Cochero
11/11/2008, 19:58
Debo reconocer,
que tu pulcro parabrisas
me bajó el parachoques al instante;
y las llantas ennegrecidas
disimularon rápidamente
las ganas que tenía de tomar tu volante.
Pero al mirar por tu espejo principal
no tuve atino,
y me dejé embriagar
por tu aroma recién estrenado.
Se pareció a un momento mágico,
el abrir tus puertas
resbalando de emoción,
cayendo sin reparos
sobre tu asiento trasero.
Pensé en cuarta, quinta,
hasta el fondo y sin reparos;
Pero no.
¡Qué delicia señora mía!
Qué placer más virgen
el sentir íntegro tu tapizado,
seduciendo mis manos
y nublándome el retrovisor.
Indiqué como corresponde
con mi luz de giro
aquella tamaña maniobra,
y sacando la mano oportunamente
para alertar al público.
Quisiste luego levantar el capot,
Introduciendo la herramienta
con singular maestría.
La brusquedad de la esquina
igualmente le impidió continuar
casi a punto de perder el rumbo.
Finalmente sugerí una marcha atrás,
disminuir la velocidad
e impedir el Airbag
del inminente choque.
Con sumo cuidado, además,
pues el alma es tan frágil
que en la primer frenada
se sale.
que tu pulcro parabrisas
me bajó el parachoques al instante;
y las llantas ennegrecidas
disimularon rápidamente
las ganas que tenía de tomar tu volante.
Pero al mirar por tu espejo principal
no tuve atino,
y me dejé embriagar
por tu aroma recién estrenado.
Se pareció a un momento mágico,
el abrir tus puertas
resbalando de emoción,
cayendo sin reparos
sobre tu asiento trasero.
Pensé en cuarta, quinta,
hasta el fondo y sin reparos;
Pero no.
¡Qué delicia señora mía!
Qué placer más virgen
el sentir íntegro tu tapizado,
seduciendo mis manos
y nublándome el retrovisor.
Indiqué como corresponde
con mi luz de giro
aquella tamaña maniobra,
y sacando la mano oportunamente
para alertar al público.
Quisiste luego levantar el capot,
Introduciendo la herramienta
con singular maestría.
La brusquedad de la esquina
igualmente le impidió continuar
casi a punto de perder el rumbo.
Finalmente sugerí una marcha atrás,
disminuir la velocidad
e impedir el Airbag
del inminente choque.
Con sumo cuidado, además,
pues el alma es tan frágil
que en la primer frenada
se sale.