Ahora dime tus pecados
–Padre, yo soy viuda desde hace 5 años…
-¿Eso es pecado hija?
–No, pero yo le debo fidelidad...
-¿A un muerto? Bueno, hija en este pueblo no se pueden ocultar las cosas. ¿Lo que me estás diciendo es que te has enamorado?
-¡Ay, Padre!
-¡Ay, Padre! -la imitó el cura–. ¿Pero es que las mujeres no pueden ser directas? ¡Si o no te enamoraste de Manuel!
-¡Ay, Padre! Creo que pues… que sí…
-¡Eso, éso! ¿Era muy difícil decirlo? Ahora, hija, dime, ¿él ya lo sabe?
-No lo sé, Padre. Qué pena…
-¡Otra vez! ¿Pena de qué?
-Es que todo ha sido tan rápido…
-¿Cuál rápido? ¿No me acabas de decir que tienes cinco años de viuda? ¡Esos son los años que llevas de noviazgo! Lo único que faltaba es que llegara un hombre que conmoviera tu corazón.
– ¿Pero qué pasará con Fausto?
– ¿Y ése quién es, mujer?
-Mi marido.
-¡Ah, el muerto! Por él ni te preocupes ya anda de novio, si no es que ya está casado y con hijos por allá.
-¡Padre! ¿Pero usted cree?
-¡Claro! ¿O creías que te iba a estar esperando 50 años más?
–¿Entonces yo puedo…
-Tú puedes hacer lo que te dé la gana. Mira hija, yo era el confesor de Raquel y escuché su última confesión. Se supone que los sacerdotes deben guardar en secreto las confesiones, pero en este caso está la felicidad del hombre que amaba. Recuerdo bien que ella estaba muy preocupada al irse de este mundo porque no sabía lo que iba a ser de Manuel cuando no estuviera y ¿sabes qué me dijo? “Ojalá que Manuel encuentre una buena mujer que lo cuide, que lo comprenda, pero sobre todo alguien a quien él pueda amar” ¿Y sabes una cosa, hija? ¡Esa mujer eres tú! Todo mundo lo comenta. El pueblo es chico. Los trabajadores de la hacienda han visto cómo la alegría ha vuelto a la cara de su patrón. ¿Sabes otra cosa? Desde hace 5 años Manuel no “rompe el baile” en las fiestas de la vendimia. Ya me dijo que ahora sí lo va a hacer y ¿Quién crees que va a ser su pareja de baile? ¡Tú, hija, tú! Así que vete en paz y déjate de cosas. Pero a ver, ¿no habrán hecho algo indebido?
-¡Padre! –respondió airada María Dolores- ¿Será posible que tenga una mente tan sucia?
-¡Ya, ya basta, hija! Vete en paz.
Hizo la señal de la cruz sobre su cara y cerró la ventanilla con una pícara sonrisa.

jorgesalaz
31/01/2009, 20:09
Habían pasado unos minutos cuando Manuel entró al templo y se dirigió al confesionario.
-¡Ave María Purísima!
–Sin peca…
-Te habías tardado en venir, Manuelito. ¿Andabas ocupado?
–Bueno, padre es que…
-Te gusta, ¿verdad?
-¿Quién, Padre?
–¡No te hagas el tonto, Manuel! ¡Sabes bien a lo que me refiero!
–¿Yo sí, pero ella?
-¡Está loca por ti, idiota!
-¡Pero Raquel…!
–Mi querida Raquel está encantada por allá sabiendo que su Manuel consiguió por fin lo que ella anhelaba. Ese fue su último deseo y así me lo dijo…
-¿Por qué nunca me lo había dicho?
-¡Porque estabas loco, fuera de este mundo! Pero veo que has vuelto al fin. Ahora, Manuel, debo preguntarte: ¿has hecho algo indebido con Lolita?
–Bueno, Padre, el otro día ella se estaba asoleando en traje de baño en la alberca…
-¿Y? ¡Dime, habla!
–Es que yo la vi y escondí su toalla; ella no se pudo tapar y se moría de vergüenza.
–Y… ¿luego?
–Pues estuve platicando con ella y le dije lo bonita que era y… nomás.
-¿Nomás?
–Bueno, pues, tuve malos pensamientos.
-¿Malos?
-¡Sí, malos, y ya no le diré más! -contestó impaciente.
–Bueno, Manuel, esto es grave…y te tendré que poner una penitencia ejemplar… Mira ya viene la fiesta de la vendimia y tú tienes 5 años sin “romper” el baile. Te pondrás elegante e irás al baile llevando como pareja a… Lolita. Sí, a la que observabas lujurioso en la alberca. En medio del baile, puedes anunciar tu compromiso.
-¿Compromiso?
-¡Sí, idiota! ¡Compromiso con la mujer que amas! ¿Quieres que te diga su nombre también?
–No, Padre, ya sé quién es…
–Bien, pues vete en paz -le dijo haciendo la señal de la cruz.

