ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
25/07/2008, 14:48
Me he permitido llamar al positivismo filosofía ingenua ante los aires de grandiosidad y finalismo de la fase de madurez en la que la ciencia comteana se supone. Es paradójico que se argumente contra ello con que sigue siendo filosófico y no científico.
Tomar los problemas en casillas o sus nombres delata la concepción de los problemas que uno tiene. Los problemas en sus casillas y no en sus raíces, o sea, su conciencia y su urgencia, pone la mirada en el objeto al que se dirige; no el que la conciencia posibilita, con toda su positividad y acercamiento inmediato, sino el impuesto en los cauces de transición representacional afirmados como objetos positivos de suyo propios y sólo nuestros en su imposición.
Lamento que se presente la neurociencia aplicada a lo social como un problema de ciencia. La obligación del filósofo de actualizar los posibles significados de la ciencia en su novedad no es un asunto teórico sino urgente en su conciencia como responsabilidad. Hemos de dar sentido positivo, moralmente orientado, a nuestras teorías sobre la realidad. El sentido del objeto de la conciencia ética es ese, no su admiración ante su propia imagen en el espejo; su objeto está en su conciencia, no la conciencia en su objeto.
El nihilismo no nace de una inocente e infantil confusión nominal, sino de crear un proceso de enmascaramiento con el que se ignora lo que se afirma y se niega, se indetermina el discurso en su incomprensión; se invierte el sentido de la conciencia. Esa pérdida de objeto en la desorientación que lleva como impulso contagia y pudre lo que toca. De nada vale hablar entonces de eticidad o moralidad.
Tomar los problemas en casillas o sus nombres delata la concepción de los problemas que uno tiene. Los problemas en sus casillas y no en sus raíces, o sea, su conciencia y su urgencia, pone la mirada en el objeto al que se dirige; no el que la conciencia posibilita, con toda su positividad y acercamiento inmediato, sino el impuesto en los cauces de transición representacional afirmados como objetos positivos de suyo propios y sólo nuestros en su imposición.
Lamento que se presente la neurociencia aplicada a lo social como un problema de ciencia. La obligación del filósofo de actualizar los posibles significados de la ciencia en su novedad no es un asunto teórico sino urgente en su conciencia como responsabilidad. Hemos de dar sentido positivo, moralmente orientado, a nuestras teorías sobre la realidad. El sentido del objeto de la conciencia ética es ese, no su admiración ante su propia imagen en el espejo; su objeto está en su conciencia, no la conciencia en su objeto.
El nihilismo no nace de una inocente e infantil confusión nominal, sino de crear un proceso de enmascaramiento con el que se ignora lo que se afirma y se niega, se indetermina el discurso en su incomprensión; se invierte el sentido de la conciencia. Esa pérdida de objeto en la desorientación que lleva como impulso contagia y pudre lo que toca. De nada vale hablar entonces de eticidad o moralidad.