Pompilio Zigrino
27/12/2007, 11:10
Antes de la aparición de la teoría de la evolución, la biología consistía en una acumulación de datos inconexos y con poco sentido. Asimismo, es necesario disponer de conceptos unificadores que le den sentido a la propia actividad científica, si bien ella misma se justifica al proveer satisfacciones personales a quien la practica, como de conocimientos a toda la humanidad.
Así como existe una progresiva adaptación biológica, es imprescindible que logremos una creciente adaptación cultural, que sólo será una prolongación de aquélla, y que es una exigencia que nos impone el propio orden natural como precio a nuestra supervivencia. La ciencia experimental es el principal componente de la adaptación cultural, por lo que en ello podemos encontrar el mencionado concepto unificador.
Como era de esperar, en la filosofía de la ciencia coexisten posturas opuestas y contradictorias respecto de lo que la ciencia implica. De ahí que ha aparecido últimamente la expresión “ciencia de la ciencia” designando a una nueva rama del conocimiento científico, y es la que busca describir su propia actividad con un carácter objetivo y unificado. Tal unificación de criterios provendrá, posiblemente, de dos fusiones previas:
a) Considerar a la actividad científica dentro del proceso cognoscitivo natural.
b) Considerar a la actividad científica dentro del proceso de la evolución cultural.
Estos intentos se conocen como “epistemología evolucionista” y, como toda ciencia, deberá encontrar resultados válidos y accesibles a todo pensador, en forma independiente a la postura filosófica imperante en cada individuo. Karl Popper, quien es uno de los que se encuadran en esta tendencia, escribió respecto del proceso cognoscitivo:
“Aunque he limitado mi discusión al desarrollo del conocimiento en la ciencia, mis observaciones son también aplicables, creo que sin muchos cambios, al desarrollo del conocimiento precientífico, es decir, a la manera general en que los hombres, e incluso los animales, adquieren nuevos conocimientos fácticos acerca del mundo. El método de aprendizaje de ensayo y error –de aprender de nuestros errores- parece ser fundamentalmente el mismo, ya sea practicado por animales más o menos desarrollados, por chimpancés o por hombres de ciencia. Mi interés no se dirige meramente a la teoría del conocimiento científico, sino más bien a la teoría del conocimiento en general. Ahora bien, el estudio del desarrollo del conocimiento científico es, creo, la manera más fructífera de estudiar el desarrollo del conocimiento en general. Puede decirse que el desarrollo del conocimiento científico es el desarrollo del conocimiento humano ordinario amplificado”.
“El método de ensayo y error no es, desde luego, simplemente idéntico al enfoque científico o crítico –esto es, al método de conjetura y refutación. No sólo Einstein aplica el método de ensayo y error, también lo aplica la ameba, aunque de una manera más dogmática. La diferencia no reside tanto en los ensayos como en las actitudes críticas y constructivas hacia los errores; errores que el científico trata consciente y cautelosamente de descubrir para refutar sus teorías con argumentos de indagación, incluyendo el recurso a las más severas pruebas experimentales que sus teorías y su ingenio le permitan diseñar” (De “Conjeturas y refutaciones”).
Y respecto del proceso cognoscitivo en relación a la selección natural:
“De acuerdo con mi propuesta, lo que caracteriza al método empírico es su manera de exponer a falsación el sistema que ha de contrastarse: justamente de todos los modos imaginables. Su meta no es salvarles la vida a los sistemas insostenibles sino, por el contrario, elegir el que comparativamente sea más apto, sometiendo todos a la más áspera lucha por la supervivencia”.
“¿Cómo y por qué aceptamos una teoría con preferencia a otras? Ciertamente tal preferencia no se debe a nada semejante a una justificación experimental de los enunciados que componen una teoría, es decir, no se debe a una reducción lógica de la teoría a la experiencia. Elegimos a la teoría que se mantiene mejor en la competición con las demás teorías, la que por selección natural muestra ser más apta para sobrevivir; y ésta será la que no solamente haya resistido las contrastaciones más exigentes, sino que sea, asimismo, contrastable del modo más riguroso. Una teoría es una herramienta que sometemos a contraste aplicándola, y que juzgamos si es o no apropiada teniendo en cuenta el resultado de su aplicación” (De “La lógica de la Investigación Científica” – Red Editorial Iberoamericana SA).
