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Ver la versión completa : Anomia y sentido



Pompilio Zigrino
08/12/2007, 20:20
El sociólogo Emile Durkheim encuentra en la anomia (ausencia de normas) una de las causas de suicidio. El individuo, por alguna razón, deja de sentir el control social y llega a sentirse desligado de las normas aceptadas por la sociedad. Ello da lugar a una tendencia autodestructiva que incluso puede llevarlo hasta el suicidio. Los casos más notorios implican un cambio abrupto, tanto ascendente como descendente, del nivel económico que hasta entonces ha mantenido. La ausencia momentánea de normas de conducta, ya sea porque no se aceptan las imperantes en la sociedad, o porque tampoco en ella están claramente definidas, provoca serios inconvenientes en la vida de sus integrantes.

Por otra parte, el psiquiatra Víktor Frankl encuentra que la mayoría de los problemas existenciales y psicológicos que afectan al individuo tiene su origen en la ausencia de un definido sentido de la vida. Generalmente, las normas éticas están asociados a un objetivo implícito en ellas, por lo que, en realidad, se trataría de un mismo problema. El Bien es lo que promueve el logro de un objetivo y el Mal lo que lo desfavorece.

De los aportes de Durkheim y de Frankl podemos inferir que es necesario disponer tanto de normas éticas en la sociedad como de un sentido de la vida en el individuo. En épocas pasadas, cuando la influencia de la religión era notoria, casi no existían estos problemas. Justamente, el predominio del ateísmo y del relativismo moral, ha incrementado notablemente los trastornos mencionados.

Prevalece la opinión de que no existe una ética natural, u objetiva, sino que toda norma aceptada tiene un carácter puramente convencional, casi como si se tratase de una moda. De ser así, nuestro universo no sería un lugar confiable, sino una verdadera trampa. Si el hombre tiende a autodestruirse ante la ausencia de normas y ante la falta de un sentido definido de la vida, y si no existen tales conceptos sino a nivel subjetivo y convencional, entonces deberíamos renunciar a solucionar los problemas existenciales que afrontamos. Incluso algunos especialistas en medio ambiente han afirmado que “el problema ecológico es un problema moral”.

En lugar de descubrir la mejor ética, para adaptarnos óptimamente al orden natural, se supone que habría que inventarla para adaptarnos luego a la voluntad del que la inventó. Este gran absurdo mantiene cautivo el pensamiento de muchos intelectuales. Otros suponen que los problemas sociales e individuales se resolverán por medio de la economía, por lo que la ética ocuparía sólo un lugar secundario. En esto coinciden liberales y marxistas.

En realidad, la ética natural, asociada a los aspectos emotivos del ser humano, es necesaria tanto para evitar las tendencias autodestructivas, como para evitar el vacío existencial y el deterioro ambiental, e incluso del propio sistema económico. La ética natural, que propone compartir las penas y las alegrías de nuestros semejantes, resulta accesible a los niños y a los simples, pero no a la mayor parte de los intelectuales, que siguen adhiriendo a posturas relativistas que tienden a llevar al hombre a su autodestrucción. Claude Tresmontant escribió: “Si hay fracaso, la culpa no deberá ser imputada al Universo, ni a la Creación, sino al hombre. Y Teilhard veía en las filosofías del absurdo y en la derelición (abandono) los signos inquietantes de un «aburrimiento» que, para él, es el más grande, el único peligro que puede amenazar a la evolución” (De “Introducción al pensamiento de Teilhard de Chardin” – Ed. Taurus SA).

Una niña, de unos cinco años, dijo cierta vez: “Excepto los bebés, todos saben quien es Dios”. Ante el requerimiento de qué entendía por «Dios», afirmó: “Es el que hizo todo”. En la actualidad deberíamos volver a la “filosofía infantil” y a la “ética infantil”, la que ha sido “revelada a los niños y oculta a los sabios y los listos”. Esto se debe a que se acepta tranquilamente que no existe un objetivo del universo y que ese sentido debe establecerlo convencionalmente el propio hombre. Sin embargo, al haber leyes naturales invariantes, está implícito en ellas un sentido que está oculto para que los hombres realicemos una tarea indagatoria, implicando su descubrimiento una parte más del precio que debemos pagar por nuestra supervivencia.

