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Ver la versión completa : Causalidad en Sociología



Pompilio Zigrino
11/11/2007, 11:35
Considerando a la ley natural como el vínculo invariante entre causas y efectos, podemos distinguir tres formas básicas que responden a tal definición y que se utilizan en sociología:

a) Respuesta característica = Respuesta / Estímulo = Efecto / Causa

b) Secuencia: Causa → Efecto

c) Secuencia con realimentación: Causa → Efecto → Causa

Como ejemplo de la primera relación podemos considerar a la “actitud característica” existente en todos los seres humanos, incluso podemos decir también “existente en todos los seres vivos”. Para aseverar su existencia, podemos suponer el caso en que no existiera. Si así fuese, no podríamos prever el comportamiento de las demás personas. Los exámenes psicológicos que realizan las empresas para incorporar nuevo personal, no tendrían razón de ser, por cuanto nadie podría asegurar que al otro día el aspirante reaccionará de igual manera ante igual circunstancia.

Así, supongamos que la persona A se dirige respetuosamente a la persona B y B le responde con similar respeto. Luego, pasados algunos minutos, A vuelve a dirigirse a B, con el respeto habitual, pero B le contesta de muy mala manera. Es evidente que cambió su respuesta notablemente en ese corto periodo. Esto puede deberse a que, entre los dos encuentros, B recordó algo negativo de A, o alguien le dijo algo negativo de A, pero mantuvo su actitud de siempre, sólo que el estímulo cambió de un instante al otro. La tercera posibilidad es que B padezca algún problema psicológico. Esas tres posibilidades responderían a un caso real. También alguien podrá decir que, al no existir una actitud característica en B, simplemente no tiene porqué responder de igual manera en circunstancias similares, y lo impredecible de su comportamiento ha de ser algo “natural”. Así, ante una actitud respetuosa, habría de responder a veces respetuosamente y otras veces, no; sin que haya motivo alguno como antes se supuso.

También decimos que “el amor (causa) produce felicidad (efecto)” porque, al compartir las penas y las alegrías de nuestros semejantes, serán también nuestras penas y nuestras alegrías, por ello nunca ocasionamos penas en quienes harán que también sean nuestras. Luego, buscamos las alegrías de los demás porque también serán nuestras alegrías. Si, por el contrario, se supone que alguien “hace el mal a quien ama”, se está diciendo algo incoherente, porque ese mal será compartido y afectará al que lo provoca, algo que sólo puede ocurrir en forma involuntaria.

Como los seres humanos no conocemos con exactitud cuáles serán los efectos de nuestras acciones, en muchos casos, es posible que provoquemos dolor en quien queremos provocar felicidad, que luego será nuestro propio dolor (aumentado por sentirnos “culpables”). De ahí que siempre es necesario distinguir las intenciones de los efectos concretos, por cuanto el desconocimiento de los vínculos causales puede llevarnos a tales comportamientos erróneos.

En sociología es necesario establecer correctamente cuáles son las causas y cuáles los efectos que les siguen, de manera tal que nuestras acciones sean las adecuadas. Podemos citar un caso importante y es el del vínculo entre pensamientos y creencias, por una parte, y resultados económicos, por otra parte. Se han propuesto dos soluciones:

a) Max Weber, en su libro “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, describe a las creencias y comportamientos calvinistas como causas favorables para el desarrollo del sistema económico capitalista (efecto).

b) Karl Marx describe al sistema de producción económico como la causa de las ideas y creencias predominantes en la sociedad (efecto).

Es evidente que en una ciencia experimental no deberían coexistir ambas descripciones opuestas como “verdaderas”, ya que, o una es verdadera y la otra falsa, o una se acerca a la realidad de una forma mucho más efectiva que la otra. En una sociología filosófica, como la vigente actualmente, pueden coexistir opiniones opuestas sin mayor inconveniente para los especialistas.

