prometeo6002
14/12/2007, 13:33
Espérame a la vuelta de otro siglo, en la reencarnación del espacio, a la puerta de todas las angustias,
allá donde los caminos te llevaron a la Roma de los sueños, saboreadas las lágrimas de oro y dignificada cualquier culpa
comprende al menos que escuchar de otra boca esa leyenda sería ambiguo, incoloro e insípido, porque transcurrida la centuria de los cuentos y las adivinanzas solo queda la certeza de las revelaciones
esas que otorgan el privilegio de escuchar de voz de Caperucita como transformó en cena al endeble lobo, comprendo que todavía ese secreto no es revelable para que no espante las nostalgias de la infancia
pero en la estancia que nos acoja, allí, en la indispensable parada, no habrá razón para el espanto ni los secretos a medias o la verdad inconclusa
porque llegaré desde muy lejos a mitificar los tonos del quebranto y las entregas irreverentes de las tremendas barajas que sortearon la mesa, el paño y los Solitarios
para ganar la última mano a la Reina de Espadas, a la que corta y mutila la seriedad del juego
entonces no habrá motivos que elegir ni consecuencias que abonarle a la prisa, la vastedad será un punto suficiente
hasta tanto, regalo el tiempo de ventaja, el corte y el reparto, una noche de trenes, la hora, el día y hasta el último intento de robarte la saliva
Espérame porque allí descubrirás que nunca tuve el don de la profecía, y solo me asisten las estrofas de un poema de amor asesinado.
allá donde los caminos te llevaron a la Roma de los sueños, saboreadas las lágrimas de oro y dignificada cualquier culpa
comprende al menos que escuchar de otra boca esa leyenda sería ambiguo, incoloro e insípido, porque transcurrida la centuria de los cuentos y las adivinanzas solo queda la certeza de las revelaciones
esas que otorgan el privilegio de escuchar de voz de Caperucita como transformó en cena al endeble lobo, comprendo que todavía ese secreto no es revelable para que no espante las nostalgias de la infancia
pero en la estancia que nos acoja, allí, en la indispensable parada, no habrá razón para el espanto ni los secretos a medias o la verdad inconclusa
porque llegaré desde muy lejos a mitificar los tonos del quebranto y las entregas irreverentes de las tremendas barajas que sortearon la mesa, el paño y los Solitarios
para ganar la última mano a la Reina de Espadas, a la que corta y mutila la seriedad del juego
entonces no habrá motivos que elegir ni consecuencias que abonarle a la prisa, la vastedad será un punto suficiente
hasta tanto, regalo el tiempo de ventaja, el corte y el reparto, una noche de trenes, la hora, el día y hasta el último intento de robarte la saliva
Espérame porque allí descubrirás que nunca tuve el don de la profecía, y solo me asisten las estrofas de un poema de amor asesinado.