Gaetano
21/04/2008, 01:57
http://www.sideshowworld.com/1guru.jpg
El Gran Gurú llamaban los alumnos al maestro espiritual, a quel que los guiaría a través de las vicisitudes de la vida con la condición de nunca oponerse, porque este era dueño de la verdad. Es la historia de un amigo, que fué como padre para mí, con una perpectiva de la vida tan radical, que un servidor siempre decía: y pensar que nunca lo enfoqué desde ese punto de vista. Muchos años lo escuché decir que el equilibrio era esto, que el equilibrio era aquello y lo hacía con tanto apasionamiento que le creía ciegamente. Pero son los años los que empiezan a desenmarañar las cosas y al hombre que se creía arcangel, lo empecé a ver con otros ojos. En ocasiones inventaba aventuras desesperadas y descabelladas, pero de un día para el otro y luego, casi como había empezado; el impetu desaparecía, y es que el Gran Gurú como empezaba una empresa, lo terminaba.
El Gran Gurú no trabajaba, lo mantenía su mujer, pero él decía que la culpa la tenían los demás. El Gran Gurú no se bañaba sino tres veces al mes, pero para él estaba demás de justificado porque sus baños eran con alcohol isopropílico que generosamente regaba con algodon esteril por todo su cuerpo. La dieta del Gran Gurú era a la carta, ay!!! de su pobre mujer si no le preparaba la comida a tiempo, porque además de ser reflojo era capaz de dejar sin comer a sus hijos por cualquier escusa que se le ocurriera. Por otro lado, el Gran Gurú era un buen conversador, un extraordinario conversador, pero eso sí: con tal de no llevarle la contraria porque corrías el riesgo de ser: expatriado de su logia. El Gurú era un hombre de costumbres quinquenales. Todos los días hacía lo mismo: levantarse de la cama, ir a la computadora, y tratar de ligar a mujeres de las antípodas. Cuando su mujer le recriminaba, este le decía: yo estoy ayudando a esa pobre mujer. Por esta razón la palabra ayudar se convirtió para mí y los hijos del Gran Gurú en sinónimo de lujuría, desde ese día decimos nosotros cuando una mujer está demás de buena: ay Dios!!! como me provoca ayudar a esa mujer.
Hace algunos años, cuando empezaron a salirme las canas, se me ocurrió llevarle la contraria y el Gran Gurú me condenó con estas memorables palabras: tú no tienes valores. Le miré, y me retiré no sin antes decirle: A partir de este momento dejo de ser un PERDEDOR.
Conclusión: En muchas oportunidades esperamos una respuesta de una persona, y esta tarda en llegar y la vida se va. Tengan cuidado amigos porque el mundo está lleno de supuestos Grandes Maestros Espirituales que les harán doler la cabeza con palabras enrevesadas que no dicen nada. Porque eso es lo que quieren: confundir, y el orgullo propio es tan grande que preferimos callar a cuestionar. Por eso les digo: que persona humilde no es aquella que habla con palabras rebuscadas para impresionar, sino aquella que se hace entender con todos. Levantense y abandonen a los Grandes Gurús, ellos tienen tantos pecados como ustedes (sino peores). El futuro es ahora
El Gran Gurú llamaban los alumnos al maestro espiritual, a quel que los guiaría a través de las vicisitudes de la vida con la condición de nunca oponerse, porque este era dueño de la verdad. Es la historia de un amigo, que fué como padre para mí, con una perpectiva de la vida tan radical, que un servidor siempre decía: y pensar que nunca lo enfoqué desde ese punto de vista. Muchos años lo escuché decir que el equilibrio era esto, que el equilibrio era aquello y lo hacía con tanto apasionamiento que le creía ciegamente. Pero son los años los que empiezan a desenmarañar las cosas y al hombre que se creía arcangel, lo empecé a ver con otros ojos. En ocasiones inventaba aventuras desesperadas y descabelladas, pero de un día para el otro y luego, casi como había empezado; el impetu desaparecía, y es que el Gran Gurú como empezaba una empresa, lo terminaba.
El Gran Gurú no trabajaba, lo mantenía su mujer, pero él decía que la culpa la tenían los demás. El Gran Gurú no se bañaba sino tres veces al mes, pero para él estaba demás de justificado porque sus baños eran con alcohol isopropílico que generosamente regaba con algodon esteril por todo su cuerpo. La dieta del Gran Gurú era a la carta, ay!!! de su pobre mujer si no le preparaba la comida a tiempo, porque además de ser reflojo era capaz de dejar sin comer a sus hijos por cualquier escusa que se le ocurriera. Por otro lado, el Gran Gurú era un buen conversador, un extraordinario conversador, pero eso sí: con tal de no llevarle la contraria porque corrías el riesgo de ser: expatriado de su logia. El Gurú era un hombre de costumbres quinquenales. Todos los días hacía lo mismo: levantarse de la cama, ir a la computadora, y tratar de ligar a mujeres de las antípodas. Cuando su mujer le recriminaba, este le decía: yo estoy ayudando a esa pobre mujer. Por esta razón la palabra ayudar se convirtió para mí y los hijos del Gran Gurú en sinónimo de lujuría, desde ese día decimos nosotros cuando una mujer está demás de buena: ay Dios!!! como me provoca ayudar a esa mujer.
Hace algunos años, cuando empezaron a salirme las canas, se me ocurrió llevarle la contraria y el Gran Gurú me condenó con estas memorables palabras: tú no tienes valores. Le miré, y me retiré no sin antes decirle: A partir de este momento dejo de ser un PERDEDOR.
Conclusión: En muchas oportunidades esperamos una respuesta de una persona, y esta tarda en llegar y la vida se va. Tengan cuidado amigos porque el mundo está lleno de supuestos Grandes Maestros Espirituales que les harán doler la cabeza con palabras enrevesadas que no dicen nada. Porque eso es lo que quieren: confundir, y el orgullo propio es tan grande que preferimos callar a cuestionar. Por eso les digo: que persona humilde no es aquella que habla con palabras rebuscadas para impresionar, sino aquella que se hace entender con todos. Levantense y abandonen a los Grandes Gurús, ellos tienen tantos pecados como ustedes (sino peores). El futuro es ahora