Cuando se critica a tal o cual filósofo nihilista, se aduce que no tiene ninguna culpa por el actual predominio del relativismo moral. En cambio, si fuese un solo filósofo el que mantuviera esa postura, sería distinto. Se utiliza la misma lógica que a veces aplican los estudiantes secundarios. Si alguien transgrede una norma de disciplina, acepta su culpabilidad; pero si son muchos los que lo hacen, el “culpable es el grupo” y ninguno de sus integrantes se siente responsable por el hecho.

Si el mundo fuera dirigido por un Dios caprichoso que cambia a cada tanto las “reglas del juego”, no tendríamos la posibilidad de adaptarnos al cambio. Sin embargo, es evidente que existen regularidades en los fenómenos naturales y sociales, que denominamos “leyes naturales”. Por ello, de todas las éticas posibles, habrá alguna que se adaptará mejor a esas leyes, y producirá mejores resultados que otras. Esa vendría a ser la “ética natural”. Que nos cueste encontrarla y expresarla, no implica que no exista. Decir que cualquier ética propuesta se adaptará de igual manera al conjunto de leyes naturales, es algo absurdo. Vendría ser el mismo caso que decir que cualquier teoría científica se ha de adaptar de igual manera al mundo real.

Lo grave del relativismo moral es el hábito libertino que promueve. Así, la burla asociada a la victoria de un equipo de fútbol es considerada como un “aspecto pintoresco de nuestra cultura”, y es difundida por los medios masivos de comunicación, por lo que tal actitud pronto trascenderá el ámbito deportivo y se generalizará a otros. El robo se considera “legítimo” si se efectúa contra alguien que posee mucho dinero, por lo que pronto se generalizará a cualquiera persona. Se consideran “éticos” el asesinato, la tortura, el secuestro, etc., si se hacen en nombre del “socialismo”, pero es malo en caso contrario. Se considera que es malo el imperialismo y la globalización si son impulsados por EEUU, pero era aceptable cuando esos objetivos fueron impulsados por la ex URSS.

Cada individuo califica como “aceptable” una acción propia, mientras que esa misma acción sería “inaceptable” si fuese realizada por otro. Es evidente que se acepta una desigualdad básica entre las personas. Por el contrario, cuando predomina el absolutismo moral, consideramos los efectos producidos por nuestras acciones, en otras personas, de la misma manera en que consideramos los efectos de sus acciones en nosotros mismos.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
10/12/2007, 03:44
Le debiera recordar que es distinto juzgar los hechos que estudiarlos, o, al menos, un primer problema es aprender a desligarlos. Ese prejuicio comteano es contrario, incluso una traición, a un tema que se inicia con Durkheim. No son los autores, son las teorías, y, de éstas, las mejores: el orden falso del conocimiento.

Desapruebo en gran parte de su estilo de crítica al relativismo como forma de defender su ética. Parece que se siente incapaz de defenderla. No entiendo cómo habla de Teilhard y Durkheim para luego argumentar con ecos de “natural”. Natural sí, Pompilio, pero es un abstracto; en el fondo, un acercamiento ideal que reproduce el orden de ahí fuera.

Después de meses con la frasecita de Spinoza no ve aún lo ridículo de esa expresión como ética; porque es falsa. En su filosofía eso no era grave, pues era una contención de los absolutos. Era motivo de risa, con razón, como idea verdadera a lo Descartes. Su puridad dicta la lejanía de nosotros, “aunque atraiga igualmente”. Por eso, David Bohm es leibzianamente super-hegelianio; por eso, Spinoza y Hegel son desastrosos; por eso, el orden de ahí fuera es distinto del de ahí dentro; porque su simetría es sólo una hipótesis: el imperfecto orden del conocimiento.

