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ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
06/11/2008, 05:09
Después de haber comentado la estricta especulación en la que se mueve el péndulo del límite, la raíz en la que emerge el aumento de conocimiento –cosa en sí desvelada al conocimiento-, sucede que la verdad se obstina ante la urgencia; las cosas son como son y no como se las reclama, la descripción verdadera de la situación es lo esencialmente crucial y no lo que en ella es urgente. Pero al no buscar esta verdad el objeto sobre el que pivotear se hace ridícula, se ve a sí, pivote de sí misma, y niega lo que la haría efectual en un pulso real de urgencia.

La concepción de la urgencia tiene una deuda histórica con las filosofías de Schopenhauer y Popper y con la biología.

Relacionar a Schopenhauer con Popper es un movimiento crítico que me permito por conocer bien la ética de los dos, un sentido de ética que llama a las condiciones de responsabilidad de la conciencia y sus intrincadas relaciones con cualquier posible objeto de conocimiento, no tanto un conocimiento objetivo e historizable sino esencialmente fenomenológico, mirado en sus condiciones trascendentales de posibilidad.

La urgencia reside en el reclamo y no en el recreo. La limitación y su discusión son uno y lo mismo en movimiento, el sentido que en filosofía se tiene de la dialéctica, el objeto del cambio y no Hegel.

La pulsión por la que se orientan los organismos no es sólo una cuestión de aquello que desean o en lo que consiste su apetito, sino lo que en todo él se orienta como urgencia.

Esto desde Wallace o Marx era un principio de crítica instrumental que entonces sólo se intuía como complejo fenomenológico. La evolución orgánica se deshacía en sus objetos y sobre ellos se precipitaba.

El tremendo error de Teilhard fue ver el movimiento del conocimiento como un mero objeto de la evolución de la conciencia y no como la rasgadura y discontinuidad que suponía en sí y para sí, con lo que muchos cientificistas, incluidos algunos conocidos filósofos, tropiezan una y otra vez, y sobre lo que se apresuran y especulan en una pretensión colmada por su delirio u olvido de la bella filosofía.

La urgencia no es independiente de su emergencia, es anterior de un modo que se hace posible desde su conciencia, que se hace desensimismada y mostrada en su intencionalidad; se la echa sobre sus objetos. Dudamos, claramente, de la ley de causalidad al comprenderla. Su psicologismo es crucialmente miope, retrasado y falsificador.

Por muchos disparates que se digan en torno a la filosofía de la ciencia, la complejidad que muestra la misma física, la mecánica cuántica, exactamente, se decoherentiza alrededor de lo que gira, lo implicado de su orden. El pragmatismo de la conciencia hace la revolución no sólo con su conciencia, sino con la intencionalidad de la acción. La acción debe ser vista, como sostengo habitualmente, como un proceso escrupulosamente fenomenológico, en el sentido más especular del mismo.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
07/11/2008, 05:06
Este es el momento cabal en el que me tomo un descanso de los foros. A la luz del texto de este tema se puede interpretar erróneamente que sugiero a un Wallace marxista. Haciendo historia de la ciencia y no repitiendo o dictando la misma me sorprendí con la heurística que ya Darwin nos cedía de Wallace. He de lamentar que el fanatismo conduzca fácilmente al ombliguismo. Podría decir que la crítica es una muestra de racionalidad mucho más creativa que el sermoneo que anda detrás de las cosas sin descubrirlas. En sintonía con serg y su Ortega es una razón procesual, que recoge la conciencia que genera en la síntesis del discurso que crea.

Las teorías, o ellas como procesos, no son objetos que limiten su relación a una ligera causalidad, la miopía metafísica que los cientificistas han tomado de la física. Las teorías en su avance se remiten históricamente a su objeto en una relación propuesta como lógica y no causal; es a qué se remiten y no a la relación claramente definida, la que buscan agotar. Esta dependencia es formal y, por lo tanto, objeto a profanar, vigilando, claro está, que no olvidemos de su cuidado. Si pensásemos que Darwin llegó un buen día con sus ideas propias y originales e hizo su obra estaríamos viendo cómo nos parecen las cosas por una relación causal más bien ingenua. En el conocimiento hay muy poquita creación y debe ser determinada en el cuidado de su indeterminación.

Los cientificistas se han colocado en el puesto fronterizo y son ellos quienes comprueban el tráfico de la verdad. He retomado la cita que hice el año pasado sobre la anticipación instrumental de Wallace y Marx. Me sorprende que no digo mucho más de lo que digo ahora, lo que debiera ser la prueba de que alguien no se entera.

Sé que mis textos no son siempre claros y no puedo sino pedirles disculpas por ello. Los temas que hago no son un modo de independencia entre ellos sino están claramente dirigidos a que sea posible su crítica. No es mirando pasivamente la pantalla como se debieran entender sino participando en el recreo que proponen. De modo que no se puede pedir ciencia en ellos sino filosofía con muchos más objetos que la ciencia. Aunque la urgencia es un objeto mucho más crucial que el propuesto por la ciencia, pues exige su conciencia y no sólo su finalidad, se ha seguido argumentando de manera crispante con la repetición incansable de que lo que necesitann la filosofía y la sociología es ciencia.

En el texto que les añado verán lo repetitivo que me he vuelto y quién está estorbando con su incompetencia por mucho que se queje de una falta de respeto o presumida fama que no pienso aceptar de buenas a primeras. ¡A los textos!, ellos son los que nos defienden o nos ponen en evidencia.

