jorgesalaz
10/12/2007, 23:40
Mi Judaismo
Por Martin Varzavsky
Estaba revisando mi blog y encontré este artículo en borrador escrito hace un año. Se ve que por alguna razón no lo publiqué. Quizás me daba algo de miedo presentar ideas que me pondrán a tiro de judíos y antisemitas al mismo tiempo. Pero lo volví a leer y creo que si quiero ser coherente en este blog tan personal, lo tengo que publicar, así que aquí va.
Mi judaismo
Soy judío. Soy judío porque mi madre es judía y mi padre lo era también. Soy judío porque todos mis antecesores lo eran. Soy judío porque otros judíos me reconocen como tal y porque los antisemitas me odian como tal. Pero, más allá de esos hechos, si tengo que definir qué significa ser judío, no lo puedo hacer fácilmente, porque así de judío como soy, no creo en la mayoría de las cosas en las que creen algunos otros judíos, empezando por el Dios de la Biblia.
Celebro las fiestas judías porque son mi tradición. Cuando se menciona a Dios en ocasiones en las que no se está rezando, los judíos religiosos utilizan otros nombres para no pronunciar su nombre como está escrito en la Torá (Antiguo Testamento), ya que nombrar a Dios por su nombre dicen que es pecado (pido disculpas si ofendo). Personalmente, cuando se habla de Dios miro para otro lado no por temas religiosos, sino porque simplemente me da vergüenza leerle a mis hijos durante Pesaj que las aguas del mar Rojo se abrieron en dos para que pasaran los judíos y luego se ahogaran los egipcios, que nos esclavizaban. Podría llegar a creer en Dios, pero sin duda no en el Dios temperamental de la Biblia.
No creo en el Dios de los judíos, ni en el de sus sucesores cristianos y musulmanes. Para muchos Dios tiene una ética, un propósito, una personalidad. Además, y curiosamente, tiene unos agentes que hacen su trabajo, agentes como el Mesías, los ángeles, el diablo, y otros personajes que a mi me resultan, casi diría, de ciencia ficción. Claro, aún más de ciencia ficción me resultan los seres humanos que matan sintiéndose ellos mismos agentes de Dios ya sean judíos, musulmanes o cristianos. Mi idea de Dios, si tengo una, es un concepto muy abstracto, que nada tiene que ver con la religión organizada. Lo único a lo que yo puedo llamar yo Dios es a la fuente de verdad ocasional que nos da el universo en expansión de la ciencia. Digamos que mi concepto de Dios es lo que la ciencia va descubriendo y como se que lo que queda es la mayoría del conocimiento, puedo llamar a mi y a nuestra ignorancia colectiva…Dios. Mi concepto de Dios entonces es un Dios sin carácter, sin discurso, sin personalidad, sin Biblia y por el cual no vale la pena rezar, ni ver a un rabino, ni discutir con los demás que piensen diferente y, sin duda, por el que no vale la pena matar a nadie. Un Dios bastante aburrido para la gente realmente religiosa. Pero lo interesante de esto es que aunque esa sea mi idea de Dios, yo soy tan judío para los demás como todos los judíos. Es por eso que me expreso ahora hablando de temas del judaísmo como judío y me he tomado el derecho, aquí en mi blog, de relatar una visión muy personal –y probablemente equivocada– de lo que considero los errores más graves que cometimos históricamente los judíos.
Al principio de nuestra historia, el judaísmo parecía bien encaminado. El tema de los Diez Mandamientos tiene mucho sentido como regla de convivencia para ser adoptadas por todos los seres humanos. Pero luego vino el primer grave error histórico de los judíos: la invención del concepto del Mesías. Y no solo fue un grave error inventar este concepto de un Dios que viene de visitante a la tierra a salvarnos, sino que peor aún fue no creerle luego a los dos Mesías más exitosos del planeta: Jesús y Mahoma. Ser judío hoy es como ser el viajero de un tren que empezó a moverse hace 5000 años, el tren judío, pero del que la mayoría de los pasajeros se bajaron en dos grandes estaciones: la primera hace 2000 años (llamada cristianismo) y la segunda hace 1300 años (llamada Islam). En términos proporcionales podríamos decir que si el tren llevaba a 300 personas, 180 se bajaron con Jesús, 119 se bajaron con Mahoma (en el mundo hay alrededor de 2 mil millones de cristianos, mil de musulmanes y 13 millones de judíos) y quedó un solo pasajero, el judío, un pasajero medio loco que insiste que en realidad el Mesías aún no llegó. “Yo”, dice Moisés, “de aquí no me bajo hasta que verdaderamente llegue el Mesías”. O, si este Moisés soy yo, dice: “yo de aquí no me bajo porque yo no encontré la estación en la que valga la pena bajarme”. Ese Moisés somos todos los judíos. No somos el pueblo elegido, pero si somos el pueblo diferente, que remamos contra la corriente, que por un lado somos una persona cada 500 en el planeta, pero una cada 5 en los ganadores de premios Nóbel. Mientras tanto, por otro lado somos un verdadero desastre tomando decisiones históricas. Desde esta perspectiva, por supuesto, los otros pasajeros nos odian. Los cristianos porque cuestionamos que Jesús era el Mesías y no nos bajamos en su estación y los musulmanes porque cuestionamos que Mahoma era el Mesías e ignoramos también la suya. Pero nosotros insistimos, e pur si muove decimos. Así tenemos a Israel, el único país judío del mundo, el loco del tren que nadie sabe que hacer con el en las Naciones Unidas. El país a contramano.
