ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
06/09/2008, 05:13
La sociología como disciplina crítica de los objetos sociales no confunde la crítica con la adhesión, el orden con el juicio y su forma, el sujeto con el objeto en su comprensión, ni las referencias con sus objetos, sino que es cosa en sí para fuera ante el reclamo de su urgencia.
La propensión de los discursos a abstraerse de sus fuentes ha llevado con demasiada frecuencia al referido orden de Spinoza, el orden falso del conocimiento en la exigencia de su supuesto. Se trata de la petición de principio y expectativa de simetría que, en su falta de conciencia, se indetermina en su proceso y se olvida de sí. Se avanza sobre sí mismo, ¡pero en su retraso!, falsificándose; límite a priori del principio de indentidad o cualquier pretensión de verdad y efectiva cosa en sí.
La trampa de Kant, el mito del supuesto que envuelve la intencionalidad de la conciencia con su mirada y se niega a sí misma en lo que en ella hay de falta, el nihilismo más peligroso que existe, el que carece de objeto y de su conciencia.
Debo disculparme con los foristas de sociología al precipitar la reflexión sociológica a un límite, claramente, filosófico. Veo su justificación al no entender el objeto en sus casillas sino en sus raíces y problemas. No importa que sea sociología o filosofía pues no es su urgencia, sino que sea cosa en sí para fuera.
La propensión de los discursos a abstraerse de sus fuentes ha llevado con demasiada frecuencia al referido orden de Spinoza, el orden falso del conocimiento en la exigencia de su supuesto. Se trata de la petición de principio y expectativa de simetría que, en su falta de conciencia, se indetermina en su proceso y se olvida de sí. Se avanza sobre sí mismo, ¡pero en su retraso!, falsificándose; límite a priori del principio de indentidad o cualquier pretensión de verdad y efectiva cosa en sí.
La trampa de Kant, el mito del supuesto que envuelve la intencionalidad de la conciencia con su mirada y se niega a sí misma en lo que en ella hay de falta, el nihilismo más peligroso que existe, el que carece de objeto y de su conciencia.
Debo disculparme con los foristas de sociología al precipitar la reflexión sociológica a un límite, claramente, filosófico. Veo su justificación al no entender el objeto en sus casillas sino en sus raíces y problemas. No importa que sea sociología o filosofía pues no es su urgencia, sino que sea cosa en sí para fuera.