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Dante Mesa Mesa
22/08/2008, 23:19
10 Cuestiones Sobre Justificación, Santificación y Perfección
1 - Justificación es el veredicto del divino Juez en los cielos de que el perdón es nuestro, nuestra la vida eterna, nuestra la herencia celestial, nuestro el Espíritu Santo. Por la fe ya fuimos declarados perfectos (Heb. 10:14), pasamos escatológicamente de la muerte para la vida (Juan 5:24), ya resucitamos y subimos para el cielo para sentar en los lugares celestiales (Efe. 2:5, 6).

Ponderando: El evangelio no apunta solo para el pasado—el Calvario—pero nos presenta las buenas nuevas de que tenemos nuestros nombres registrados en el libro de la vida (Luc. 10:20; Fil. 4:3) y es un retrato del futuro como hecho presente y real para ser ahora disfrutado. El Segundo Advenimiento será la materialización concreta y empírica de lo que ya es nuestro en Cristo porque “fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Heb. 11:1).

2 - Regeneración, o “nuevo nacimiento”, no es la causa de nuestra salvación, sino su consecuencia. No nos salvamos porque nacemos de nuevo, sino que nacemos de nuevo por haber sido salvos. En Romanos 5:1 vemos que disfrutamos “paz con Dios” siendo justificados por la fe. En la entrevista de Jesús con Nicodemos, Él le habla de su necesidad de nacer de nuevo, pero apunta a la cruz como fuente de salvación: Juan 3:3, 14, 15.

Ponderando: Otro énfasis muy importante de los Reformadores es el del carácter extrínseco de la justificación por la fe. La frase “fuera de nosotros” expresa bien esa noción de la obra de Dios por nosotros en el Calvario en la justificación, mientras Su operación intrínseca para nos regenerar representa la santificación. El lenguaje típico en el medio evangélico contemporáneo de “dejar Cristo entrar en el corazón” se aplica a este segundo aspecto y está en armonía con Juan 14:23. Con todo, la fuente de la salvación no es ese habitar de Cristo (mediante el Espíritu) en el íntimo de alguien, realizando su regeneración, pues no somos salvos por haber sido regenerados, sino porque Cristo pagó el precio de nuestra culpa (1 Cor. 6:20; 7:23).

3 - Alguien que se convierte se hace una “nueva criatura” (2 Cor. 5:17) pero no está todavía libre de la presencia del pecado. Podrá aún tropezar y caer una vez u otra, pero tiene la promesa de constante perdón (1 Juan 1:9). Él/ella no más estará viviendo bajo la esclavitud del pecado (Rom. 6:14), pero se empeñará en una lucha vitalicia contra el su poder (Rom. 7; Gál. 5:17).

Ponderando: Lutero tenía la costumbre de decir que el cristiano es simul iustus et peccator (al mismo tiempo justo y pecador). Este es una de las paradojas bíblicas. Los apóstoles enseñaron que cuando el cristiano nace de nuevo, se hace participante de la naturaleza divina, II Ped. 1:4. Con todo, ellos clarificaron que el pecado en la carne, o la naturaleza pecaminosa, no es erradicada por la regeneración, pero mediante ella las dos naturalezas--carnal y espiritual—estarían en constante conflicto. (Gál. 5:6-18; I Ped. 2:11).
4 - Pablo declara que “Cristo vive en mí” (Gál. 2:20), pero con eso no está promoviendo ningún concepto místico, ni alegando tener alcanzado perfección ontológica. En el propio contexto él explica que eso se da “por la fe” en el significado del sacrificio de Cristo, pues no desprecia “la gracia de Dios” (vs. 21). “Gracia” significa “benignidad sin merecimiento” y él dependió de eso hasta el fin de su carrera, y confiesa entonces no tener alcanzado la perfección: Fil. 3:12, 13.

Ponderando: Pedro también ciertamente no fue perfecto, pues Pablo lo reprendió severamente (Gál. 2:11-14) diciendo que él “era de condenar”. Y hasta influenció a Bernabé con su actitud (vs. 13). Pablo y Bernabé tuvieron un serio desacuerdo respecto a Juan Marcos (Hechos 15: 36-39). Entonces, se tuvieron una discordancia tan seria, uno de ellos había cometido un error. Ellos nunca reivindicaron ser ontológicamente perfectos.