El segundo enorme error de los judíos fue elegir históricamente mal con cual de los dos grupos mesiánicos establecernos cuando se paró el tren. Cuando los cristianos eran la civilización más guerrera y asesina del planeta, matándose constantemente en guerras fraticidas que culminaron en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los judíos apostamos por los cristianos y nos fue terriblemente mal. Interesantemente, durante el periodo donde los judíos teníamos guetos en países cristianos, los judíos que se quedaron con los musulmanes sobrevivieron ya que estos eran gente especialmente pacífica, civilizada e, inclusive durante la Edad Media, más avanzada científicamente que los cristianos. La minoría judía que apostó por los musulmanes eligió mejor durante mil años…hasta la creación del Estado de Israel.
Pero una gran parte de los judíos que se fueron a vivir en la cultura cristiana, los judíos Azkenazis, grupo al cual pertenezco, fueron exterminados. Esto ocurrió en parte –y considero que este es el tercer gran error histórico de los judíos–, porque se creyeron integrados a la comunidad europea, confiaron (ya que muchos de ellos habían sido inclusive héroes de la Primera Guerra Mundial) y terminaron yendo como ganado al matadero en el holocausto. Confiaron demasiado en un orden internacional que los traicionó. Irónicamente, esto ha llevado al cuarto error histórico de los judíos, que viene desde hace décadas y sigue ocurriendo en este mismo momento, y que es que la generación que creció preguntándose cómo sus predecesores pudieron ser tan inocentes, desconfían demasiado en el orden internacional, van demasiado por la suya y terminan bombardeando Líbano y agravando el conflicto que están tratando de combatir, ya que ahora Hizbolá tendrá más adeptos al dejar el país empobrecido, furioso y sin oportunidades.
El quinto gran e inevitable error de los judíos — aunque es entendible que luego de la Segunda Guerra Mundial quisieran cambiar de barrio– fue volver a su casa de origen y apostar por los musulmanes. Si, se que escribiendo esto me pongo en contra a la gran mayoría de mis hermanos judíos, pero igual lo voy a decir. Aunque apoyo totalmente el derecho de Israel a existir y sobrevivir con las fronteras del acuerdo de Oslo, me parece que a solo 50 años de su creación se puede decir que su fundación y la promoción del retorno de los judíos a nuestro país de origen fue un error histórico. Sí, Israel está donde está y entiendo los lazos históricos que nos unen a su tierra tan simbólica para los judíos, pero seamos prácticos: la verdad es que Israel ha pasado de ser el hogar seguro para los judíos de la diáspora al hogar en serio peligro de los judíos que volvieron a la tierra prometida. Si entiendo que los fundadores del Estado de Israel creían que nos íbamos a poder llevar muy bien con los musulmanes, ya que históricamente los asesinos de judíos se encontraban en el mundo cristiano, pero lo que no entendimos es que luego de la Segunda Guerra Mundial –donde murieron 60 millones de personas y la mayoría de los judíos europeos– los ciudadanos europeos aprendieron finalmente a vivir principalmente en paz y en democracia y, curiosamente, la mayoría de los conflictos a partir de entonces ocurrieron en el mundo musulmán. Además aunque a los israelíes le encanta mostrarnos su hermoso y fascinante país (que realmente merece la pena visitar) los judíos de la diáspora en conjunto tenemos hoy en día más éxito económico, científico, más producción artística, literaria y bajo cualquier medida que se quiera tomar somos más relevantes en el mundo que los judíos que viven en Israel.