El pueblo todo estaba engalanado. Manuel llegó en su carretela descapotable arrastrada por dos caballos blancos de muy buena estampa. Su abuelo la había traído de Alemania y se encontraba en excelente estado de conservación. Lo acompañaban sus dos hijas, bellísimas en sus trajes típicos, y sus dos huéspedes. Marcela, cuyo traje rojo rivalizaba con el de Irma y Carolina, y su madre, María Dolores, que faltaban palabras para describirla. Se encontraba en la plenitud de su belleza. Un rubor natural realzaba sus facciones. El brillo de sus ojos, el óvalo de su cara y la gracia de su cuello le daban un aire de marquesa. Y ni qué decir de su vestido. Ella misma lo había diseñado y bordado. Manuel llevaba un elegante traje de gala campirano que le daba el aire de Señor de la Comarca, como era considerado entre sus gentes. Caminaron entre el pueblo que, admirado y respetuoso, le daba paso hasta la mesa principal donde se encontraban el Sacerdote, el Juez y el Comisario del Pueblo, quien declaró iniciadas las fiestas e invitó a Don Manuel a “romper” el baile. Manuel tomó con elegancia y destreza a Lolita y la llevó al compás de un vals al centro de la pista, donde después de varias evoluciones se unieron las demás parejas para dar principio a las Fiestas de la Vendimia.
La fiesta siguió y Manuel se dio gusto danzando con Lolita pieza tras pieza. Se sentía transportado a otro mundo. En un vistazo que dio a la mesa de honor, se encontró con la mirada severa del Cura. Lo dejó y contempló los rostros expectantes del Juez, del Comisario, del Doctor, del Maestro y del pueblo que no hacía sino mirar a Manuel esperando algo. Volteó a ver a su pareja y encontró su mirada. Le decía tantas cosas con esos ojazos y deseó no separar su mirada de ellos jamás. Entonces recordó a lo que iba. Apenas alzó un brazo y la orquesta, como si estuviera esperando, calló. Se hizo un silencio profundo. No ocupó ningún micrófono. El silencio era tal que se escuchaba perfectamente. “Esta mujer…” –dijo en un susurro. Corrigió-: ¡Esta mujer! ¡Esta hermosa dama! ¡Es la mujer que amo y con quien quiero unirme para siempre! ¡Si ella me acepta! -Atrás de María Dolores se encontraba allá lejos, en su lugar, el Cura. Manuel miró hacia allá y siguió viendo su dura mirada. Entendió el mensaje. Se postró de rodillas ante su amada y sacando un anillo de brillantes de su saco se lo ofreció humildemente a su dama diciéndole: -“Te suplico que me aceptes como esposo”. Ella le ofreció su mano, le ayudó a levantarse, él colocó el anillo en el dedo correspondiente y después de una larga mirada se dieron el beso más largo y apasionado que ojo alguno hubiere visto en el pueblo. La música volvió a tocar y el baile continuó con más bríos.

Después de algunos meses, María Dolores y Manuel esperaban impacientes en el portal de la hacienda cuando llegaron Irma y Marcela. Bajaron corriendo del auto y abrazaron a sus padres efusivamente y con cariño. Eran las primeras vacaciones de las jóvenes universitarias. Habían decidido estudiar juntas en la prestigiada Universidad del Norte. Estaba lejos de ahí, pero valía la pena. Cuando estaban cenando, Lolita les dio la noticia:
-Estoy embarazada.
–Si no nos lo hubieran dicho, inmediatamente lo hubiéramos adivinado -dijo Irma-. Se le nota en la cara a papá y no se diga en tu cara, Lolita.
Brindaron, dieron rienda suelta a su alegría y cuando estaban a punto de lamentar la ausencia de Carolina que se había quedado en la ciudad, ésta apareció en medio de todos dando la sorpresa.
–No quise perderme esto –dijo–. Además les tengo una noticia: He hablado con Alejandro y hemos decidido esperar hasta que cumpla 20 años y haya cursado una carrera corta para casarnos. Así que… ¡Sigo solterona! Irma y Marcela rieron con ganas y uniendo las palmas de sus manos, se felicitaron en silencio por el triunfo de su causa. FIN

dragonfly
31/01/2009, 23:51
Me encantó Jorgito... genial
Besoooo Grandeeee ♥

ALEJANDRANATALY
23/02/2009, 21:48
La narrativa es muy fluida. No dudo de tus capacidades para embelezar a tu público, sin embargo, esos temas son gastados.
Saludos.

PD En verdad... tus personajes son muy reales. Demasiado, deberìas crear algo más original.

karlacris
02/03/2009, 16:03
Bell historia... si hasta me dieron ganas de buscarle pareja a mi mami pues!! jajajajajajaja

nada, la santa señora está bien así como está... y que conste que no son celos de hija jajajajaajajajaja

dragonfly
02/03/2009, 16:21
Ahí está el punto Nataly... no es una historia creada, es una historia de la vida real... él sólo le puso la narrativa romántica. ;)

La narrativa es muy fluida. No dudo de tus capacidades para embelezar a tu público, sin embargo, esos temas son gastados.
Saludos.

PD En verdad... tus personajes son muy reales. Demasiado, deberìas crear algo más original.