Un saludo

Pompilio Zigrino
12/12/2007, 11:09
Me gustaría que hiciera críticas de aspectos concretos. Al menos yo escribo sobre aspectos concretos de la realidad.

Si Ud. adhiere al relativismo moral, pues promuévalo. Como la anomia y la falta de sentido destruyen al hombre, al menos estoy esperanzado de que existe en la realidad algo como un sentido objetivo y una ética objetiva.

Pero si Ud. rechaza la ética natural por ser "infantil", pues promueva la ética profunda que Ud. conoce. Tengo curiosidad por conocerla....

Pompilio Zigrino
13/12/2007, 09:42
Ubico una crítica constructiva que me llegó hace poco (y que amplía lo que escribí):

Autores americanos estudiaron posteriormente el fenómeno de la anomia y lo
centraron en lo que se denomina "Conductas divergentes o desviadas", con
relación a la normalidad o a las respuestas más comunes de los individuos.
Abarcarían no solo el suicidio, sino una amplia gama de delitos y
perversiones" .

Robert K Merton dice: "Cuando los procedimientos para alcanzar fines no son
gobernados por normas institucionales, la cultura y la sociedad están mal
integradas, y lo mismo ocurre cuando la absoluta conformidad ritualista se
transforma en un valor central. Entre esas dos fases de la estructura social
se mantiene un cierto equilibrio, mientras existan satisfacciones para los
individuos que aceptan ambas maneras de la coacción".

Así como Robert K. Merton amplía el sentido de anomia, cuyo
concepto inicial, según Durkheim, estaba referido a la falta de normas de
una sociedad o grupo sin ser una propiedad de los individuos confrontados
con dicha estructura, Mc Yver le da una connotación psicológica y "sería el
estado de ánimo del individuo, cuyas raíces morales se han roto, que ya no
tiene normas sino impulsos desconectados, sin ningún deseo de continuidad de
grupo, ni de obligación. El individuo anómico, se ha hecho espiritualmente
estéril, solo responsable ante sí mismo. No le interesan los valores de
otros individuos.

Su única fe es la negación. Vive en la frontera de ningún pasado y ningún
futuro".
Mc Yver define la anomia "como un estado de ánimo, en el que está roto o
mortalmente debilitado el sentido de cohesión social, que es uno de los
principales resortes de la moral del individuo".

Así tenemos, para entender un poco más al trabajo de Merton, que el mismo ha
influenciado en demasía sobre el análisis epistemológico y el estudio y la
concepción de la ciencia.-

Podemos decir que la imagen académica y social de la ciencia y la
tecnología ha sufrido profundos cambios a lo largo de este siglo. La
concepción clásica de la ciencia como conocimiento verdadero y libre de
valores sobre la naturaleza se quebró con la tesis de Kuhn, a partir de la
cual se instauró una tradición que rompe no sólo con la filosofía
positivista, sino con la sociología mertoniana centrada en el análisis de la
comunidad científica.

Robert K. Merton está considerado como el padre de la sociología de la
ciencia, y su período de máxima influencia (junto con sus discípulos y
colaboradores de la Universidad de Columbia) llega hasta los años 70. El
programa mertoniano se mueve en torno a la ciencia considerada como
institución social, sin abordar su núcleo epistemológico. En el clásico
artículo de 1942 Merton propone su visión de la comunidad científica como un
grupo social diferenciable por una serie de normas no escritas (el llamado
ethos científico).-

La teoría de la anomia. Su relación con el delito
económico.-.. ......... ......... no quiero seguir dando lata........ .... en
todo caso tratamos el tema en privado con los que les interesa.... ........
esto es parte de un trabajo práctico que alguna vez tuve que
hacer....... ....... muy actual por cierto.-

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
13/12/2007, 10:59
Agradezco su buena intención.