Por Martin Varzavsky
Estaba revisando mi blog y encontré este artículo en borrador escrito hace un año. Se ve que por alguna razón no lo publiqué. Quizás me daba algo de miedo presentar ideas que me pondrán a tiro de judíos y antisemitas al mismo tiempo. Pero lo volví a leer y creo que si quiero ser coherente en este blog tan personal, lo tengo que publicar, así que aquí va.
Mi judaismo
Soy judío. Soy judío porque mi madre es judía y mi padre lo era también. Soy judío porque todos mis antecesores lo eran. Soy judío porque otros judíos me reconocen como tal y porque los antisemitas me odian como tal. Pero, más allá de esos hechos, si tengo que definir qué significa ser judío, no lo puedo hacer fácilmente, porque así de judío como soy, no creo en la mayoría de las cosas en las que creen algunos otros judíos, empezando por el Dios de la Biblia.
Celebro las fiestas judías porque son mi tradición. Cuando se menciona a Dios en ocasiones en las que no se está rezando, los judíos religiosos utilizan otros nombres para no pronunciar su nombre como está escrito en la Torá (Antiguo Testamento), ya que nombrar a Dios por su nombre dicen que es pecado (pido disculpas si ofendo). Personalmente, cuando se habla de Dios miro para otro lado no por temas religiosos, sino porque simplemente me da vergüenza leerle a mis hijos durante Pesaj que las aguas del mar Rojo se abrieron en dos para que pasaran los judíos y luego se ahogaran los egipcios, que nos esclavizaban. Podría llegar a creer en Dios, pero sin duda no en el Dios temperamental de la Biblia.
No creo en el Dios de los judíos, ni en el de sus sucesores cristianos y musulmanes. Para muchos Dios tiene una ética, un propósito, una personalidad. Además, y curiosamente, tiene unos agentes que hacen su trabajo, agentes como el Mesías, los ángeles, el diablo, y otros personajes que a mi me resultan, casi diría, de ciencia ficción. Claro, aún más de ciencia ficción me resultan los seres humanos que matan sintiéndose ellos mismos agentes de Dios ya sean judíos, musulmanes o cristianos. Mi idea de Dios, si tengo una, es un concepto muy abstracto, que nada tiene que ver con la religión organizada. Lo único a lo que yo puedo llamar yo Dios es a la fuente de verdad ocasional que nos da el universo en expansión de la ciencia. Digamos que mi concepto de Dios es lo que la ciencia va descubriendo y como se que lo que queda es la mayoría del conocimiento, puedo llamar a mi y a nuestra ignorancia colectiva…Dios. Mi concepto de Dios entonces es un Dios sin carácter, sin discurso, sin personalidad, sin Biblia y por el cual no vale la pena rezar, ni ver a un rabino, ni discutir con los demás que piensen diferente y, sin duda, por el que no vale la pena matar a nadie. Un Dios bastante aburrido para la gente realmente religiosa. Pero lo interesante de esto es que aunque esa sea mi idea de Dios, yo soy tan judío para los demás como todos los judíos. Es por eso que me expreso ahora hablando de temas del judaísmo como judío y me he tomado el derecho, aquí en mi blog, de relatar una visión muy personal –y probablemente equivocada– de lo que considero los errores más graves que cometimos históricamente los judíos.
Al principio de nuestra historia, el judaísmo parecía bien encaminado. El tema de los Diez Mandamientos tiene mucho sentido como regla de convivencia para ser adoptadas por todos los seres humanos. Pero luego vino el primer grave error histórico de los judíos: la invención del concepto del Mesías. Y no solo fue un grave error inventar este concepto de un Dios que viene de visitante a la tierra a salvarnos, sino que peor aún fue no creerle luego a los dos Mesías más exitosos del planeta: Jesús y Mahoma. Ser judío hoy es como ser el viajero de un tren que empezó a moverse hace 5000 años, el tren judío, pero del que la mayoría de los pasajeros se bajaron en dos grandes estaciones: la primera hace 2000 años (llamada cristianismo) y la segunda hace 1300 años (llamada Islam). En términos proporcionales podríamos decir que si el tren llevaba a 300 personas, 180 se bajaron con Jesús, 119 se bajaron con Mahoma (en el mundo hay alrededor de 2 mil millones de cristianos, mil de musulmanes y 13 millones de judíos) y quedó un solo pasajero, el judío, un pasajero medio loco que insiste que en realidad el Mesías aún no llegó. “Yo”, dice Moisés, “de aquí no me bajo hasta que verdaderamente llegue el Mesías”. O, si este Moisés soy yo, dice: “yo de aquí no me bajo porque yo no encontré la estación en la que valga la pena bajarme”. Ese Moisés somos todos los judíos. No somos el pueblo elegido, pero si somos el pueblo diferente, que remamos contra la corriente, que por un lado somos una persona cada 500 en el planeta, pero una cada 5 en los ganadores de premios Nóbel. Mientras tanto, por otro lado somos un verdadero desastre tomando decisiones históricas. Desde esta perspectiva, por supuesto, los otros pasajeros nos odian. Los cristianos porque cuestionamos que Jesús era el Mesías y no nos bajamos en su estación y los musulmanes porque cuestionamos que Mahoma era el Mesías e ignoramos también la suya. Pero nosotros insistimos, e pur si muove decimos. Así tenemos a Israel, el único país judío del mundo, el loco del tren que nadie sabe que hacer con el en las Naciones Unidas. El país a contramano.
