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Pompilio Zigrino
16/06/2008, 18:00
La culpa no es de las amonestaciones

Una breve explicación de cómo los ministros de Educación transmiten los incentivos equivocados a los alumnos y alientan a los buenos docentes a dedicarse a otra cosa.


En recientes debates públicos, los ministros de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, la homónima provincia y el país se manifestaron en contra de las amonestaciones como sistema de penalización de faltas disciplinarias en el ámbito escolar. Algunos funcionarios ministeriales, supuestos expertos, hicieron declaraciones fundamentando lo dicho por los ministros. Mientras tanto sectores de la educación reclaman el regreso de las mismas.

La preocupación de los funcionarios es la exclusión. Sostienen que si los alumnos que se portan mal son amonestados y por reiterar su inconducta o por la gravedad de la misma llegan a las tradicionales 25 amonestaciones y son expulsados quedan excluidos, es decir sin oportunidad de salir de la situación de marginalidad.

Ellos prefieren que los jóvenes no reciban una sanción y perciban que da todo lo mismo. Que pasen un tiempo más en la escuela, sin aprender, porque al no respetar las indicaciones docentes no harán lo que estos indiquen deben hacer para aprender y así, completamente escolarizados salgan a la vida sin saber contenidos ni haber aprendido los mínimos valores necesarios para manejarse en la sociedad. ¿Cuánto puede durar en un trabajo quién le pega al jefe cuando le indica lo que esta mal hecho o quién falta permanentemente?

¿Qué exclusión es más grave, la de la amonestación en la juventud, cuando todavía hay tiempo de corregirse o la del despido en el primer trabajo?

Los ministros confunden autoridad con autoritarismo. Dan por sentado que la amonestación es arbitraria, sujeta al capricho del docente y sin oportunidad para que el alumno se defienda. Honestamente dan la idea de que nunca vieron un parte de amonestaciones en blanco.

En el antiguo régimen de apercibimientos y amonestaciones el docente solicitaba una sanción ante una inconducta que observaba en un alumno. Iniciado el pedido, el jefe de preceptores, regente o vicedirector debía elevar un informe al rector junto con un detalle de la situación del alumno y de la información complementaria que hubiese reunido. El rector fijaba finalmente la sanción y la comunicaba a los padres.

Varios errores se deslizan en el planteo de los ministros y sus asesores. El profesor no fijaba arbitrariamente la cantidad de amonestaciones; el equipo docente y directivo fijaba criterios para establecer la cantidad, criterios que implican valores que se van transmitiendo a los alumnos. Las autoridades intervinientes, jefe de preceptores, regente, vicedirector o el rector mismo tenían la oportunidad y el deber de conversar con el alumno o con la familia antes de decidir. “Mañana venga junto con sus padres” es una muy recordada frase de la adolescencia de muchos. Muchos rectores se reservaban el derecho a “dar oportunidades”.

Ante situaciones extremas se convocaba al cuerpo de profesores para que den su opinión, incluso en algunos casos vinculante.

Seguro que muchos de los chicos sancionados no estaban felices con ese hecho. ¿Quién esta feliz con un castigo? Interesante sería saber hoy si estos adultos opinan que aprendieron algo o no.

Sin duda habrá habido docentes y directivos arbitrarios y autoritarios. Habrá habido mediocres y otros con poca capacidad para escuchar y todo el conjunto de desviaciones humanas.

Pero el nudo de la cuestión es que quién se porta bien tiene un registro inmaculado, quién tiene mala conducta lleva las amonestaciones, es decir hay un sistema de premios y castigos. Como tal incentiva a hacer lo correcto y desalienta lo incorrecto. Impulsa a que el alumno asista a clase, preste atención al profesor, se comporte con sus compañeros, haga la tarea sin trampas, etc. y finalmente aprenda.

Pretende que a aquel que trabaja con responsabilidad, esfuerzo y respeto le vaya bien y al que no le vaya mal. Y que esta sea la lección fundamental que se lleven los chicos de la escuela. Le va bien a quien trabaja, se esfuerza y es responsable. Y quien no trabaja, molesta, entorpece el trabajo de los demás es excluido. Porque eso es lo que pasa en la vida más allá de la escuela. Y eso es lo que tienen que predicar o enseñar los docentes.

