Pompilio Zigrino
17/07/2008, 15:42
Quien se dedique a la sociología deberá tener cierto sentido práctico de manera que le permita tomar decisiones concretas ante los distintos conflictos y problemas que se le han de presentar. Ello ocurrirá dentro de una postura científica, lo que contrasta notablemente con el caso del individuo en el que predomina una postura filosófica, con poca o ninguna predisposición para la toma de decisiones concretas.
Incluso existen intelectuales que conocen muchas posturas filosóficas distintas y tienen influencias de todas ellas, sin tener una postura propia o definida. Ello se nota en la circularidad de sus respuestas (se mueve en un círculo vicioso) siendo muy raro que alguna vez se decida por una respuesta concreta.
La falta de orientación intelectual y la oscuridad se confunden a veces con la profundidad del pensamiento, siendo dos cosas diferentes. Por ello no es raro que alguno de estos personajes se atribuya cierta superioridad respecto del nivel de intelectualidad como mérito por conocer las opiniones opuestas de muchos autores que lo llevan en uno y otro sentido sin que, en definitiva, pueda moverse en dirección alguna. Puede detectarse tal actitud en el hecho de que es muy difícil recordar alguna expresión emitida, por cuanto incluso resulta casi imposible negarla o aún confirmarla. Luego, supone que la ausencia de respuestas en los demás es un claro indicio de su superioridad intelectual.
El pseudo intelectual cree que a la verdad se llega mediante debate y consenso, antes que por el método científico de la verificación experimental. Nunca se lo verá inseguro por cuanto dispone de las palabras necesarias para encubrir la realidad y la falta de conocimientos concretos.
En sociología, como en toda rama de la ciencia, existen leyes naturales, o vínculos entre causas y efectos. En la descripción de los fenómenos sociales no es necesario encontrar leyes definidas estrictamente, sino que tan sólo basta conocer cuál es la causa y cuál el efecto. De esa manera trataremos de intensificar las causas que producen efectos deseables o disminuirlas, en otros casos, para disminuir efectos indeseables. En este caso se hace referencia a una proporcionalidad directa.
También existen proporcionalidades inversas como es el caso del vínculo existente entre producción y pobreza, ya que a mayor producción, menor pobreza. Si bien hay quienes critican la mayor producción como una causa que produce mayor desigualdad social y estiman que se la debe combatir de alguna forma.
Es evidente que una misma realidad es vista de forma muy distinta por los distintos observadores. Incluso hay quienes intercambian causas por efectos y efectos por causas. Así, si se afirma que la menor corrupción produce mayor nivel económico en la sociedad, hay quienes dirán que es el bienestar económico el que reduce la corrupción.
En estos casos, alguien estará más cerca de la realidad, o de la verdad. Por ello debe predominar en el científico social un gran interés por conocer la verdad. Este requisito será decisivo para su actividad intelectual.
Debemos distinguir entre la divergencia de opiniones “fuerte”, en la cual no hay acuerdo respecto de cuáles son las causas y cuáles los efectos, y la divergencia “débil” en la cual se coincide respecto de la validez de las leyes, pero se difiere en casos concretos. Por ejemplo, hay veces en que una mala propaganda produce efectos contrarios a los deseados. Al respecto hay bastante coincidencia. Pero, en un caso concreto, es posible que haya diferentes opiniones respecto de los efectos que producirá tal propaganda en concreto.
Incluso existen intelectuales que conocen muchas posturas filosóficas distintas y tienen influencias de todas ellas, sin tener una postura propia o definida. Ello se nota en la circularidad de sus respuestas (se mueve en un círculo vicioso) siendo muy raro que alguna vez se decida por una respuesta concreta.
La falta de orientación intelectual y la oscuridad se confunden a veces con la profundidad del pensamiento, siendo dos cosas diferentes. Por ello no es raro que alguno de estos personajes se atribuya cierta superioridad respecto del nivel de intelectualidad como mérito por conocer las opiniones opuestas de muchos autores que lo llevan en uno y otro sentido sin que, en definitiva, pueda moverse en dirección alguna. Puede detectarse tal actitud en el hecho de que es muy difícil recordar alguna expresión emitida, por cuanto incluso resulta casi imposible negarla o aún confirmarla. Luego, supone que la ausencia de respuestas en los demás es un claro indicio de su superioridad intelectual.
El pseudo intelectual cree que a la verdad se llega mediante debate y consenso, antes que por el método científico de la verificación experimental. Nunca se lo verá inseguro por cuanto dispone de las palabras necesarias para encubrir la realidad y la falta de conocimientos concretos.
En sociología, como en toda rama de la ciencia, existen leyes naturales, o vínculos entre causas y efectos. En la descripción de los fenómenos sociales no es necesario encontrar leyes definidas estrictamente, sino que tan sólo basta conocer cuál es la causa y cuál el efecto. De esa manera trataremos de intensificar las causas que producen efectos deseables o disminuirlas, en otros casos, para disminuir efectos indeseables. En este caso se hace referencia a una proporcionalidad directa.
También existen proporcionalidades inversas como es el caso del vínculo existente entre producción y pobreza, ya que a mayor producción, menor pobreza. Si bien hay quienes critican la mayor producción como una causa que produce mayor desigualdad social y estiman que se la debe combatir de alguna forma.
Es evidente que una misma realidad es vista de forma muy distinta por los distintos observadores. Incluso hay quienes intercambian causas por efectos y efectos por causas. Así, si se afirma que la menor corrupción produce mayor nivel económico en la sociedad, hay quienes dirán que es el bienestar económico el que reduce la corrupción.
En estos casos, alguien estará más cerca de la realidad, o de la verdad. Por ello debe predominar en el científico social un gran interés por conocer la verdad. Este requisito será decisivo para su actividad intelectual.
Debemos distinguir entre la divergencia de opiniones “fuerte”, en la cual no hay acuerdo respecto de cuáles son las causas y cuáles los efectos, y la divergencia “débil” en la cual se coincide respecto de la validez de las leyes, pero se difiere en casos concretos. Por ejemplo, hay veces en que una mala propaganda produce efectos contrarios a los deseados. Al respecto hay bastante coincidencia. Pero, en un caso concreto, es posible que haya diferentes opiniones respecto de los efectos que producirá tal propaganda en concreto.