El segundo enorme error de los judíos fue elegir históricamente mal con cual de los dos grupos mesiánicos establecernos cuando se paró el tren. Cuando los cristianos eran la civilización más guerrera y asesina del planeta, matándose constantemente en guerras fraticidas que culminaron en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los judíos apostamos por los cristianos y nos fue terriblemente mal. Interesantemente, durante el periodo donde los judíos teníamos guetos en países cristianos, los judíos que se quedaron con los musulmanes sobrevivieron ya que estos eran gente especialmente pacífica, civilizada e, inclusive durante la Edad Media, más avanzada científicamente que los cristianos. La minoría judía que apostó por los musulmanes eligió mejor durante mil años…hasta la creación del Estado de Israel.
Pero una gran parte de los judíos que se fueron a vivir en la cultura cristiana, los judíos Azkenazis, grupo al cual pertenezco, fueron exterminados. Esto ocurrió en parte –y considero que este es el tercer gran error histórico de los judíos–, porque se creyeron integrados a la comunidad europea, confiaron (ya que muchos de ellos habían sido inclusive héroes de la Primera Guerra Mundial) y terminaron yendo como ganado al matadero en el holocausto. Confiaron demasiado en un orden internacional que los traicionó. Irónicamente, esto ha llevado al cuarto error histórico de los judíos, que viene desde hace décadas y sigue ocurriendo en este mismo momento, y que es que la generación que creció preguntándose cómo sus predecesores pudieron ser tan inocentes, desconfían demasiado en el orden internacional, van demasiado por la suya y terminan bombardeando Líbano y agravando el conflicto que están tratando de combatir, ya que ahora Hizbolá tendrá más adeptos al dejar el país empobrecido, furioso y sin oportunidades.
El quinto gran e inevitable error de los judíos — aunque es entendible que luego de la Segunda Guerra Mundial quisieran cambiar de barrio– fue volver a su casa de origen y apostar por los musulmanes. Si, se que escribiendo esto me pongo en contra a la gran mayoría de mis hermanos judíos, pero igual lo voy a decir. Aunque apoyo totalmente el derecho de Israel a existir y sobrevivir con las fronteras del acuerdo de Oslo, me parece que a solo 50 años de su creación se puede decir que su fundación y la promoción del retorno de los judíos a nuestro país de origen fue un error histórico. Sí, Israel está donde está y entiendo los lazos históricos que nos unen a su tierra tan simbólica para los judíos, pero seamos prácticos: la verdad es que Israel ha pasado de ser el hogar seguro para los judíos de la diáspora al hogar en serio peligro de los judíos que volvieron a la tierra prometida. Si entiendo que los fundadores del Estado de Israel creían que nos íbamos a poder llevar muy bien con los musulmanes, ya que históricamente los asesinos de judíos se encontraban en el mundo cristiano, pero lo que no entendimos es que luego de la Segunda Guerra Mundial –donde murieron 60 millones de personas y la mayoría de los judíos europeos– los ciudadanos europeos aprendieron finalmente a vivir principalmente en paz y en democracia y, curiosamente, la mayoría de los conflictos a partir de entonces ocurrieron en el mundo musulmán. Además aunque a los israelíes le encanta mostrarnos su hermoso y fascinante país (que realmente merece la pena visitar) los judíos de la diáspora en conjunto tenemos hoy en día más éxito económico, científico, más producción artística, literaria y bajo cualquier medida que se quiera tomar somos más relevantes en el mundo que los judíos que viven en Israel.