Es verdad que para que el sistema funcione necesita que una parte importante de los docentes que lo forman tengan autoridad. Que sean docentes que hayan sabido ganarse el respeto, que sus palabras valgan, que sus decisiones y opiniones sean tomadas en cuenta, que cuando digan “le voy a dar una nueva oportunidad” generen en el alumno un deber moral de estar a la altura de esa oportunidad. He conocido muchos de esos docentes, tanto preceptores, profesores como directivos, tanto jóvenes como otros con mucha experiencia, tanto formales como informales, tanto de materias exactas, como de materias sociales, artísticas o deportivas, varones y mujeres, formados en los distintos institutos, pero todos ellos con tres características: un gran compromiso con su labor, una gran capacidad para escuchar y prestar atención a sus alumnos y, por último, la madurez para reconocer sus limitaciones y sus errores, enmendándolos.

El deber de los ministros es contribuir a formar docentes con esa autoridad, darles los cargos, alentarlos a crecer y fundamentalmente respaldarlos cuando llegan los momentos claves.

Tarde o temprano, hasta al mejor docente se le va a cruzar un caso excepcional por lo problemático, que no va a poder resolver y ante el cuál va a tener que tomar o pedir medidas extremas. Tarde o temprano, el docente de verdad, con dolor en el alma, tendrá que aplicar el castigo, el que implica transmitir el mensaje de así no, esta conducta te excluye, te perjudica. Y en ese momento el ministro y los funcionarios ministeriales deben apoyar al docente, al que vieron crecer, al que muestra todas las pruebas de que su decisión es la correcta.

Hoy los ministros hacen otra cosa, reincorporan al alumno; en los hechos le dicen que no importa como se porte tiene derecho a malgastar la escuela que todos pagamos, que no van a correr el riesgo de excluirlo ahora, le garantizan que lo será más adelante. Arrastran en esto a los compañeros que reciben también el mensaje equivocado y ven disminuir la calidad de su entorno.

Y excluyen al docente, que ve su autoridad y su trabajo pisoteados, que queda indefenso ante unos alumnos que vienen de una sociedad, según el propio ministro Tedesco, cada vez más violenta.

Muchos docentes pierden el compromiso, muchos más abandonan la escuela pública y son reemplazados por los que sin vocación van a buscar un sueldo seguro a fin de mes.

Ah, eso sí, Mariano Narodowski, ministro de educación de la Ciudad de Buenos Aires, se ha comprometido a “reconstruir el lugar de los docentes como una autoridad, justa, legítima y confiable”. © www.economiaparatodos.com.ar

Santiago bolso
01/07/2008, 14:46
Tantas veces que no coincidimos Pompilio, aca si coincidimos. Coincido con esa preocupación, y en el hecho que me parece fundamental en la educación, tan malo como el autoritarismo inapelable, es el vale todo.

Surgen muchos problemas de difícil solución eso si, no hay una fórmula que asegure que todo se va a resolver.

Un problema sobre la inconducta de los estudiantes, mas allá de que en la escuela se le transmitan valores de respeto, al volver a la casa muchos de ellos se encuentran con otro tipo de valores y o carencia de ellos, a veces no alcanza con los valores trasmitidos en la escuela, por lo general ganan los valores trasmitidos en la casa.

También los profesores tienen que manejar valores claros, y creo que esto es fundamental. Sobre todo respeto. Saber escuchar, entender la situación, dar segundas oportunidades, y sobre todo tener cierto sentido común. Hay muchísimos casos en los cuales la situación se puede resolver bien para todos con una charla y no es siempre necesario regirse fríamente por la norma.

Por ejemplo, he conocido profesores que bromean un poco con los alumnos, pero en un momento dicen, bueno basta de charla, ahora sigamos con la clase, sin levantar la voz ni nada, y obtienen a cambio un respeto total, se hacen respetar con el ejemplo, es decir respetando a sus alumnos de la misma manera que esperan ser respetados.

Pero he conocido a otros muy sabios en su materia, pero que por ejemplo ya comienzan con discursos ofensivos desde el primer día. Un ejemplo que siempre recuerdo es el de un profesor de contabilidad, que el primer día de clases dice,"bueno, les recomiendo que presten atención porque esta es una materia muy difícil, y además a la mayoría les va a convenir porque se van a ir a exámen, porque siempre un 60% de los alumnos de mis clases se van a exámen", y esto lo decía con una mueca de orgullo. Si alguno le preguntaba como podía saber cuántos se iban a ir a exámen antes de conocernos siquiera, él contestaba, "las estadísticas no mienten".

