Espartacus
06/02/2008, 11:20
Miraremos, si se te antoja, la puesta del sol embellecida,
de aquellas,
nuestras miradas en complicidad, desintencionadas.
Se nos vendrán las virtudes de otros tiempos,
olvidadas. Empobrecidas por
algún nuevo sueño encontrado.
Cómo has logrado ser alquimista de mis sueños,
y ser la musa que a menudo
mueve mi mano, con algún destino escueto; que no conozco.
Se nos vendrán las congojas, las lágrimas como jinetes del silencio,
que no tardarán en tornarse vanas,
por el devenir errante de mis emociones.
A qué jugada, del tablero de vida respondes, a cada paso.
Si te tornas las alas
que me arrastran, las pisadas reconocidas, las manos que me hamacan,
y mecen mis encantos, ya sin vida…
casi torpes, hacia ¿qué?.
Y ya regreso de nuevo, a la religión de mis ansias,
y contemplo de nuevo,
ésta oscuridad que no acompaña.
Me hieren febriles las distancias,
y se aprietan fuerte en mi pecho,
cuando abrazo sin querer tu imagen, ésta…quizás,
mi único trofeo de ti.
Y todos cometemos heridas, y lastimamos irreverentes.
Y nadie detiene las palabras, ni las envuelven como tu,
en celestiales deidades
El aislamiento me miente, me provoca a cada instante.
Incita sin argumentos a que cierre
el mejor libro de mi vida, el que voy escribiendo contigo.
Pero tranquilo espero; pues el dolor se va,
como golondrinas de lejanías austeras,
a anclar en nuevos puertos.
Pero, el cielo ha cambiado hoy.
Cayó mi Rey, y las piezas se me agitan.
Tu mejor jugada, me ha dejado sin defensas…
de aquellas,
nuestras miradas en complicidad, desintencionadas.
Se nos vendrán las virtudes de otros tiempos,
olvidadas. Empobrecidas por
algún nuevo sueño encontrado.
Cómo has logrado ser alquimista de mis sueños,
y ser la musa que a menudo
mueve mi mano, con algún destino escueto; que no conozco.
Se nos vendrán las congojas, las lágrimas como jinetes del silencio,
que no tardarán en tornarse vanas,
por el devenir errante de mis emociones.
A qué jugada, del tablero de vida respondes, a cada paso.
Si te tornas las alas
que me arrastran, las pisadas reconocidas, las manos que me hamacan,
y mecen mis encantos, ya sin vida…
casi torpes, hacia ¿qué?.
Y ya regreso de nuevo, a la religión de mis ansias,
y contemplo de nuevo,
ésta oscuridad que no acompaña.
Me hieren febriles las distancias,
y se aprietan fuerte en mi pecho,
cuando abrazo sin querer tu imagen, ésta…quizás,
mi único trofeo de ti.
Y todos cometemos heridas, y lastimamos irreverentes.
Y nadie detiene las palabras, ni las envuelven como tu,
en celestiales deidades
El aislamiento me miente, me provoca a cada instante.
Incita sin argumentos a que cierre
el mejor libro de mi vida, el que voy escribiendo contigo.
Pero tranquilo espero; pues el dolor se va,
como golondrinas de lejanías austeras,
a anclar en nuevos puertos.
Pero, el cielo ha cambiado hoy.
Cayó mi Rey, y las piezas se me agitan.
Tu mejor jugada, me ha dejado sin defensas…