El texto que abajo reproduzco forma parte de una de las típicas discusiones que mantenía con el Sr. Zigrino cuando tenía la cortesía de dirigirme a él. Forma parte de un tema que abrí para problematizar la discusión, pues ésta y no su finalismo es el objeto de la crítica.

“No tengo dudas acerca de la enorme relación de la vida económica y nuestras vidas. Es fácil encontrar cientos de índices y correlaciones. Más interesante es ver qué no determina, o qué otras cosas determinan (más condiciones, teorías que reten a su creador: problematizar). Encontrar más lecturas que esa “evolución histórica” o “el advenimiento de la sociedad capitalista” es una forma de problematizar esas inmaduras teleologías. Desde el análisis histórico podemos poner a prueba nuestras teorías como proposiciones. El modelo dialéctico (dialéctica materialista) funcionaba mal por la lógica que asumía. Esa lógica es la que debemos mejorar para que nos sea fiable y pueda ser una herramienta útil. Pero ¿útil para qué? Gente a la que he criticado en estos foros ya hizo una interesante reflexión, pero que, como Habermas y Adorno, no asumen en sus síntesis el continuo replanteamiento y devenir de la realidad (se supone a la reificación validez incondicionada, cuando se defiende que es al revés; proponen lo que afirman como real e ignoran todo lo que lo niega, y llaman a esa lógica especulativa y recalcitrante, dialéctica). Pero el modelo marxista puede fallar e igualmente alumbrar. Pensar que todo ese modelo es malo es hacer lo mismo que criticamos. Marx intuyó perfectamente el instrumentalismo de la “argucia de la razón” de Hegel. Por esa misma época la biología (Wallace, citado por Darwin) mostraba ciertos finalismos en el hombre como creador de instrumentos en lugar de miembros u órganos. Sigo siendo muy contrario a Hegel, mas creo que esta reflexión de Marx está inspirada en su Fenomenología del espíritu (el libro más importante de la filosofía, según Marx). No obstante, cuando se escribió La ideología alemana, Marx no estaba en su momento más hegeliano).

Desde el replanteamiento desde la conciencia, la realidad no tiene forma ideal sino objetivamente real. Mis teorías sobre la realidad no están en el mundo de Platón, ni en el de las leyes de la economía (para mí eso no son leyes), sino en el mismo lugar donde cobran sentido, a qué se remiten y cómo se remiten; lo que llamo el qué pensar de Popper. No niego la validez de los objetos ideales que prestan sus formas a nuestro mundo de sombras y espejismos, sino que parece que sin nuestro mundo son estériles, vacías. Que los momentos no cesen de insistir y no sean fundamentalmente reducibles a evidencias, debiera llevarnos a proponer un orden del hombre que se ajuste al mismo y lo mantenga frente al inmanente devenir (esto es la en la Crítica de la razón práctica de Kant, que es más antropología que su Antropología en sentido práctico). La armonía preestablecida de Leibniz es la misma proposición del orden implicado de Bohm (Leibniz hablaba de principio de continuidad), que es un mucho más determinado que la dialéctica materialista, pero es que Bohm era un entusiasta de la Lógica de Hegel, y Marx dio un gran paso desde Hegel.”

Texto citado de Poner condiciones a la realidad.

ElMundo
07/11/2008, 13:11
Es difícil seguirlo Alberto, es que somos mamíferos gregarios y la primera urgencia es adaptarse al medio social. Tenemos capacidades de aprendizaje y copia extraordinarias -sobre todo cuando niños. Y parece ser mejor creer y defender el orden que creemos que nos conviene antes que andar haciéndose preguntas. Es una flojera mental necesaria para que las cosas funcionen.

Que bueno que esté Ud. en el foro. Para mí es ver que la filosofía está viva y que puede sorprender. Me entusiasmo y digo que invita a revalorar Occidente, los pasos que ha dado. Y en lo personal aceptar lo inasible de la conciencia, aceptar que simplemente se da y que podría no haberse dado nunca y, si es posible, gratificarse con ello.

Si se va a tomar un refresco, páselo muy bien.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
14/11/2008, 10:17
Los niños son criaturas maravillosas, auténticos modelos a imitar. ¿Cuántas lecciones de maestría no habré aprendido de mis niños cuando infantes?. La expresión que aún no sabe falsificarse porque no se reconoce sino se expresa, o la diversión en el recreo del engaño como acercamiento al tono emocional por caminos descubiertos en un lenguaje que no sabe formular sino sólo cursar. La noción del recreo, como yo la uso, está sacada enteramente de la observación de la conducta infantil y su noción tan avanzada del juego como motor de aprendizaje. Son seres con una increíble capacidad de aprendizaje y creatividad. Como decía Wilde, los viejos no saben nada; los jóvenes lo saben todo. Tremenda reflexión sobre lo que es eso de saber.

El refresco es sólo que necesito hacer como si no viese que hay quienes no se enteran después de haberles explicado las cosas. Se me ha considerado marxista, enemigo de la ciencia, pseudointelectual, ignorante de los avances en neurociencia y no sé que otras chaladuras, cuando sólo le exhibe que no se atiende más que a lo que su ombligo repite. Hay algunos que sólo atienden a lo que tienen en la cabeza, que parece ser poco más que lo rotulado bajo el proceso exigido de ciencia. ¿No es la urgencia el pivote del ejercicio de la conciencia como la indeterminación del objeto sobre el que trata de emerger?. La ciencia es un ejercicio bien distinto de cualquier totalidad. ¿No aclaré hace poco el límite de lo analítico frente a lo sintético?.