Se afirma que “un neurótico es la persona que dice 2 + 2 son 4 y se siente mal” mientras que “un psicótico es la persona que dice 2 + 2 son 5 y se siente bien”. Por ello podemos decir que el científico es como el neurótico, ya que puede ver resultados concretos y correctos, pero no está conforme con ellos y trata de saber más. El filósofo, por el contrario, es como el psicótico, ya que observa resultados opuestos respecto de una misma realidad, y acepta a ambos.

Podemos describir los factores que favorecen a la economía de mercado, o economía capitalista, de la siguiente forma:

Economía libre = Trabajo + Ahorro productivo + Ética

Es indudable que se necesita tener una aceptable actitud ética para trabajar y para ahorrar. También es necesaria para no perjudicar, y para beneficiar, a los demás. De ahí que no resulta extraña la conclusión obtenida por Max Weber respecto de lo favorable que resulta la creencia religiosa, en lo económico, por cuanto lo esencial de la religión es el comportamiento ético del hombre.

Para Marx, por el contrario, es la forma de producción la que determina la manera de pensar y de actuar de las personas. Como los empresarios no tratan a sus empleados como “socios”, supone que les roban parte de su trabajo (plusvalía); lo que a veces puede resultar cierto, pero muchas veces, no. De ahí la propuesta de eliminar la propiedad privada de los medios de producción, porque supone que de esa forma se “cambiará la mentalidad” de toda la sociedad y se resolverá así la mayor parte de los problemas que la afectan.

Marx pretende que sea el trabajo el vínculo de unión entre los hombres, y no el amor, como lo promueve el cristianismo. De ahí que diseña una sociedad en la cual el trabajo, realizado en los medios de producción expropiados, llevará al cambio de mentalidad requerido. Si la realidad no responde a la descripción, la militarización de la economía forzará la “naturaleza humana” en la búsqueda de esa adaptación. Vladimir Lenín escribió:

“Las clases subsisten y subsistirán por todas partes durante años después de la conquista del poder por el proletariado. Aniquilar las clases no consiste solamente en echar a los propietarios y a los capitalistas, lo cual nos resultó relativamente fácil, sino también aniquilar los pequeños productores de mercaderías, y es imposible echarlos, es imposible aplastarlos, es preciso hacer buenas migas con ellos. Solamente se puede (y se debe) transformarlos, reeducarlos por un trabajo de organización muy largo, muy lento y muy prudente”.

“La dictadura del proletariado es una lucha encarnizada, sangrienta y no sangrienta, violenta y pacífica, militar y económica, pedagógica y administrativa, contra las fuerzas y tradiciones del viejo mundo. La fuerza de la tradición en millones y decenas de millones de hombres es la fuerza más temible. Sin un partido, sin un partido de hierro y endurecido en la lucha, sin un partido poderoso por la confianza de todos los elementos honestos de la clase en cuestión, sin un partido hábil en seguir la mentalidad de la masa e influirla, es imposible sostener esta lucha con éxito” (Citado en “Humanismo y terror” de M. Merleau-Ponty – Ed. Leviatán).

(Sigue)

Pompilio Zigrino
11/11/2007, 11:36
Cuando alguna de las causas atribuidas al comportamiento social del hombre resulta totalmente predominante, y excluyente de otras causas, podemos hablar de cierto “determinismo” asociado a tal descripción. Podemos dar los siguientes ejemplos:

a) Determinismo económico (Marx)

b) Determinismo racial (Gobineau)

c) Determinismo ético (Weber)

El determinismo económico y el racial implican la generalización perversa hacia todos los miembros de una clase social, o de una raza, como culpables por los problemas que aquejan a una sociedad o a un país. Así, para el marxista, todo burgués (empresario, principalmente) es culpable de todos los males de la sociedad y por ello sugiere combatirlos y expropiarles sus bienes, mientras que para el nazi fueron los judíos los culpables de los males de Alemania, y por ello se sugería combatirlos, expropiarles sus bienes y exterminarlos; una actitud bastante similar a la de los marxistas. Incluso las matanzas de estos últimos superaron ampliamente a las de los nazis.