Es oportuno aclarar que una descripción unificada de la actividad científica no implica establecer un fundamento axiomático riguroso de la misma. Considerando que la matemática establece el fundamento lógico de la física, y que ésta lo es de la química, y la química de la biología, etc., el fundamento riguroso de la ciencia partiría de los fundamentos de la matemática, problema de por sí bastante arduo aún para los especialistas en ese tema. Por el contrario, con la “ciencia de la ciencia” tan sólo se pretende lograr una descripción objetiva que permita establecer pensamientos y acciones correctas asociadas a la misma, por lo que vendría a ser una “sociología de la ciencia” fundamentada coherentemente.
Respecto de la posibilidad de encuadrar la actividad científica dentro del marco de una teoría general del conocimiento, ello es posible por cuanto tanto una como la otra pueden describirse a partir de un mismo sistema de realimentación negativa. Así, el objetivo del sistema es lograr la descripción de R (realidad), o una parte de ella, mientras que se logra un modelo de la misma M(t). Mediante la comparación entre ambas (R – M(t)) se establece el error que hará proseguir el proceso hasta que se lo haya podido reducir hasta un valor aceptable. Albert Einstein dijo: “Toda ciencia no es otra cosa que una depuración del pensamiento cotidiano”.
En cuanto a la posibilidad de encuadrar la actividad científica en el marco del proceso de evolución y adaptación, debemos considerar que también los procesos adaptativos son esencialmente sistemas de realimentación negativa. Así, el objetivo a lograr es la “especie adaptada”, mientras que sólo obtenemos la “especie en vías de adaptación”, apareciendo un error, o diferencia, que hace que el proceso (de la selección natural) siga hasta que el error haya disminuido hasta un valor aceptable. En el caso de las teorías, tenemos como objetivo lograr la “teoría mejor adaptada”, pero sólo disponemos de una “teoría en vías de adaptación”, apareciendo el error y siguiendo el proceso buscando su reducción.
Es oportuno decir que la “evolución cultural”, proceso que permite el progresivo aumento del nivel de conocimientos de la humanidad, resulta similar al de la “evolución biológica”. Sin embargo, mientras que en ésta no se heredan los caracteres adquiridos (excepto que consideremos a la mejora genética como una mejora en el contenido de información que estará disponible a las futuras generaciones), en la evolución cultural heredamos el conocimiento aportado por las generaciones pasadas. De todas maneras, aun cuando no se pueda establecer una vinculación estricta entre evolución biológica y cultural, y sólo pueda establecerse una analogía formal, es posible utilizar los sistemas realimentados mencionados como base para el establecimiento de una descripción aceptable del proceso científico.
(Sigue)
Así como existe una progresiva adaptación biológica, es imprescindible que logremos una creciente adaptación cultural, que sólo será una prolongación de aquélla, y que es una exigencia que nos impone el propio orden natural como precio a nuestra supervivencia. La ciencia experimental es el principal componente de la adaptación cultural, por lo que en ello podemos encontrar el mencionado concepto unificador.
Como era de esperar, en la filosofía de la ciencia coexisten posturas opuestas y contradictorias respecto de lo que la ciencia implica. De ahí que ha aparecido últimamente la expresión “ciencia de la ciencia” designando a una nueva rama del conocimiento científico, y es la que busca describir su propia actividad con un carácter objetivo y unificado. Tal unificación de criterios provendrá, posiblemente, de dos fusiones previas:
a) Considerar a la actividad científica dentro del proceso cognoscitivo natural.
b) Considerar a la actividad científica dentro del proceso de la evolución cultural.
Estos intentos se conocen como “epistemología evolucionista” y, como toda ciencia, deberá encontrar resultados válidos y accesibles a todo pensador, en forma independiente a la postura filosófica imperante en cada individuo. Karl Popper, quien es uno de los que se encuadran en esta tendencia, escribió respecto del proceso cognoscitivo:
“Aunque he limitado mi discusión al desarrollo del conocimiento en la ciencia, mis observaciones son también aplicables, creo que sin muchos cambios, al desarrollo del conocimiento precientífico, es decir, a la manera general en que los hombres, e incluso los animales, adquieren nuevos conocimientos fácticos acerca del mundo. El método de aprendizaje de ensayo y error –de aprender de nuestros errores- parece ser fundamentalmente el mismo, ya sea practicado por animales más o menos desarrollados, por chimpancés o por hombres de ciencia. Mi interés no se dirige meramente a la teoría del conocimiento científico, sino más bien a la teoría del conocimiento en general. Ahora bien, el estudio del desarrollo del conocimiento científico es, creo, la manera más fructífera de estudiar el desarrollo del conocimiento en general. Puede decirse que el desarrollo del conocimiento científico es el desarrollo del conocimiento humano ordinario amplificado”.