5 - No obstante la Biblia enseñe que los cristianos renacidos tendrán victoria sobre todo el pecado conocido (I Juan 5:4; 3:9; 5:18; 3:6; Rom. 6: 1, 2; 11:14), nunca en el Nuevo Testamento se dice que la victoria sobre todo el pecado conocido incluía “vida sin pecado” en el sentido de que la naturaleza pecaminosa es completamente erradicada en la santificación, al punto de no existir más pecado en el cristiano (I Juan 1:7 y 8). Tampoco hay referencia a cualquier siervo de Dios que haya alcanzado esa condición de exento total de pecado, o perfección ontológica.
Ponderando: Se cita a Enoc como alguien que efectivamente fue tomado por Dios para los cielos por tener logrado una condición de perfección ontológica (Gén. 5:24; Heb. 11:5). Con todo, Moisés y Elías también fueron para el cielo, el primero por resurrección (Jud. 9), el segundo tomado por Dios de entre los vivientes (2 Reyes 2: 11, 12) y sobre ningún de estos es dicho que alcanzaron una posición de perfección. Hebreos declara que Enoc agradó a Dios debido a su fe, no por sus “realizaciones espirituales”. Juan Bautista es otro ejemplo: Jesús dijo que “Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista” (Mat. 11:11). En eso él superaría a Enoc, Elías y Moisés. Con todo, nada es dicho de que haya alcanzado perfección ontológica. Él llegó hasta a abrigar dudas cuanto a la misión de Cristo (Mat. 11:2-6).
6 - Nuestros mejores esfuerzos para cumplir la ley del Señor, que es “perfecta” (Sal. 19:7; Rom. 7:12 y 14), son meros “trapos de inmundicia” (Isa. 64:6). Hasta las oraciones de los santos son inadecuadas y carecen de la intercesión del Espíritu para ser hechas aceptables (Rom. 8:26). Tal intercesión es comparada con la de Cristo en el vs. 34.

7 - Somos salvos por el vivir y morir de Cristo (Rom. 5:8-10). Por el Su “vivir” queremos decir: por Su vida perfecta que fue justa, plenamente apta a propiciar la vida justa que no podemos producir--la justicia que nos es concedida. Así, la perfecta vida de Cristo y Su muerte expiatoria son sustitutos.

Ponderando: Si incluimos el nuevo nacimiento, o regeneración, como parte del artículo de justificación, estamos perdiendo de vista la naturaleza judicial de la justificación por la fe y realizando una fusión de justificación y santificación, lo que conduce a la confusión. De ahí, la salvación se identifica, de una manera u otra, con la propia experiencia subjetiva del creyente, lo que contradice Efesios 2:8, “y esto no de vosotros, pues es don de Dios”.
8 - La vida de Jesús fue pura y santa, totalmente exenta de pecado en cualquier proporción: Él fue generado por el Espíritu Santo, llamado “el Santo Ser” desde el vientre de Su madre (Luc. 1:35), “sin mancha y sin contaminación” (1 Ped. 1:19). Jesús “no conoció pecado” (2 Cor. 5:21), es “inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos” (Heb. 7:26), y “no hay pecado en él” (I Juan 3:5).
Ponderando: Él era verdaderamente hombre y verdaderamente Dios (Juan 1:1 y 14). Como totalmente hombre fue creado como Dios planeaba que el hombre fuese a principio: perfecto. En 2 Cor. 5:21 la sentencia “lo hizo pecado” muestra que no había aún sido así hecho, teniendo una naturaleza “pecaminosa”, pos-lapsariana. Él fue hecho pecado en el Calvario (ver el contexto, vs. 18, 19), no en el pesebre o en el vientre de María. Esto se hace claro en Hebreos 2:14: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo . . .” Todavía más claro se puede ver esto en Gálatas 3:13 donde es dicho que Cristo “nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (ver también 1 Ped. 2:21-24).
9 - Él fue perfectamente justo porque fue “justificado en el Espíritu” (1 Tim. 3:16). Esto significa que Él permanecía justificado delante de la ley de Dios con base en la obra del Espíritu en Él, firmado en lo que hacía y en cómo vivía.

Ponderando: Él no necesitó de substituto, seguridad, mediador, intercesor o justicia imputada. Por Su obediencia en el Espíritu Él cumplió y satisfizo a la ley en precepto. Esa declaración de 1 Tim. 3:16 será dicha a nuestro respecto, por la simple razón de que tenemos una naturaleza pecaminosa. Somos santificados en el Espíritu, pero nunca “justificados en el Espíritu”.

10 - La misión prioritaria de Jesús no fue dejar un ejemplo para que la gente alcanzase la perfección en imitación de Su vida perfecta. Él no vino buscar salvar los perdidos, sino buscar y salvar los que se habían perdido (Luc. 19:10). Él es primero de todo el nuestro Salvador, después el nuestro Ejemplo (Fil. 1:29; 2:1-8).

Ponderando: La alegación de que si Jesús no tuviese la naturaleza de Adán después de la caída (interpretación pos-lapsariana) no se identificaría totalmente con el hombre falla en percibir la real misión de Jesús. Además de eso, decir que Él no conocería por experiencia lo que significa enfrentar la tentación con una “tendencia” para el pecado podría ser igualada a la de un médico ginecólogo que sabe todo sobre maternidad, sin jamás haber generado un bebé. Él no necesita tener la experiencia a fin de saber como asistir a una mujer en la sala de parto. Finalmente, recordemos que Jesús era Dios, el Omnisciente que sabe todas las cosas.

rer
22/08/2008, 23:35
Bienvenido al foro...tus senalamiento traen luz y esperanza , Cristo centrico

rer
24/08/2008, 09:15
?quien es justo? ?quien es santo? ... ???Quien es perfecto??