Espartacus
11/03/2008, 14:09
Lo dejé allí, apuntado en ése banco,
un nombre sin mayúsculas
sin esperanzas ni deseos,
sin un pedacito de alegría siquiera;
lo abandoné, si...
como el envoltorio de un libro viejo y olvidado.
Tantos inviernos han pasado;
tantos...
tantas hojas amarillas le han visto llorar;
tantas...
Algunas lágrimas que tenía guardadas,
le quise dejar en ésa tarde de Abril
cuando la noche se asomaba a la deriva,
para que ahogue allí,
al menos un poquito de su tristeza.
Y allí quedó ese nombre,
con letras rotas y sin subrayado
en perfecta desolación
juntando el rocío en bolsillos rotos,
quedándose con las ilusiones
que en ellos depositamos a veces.
Miradas de transparencias intactas
se cruzaron con su agonía sutil,
con su desmembrado, ajado vestir de tiempo,
y le dieron dos o tres sonrisas
como dádivas,como migajas,
como las que tiré un día.
Mi corazón se agita cuando en silencio
recuerdo el nombre aquel,
aquel abandonado, como un lamento callejero,
aquel nombre que continúa esperando
que pases cualquier día,
y le quieras regalar alguna tímida caricia,
algún trocito de tu alma que te sobre...
Tantos inviernos han pasado;
tantos...
Tantas hojas amarillas le han visto llorar...
un nombre sin mayúsculas
sin esperanzas ni deseos,
sin un pedacito de alegría siquiera;
lo abandoné, si...
como el envoltorio de un libro viejo y olvidado.
Tantos inviernos han pasado;
tantos...
tantas hojas amarillas le han visto llorar;
tantas...
Algunas lágrimas que tenía guardadas,
le quise dejar en ésa tarde de Abril
cuando la noche se asomaba a la deriva,
para que ahogue allí,
al menos un poquito de su tristeza.
Y allí quedó ese nombre,
con letras rotas y sin subrayado
en perfecta desolación
juntando el rocío en bolsillos rotos,
quedándose con las ilusiones
que en ellos depositamos a veces.
Miradas de transparencias intactas
se cruzaron con su agonía sutil,
con su desmembrado, ajado vestir de tiempo,
y le dieron dos o tres sonrisas
como dádivas,como migajas,
como las que tiré un día.
Mi corazón se agita cuando en silencio
recuerdo el nombre aquel,
aquel abandonado, como un lamento callejero,
aquel nombre que continúa esperando
que pases cualquier día,
y le quieras regalar alguna tímida caricia,
algún trocito de tu alma que te sobre...
Tantos inviernos han pasado;
tantos...
Tantas hojas amarillas le han visto llorar...