Pompilio Zigrino
07/01/2009, 11:28
El pseudo (o falso) intelectual, se caracteriza principalmente por negar la existencia de una verdad objetiva sobre cualquier aspecto de la realidad. De ahí que niega también validez a la ciencia, entre otros aspectos de su accionar. Se identifica con los antiguos sofistas griegos, o con la idea que generalmente se tiene de ellos.
Forma parte de ciertas “sectas” de pseudointelectuales creadas alrededor de ideólogos que profesan las mismas creencias. Escriben en forma oscura tratando de hacer pasar tal defecto como “profundidad” de pensamiento. Están sometidos intelectualmente a las posturas de los líderes, que en realidad es sólo una actitud destructiva.
Reniegan contra la ciencia y la degradan. Suponen saber más de ciencia que los propios científicos. Ignoran totalmente la mayor parte de sus ramas y suponen que las teorías tienen éxito según el apoyo social que reciban, y no por su correspondencia con la realidad.
Al no creer en la existencia de la verdad objetiva, raramente se pondrán a buscarla. De ahí que es muy raro encontrar algún aporte concreto por ellos hecho al conocimiento universal. Al no creer en la existencia de una ética objetiva, rechazan las éticas elementales y simples, aunque sean evidentes y eficaces.
No tienen posturas concretas ni definidas, por lo cual no se los puede atacar. Son como fantasmas que emiten sus difamaciones y burlas, pero no muestran ningún punto vulnerable porque no existe de ellos ninguna realización concreta.
La soberbia de los débiles se muestra cuando protestan porque alguien se “entromete” en los temas sobre los que reclaman cierta “concesión exclusiva”. Incluso protestan contra el que, siendo parte de la sociedad, tiene la obligación moral de denunciar todo tipo de engaño generalizado.
Tratan siempre de destruir y casi nunca de construir. Enfatizan sus pensamientos en el rival de turno, pero pocas veces en los propios temas de consideración, porque carecen de fundamentos suficientes. El pensamiento racional es el basado en los hechos, mientras que el pensamiento irracional se traduce en simple palabrerío hueco.
El que escribe con responsabilidad social, porque está imbuido en sus problemas y trata de que su mensaje sea concreto, útil y accesible al ciudadano común, es descalificado como “chapucero” por quienes escriben cuestiones carentes de sentido y utilidad, lo que quizás ellos consideren como un síntoma de profundidad y de liderazgo intelectual.
Ignoran completamente conceptos tan importantes como “ley natural”, “actitud”, “adaptación cultural”, “evolución”, “orden natural”, etc. Luego, hacen que muchos temas de la filosofía sean tratados directamente por las ciencias sociales, como si ellos tuvieran el consentimiento de los filósofos serios a hacer semejante concesión.
Tratan de ser “cabeza de ratón” en lugar de “cola de león”. Apuntan, no a la universalidad de la ciencia y de la verdad, sino a destacarse ante quienes los admiran por su aparente erudición.
Adhieren a todo tipo de nihilismo y relativismo, ya que ello los exime de lograr objetivos intelectuales concretos. Si el filósofo y el científico buscan la verdad, ¿qué busca en realidad el pseudointelectual que no cree en la existencia de la misma?
Se refugian en las ramas del conocimiento que menos exigencias presentan a su ingreso, tales como la filosofía y la sociología, posiblemente porque sea menos fácil su detección. Una vez dentro de la filosofía, se refugian en su historia, porque pocos aportes personales podrán lograr, por cuanto de entrada renunciaron a la verdad.
Han infectado de tal forma la filosofía, que han movido a pensadores como Mario Bunge a hacer un listado respecto de los vicios que afectan a la integridad de la propia actividad. Bunge hace el “trabajo sucio” al denunciarlos y es por ello el menos aceptado por los pseudointelectuales. La lista es la siguiente:
1) Reemplazo de la vocación por la profesión
2) Confusión entre filosofar e historiar
3) Confusión entre profundidad y oscuridad
4) Obsesión por el lenguaje
5) Subjetivismo
6) Refugio en miniproblemas
7) Formalismo sin sustancia y sustancia informe
8) Desdén por los sistemas: preferencia por el fragmento y el aforismo
9) Divorcio de los dos motores intelectuales de la cultura moderna: la ciencia y la técnica
10) Desinterés por los problemas sociales
Cuando un escritor como Mario Bunge, que lee la bibliografía filosófica y sociológica de actualidad, presenta un listado de los vicios que atentan contra la filosofía y, por otra parte, casi todos estos atributos pueden ser fácilmente observados por el lector de un foro de Internet, se concluye de que existe bastante coincidencia que sólo puede justificarse por la objetividad de ambas descripciones.