Por otra parte, el proletariado (trabajadores u obreros) estarían exentos de fallas para el marxista, mientras que la raza aria estaba exenta de culpa para los nazis. Es evidente que la realidad no responde a una descripción tan superficial y errónea. Una sociología científica no debería aceptar teorías que no respondan al simple criterio de la verdad, además del criterio ético elemental que debe imperar en cualquier realización humana de cierta trascendencia social.

En cuanto al determinismo ético, es oportuno señalar que no sugiere ningún tipo de lucha violenta, sino que asigna virtudes y defectos a los integrantes de todos los grupos sociales sin hacer distingo por el nivel económico, intelectual, religioso o racial, por lo que favorece la mejora ética individual, que luego llevará a la mejora generalizada de la sociedad.

Hay quienes opinan que el mejoramiento individual se habrá de dar luego del mejoramiento social, cuando cambie el sistema económico, como lo sugiere el marxismo, e incluso gran parte del liberalismo. Otros opinan que la mejora de la sociedad se dará como consecuencia del cambio ético individual, tal como se dijo antes. Es indudable que la sociedad influye sobre el individuo y que el individuo influye sobre la sociedad, ya que se crea cierta mentalidad generalizada representativa del grupo social. Platón escribió: “Cada uno de nosotros posee los mismos rasgos de carácter y las mismas costumbres que la sociedad; porque sólo pueden provenir de nosotros” (De “La República”).

En el intercambio de influencias entre el individuo y la sociedad podemos aplicar el concepto de sistema realimentado. En un sistema tal, una causa producen su efecto, pero éste vuelve a la causa aumentado dicho efecto (realimentación positiva), o bien regulándolo en la búsqueda de cierto objetivo (realimentación negativa).

Como ejemplo de realimentación positiva tenemos el efecto destructivo que sufre la cultura de la sociedad a través de los medios masivos de comunicación. Así, cierto individuo emite una actitud grosera por la televisión. Luego, varios teleespectadores adoptan tal actitud. Con el tiempo, uno de ellos aparecerá en televisión y volverá a influir en la sociedad mediante una actitud similar a la primera mencionada. Este proceso lo vemos claramente en la forma en que se difunde y se acepta una nueva expresión popular o alguna novedad idiomática surgida en la sociedad.

En cuanto a la realimentación negativa, podemos considerar a la propia labor de los intelectuales como “lazos de realimentación” que observan cómo funciona la sociedad actual y la comparan con lo que “debería ser”. Cuando encuentran diferencias, actúan sobre el medio social tratando de reducirlas.

Este es el proceso básico que puede llevar a una mejora ética y también al mejoramiento intelectual, ya que, una vez lograda una descripción cercana a la realidad, será posible tomarla como referencia para adquirir nuevos conocimientos. Esto se debe a que es distinto “conocer” que “comprender”. Uno dispone de mucha información y “conoce” una enorme cantidad de datos, pero necesita de cierta estructura de ideas básicas (descripción ordenada axiomáticamente), como referencia, para darle sentido a esa información, y esto es lo que denominamos “comprender”.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
12/11/2007, 08:24
George Simmel decía que todo lo que hace el hombre está inevitablemente supeditado a que es social, que le llevó a afirmar que toda la realidad del hombre en ese modo de actuar debiera de ser el objeto de la sociología. Simmel era un pensador kantiano, schopenhauriano, nitzcheano y hegeliano. Salvo por la menor influencia de Hegel, fue un pensador con muchas similitudes con Weber.