Como consecuencia de que veo que se niega a entender mis escritos he propuesto el tema de hoy. Veo que ha pretendido matizar cómo debería ser una crítica, de mano de Merton, del que le hablé hace cosa de un par de años. Nada que venga en ese ejemplo de crítica no se lo he dicho yo. ¿Soberbia? no, señor; defiendo mis teorías y me gustaría que las entendiese.

Sigue diciendo que aporte algo mío. ¿vé cómo no me entiende?. “no son los autores, son las teorías, y, de estas, las mejores”. No pienso quién, sino QUÉ. Amigo Pompilio, el tercer mundo. Si entendiese mi uso de síntesis, cualquier comentario acerca de lo propio u original estaría de más, es una prueba más de que no me entiende.

“¿Desde el vacío?”. ¿Cómo cree que aplico las teorías de Libet, Popper, Kant, Gibson o Piaget ?. La ética del conocimiento pretende resolver la paradoja desde sí misma como su orden. En vez de ser en sí, por sí y para sí, es ser para fuera (terceridad) ¿No leyó que no era el lobo estepario “que se sabe muchos, pero no siente admiración inmediata dentro de él, ni por él”?. He dedicado el suficiente estudio a Durkheim como para no necesitar que nadie me explique el sentido de anomia. Yo, simplemente, lo he mirado de otra forma. Por cierto, consulte la actualidad sociológica “seria” y me comenta si soy tan incomprensible. Evidentemente, no va a leer mi nombre, pero mis ideas las va a ver por muchas partes; si no ahora, déle tiempo.

No me interprete como soberbia, sé que en algunas cosas estoy confundido y en otras no; eso se lo dejo a la crítica. Le he insistido en que su realidad y la mía son la misma. ¿Por qué ahora piensa que no pasará lo mismo con la verdad? Pompilio son los problemas y las teorías, no los autores. No se emperre en no entenderme, por favor.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
14/12/2007, 10:17
El problema anómico, está claro, es un problema ético y moral. En mi opinión, son lo mismo; en ocasiones conviene el uso de un nombre y en otras el del otro, pero es un problema de palabras, no de ideas. El problema de las acciones y su reflexión, cómo actuamos y bajo qué formas valoramos esa actuación, no es un problema de mencionar, ni de nombrar; está ahí igualmente, es puridad, a priori.

El problema como fue planteado por Durkheim se refiere a la desvinculación propiamente significativa de su génesis, de allí donde se hace dependiente del significado; sin él, es sólo actualidad, y pierde la función portadora y reproductora de la orientación al sentimiento moral, que se encuentra sin él “huérfano” y en “ruina”, desmoralizado ante la quiebra de ese sentimiento, no uno, sino dos, la solidaridad inmediata y la que crea la mediación de los significados, aquí, el contexto social en sus construcciones y efectos. De manera que la anomia emerge de su situación “sobre el vacío”, que no ve frente al espejo la expectativa, el reflejo esperado, y que supone el momento crítico, la imposibilidad de ubicarse en el soporte de la continuidad. No es sólo un abstracto y una categoría de la posible representación, es más, es un sentimiento inmediato, real.

El impulso moral, contrario al de anomia, que es su reverso, consiste en mirar al otro y establecer, a partir de ahí, el sentido de las representaciones encauzadas. El cauce asegura la continuidad en tanto no se salga de él. La fuerza aglutinadora, el impulso positivo, es el sentimiento moral, la solidaridad inmediata. Por el contrario, la base de la artificialidad moral consiste en negar la otra, la auténtica moral. La de especie negativa, no es si no un disfrazarse de ella, una falsificación; es éticamente inmoral, no sólo parasitaria, también venenosa. Se sirve a sí misma, pero se presenta bajo la apariencia de puridad y respetabilidad. Son los desperdicios morales que han usurpado el puesto a la verdadera acción moral.

El juego que rompe la armonía quiere imitarla sin entender que el palco de la universalidad está más allá de su posible representación; en cuanto tal, no es, no está, simplemente lo intuimos como un silbido del más allá. Es el objeto esencial que mueve y da forma al compás del contenido de lo real. Pero “lo peor de la falta de armonía no es que no la soportemos, sino que no se soporta a sí misma”, pues no es verdad. Aun para sorpresa de muchos, nos hayamos ante el sentido de nihilismo social, es decir, anomia, la fuente enajenante que envenena a los que beben de ella.

