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poetamistico
21/10/2007, 14:34
Pequeña reseña de un lujurioso. Critica del sistema.
En el pasillo el aseador morboso.

Mórbido, estático, viéndote simplemente estático y escatimando el como hacer rubrica mi observación, simple deleite de lujuria, no es mas decir, que temiendo decirte lo que siento simplemente me deleita tu sexualidad, tus labios eróticos, tu cuerpo exquisito., esa forma de caminar, ese bambolear de tus caderas. A veces hacia un recorrido de tu cuerpo con esa lujuria maldita que me atosigaba, se me creaba un nudo icandesente en la garganta y seguía esa mística brujesca de tus pechos con exquisita forma. Después volví en si y pude descubrir que toda tu belleza era un imposible para un plebeyo como yo, un simple arquetipo, hombre de contextura delgada y simple andar pero con elocuente pensamiento. Escondido eran mis pensamientos y ese secreto a la vez se convertía en un deleite, mi más simple mística era observarte, era como sentirse dominado por un demonio lujurioso que buscaba satisfacer el deseo inmenso de poseerte. Más sin embargo seguía sin decirte nada, solamente conversaciones estupidas y cortas, preguntas salidas para tratar de de hacerte conversa:

-¿Y bueno como te ha ido hoy? Contestabas con esa vos inmediatamente sensual o eso me parecía a mí.
-Pues bien…

Un simple “pues bien” pensaba en mis adentros y veía lentamente como tus labios sensuales se movían e incitaban al beso. Simplemente seguía haciendo mi labor, la tarea de un hombre que devengaba para subsistir y su sustento era un poco quejumbroso. De pronto suena tu celular, un celular finísimo con todos los accesorios, haces un ademán con tu mano, y tu mano penetra lentamente en tu bolso, un bolso Glorían de una diseñadora famosísima. Tu gesto al contestar la llamada es como el de una mujer glamorosa, exageras la expresión, tu vanidad te absorbía. Y simplemente seguía observándote desde donde hacia mi tarea con ese sube y baja que hacia con mis brazos a diario. La costumbre se me hacia monótona pero a la vez placentera amaba mi trabajo. El sistema del país daba un salario precario, que a duras penas alcanzaba para mi sustento, estaba montado en una escalera metálica de aluminio y me adentraba en tu escote y también te movías suavemente y tu vos era la de una mujer con vanidad pero igual seguia con la ceguera brujesca de admirarte.