Hace poco te comenté que gran parte de mi interés por la sociología era por la importancia de la irracionalidad en ella. La irracionalidad como yo la entiendo son las acciones conforme a nada, la espontaneidad y la inmoralidad. Las acciones humanas están sometidas al principio de causalidad, como el resto de las cosas, pero creo que es correcto decir que la acción del hombre no siempre se somete fácilmente a establecer la función. Lo que hacen muchos sociólogos es problematizar esa causalidad. En un tema de hace semanas aludí a ello como una limitación del marxismo, ora determinismo histórico, ora económico. Dije, entonces, que el mismo Engels lo mencionó como una debilidad. Los marxistas que yo conozco, varios de ellos reputados filósofos y sociólogos, defienden la teoría marxiana que fortalece las debilidades de algunas ideas de Marx. Discrepo mucho con su estilo sociología, que es básicamente filosofía. Hace varios meses dije que en los mejores casos hacían filosofía de la sociedad, nunca ciencia de lo social. Es un marco de reflexión, no de investigación. Creo que eso te lleva a pensar que es filosófica y no experimental. Además de que no soy defensor del ensimismamiento, ni del apriorismo, muchos de los problemas de la sociología estriban en que no saben qué pensar, en el sentido de sobre qué pensar. El qué pensar, establecido metódicamente y erigido como verdadero, es el concepto de juicio sintético a priori que se puede sintetizar en una historia del pensamiento en tu sentido de científico. Es un problema científico y filosófico. Defiendo que la solución es un inevitable pragmatismo, pero ha de ser el de Kant y no el de ciertos pensadores norteamericanos. Es una tragedia que el padre de todos ellos, Pierce, fuese un absoluto kantiano, increíble lógico y una de las mentes mejor orientadas sociológicamente de cuantas conozco. Fijémonos que en cierta filosofía europea se ha estudiado mucho a Peirce, pero desde Hegel y no desde Kant. Peirce admiraba mucho a Hegel y llegó a decir de él “en ciertos sentidos, el filósofo más grande de todos los tiempos”; pero, a su vez, sabía que era la ruina para cualquier filosofía que no se revisase. De ahí el triunfo de Weber en sociología.

La causalidad social debe transformarse a sí misma de “causalidad metafísica” a “causalidad social” o “realidad social”. Los más grandes sociólogos fueron hombres de hace un siglo y sus ideas pueden parecer algunas veces caducas, pero que comparen la temporalidad de un Comte con la de un Durkheim. Este último, claro discípulo suyo, llamó solidaridad a tu “amor”. Me parece paradójico que hayas aseverado la actitud característica suponiendo que no existiera. Reconozco que no sé si en tus últimos temas has entendido, por fin, parte de lo que durante semanas quería decir o, simplemente, hemos llegado a un lugar similar. Sea el amor o la solidaridad, las formas de socialización son las que permiten el desenvolvimiento de dicha actividad., a partir de la objetivación: la acción social. Ahí está el objeto de estudio. ¿No hablasteis el otro día de constructivismo?

Lee este párrafo “La importancia de la irracionalidad de Weber, al igual que en Simmel, no se puede observar como historicismo. No entienden la historia como una forma de racionalidad, que los acercaría a Hegel, sino como una expresión de una forma de irracionalidad como objetivación de la voluntad. Esto, por supuesto, está extraído de la filosofía de Schopenhauer, que los dos conocían bien. Es paradójico que el fundamento de lo moral lo encontrase Schopenhauer, no en el amor, sino en la ausencia de egoísmo, que se podía vencer a sí mismo desde la razón”. Estos pensadores, Schopenhauer, Weber y Simmel eran, como ya he dicho, kantianos (Simmel y Schopenhauer eran más que entendidos en su filosofía). El sentido de la sociología de Weber y Simmel era enteramente orientada en sentido ético y moral. El fondo de su pensamiento era filosófico en sus obras, pero desensimismado en aplicación, cobrando vigor científico en su acercamiento a la realidad.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
12/11/2007, 09:36
Mira que la sociología de Weber, tal y como fue expuesta en Economía y sociedad, fue titulada “sociología comprensiva” o representacional. El carácter comprensivo de Weber era metodológico, no una simple simpatía hacia la época y sus actores. Como dije en su día, Weber era consciente de las limitaciones de la lógica histórica y sus condiciones de validez. La importancia de los sucesos históricos estaba sesgada por su grado de generalidad, de modo que su éxito estaba en su posibilidad de representación. Como dije hace semanas, los vehículos de la tradición, en sentido de conocimiento histórico, van a ser las formas a partir de las que se representa la acción social. La comprensión de Weber incluye el marco racional, el tradicional y el irracional. Nuevamente, denuncio que esas ideas de Weber fueron llamadas lógica situacional por Popper, sin citar al verdadero autor.