Con un profesor así nadie puede estar seguro, porque más que enseñar ya viene mentalizado para que su predicción se cumpla y cubrir esa cuota de 60% de reprobados. Y en realidad ¿que es lo que aporta a nadie, al profesor o a los alumnos, una afirmación de este estilo?, no aporta nada, pero si genera un clima negativo y preocupante muy profundo. Entonces tiene que haber una manera eficiente de calificar a los profesores, no una vez cada tanto cuando llega una inspección, sino a través de otros mecanismos, no se me ocurren cuales, pero que impidan estas locuras de las que muchos profesores no están excentos.

Es un tema muy complejo y que exige un estudio profundo y medidas sobre todo equilibradas.

Chau.

Pompilio Zigrino
01/07/2008, 17:48
Las amonestaciones no funcionan en esta época porque los alumnos tienen poca vergüenza.....no se avergüenzan del castigo moral, porque predomina el cinismo. Sólo sienten el castigo material.

Pero por ello no hay que sacar las amonestaciones, hay que inculcar valores (y ahí surgirá la vergüenza que no aparece).

Emeric
10/07/2008, 18:22
Muchos docentes pierden el compromiso, muchos más abandonan la escuela pública y son reemplazados por los que sin vocación van a buscar un sueldo seguro a fin de mes.Eso es muy cierto. :nod:

Pompilio Zigrino
15/07/2008, 09:52
Aclaro que el artículo original no es mío. Lo puse porque me pareció bastante bueno. Lo saqué de www . economíaparatodos . com . ar

Simonetta_7
13/09/2008, 12:32
Aclaro que el artículo original no es mío. Lo puse porque me pareció bastante bueno. Lo saqué de www . economíaparatodos . com . ar
Con respecto al tema del foro, las amonestaciones, te comento que recientemente recibi diez apercibimientos y a raiz de eso empece a interesarme por lo que este sistema de castigo dentro de las aulas implica, como es natural. Creo que es necesario hacer un analisis particular de la situacion y enlazarla de algun modo con las circunstancias internas y externas propias y del medio pero no tan solo del alumno sino conjuntamente con la del profesor. La verticalidad dentro del sistema de apercibimientos (por lo menos en mi colegio) no abre a la posibilidad de dialogo, aumentando, de algun modo, las posibilidades de convertir el castigo en una mera retribucion arbitraria y no en una posibilidad de reflexion por parte del alumnado que recibe pasivamente dicho castigo. La unilateralidad y la verticalidad son caracteristicas claves que dan lugar a nuevas situaciones de violencia si se quiere, donde el que recibe el castigo se ve implicado en una situacion que puede generar ambivalencia y mayores conflictos para con el y su entorno. En mi caso, la profesora con la que tuve el conflicto, desde el primer dia ingreso con una actitud defensiva y hostil para con la generalidad del curso, no conociendonos decia lo que eramos, afirmaciones basadas en supuestos que surgen de una posicion rigida y autoritaria, amenzas de todo tipo escuchamos desde el primer dia. Yo, como alumna reconozco que no soy la persona mas sumisa, la vida me enseño a no bajar la cabeza cuando intentan pisarte y las pisoteadas basadas en una autoridad irracional y dogmatica son inadmisibles para mi, se les enseña a las personas, en muchos casos aceptar absolutamente todo, no construir una capacidad critica desde las dos partes, no a aceptar las propias limitaciones y a hacer un mea culpa, nos enseñan valores que no demuestran con el ejemplo, me pregunto si todo esos valores no son mas que una fachada para justificar su irreductible arbitrariedad en ALGUNOS CASOS. Creo que las amonestaciones deben existir, indudablemente, pero que deben aplicarse con conocimiento y con la conviccion de una mejora en la relacion y no como una devolucion violenta. Se dice que la sociedad es violenta y que esto se manifiesta en los pequeños circulos institucionales en donde vivimos, sin embargo la violencia se da simultaneamante no es un hecho aislado, el profesor es un miembro de la sociedad que abre a varias posibilidades, tanto como el alumno. En todo caso estamos ambos inmiscuidos en una red donde hay mayor susceptibilidad para que se den relaciones de este tipo, aunque a mi consideracion el prejuicio previo hace que las cosas se tornen apocalipticas, y que la accion se base segun la generalidad de tales prejuicios. Te puedo afirmar que las diez amonestaciones que recibi no tienen un fundamento firme, pero hay que ver cada caso, en este caso ambas originamos algo, mi manera de expresarme puede no ser entendida pero me considerouna persona con valores fuertemente marcados: justicia, respeto, solidaridad, dialogo,..etc...algunas amonestaciones dejan de ver a la persona para ver una situacion vista desde el angulo de el profesor y su mirada del otro(y digamos, esto es muy complejo)..en fin..
saludos..me gustan tus articulos y opiniones