ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
11/12/2007, 09:41
“En términos de Durkheim, si bien desafiando sus intuiciones, podríamos decir que la moralidad es la condición de anomia perpetua e irreparable. Ser moral es la condición de estar abandonado a mi propia libertad” (Zygmunt Bauman de Ética Posmoderna)
Considero interesante la inversión del significado al que apunta Bauman. La mención a la anomia está justificada por el nombre del tema: la soledad del sujeto moral. De esta manera, es fácil entender por qué dije hace unos días: “Durkheim asignó al sujeto sin objeto moral el nombre de anomia”. Apruebo, rotundamente, la actitud de “desafiar las intuiciones”, sean de quien sean y sean las que sean; es la predisposición del aumento de conocimiento: la crítica. Como dijo Wilde: “no hay preguntas impertinentes, hay respuestas comprometidas”
El otro día, en una charla, “desafiaba” mis propias interpretaciones de conocidos sociólogos, declarando que, en ocasiones, mis críticas de esos autores rozaban la malinterpretación. Tal y como he propuesto, la crítica es un proceso creativo y no una mera reproducción. El objeto del pensamiento, el contenido de lo pensado y aportado por el autor original, puede ser modificado si la apropiación se dirige, efectivamente, a una síntesis que suponga una novedad; es creada por la voluntad en cada momento, en cada representación donde lo temporal abra la posibilidad a la diversidad. Ese estado de expresión es, en cierto modo, indeterminado, como consecuencia de aquella apertura, pero será determinado en tanto sea reproducción y niegue la emergencia de las síntesis. La terceridad de estas síntesis es un paso posterior al planteamiento del problema, el de su justificación racional como urgencia, que es, ella misma, emergente si es sintética. El paso anterior, entonces, es aquella urgencia que reclama, ante la razón, su continuidad.
Considero interesante la inversión del significado al que apunta Bauman. La mención a la anomia está justificada por el nombre del tema: la soledad del sujeto moral. De esta manera, es fácil entender por qué dije hace unos días: “Durkheim asignó al sujeto sin objeto moral el nombre de anomia”. Apruebo, rotundamente, la actitud de “desafiar las intuiciones”, sean de quien sean y sean las que sean; es la predisposición del aumento de conocimiento: la crítica. Como dijo Wilde: “no hay preguntas impertinentes, hay respuestas comprometidas”
El otro día, en una charla, “desafiaba” mis propias interpretaciones de conocidos sociólogos, declarando que, en ocasiones, mis críticas de esos autores rozaban la malinterpretación. Tal y como he propuesto, la crítica es un proceso creativo y no una mera reproducción. El objeto del pensamiento, el contenido de lo pensado y aportado por el autor original, puede ser modificado si la apropiación se dirige, efectivamente, a una síntesis que suponga una novedad; es creada por la voluntad en cada momento, en cada representación donde lo temporal abra la posibilidad a la diversidad. Ese estado de expresión es, en cierto modo, indeterminado, como consecuencia de aquella apertura, pero será determinado en tanto sea reproducción y niegue la emergencia de las síntesis. La terceridad de estas síntesis es un paso posterior al planteamiento del problema, el de su justificación racional como urgencia, que es, ella misma, emergente si es sintética. El paso anterior, entonces, es aquella urgencia que reclama, ante la razón, su continuidad.