karlacris
14/12/2007, 15:13
Día de garduación de los consultantes de los programas de tratamiento.
Llego al salón donde se realizará el evento, este bulle de actividad, de niños corriendo, de madres angustiadas detrás para que el bebé no se caiga en la piscina, gente charlando, terapeutas corriendo como locos para asegurar que todo salga a la perfección.
Si bien es cierto ya nos habían convocado, el acto todavía no empieza (la mala costumbre de los salvadoreños de ser impuntuales se impone...), espero como 20 minutos conevrsando sobre cualquier cosa con la consultora...
Al fin empieza la celebración... sí es una celebración, celebramos la perseverancia, el esfuerzo, la esperanza y sobre toda la vida y los nuevos comienzos.
El Gerente General de la institución da las palabras de inicio y luego de su breve discurso pasamos a la fase de testimonios de los graduandos.
El primero en pasar es un señor de unos 40 años que nos cuenta su vida, una vida como la de muchos ahí: triste, llena de vicisitudes... y luego su voz se quiebra justo cuando nos cuenta que su familia fue la que más sufrió, la voz se le ahoga en un sollozo mientras su esposa le aplaude... Llega al final de sus testimonio enmedio de lágrimas y vuelve a sentarse junto a su familia: su esposa y su hijo...
Y es ahí donde sucede lo que más me conmovió de toda la ceremonia, algo que quizás pasó desapercibido, qúe quizás nadie más lo vió: cuando se sienta a la par de su hijo, un muchacho como de 18 años, él le pasa el brazo por los hombros y lo abraza, el padre inclina su cabeza sobre la del hijo y lloran juntos, en silencio, como si los demás hubiésemos desaparecido de su mundo... sólo ellos dos en un abrazo íntimo, donde los resentimientos no tienen lugar para dar paso al perdón por los años pasados.
Los veo desde mi asiento, las lágrimas vienen a mis ojos y es donde vuelvo a tener la certeza del porque escogí este campo de trabajo: por eso, por los lazos familiares que se pueden volver a establecer, por las vidas que pueden tener una nueva oportunidad, por el perdón sanando las heridas del pasado, por la esperanza que se renueva con el sol, por la vida!
Por eso trabajo en esto. Por eso... Y me basta y me sobra!
Llego al salón donde se realizará el evento, este bulle de actividad, de niños corriendo, de madres angustiadas detrás para que el bebé no se caiga en la piscina, gente charlando, terapeutas corriendo como locos para asegurar que todo salga a la perfección.
Si bien es cierto ya nos habían convocado, el acto todavía no empieza (la mala costumbre de los salvadoreños de ser impuntuales se impone...), espero como 20 minutos conevrsando sobre cualquier cosa con la consultora...
Al fin empieza la celebración... sí es una celebración, celebramos la perseverancia, el esfuerzo, la esperanza y sobre toda la vida y los nuevos comienzos.
El Gerente General de la institución da las palabras de inicio y luego de su breve discurso pasamos a la fase de testimonios de los graduandos.
El primero en pasar es un señor de unos 40 años que nos cuenta su vida, una vida como la de muchos ahí: triste, llena de vicisitudes... y luego su voz se quiebra justo cuando nos cuenta que su familia fue la que más sufrió, la voz se le ahoga en un sollozo mientras su esposa le aplaude... Llega al final de sus testimonio enmedio de lágrimas y vuelve a sentarse junto a su familia: su esposa y su hijo...
Y es ahí donde sucede lo que más me conmovió de toda la ceremonia, algo que quizás pasó desapercibido, qúe quizás nadie más lo vió: cuando se sienta a la par de su hijo, un muchacho como de 18 años, él le pasa el brazo por los hombros y lo abraza, el padre inclina su cabeza sobre la del hijo y lloran juntos, en silencio, como si los demás hubiésemos desaparecido de su mundo... sólo ellos dos en un abrazo íntimo, donde los resentimientos no tienen lugar para dar paso al perdón por los años pasados.
Los veo desde mi asiento, las lágrimas vienen a mis ojos y es donde vuelvo a tener la certeza del porque escogí este campo de trabajo: por eso, por los lazos familiares que se pueden volver a establecer, por las vidas que pueden tener una nueva oportunidad, por el perdón sanando las heridas del pasado, por la esperanza que se renueva con el sol, por la vida!
Por eso trabajo en esto. Por eso... Y me basta y me sobra!