Ales
31/12/2007, 13:54
Fue una noche de diciembre, fría, lúgubre, oscura, en la que caminaba aquella chica por el callejón con luz tenue, tras un día extraño en su trabajo.
Caminaba pensando en lo ocurrido sin prestar atención a su alrededor, cómo si sus pies la llevaran solos por el camino correcto hasta su hogar.
Entre la oscuridad se hallaba un hombre, cruel, siniestro, melancólico, que llevaba consigo unos zapatos rotos y un viejo sweter que a penas le calentaba.
Observaba a la chica de pies a cabeza. Cuando de repente, comenzó a caminar detrás de ella como si fuese su sombra.
La chica no se había percatado aún que la estaba siguiendo y llegando a la esquina de la calle se avalanzó sobre ella, con una navaja oxidada en su mano derecha, sometiéndola contra la pared.
El ladrón le advirtió que no se resistiera de lo contrario la mataria sin dudarlo, abrió su bolso, le sacó sus pertenencias de valor y se fue.
La chica, que aun no salía de su asombro y susto extremo se sentó, allí, en medio de la acera, bajo la mirada de la luna, a Llorar su desgracia.
Caminaba pensando en lo ocurrido sin prestar atención a su alrededor, cómo si sus pies la llevaran solos por el camino correcto hasta su hogar.
Entre la oscuridad se hallaba un hombre, cruel, siniestro, melancólico, que llevaba consigo unos zapatos rotos y un viejo sweter que a penas le calentaba.
Observaba a la chica de pies a cabeza. Cuando de repente, comenzó a caminar detrás de ella como si fuese su sombra.
La chica no se había percatado aún que la estaba siguiendo y llegando a la esquina de la calle se avalanzó sobre ella, con una navaja oxidada en su mano derecha, sometiéndola contra la pared.
El ladrón le advirtió que no se resistiera de lo contrario la mataria sin dudarlo, abrió su bolso, le sacó sus pertenencias de valor y se fue.
La chica, que aun no salía de su asombro y susto extremo se sentó, allí, en medio de la acera, bajo la mirada de la luna, a Llorar su desgracia.