Pompilio Zigrino
14/12/2007, 11:18
Ud. es un difamador. Eso de abrir un escrito con mi nombre y diciendo irónicamente que es una "ética infantil", no se lo acepto.

Si Ud. tiene decencia y honradez hará conocer su "ética adulta".

Lo espero

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
14/12/2007, 12:24
Sr. Zigrino, como le dije ayer por mensaje personal, dejé de referirme a su ética como infantil hace un tiempo, aunque usted en estos días ha vuelto con el "nombre". Ahora, viene cargado. Está claro, como dijo usted, que hablamos idiomas distintos. Le dejo que airée todo lo que quiera esa ética suya.

Que pase un grato día.

Santiago bolso
18/12/2007, 18:15
Creo que en definitiva la anomia no es más que una crisis de lo viejos valores que aún no han sido reemplazados por nuevos valores. El clásico rebelde si causa que se afirma contra lo establecido pero no ha logrado elaborar una ideología capaz de sustituir la imperante.

En todo caso de la anomia no habría que culpar a los filósofos nihilistas sino a los valores imperantes que no logran satisfacer las necesidades de todos los individuos o no son lo suficientemente flexibles para adecuarse a los nuevos tiempos e incorporar la crítica.

La sociología o la filosofía o el pensamiento en general no debe decir, hay que hacerle una lobotomía a todo aquel que no cumple con las normas, debe preguntarse que lleva a alguien a no cumplir con las normas, ¿insatisfacción de sus necesidades?, ¿mal aprendizaje de las normas?, ¿enfermedad mental o enfermedad social?, ¿está enfermo quién está en un manicomio o está enferma la sociedad que lo puso allí?.

Culpar a los nihilistas de todos los males del mundo es un viejo truco que ya no debería surtir efecto, la mayoría de los delitos son cometidos por gente que no ha leído a ningún filósofo, cierto que en nuestra sociedad hay muchas cosas que andan mal, ya el hecho de que existan cárceles, el hecho de que una sociedad tenga que hacer cumplir las normas por el castigo, es porque falla la educación o algo más que solo la educación.

Nos vemos.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
19/12/2007, 08:33
No creo que sea solamente un problema de nuevos valores. La solidaridad no depende solamente de los valores, y tiene una importante carga de irracionalidad.

Los valores terminan objetivándose en formas que permiten la socialización. Ese marco viene a ser lo que llamé racionalidad ética, la del derecho o la economía. Ahora bien, la irracionalidad ética, la solidaridad, es fundamentalmente irracional, no parte de un cálculo, sino de la irracionalidad propia de las síntesis, o del impulso moral, que es una forma inmediata de relación con los demás.

Llega un punto en que “los demás” son un mero abstracto que pierde la inclinación social y cae en su propia indeterminación, se asienta en lo que da por descontado, lo que espera siga siendo igual para poder así seguir operando con normalidad a través del mantenimiento del sentido de la expectativa. Pero si el todo, que es “siempre dándose y nunca, por fin, dado”, descubre sus fisuras, se da la crisis. Entra en juego la anomia y se pasa a vivir la ruptura del fundamento, el reverso del impulso moral positivo.

Es importante que se vea que la irracionalidad de la solidaridad es un momento distinto del de la aplicación de “ideas”. Las ideas tienen su momento puro, como tienen el de su aplicación. Su puridad no entiende del desenlace de las mismas, no sabe qué se hará con ellas. Lamento que se ha hablado de etnometodologia sin entender en el fondo de qué se trataba, que es la aplicación de las ideas en función de los patrones sobre los que se actúa, estudiándose desde la respuesta del mismo actuar. He justificado a Garfinkel desde Weber y Parsons, de modo que podemos, con facilidad, pensar el problema. Estamos a la espera de la respuesta de los demás, pero confundimos esa espera con lo que efectivamente vendrá. Todo esto se debe ver desde la “acción social” en el sentido weberiano.

