dragonfly
08/12/2007, 04:08
Creo mucho en aquello de "con la misma vara que midas serás medido"... todos vamos para allá... la vejez como la muerte son seguras... la humildad y la compasión son valores de vida que no cuestan nada y ofrecen mucho... por eso quise compartir esto... y es que nada cuesta.
DÉJALO HABLAR...
porque hay en su pasado un tesoro lleno de verdad, de belleza y de bien.
DÉJALO VENCER...
en las discusiones, porque tiene necesidad de sentirse seguro de sí mismo.
DÉJALO IR A VISITAR...
a sus viejos amigos porque entre ellos se siente revivir.
DÉJALO CONTAR...
sus historias repetidas, porque se siente feliz cuando lo escuchamos.
DÉJALO VIVIR...
entre las cosas que ha amado, porque sufre, al sentir que le arrancamos pedazos de su vida.
DÉJALO GRITAR...
cuando se ha equivocado, porque los ancianos como los niños, tienen derecho a la comprensión.
DÉJALO TOMAR UN PUESTO...
en el automóvil de la familia cuando van de vacaciones, porque el año próximo tendrás remordimientos de conciencia si el abuelito ya no existe.
DÉJALO ENVEJECER...
con el mismo paciente amor con que dejas crecer a tus hijos, porque todo es parte de la naturaleza.
DÉJALO REZAR...
como él sabe; como él quiere, porque el adulto mayor descubre su divinidad en el camino que le falta recorrer.
DÉJALO MORIR...
entre brazos llenos de piedad, porque el Amor de los hermanos sobre la tierra, nos hace presentir mejor el torrente infinito de amor
Decálogo de la vejez
Benditos los que son capaces de comprender que me tiembla el pulso y que mis pasos son lentos y vacilantes.
Benditos los que se acuerdan de que mis oídos ya no oyen bien y que a veces no entiendo todo.
Benditos los que saben que mis ojos ya no ven bien, y no se impacientan cuando se me cae algo de las manos y se rompe.
Benditos los que no se avergüenzan de mi torpeza al comer y me hacen un lugar en la mesa familiar.
Benditos los que me escuchan aunque les cuente mil veces el mismo cuento, o los mismos recuerdos de mi juventud.
Benditos los que no me hacen sentir de más y me demuestran su afecto con delicadeza y respeto.
Benditos los que encuentran tiempo para estar a mi lado y enjugar mis lágrimas.
Benditos los que me tiendan su mano cuando me llegue la noche y deba presentarme ante Dios.
Anónimo
Hay momentos en la vida que nos marcan para siempre o dejan una huella imborrable en nuestros corazones. Permite que esos momentos sólo sean los más bellos y puros. Permite que las huellas en tu corazón sean aquellas que al momento de tu vejez te llenen de ternura, dulzura y sobre todo de paz. Y por último, permítete ser feliz, pero de manera tal que nada ni nadie sea capaz de nublar ese bello sentimiento que Dios ha sembrado en nuestros corazones y que el amor y la amistad han fortalecido."
DÉJALO HABLAR...
porque hay en su pasado un tesoro lleno de verdad, de belleza y de bien.
DÉJALO VENCER...
en las discusiones, porque tiene necesidad de sentirse seguro de sí mismo.
DÉJALO IR A VISITAR...
a sus viejos amigos porque entre ellos se siente revivir.
DÉJALO CONTAR...
sus historias repetidas, porque se siente feliz cuando lo escuchamos.
DÉJALO VIVIR...
entre las cosas que ha amado, porque sufre, al sentir que le arrancamos pedazos de su vida.
DÉJALO GRITAR...
cuando se ha equivocado, porque los ancianos como los niños, tienen derecho a la comprensión.
DÉJALO TOMAR UN PUESTO...
en el automóvil de la familia cuando van de vacaciones, porque el año próximo tendrás remordimientos de conciencia si el abuelito ya no existe.
DÉJALO ENVEJECER...
con el mismo paciente amor con que dejas crecer a tus hijos, porque todo es parte de la naturaleza.
DÉJALO REZAR...
como él sabe; como él quiere, porque el adulto mayor descubre su divinidad en el camino que le falta recorrer.
DÉJALO MORIR...
entre brazos llenos de piedad, porque el Amor de los hermanos sobre la tierra, nos hace presentir mejor el torrente infinito de amor
Decálogo de la vejez
Benditos los que son capaces de comprender que me tiembla el pulso y que mis pasos son lentos y vacilantes.
Benditos los que se acuerdan de que mis oídos ya no oyen bien y que a veces no entiendo todo.
Benditos los que saben que mis ojos ya no ven bien, y no se impacientan cuando se me cae algo de las manos y se rompe.
Benditos los que no se avergüenzan de mi torpeza al comer y me hacen un lugar en la mesa familiar.
Benditos los que me escuchan aunque les cuente mil veces el mismo cuento, o los mismos recuerdos de mi juventud.
Benditos los que no me hacen sentir de más y me demuestran su afecto con delicadeza y respeto.
Benditos los que encuentran tiempo para estar a mi lado y enjugar mis lágrimas.
Benditos los que me tiendan su mano cuando me llegue la noche y deba presentarme ante Dios.
Anónimo
Hay momentos en la vida que nos marcan para siempre o dejan una huella imborrable en nuestros corazones. Permite que esos momentos sólo sean los más bellos y puros. Permite que las huellas en tu corazón sean aquellas que al momento de tu vejez te llenen de ternura, dulzura y sobre todo de paz. Y por último, permítete ser feliz, pero de manera tal que nada ni nadie sea capaz de nublar ese bello sentimiento que Dios ha sembrado en nuestros corazones y que el amor y la amistad han fortalecido."