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Ver la versión completa : Mi compañera



karlacris
30/11/2007, 18:36
La Muerte es mi compañera de trabajo.
No de todos los días ni de todos los meses, pero siempre hace su aparición repentina para que no me olvide de ella.



Conocí a Esteban por mayo de este año, trabajaba en un Centro de rehabilitación muy de cerca del Director del mismo. Enseguida comprendí porque el Director confiaba tanto en él: su espíritu de servicio a los demás y su disposición atenta hacían que el coordinarse con él funcionara a la perfección.


El fue la pieza clave para poder llevar a cabo las acciones en su zona, participó en uno de nuestros grupos de discusión y el conocimiento de su zona aportó mucha información valiosa para nuestro estudio.

De su historia personal sabía que él mismo era un drogodependiente recuperado. Un día el Director del Centro me contó que este muchacho había sido testigo de un asesinato de pandillas, los chicos de maras confundieron al muchacho que lo acompañaba como miembro de la mara rival y pues lo mataron sin mediar palabra. Comportamiento típico de las maras en mi país: disparan primero, preguntan después.

A raíz de este incidente, Esteban tenía mucho cuidado: el ser testigo de algo así equivale a tu propia condena de muerte.


Sin embargo, cuando lo conocí, ya había pasado poco más de un año y todo estaba en calma…


Quisimos seguir coordinándonos con él para otras acciones pero nos dimos cuenta que había conseguido otro trabajo. Temporalmente suspendimos las acciones en esa zona en particular y nos concentramos en otras, desde entonces no supe de él hasta esta semana.


¡Capacitaciones! Momento para reforzar conocimientos y para adquirir nuevos, pero también es la situación adecuada para “socializar” con los otros actores en esta lucha y saber que, con altibajos, seguimos en pie de lucha.


El Dr. Venezolano invitado nos hace la mañana muy amena e interesante y nos comienza a martillar una responsabilidad compartida frente a nuestros consultantes: “El tratamiento es integral señores y señoras: debemos prestar atención desde el área física hasta la mental”.


Hora de almuerzo, suspendemos labores y podemos proseguir con las pláticas del receso. Con mi amiga nos escapamos un momento para aprovechar unos mandados, regresamos y la jornada de la tarde todavía no ha empezado, entro al salón donde se lleva a cabo la capacitación y me encuentro con el Director del centro donde trabaja Esteban.

- Hola, mucho tiempo de no verla ¿Cómo va el estudio?

- ¿Cómo está? Pues siempre seguimos con las acciones, por cierto ya voy a volver a molestarle y a Esteban también que el otro año….

- ¿Esteban? ¿No se dio cuenta? A Esteban lo mataron hace como un mes y medio.

Mis ojos abarcan todo mi rostro y mi cerebro se rehúsa a procesar la información que mis oídos le acaban de enviar, sólo acierto a decir: “¡No puede ser!” cuando en realidad quiero decir: “¡No lo puedo creer!”, mientras él sigue hablando: “La mamá lo fue a encontrar en Medicina Legal, dónde lo habían enterrado como persona desconocida, dicen que tenía dos balazos en la cabeza”.


Mientras escucho esto en mi mente hay flashbacks que se suceden uno tras otro: el rostro de Esteban, Esteban en el grupo, Esteban acompañándonos en recorridos por la zona, Esteban, Esteban, Esteban…

Creo que el Director lee la confusión que en mi reina a través de mis ojos y me cuenta la historia con un poco más de detalle.


Por haber sido testigo directo del asesinato de más de un año atrás, las maras lo setencian a muerte pero no se cumple la sentencia debido a trabajo en el centro y a su rehabilitación. Pero le advierten que si recae lo encontrarán.


A pesar de su historia de recaídas logra mantenerse “limpio” todo este tiempo, se congrega en una iglesia y hasta tiene una novia que es médica.


Pero hace dos meses atrás recayó, el alcohol reclamó a su presa de siempre y este llamado fue más fuerte que todo lo conseguido en sobriedad. ¿Qué tenía otro trabajo? No, más bien fue que visitaba más asiduamente la cantina que su oficina en el Centro.

Una tarde estaba con su primo en la cantina cuando un carro se parqueó enfrente, dos chicos de la mara de la zona se bajan y le dicen: “Esteban! ¿Ya estás tomando de nuevo? No bato, mejor te llevamos a un centro de rehabilitación distinto, uno donde sí te ayuden”. Fue la última vez que se vio a Esteban con vida.


Luego de más de 3 semanas sin saber de él y con la angustia como acompañante, la madre decide ir a buscarlo a Medicina Legal con la esperanza de no encontrarle en los registros de esa institución. Pero su esperanza fue truncada de golpe cuando encuentra la fotografía de su hijo entre los “desconocidos” que terminaron siendo los últimos acompañantes de Esteban en su viaje a las tumbas sin nombres y in cruces.


Después de pagar mucho dinero, que reclamar a tus muertos cuesta pisto en este país, la mamá logra sacarlo de esa fosa invisible y le da el entierro que ella quiere para su hijo: uno que lo dignifique como ser humano. “Esta fin de semana antepasado lo enterraron, sólo les dieron tres horas para hacerlo debido a la descomposición del cuerpo”…


La historia llega a su final, la capacitación va a volver a iniciar… como autómata me siento en mi lugar mientras el Dr. Venezolano sigue en su disertación sobre el tratamiento de la comorbilidad: “Es su responsabilidad atender los trastornos psiquiátricos además de la adición a sustancias”.

Mientras escucho esto pienso: “Sí, comprendo esa responsabilidad pero… ¿Quién es responsable por las situaciones sociales que ellos enfrentan? ¿El Gobierno? ¿La Policía? ¿La familia? ¿Nosotros? ¿Ellos mismos? ¿Nadie?


Pareciera que mi sociedad se libera de estas responsabilidades, al final y al cabo sólo fue un bolo más que apareció muerto, uno más de esa población que queremos invisibilizar porque si la hacemos visible nos llena de vergüenza y nos hace recordar nuestras propias vulnerabilidades.


La muerte es mi compañera de trabajo, no es la primera vez que hace su aparición ni será la última. Sólo me pregunto donde en que momento se volverá a cruzar en mi camino para que no olvide su rostro desfigurado.


*-*-*-*-*-*-*

A todos los Esteban de mi país, víctimas inocentes de la violencia social con el agravante de soportar las cadenas de la adicción

dragonfly
01/12/2007, 02:14
Karla qué decirte... sabes que trabajamos en lo mismo, por lo que te entiendo y comprendo perfectamente. A veces, aunque con esta labor una se llene de esperanza por sentir que aportas un granito de arena, a veces la realidad nos supera.
Nada amiga, que me da pena tu pena, que estoy contigo, que te quiero muchísimo y que por favor no decaigas nunca, porque aunque sea chiquito, ese aporte pesa mi niña, si pesa.
Un beso inmenso y un abrazo lento y apretado.

karlacris
03/12/2007, 11:55
Jud.... gracias por tener siempre la paciencia de leer cada una de mis locuras y por estar ahí para animarme cuando siento que la realidad me sobrepasa!

Y ese abrazo, ese abrazo me lo quedo para sentirlo cada vez que lo necesite!!!