Los sociólogos y filósofos, al menos muchos de ellos, hacen exactamente lo que dices tú. Repiensan la condición de normalidad. Mira que una exitosa forma de hacerlo es el la deconstrucción, que concibe los problemas de una forma compleja, como si no fuese de manera alguna dada. Filósofos como Foucauld vieron con gran interés fenómenos anormales como condición del mantenimiento de la normalidad (Durkheim ya dijo eso mucho antes). Los sociólogos hablan en términos como “secuestro de la experiencia”, y su discurso es menos especulativo y más operativo, pero el problema lo ven de manera similar.

No sé bien a qué te refieres con los nihilistas. Cuando hablé de nihilismo social me refería a algo que sucede en un proceso de enajenación moral como consecuencia de conflictos y confusiones propios de negar el verdadero impulso moral. El impulso es, en primer grado, fundamentalmente irracional, como he dicho, y lo vuelve, en cierto modo, imprevisible.

Es fácil malinterpretar este tipo de ideas, sobre todo por quienes ven en ellas una ideología clara. El estado anómico, tal como lo veo yo, no se presta fácilmente a simples juicios de valor.

El estudio de Durkheim en El suicidio presenta la anomia como un efecto invertido de la solidaridad. Es una obra con bastante material empírico que dirige la especulación a partir de los datos que tiene. Se sigue poniendo el ejemplo de esa obra porque sigue siendo claramente ilustrativo de cómo debe proceder la sociología. Lo primero que hace es romper con las ideas preconcebidas y es epistemológicamente problemática. Hace preguntas y llega a extrañas conclusiones alejadas de lo que parecía evidente. Aclaro que es una obra de interés más metodológico que de trabajo de investigación, pues los datos tienen casi un siglo y ya no son válidos. En efecto, hay una regla social, el conocimiento moral, pero no sé de esa ley natural que rija lo social. En términos históricos es lo que considero el problema de Marx -y Hegel-: las leyes, no sólo supuestas, sino desconocidas, pero tomadas como verdaderas.

La idea de totalidad de Durkheim era el verdadero objeto de estudio de su sociología en un sentido problemático –teórico-. La totalidad era compatible con el estudio reduccionista si se basaba en el conocimiento de las relaciones entre las partes. A partir de ciertos estudios, eso sí, se podrían ir descubriendo las relaciones. Aunque no niego que puedan existir leyes naturales que rijan el comportamiento social, dudo mucho que sean del tipo “invariantes”. Es más, no conozco ninguna. La sensibilidad propia de la conciencia arrasa cualquier supuesto de ley, y nos obliga siempre a acercarnos a una teoría mejor. Recuerda aquello de “por lo que hasta ahora sabemos”, que es el camino por el que el paso posterior rompe la lógica del primero en cuanto es sintético, y la agrupación de la mente humana tiene esa tendencia, como aprendimos de Kant.

Santiago bolso
19/12/2007, 08:53
Me estaba refiriendo a lo que escribe Robet K. Merton.

Nos vemos.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
22/12/2007, 16:59
Bien, acabo de dar una charla informal en la que propongo que el enfoque de Merton es una malinterpretacón del original sentido de Durkheim. Uno depende del orden moral, inmediatamente, y el otro del causal. Ya lo expuso hace un siglo Durkheim, y es un filósofo, no sociólogo, quien lo denuncia. No confundamos causas con efectos, es una peligrosa confusión.

No es un problema de autores, me hago yo responsable de mi afirmación; es un problema objetivo.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
22/12/2007, 18:04
El enfoque científico debe investigar en qué consiste su mediación, su puesta en relación, su forma de continudad.

¿No era el estado de anormalidad para Durkheim un prejuicio sobre los hechos?. ¡Vaya!, no hemos entendido entonces nada.