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Ver la versión completa : La filosofía creadora de un más alla



ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
18/09/2008, 14:55
La brillante frase de Lakatos dice: “La filosofía sin ciencia es pobre y la ciencia sin filosofía ciega”. Lakatos fue un pensador extraordinariamente influido por la lógica científica de su maestro Karl Popper, como se puede ver por la orientación de los programas de investigación científica.

En el sentido de la prioridad epistemológica, admito esa línea de problemas como un supuesto. Por otro lado, sería una declaración de agotamiento tomar las armas de la filosofía por terminadas o sólo posibles a la luz de la ciencia.

Esa línea de agotamiento fue la que denunció Whitehead como el espacio usurpado por la ciencia a la filosofía. Su mención era una especie de réplica a la orientación de Russell, defensor del poder de la ciencia y promotor de la actualización de la filosofía de mano de la ciencia si es que quería seguir avanzando . El motor especulativo de la razón, en puestos de reflexión bien distintos de los de la ciencia, era el sentido de Whitehead de especulación, el mundo por encima de las cosas, el mundo de atrás. El objeto de una filosofía que no da nunca por resueltos los problemas, sino que su actividad es su descubrimiento y novedad. Hace no mucho, el físico Roger Penrose tuvo que reconocer lo adelantado del discurso y especulación de Whitehead sobre lo trascendental del conocimiento y la importancia de su posición mentalista con un claro sentido fenomenológico, aun en su psiquismo.

Me he referido en los últimos tiempos a la brillante frase de Hamlet y lo que hay de más entre el cielo y la tierra de lo soñado en nuestra filosofía. La filosofía que soñamos no puede estar sólo anclada en términos definidos ni en inciertos mundos del más allá. La primacía del sentido sólo lo es para los que la admiten, pues de nada vale insistir en su prioridad sobre otros objetos si estos reclaman su sitio en una exigencia de puesta en relación.

En cuestiones como la sociología he defendido sus ámbitos, al igual que en importantes estudios sobre la mente y el cerebro, donde he reclamado la urgencia de estudiar la mediación fenomenológica.

En filosofía, sobre todo en la más creativa, existen muchos más objetos de reflexión que los problemas y las urgencias; podemos, incluso, negarnos a tomar nada por objeto. La actividad se descubre al iluminarse la mirada de su creador. La filosofía como forma de arte no trata de definir los objetos, sino de crearlos, incorporar nuevos enfoques, nuevos lenguajes, nuevas melodías y sutilezas que ensanchen el estrecho margen que lleva al mundo a tomar por realidad, si no por su totalidad.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
19/09/2008, 09:29
Acerca del mundo del más allá, no me refiero a los espectros sino al significado de la insuficiencia y nuestro deber con la desmitificación de la cosa en sí. Es un postulado contra la teoría de la evidencia y su verdad. Ni la verdad ni la evidencia son estados que se puedan postular definitivos, sino sólo límites. En la lógica del aumento del conocimiento algo siempre avanza sobre algo en la síntesis que genera su aumento, con lo aumentado como nuevo lugar referencial. El aumento establecido no debe pensarse a sí mismo ni como acomodado ni como final, sólo es efectivo a la luz de lo que lo determinó, las condiciones de las que surgió. Un regreso sobre su problemática mostrará que sus posibilidades nunca estuvieron agotadas sino en su falta de tentativa y en la ausencia de conciencia de su infinitud. Esta es la gran intuición que esconde la visión de Hamlet del espectro.

Siguiendo la tentativa de no agotamiento, los errores son nuevas posibilidades de aprendizaje de lo que faltaba, y así es importante la historia de los errores, pues sin ellos no habría delimitación del plano del acierto, las condiciones más pequeñas que minimizan el error. El conocimiento es un fenómeno negativo, como la determinación científica es negativa y sólo los datos, carentes de razón por sí solos, son positivos.

Lakatos hizo algo parecido con la falsación. En lugar de derrumbar totalmente la teoría que nuestra violación exhibió como fundamentalmente falsa, corregirla en lo que, exactamente, falló, lo que puede ser un nuevo reto para la investigación y su no agotamiento.

Las condiciones de referencia como características del modo de ser de la cosa en sí, lo que llaman realidad en un suspiro ontológico, no es más que lo que se conoce en filosofía por provincianismo o lo que serg llama, muy acertada y eufemísticamente, ontología regional.

El conocimiento del límite es epistemológicamente muy interesante por la misma lógica del aumento del conocimiento y lo que despierte en relación a sus fundamentos, pero no debemos engañarnos y pensar ese es el único objeto de la filosofía.

Si pensamos los objetos de la ciencia más allá del original sentido para el que fue propuesta su determinación, caemos, sin darnos cuenta, sin conciencia, en generar sobre esos objetos una indeterminación que tomamos como la culminación del sentido posible. La ideología que se forma es el efecto mismo que surge de nuestra relación con ella al haberla tomado en su puridad como cosa en sí sagrada.

La desmitificación de la ciencia ya no sólo es una cuestión filosófica, sino que es pública, hay un interés colectivo sobre el que se exige su responsabilidad, su conciencia para fuera. La ciencia es continuamente profanada al serle negada su ontología omnipotente. Al no ser tomada en sí sino en algo, exigimos que esa relación, su desensimismamiento, sea lo que posibilite su sentido y lo convierta en mérito.

Se reclama de la ciencia conciencia de su condición regional, su necesario provincianismo, que sepa que no es sino un objeto más entre otros muchos. Podrá solucionar problemas, algunos graves como la celeridad en el diagnóstico de un cáncer o su reverso en los violentos usos militares, pero ni su episteme ni su técnica son la panacea, la solución a nuestros problemas.

La ética de la ciencia debe ser el objeto de su filosofía, su conciencia, lo que Lakatos decía de ciego en ella.