Espartacus
10/04/2008, 21:24
Estuve esperando, ayer sin motivos...
me dejé obnuvilar por tu rosada frescura,
por ése mezquino sinsabor de antes,
pensando que por única vez
la felicidad me acariciaría mis palmas.
Esperé sin pretensiones con la misma sonrisa
que dibujaste en la tarde que soñábamos despiertos,
rociando los juncos, con nuestra fragancia
permitiendo al viento que nos arrebate la nada,
que nos quite de exprofeso
la mirada dejada por anteriores soñantes.
¡Qué melódica agonía la de ésa tarde,
cuántos y cuales pájaros otoñales,
surcando el misterio de saberte aqui
esperando...esperándome,
con esperanzas y un velo de vanalidades,
ocultándote de la injusticia...
Prados cancinos...
horizontes de otrora historia pertrechados,
amortizándose en encuentros
que nunca llegarían; quizás, nunca...
Estuve esperando, ayer sin fronteras,
imaginando de repente la luna saliente,
inundando...¡pero qué!
y con qué secretos la alameda distante.
Por que evocar ésa mediocre obsecuente;
ésa Luna, que lloriqueaba por mi visita,
en el pasado y con otras huestes,
afables ante una pesadilla de muertes.
Esperé sin pretensiones,
con los besos cálidos y gimientes,
dejando palpitar el corazón por si acaso,
escuchando sus bramidos, misóginos
al son de millares de estrellas
que nunca se apagarían.
Esperé sin moverme,
esperé por tu aventura...
...estuve esperándote,
con brazos en cruz
y hacia el cielo...
me dejé obnuvilar por tu rosada frescura,
por ése mezquino sinsabor de antes,
pensando que por única vez
la felicidad me acariciaría mis palmas.
Esperé sin pretensiones con la misma sonrisa
que dibujaste en la tarde que soñábamos despiertos,
rociando los juncos, con nuestra fragancia
permitiendo al viento que nos arrebate la nada,
que nos quite de exprofeso
la mirada dejada por anteriores soñantes.
¡Qué melódica agonía la de ésa tarde,
cuántos y cuales pájaros otoñales,
surcando el misterio de saberte aqui
esperando...esperándome,
con esperanzas y un velo de vanalidades,
ocultándote de la injusticia...
Prados cancinos...
horizontes de otrora historia pertrechados,
amortizándose en encuentros
que nunca llegarían; quizás, nunca...
Estuve esperando, ayer sin fronteras,
imaginando de repente la luna saliente,
inundando...¡pero qué!
y con qué secretos la alameda distante.
Por que evocar ésa mediocre obsecuente;
ésa Luna, que lloriqueaba por mi visita,
en el pasado y con otras huestes,
afables ante una pesadilla de muertes.
Esperé sin pretensiones,
con los besos cálidos y gimientes,
dejando palpitar el corazón por si acaso,
escuchando sus bramidos, misóginos
al son de millares de estrellas
que nunca se apagarían.
Esperé sin moverme,
esperé por tu aventura...
...estuve esperándote,
con brazos en cruz
y hacia el cielo...