“El método de ensayo y error no es, desde luego, simplemente idéntico al enfoque científico o crítico –esto es, al método de conjetura y refutación. No sólo Einstein aplica el método de ensayo y error, también lo aplica la ameba, aunque de una manera más dogmática. La diferencia no reside tanto en los ensayos como en las actitudes críticas y constructivas hacia los errores; errores que el científico trata consciente y cautelosamente de descubrir para refutar sus teorías con argumentos de indagación, incluyendo el recurso a las más severas pruebas experimentales que sus teorías y su ingenio le permitan diseñar” (De “Conjeturas y refutaciones”).
Y respecto del proceso cognoscitivo en relación a la selección natural:
“De acuerdo con mi propuesta, lo que caracteriza al método empírico es su manera de exponer a falsación el sistema que ha de contrastarse: justamente de todos los modos imaginables. Su meta no es salvarles la vida a los sistemas insostenibles sino, por el contrario, elegir el que comparativamente sea más apto, sometiendo todos a la más áspera lucha por la supervivencia”.
“¿Cómo y por qué aceptamos una teoría con preferencia a otras? Ciertamente tal preferencia no se debe a nada semejante a una justificación experimental de los enunciados que componen una teoría, es decir, no se debe a una reducción lógica de la teoría a la experiencia. Elegimos a la teoría que se mantiene mejor en la competición con las demás teorías, la que por selección natural muestra ser más apta para sobrevivir; y ésta será la que no solamente haya resistido las contrastaciones más exigentes, sino que sea, asimismo, contrastable del modo más riguroso. Una teoría es una herramienta que sometemos a contraste aplicándola, y que juzgamos si es o no apropiada teniendo en cuenta el resultado de su aplicación” (De “La lógica de la Investigación Científica” – Red Editorial Iberoamericana SA).
Es oportuno aclarar que una descripción unificada de la actividad científica no implica establecer un fundamento axiomático riguroso de la misma. Considerando que la matemática establece el fundamento lógico de la física, y que ésta lo es de la química, y la química de la biología, etc., el fundamento riguroso de la ciencia partiría de los fundamentos de la matemática, problema de por sí bastante arduo aún para los especialistas en ese tema. Por el contrario, con la “ciencia de la ciencia” tan sólo se pretende lograr una descripción objetiva que permita establecer pensamientos y acciones correctas asociadas a la misma, por lo que vendría a ser una “sociología de la ciencia” fundamentada coherentemente.
Respecto de la posibilidad de encuadrar la actividad científica dentro del marco de una teoría general del conocimiento, ello es posible por cuanto tanto una como la otra pueden describirse a partir de un mismo sistema de realimentación negativa. Así, el objetivo del sistema es lograr la descripción de R (realidad), o una parte de ella, mientras que se logra un modelo de la misma M(t). Mediante la comparación entre ambas (R – M(t)) se establece el error que hará proseguir el proceso hasta que se lo haya podido reducir hasta un valor aceptable. Albert Einstein dijo: “Toda ciencia no es otra cosa que una depuración del pensamiento cotidiano”.
En cuanto a la posibilidad de encuadrar la actividad científica en el marco del proceso de evolución y adaptación, debemos considerar que también los procesos adaptativos son esencialmente sistemas de realimentación negativa. Así, el objetivo a lograr es la “especie adaptada”, mientras que sólo obtenemos la “especie en vías de adaptación”, apareciendo un error, o diferencia, que hace que el proceso (de la selección natural) siga hasta que el error haya disminuido hasta un valor aceptable. En el caso de las teorías, tenemos como objetivo lograr la “teoría mejor adaptada”, pero sólo disponemos de una “teoría en vías de adaptación”, apareciendo el error y siguiendo el proceso buscando su reducción.
Es oportuno decir que la “evolución cultural”, proceso que permite el progresivo aumento del nivel de conocimientos de la humanidad, resulta similar al de la “evolución biológica”. Sin embargo, mientras que en ésta no se heredan los caracteres adquiridos (excepto que consideremos a la mejora genética como una mejora en el contenido de información que estará disponible a las futuras generaciones), en la evolución cultural heredamos el conocimiento aportado por las generaciones pasadas. De todas maneras, aun cuando no se pueda establecer una vinculación estricta entre evolución biológica y cultural, y sólo pueda establecerse una analogía formal, es posible utilizar los sistemas realimentados mencionados como base para el establecimiento de una descripción aceptable del proceso científico.
(Sigue)