Cochero
21/09/2008, 10:11
El sol no quería manifestarse esta mañana,
tal vez por vergüenza o temor,
quizás porque sencillamente
hoy no sentía las ganas suficientes.
Me desprendí del malhumor,
cuando los ventanales nostálgicos
golpearon entre bambalinas de Agosto,
observando la neblina educada retozando a un costado
casi sin ganas y disimulando.
De repente el aleteo avícola esquivo,
que me arrebató el mutismo que me escoltaba.
¡Qué ingenua la vida a veces!
cuando te envía otra compañía
que no quieres, pero que sirve de consuelo.
Siempre aparece el mismo diario en la mesa
con la típica y ridícula noticia entretenida
de que el coste de vida es parejo;
que trepó la muerte al podio de fin de semana
y se llevó nuevas vidas a su casa;
que chocó la seguridad en la esquina
y derrumbó la columna de la dignidad;
que los contenedores están atiborrados
de la decadencia y falta de compromiso;
que el balón dejó de rodar por Corrientes
y camino abajo se regala la inocencia;
que el poniente y el celaje
se revolcaron obscenos en pleno centro;
que un canino ocioso recogió del baldío
el espíritu de una canción cualquiera.
Mientras tanto mi café se mostraba tristemente áspero
mucho mas que el de ayer,
moría de a poco en su travesía por mi garganta
y oprimió el desconcierto,
ésa inestable metáfora que a menudo se invita
donde nadie la llama.
Hoy es otro día típico de vida
haciendo antesala para que se despierte el ánimo
y seduzca a la buenaventura,
otro día mas pretendiendo que las flores broten
fumigándose con las esencias de la vida,
mientras el destino se coloca monóculos
con cristales nuevos y nítidos,
y se baña la cara abriéndole la puerta
al chiste aleatorio de un mejor mundo por venir.
tal vez por vergüenza o temor,
quizás porque sencillamente
hoy no sentía las ganas suficientes.
Me desprendí del malhumor,
cuando los ventanales nostálgicos
golpearon entre bambalinas de Agosto,
observando la neblina educada retozando a un costado
casi sin ganas y disimulando.
De repente el aleteo avícola esquivo,
que me arrebató el mutismo que me escoltaba.
¡Qué ingenua la vida a veces!
cuando te envía otra compañía
que no quieres, pero que sirve de consuelo.
Siempre aparece el mismo diario en la mesa
con la típica y ridícula noticia entretenida
de que el coste de vida es parejo;
que trepó la muerte al podio de fin de semana
y se llevó nuevas vidas a su casa;
que chocó la seguridad en la esquina
y derrumbó la columna de la dignidad;
que los contenedores están atiborrados
de la decadencia y falta de compromiso;
que el balón dejó de rodar por Corrientes
y camino abajo se regala la inocencia;
que el poniente y el celaje
se revolcaron obscenos en pleno centro;
que un canino ocioso recogió del baldío
el espíritu de una canción cualquiera.
Mientras tanto mi café se mostraba tristemente áspero
mucho mas que el de ayer,
moría de a poco en su travesía por mi garganta
y oprimió el desconcierto,
ésa inestable metáfora que a menudo se invita
donde nadie la llama.
Hoy es otro día típico de vida
haciendo antesala para que se despierte el ánimo
y seduzca a la buenaventura,
otro día mas pretendiendo que las flores broten
fumigándose con las esencias de la vida,
mientras el destino se coloca monóculos
con cristales nuevos y nítidos,
y se baña la cara abriéndole la puerta
al chiste aleatorio de un mejor mundo por venir.