En cuanto a la ética protestante de Weber, gran libro, no me cabe duda de que lo hubiese retocado en las deficiencias que el método tenía. Por el contrario, sus fortalezas, la predisposición a ciertas pautas como consecuencia unas formas de eticidad, son una prueba que defiende un tipo de socialización apriorística, en tu sentido de eticidad. Curiosamente, Popper propuso resumidamente problematizar el enfoque de Weber, entonces tomado como válido, negando su validez (su idea de falsación histórica es una fisura terriblemente grave para la ciencia de la historia, impidiendo lógicamente ser tomada por ciencia, como diría él, “por razones exclusivamente lógicas”).

A propósito de Weber, hace un par se semanas, un forista hizo unos comentarios sobre la raíz protestante del capitalismo y su consecuencia imperialista. Las obras de Weber se escribieron hace un siglo, y citar a Weber sin una interpretación que demuestre su validez es una broma que sólo logrará confundir y poner en evidencia las impagables contribuciones de aquellos grandes sabios. El ataque al relativismo que se hace sin razones científicamente deducibles es una tomadura de pelo. Como ya dije hace semanas, nadie defendería el relativismo de Weber (ni de Durkheim) ni su irracionalismo, pero puedo defender sin problemas que su irracionalismo es una consecuencia de su enfoque de la moralidad. Como señalo en la mención a Schopenhauer, “Es paradójico que el fundamento de lo moral lo encontrase Schopenhauer, no en el amor, sino en la ausencia de egoísmo, que se podía vencer a sí mismo desde la razón”. De irracionalismo, insisto, nada.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
14/11/2007, 09:28
Concretamente, como causalidad en sociología, hice unos comentarios sobre “la construcción social de la realidad” de Berger y Luckmann, proponiendo que no la problematizaban. También defendí que la realidad de Pompilio y la mía eran la misma. Traté de expresarlo desde la inexistencia de contradicción entre la propuesta de Searle (realidad social) y la de la sociología (representación social de la realidad). La problematización de los agentes causales y sus efectos sería una investigación que requeriría cierto margen en la condición temporal y espacial; algo así, como la propuesta de funcionalidad en vez de causalidad de Frege y Russell.

“La causalidad no es un coche del que nos podamos bajar a capricho”, decía Weber en referencia a Schopenhauer. Weber sabía que la cadena de “estímulos y respuestas” era más un conjunto de actividades que una flecha. Schopenhauer explica maravillosamente la causalidad en los grados de objetivación de la naturaleza. Diferenció entre estímulos y motivos, según se dirigiesen a la voluntad o el intelecto; según él, el hombre es el grado más alto de objetivación, pudiendo lograr la superación de los lazos del hombre con la naturaleza a través del conocimiento. Esta idea no le sonará extraña a los que tengan conocimiento de algunas ideas de la neurociencia. En términos de Kant, era una antinomia, pero hoy ya sabemos que no es necesaria la reflexión trascendental. Desde cierta visión de la síntesis, no hay contradicción, o sea, no se eliminan los efectos, tienen otro ritmo.

Voy a poner un ejemplo personal. Mi mujer es socióloga y le pregunté hace años cómo le habían explicado la causalidad. En unos segundos argumenté que era una compleja idea metafísica, cimentada en lo poco que sabemos, lo mismo que el argumento humeano. Esa extraña causalidad es la filosófica, que no tiene por qué ser clara y distinta, aun siéndolo. El orden de ahí fura puede cuadrar con el de ahí dentro, o pueden ser distintos.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
04/12/2007, 10:37
“Entre los hechos y su desenlace hay una gran distancia –tanto temporal como espacial- que es imposible imaginar con nuestra capacidad de percepción común; por ello, difícilmente podemos medir la calidad de nuestras acciones conforme a un inventario de sus efectos. Lo que nosotros u otros hagamos tendrá “efectos secundarios”, “consecuencias inadvertidas” … ” Zygmunt Bauman en Etica Posmoderna

Este es el idioma que habla la sociología de mayor prestigio "del mundo". Lejos de ser un irracional relativismo dice cosas que no le debieran sonar extrañas.