jorgesalaz
22/04/2008, 02:38
Hace varios años, El estado de Baja California, México (fronterizo con California, USA) se encontraba en el proceso de elegir un nuevo gobernador. El Presidente de la República impuso, a través de su partido El PRI (Partido Revolucionario Institucional) a un viejo General que ya había sido Secretario de Defensa, el Gral. Hermenegildo Cuenca Díaz. Los miembros locales del partido vieron con desagrado tal imposición, pero eran órdenes del Presidente y más valía acatarlas. Por otro lado, el partido de oposición, el PAN (Partido Acción Nacional) había trabajado bastante para hacerse con el triunfo, pero al ser militar el candidato opositor, temían que el ejército hiciera ganar al vetusto general aunque los votos no le favorecieran. Entonces se propusieron hacerle la vida imposible. Sabedores de que el General Cuenca, acostumbrado a mandar y a ser obedecido sin discusión tenía mal caracter y eran frecuentes sus rabietas, idearon entre varias, una forma de ridiculizarlo y causar su enojo. Frente a la casa del general había un enorme anuncio de Coca-Cola. Contrataron a un excelente pintor para que cambiara las letras del anuncio utilizando la misma caligrafía y colores originales, sólo que ahora el anuncio decía Cuenca-Caca. Nadie se dió cuenta en los días siguientes del cambio en el anuncio, pero al cabo de una semana, el propio General al salir de su casa, observó atentamente el mencionado cartel publicitario y leyó la ofensiva palabra junto a su apellido. El viejo montó en cólera, llamó a junta a su equipo de campaña, les hizo un gran berrinche por no haberse dado cuenta del hecho y su enojo fué creciendo a medida que se dió cuenta de su impotencia para localizar y castigar a quienes lo habían insultado. Su viejo corazón no pudo más contra ésta situación y sufrió un ataque cardiaco que lo llevó hasta el hospital y de ahí a la tumba. Su partido, aunque ganó las elecciones fué debilitándose paulatinamente y finalmente perdieron el poder, el cual no han recuperado desde hace unos 20 años. El partido opositor y no pocos de los miembros de su propio partido se frotaron las manos con agrado al morir el general, el cual, sin ser mala persona no gustaba a los electores por el modo que llegó a la candidatura. Desde entonces los militares en México se la han pensado dos veces antes de aceptar candidaturas para puestos de elección popular y realmente son escasas sus participaciones fuera del ámbito castrense.