karlacris
22/11/2007, 11:16
Llego a mi casa y busco mi lugar favorito del jardín. Quiero tener un momento de tranquilidad...
Levanto mi mirada al cielo vespertino, el sol en su huída ha pintado de rojos, rosados y lilas su camino, colores intensos, vivos que me transmiten alegría.
El volcán que se dibuja en la lotananza me parece que me cuida y me protege. Gigante dormido que es el guardián de mi ciudad...
Cierro los ojos y quiero transmitirte esa imagen, que cruce el aire y llegue hasta ti.
Te invoco bajo la luz mortecina del último rayo del sol, te atraigo hasta mí para que disfrutes de este ídilico atardecer, sentado en mi jardín.
No te toco, no te hablo, no te veo a los ojos, sólo te siento junto a mí, cerca, muy cerca para sentir tu aroma y tu calor.
Y juntos disfrutamos de este adiós del sol, mientras sólo se escucha el cantar de los grillos dándole la bienvenida al anochecer y mi suspiro enamorado, enamorado de tu imagen, enamorado de tu ser completo.
Los colores se comienzan a desvanacer y con ellos tu imagen empalidece también. Dejo que se difuminen poco a poco, mientras sólo guardo algo para mí: el dulce sabor de tus labios mientras me dices adiós en mi imaginación.
Y ese último deliete lo guardo en mi baúl de los recuerdos, ese donde también están enterrados ya todos mis deseos sobre ti. Los pongo muy abajo para que no escapen por las rendijas y cierro con llave, esa llave que entierro en lo más profundo de mi corazón para no encontrarla más...
Escuché tu consejo y hoy me decidí a seguirlo, aunque lágrimas broten de mis ojos... lágrimas que no verás y sollozos que no escucharás...
Levanto mi mirada al cielo vespertino, el sol en su huída ha pintado de rojos, rosados y lilas su camino, colores intensos, vivos que me transmiten alegría.
El volcán que se dibuja en la lotananza me parece que me cuida y me protege. Gigante dormido que es el guardián de mi ciudad...
Cierro los ojos y quiero transmitirte esa imagen, que cruce el aire y llegue hasta ti.
Te invoco bajo la luz mortecina del último rayo del sol, te atraigo hasta mí para que disfrutes de este ídilico atardecer, sentado en mi jardín.
No te toco, no te hablo, no te veo a los ojos, sólo te siento junto a mí, cerca, muy cerca para sentir tu aroma y tu calor.
Y juntos disfrutamos de este adiós del sol, mientras sólo se escucha el cantar de los grillos dándole la bienvenida al anochecer y mi suspiro enamorado, enamorado de tu imagen, enamorado de tu ser completo.
Los colores se comienzan a desvanacer y con ellos tu imagen empalidece también. Dejo que se difuminen poco a poco, mientras sólo guardo algo para mí: el dulce sabor de tus labios mientras me dices adiós en mi imaginación.
Y ese último deliete lo guardo en mi baúl de los recuerdos, ese donde también están enterrados ya todos mis deseos sobre ti. Los pongo muy abajo para que no escapen por las rendijas y cierro con llave, esa llave que entierro en lo más profundo de mi corazón para no encontrarla más...
Escuché tu consejo y hoy me decidí a seguirlo, aunque lágrimas broten de mis ojos... lágrimas que no verás y sollozos que no escucharás...