Forma parte de ciertas “sectas” de pseudointelectuales creadas alrededor de ideólogos que profesan las mismas creencias. Escriben en forma oscura tratando de hacer pasar tal defecto como “profundidad” de pensamiento. Están sometidos intelectualmente a las posturas de los líderes, que en realidad es sólo una actitud destructiva.
Reniegan contra la ciencia y la degradan. Suponen saber más de ciencia que los propios científicos. Ignoran totalmente la mayor parte de sus ramas y suponen que las teorías tienen éxito según el apoyo social que reciban, y no por su correspondencia con la realidad.
Al no creer en la existencia de la verdad objetiva, raramente se pondrán a buscarla. De ahí que es muy raro encontrar algún aporte concreto por ellos hecho al conocimiento universal. Al no creer en la existencia de una ética objetiva, rechazan las éticas elementales y simples, aunque sean evidentes y eficaces.
No tienen posturas concretas ni definidas, por lo cual no se los puede atacar. Son como fantasmas que emiten sus difamaciones y burlas, pero no muestran ningún punto vulnerable porque no existe de ellos ninguna realización concreta.
La soberbia de los débiles se muestra cuando protestan porque alguien se “entromete” en los temas sobre los que reclaman cierta “concesión exclusiva”. Incluso protestan contra el que, siendo parte de la sociedad, tiene la obligación moral de denunciar todo tipo de engaño generalizado.
Tratan siempre de destruir y casi nunca de construir. Enfatizan sus pensamientos en el rival de turno, pero pocas veces en los propios temas de consideración, porque carecen de fundamentos suficientes. El pensamiento racional es el basado en los hechos, mientras que el pensamiento irracional se traduce en simple palabrerío hueco.
El que escribe con responsabilidad social, porque está imbuido en sus problemas y trata de que su mensaje sea concreto, útil y accesible al ciudadano común, es descalificado como “chapucero” por quienes escriben cuestiones carentes de sentido y utilidad, lo que quizás ellos consideren como un síntoma de profundidad y de liderazgo intelectual.
Ignoran completamente conceptos tan importantes como “ley natural”, “actitud”, “adaptación cultural”, “evolución”, “orden natural”, etc. Luego, hacen que muchos temas de la filosofía sean tratados directamente por las ciencias sociales, como si ellos tuvieran el consentimiento de los filósofos serios a hacer semejante concesión.
Tratan de ser “cabeza de ratón” en lugar de “cola de león”. Apuntan, no a la universalidad de la ciencia y de la verdad, sino a destacarse ante quienes los admiran por su aparente erudición.
Adhieren a todo tipo de nihilismo y relativismo, ya que ello los exime de lograr objetivos intelectuales concretos. Si el filósofo y el científico buscan la verdad, ¿qué busca en realidad el pseudointelectual que no cree en la existencia de la misma?
Se refugian en las ramas del conocimiento que menos exigencias presentan a su ingreso, tales como la filosofía y la sociología, posiblemente porque sea menos fácil su detección. Una vez dentro de la filosofía, se refugian en su historia, porque pocos aportes personales podrán lograr, por cuanto de entrada renunciaron a la verdad.
Han infectado de tal forma la filosofía, que han movido a pensadores como Mario Bunge a hacer un listado respecto de los vicios que afectan a la integridad de la propia actividad. Bunge hace el “trabajo sucio” al denunciarlos y es por ello el menos aceptado por los pseudointelectuales. La lista es la siguiente:
1) Reemplazo de la vocación por la profesión
2) Confusión entre filosofar e historiar
3) Confusión entre profundidad y oscuridad
4) Obsesión por el lenguaje
5) Subjetivismo
6) Refugio en miniproblemas
7) Formalismo sin sustancia y sustancia informe
8) Desdén por los sistemas: preferencia por el fragmento y el aforismo
9) Divorcio de los dos motores intelectuales de la cultura moderna: la ciencia y la técnica
10) Desinterés por los problemas sociales
Cuando un escritor como Mario Bunge, que lee la bibliografía filosófica y sociológica de actualidad, presenta un listado de los vicios que atentan contra la filosofía y, por otra parte, casi todos estos atributos pueden ser fácilmente observados por el lector de un foro de Internet, se concluye de que existe bastante coincidencia que sólo puede justificarse por la objetividad de ambas descripciones.