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Ver la versión completa : Algo sobre las cosas modernas.



ALEJANDRANATALY
09/08/2007, 22:28
En vista de que todos escriben sus cosas por aca... haré lo mismo con las mías.

Espero so solemne opinión.

Saludos a los conocidos y a los por conocer.



"MODERNISMOS"
Dadme un punto de apoyo y levantaré un muro." Arquímedes.

Nunca he tenido miedo a mostrarme complacida. Te dije que nada sería perfecto y tú sin embargo preferiste esperar a que te diera la cortada de yugular. Te dije "me quiero casar contigo" y cuando preguntaste porque tiraste todas mis defensas y termine vacilando ante tus ojos. Hemos discutido miles de ocasiones por la misma hechura. La lejanía nos mantiene cuerdos. Hoy te vas a Celaya y yo me quedo a escribir una novela para esa revista desconocida. Fui al cine una par de veces antes de tu regreso. Y porque no decirlo, todas esas veces regrese acompañada. Jamás me aprendí sus nombres. Por alguna extraña razón suelo fijarme en sujetos con nombres impronunciables. Basta para que sea las diez y tú no has llegado. Sé que el vuelo te traería a casa a las 6 y media... ya son las 2 de la mañana. Suena el teléfono y contestó ronca, enfadada, ansiosa, perceptiva. "Hoy no voy a llegar". Mi mente vuela en la sintaxis de las palabras: no llegaras hoy 28 de junio o ayer 27?. Como siempre, mi video casetera es la mejor compañera del amigo solitario. Me rife a ver dos películas antes de verme presa del sueño: La primera fue Naranja Mecánica de Stanley kubrick y El Gran Pez de Tim Burton. Cuando el sonido del himno nacional se hizo insoportable en la radio, supe que hablabas de no llegar el 28. Me levante, prendí la computadora y teclee algunos borradores, pero mi mente se suspende en pensamientos silenciosos y termino atiborrándola de cosas sin sentido. Entonces me llego la luz y supe que debía exfoliar mi espíritu escribiéndote una nota simple y concisa para que no tuviera que hablar. Cuando llevo el titulo a cumbre "la ira" (que tarde media hora en concretar y decidir que era mejor que "la peste"), mis dedos se movieron con una agilidad asombrosa y luminiscente que creí haber perdido. De repente otra llamada... y yo, por supuesto, de lo más pasional tome el auricular y ladre un saludo "soy yo....". El teclado queda en silencio y mi respiración se vuelve irregular. Tu voz es entonada y lejana, pareces cansado y sin ánimos de pelear. De algún modo te entendí porque me siento de la misma manera todos los días... y entonces toses. Te pregunte si andabas bien... te ríes y me emociona la lentitud de tu habla. "publicaran mi obra". Alegría me invade. De repente siento un escalofrió... y no se.. Dices al fin lo que esperaba desde hace rato "tengo una amante...". Nada. Sin querer he borrado todo lo que tenía escrito y sin preámbulos apago la maquina para sostener con ambas manos el teléfono. Ni siquiera lloro. Lo veo como algo meramente natural. Una de las cosas que debían suceder desde el principio. Me rió. Por alguna extraña razón pasaste de ser mi amor a un amigo. Te pregunte por ella y de manera cohibida me mencionas que es Tapatía de ojos y cabellera negra. Me rió. Aparentemente debería estar celosa, pero.. No lo estoy... me siento contenta por ti... "me he casado". El frió me dio salivazo de conmoción. Esta vez ya no supe como fue que me pare, me calce y colgué. Prendo la computadora y redacto una despedida formal. Para cuando la leas yo ya estaré más calmada y hasta iré a felicitar a la mujer. Pero en lo que pasa, voy a lamerme mis heridas con un poco de alcohol y aquella hierba espectacular que tuviste la amabilidad de mandarme como regalo de tu boda.

Dedicado a ADRIANA GUADALUPE PACHECHO BAUTISTA (mi mejor amiga, viva el trio amazonas!”


CHOCOLATE

Son las cinco en punto. Uno pensaría que la necesidad apológica del ser se reconciliara con la fría mañana, pero hace más de siete horas que no dejo de pensar en ti. Es justo el tiempo en que tomaste tus cosas, las metiste en esa curiosa maleta y te fuiste.
No se me dan las lágrimas ni tampoco el sentimentalismo. Pero me dueles. De alguna manera te llevas algo muy mío. Hasta podría decir que empezaba a quererte demasiado.
Me he dado cuenta de ello, porque de repente le agarre un gusto eufórico a Julio Jaramillo. El requintillo nada extraordinario me mata cuando la voz rompe el silencio con un "Me duele el corazón con tal violencia... me duele que no puedo respirar... solito he de morir, solito he de llorar, solito yo me tengo que acabar. Pobre de mi." Ay. Risa absurda, unas pocas gotas de licor en el café.

Francamente no me gustaría vivir demasiado. Por aquello de que la vida no es de lo más justa. No es justa cuando se piensa en estupideces. Cuando uno se dirige para el camino no elegido (al albedrío), pero es de pensar que uno se siente más solo cuando no tiene quien le idolatre. Francamente me tenía porque sabía como tenerme. Me decía "no tengo ganas" y sin rubor comenzaba a desvestirme. Quizá la razón este de más en el sexo y los sudores. Tal vez no tengo ni la más jota idea de perderme ante la sola alegoría de pecar de ominoso e indiscreto. Pero tú ya sabes, que me encantan las uvas y el licor de tu aliento. Me encanta la dirección a la que íbamos y que al despertar tú no eras ese individuo de la sonrisa brillante, sino del usurpador de lugar. Había detalles (breves) que me mataban: tu forma de reír ante lo insípido, el leve rubor ante el enfado, la humilde disculpa en tu mirada que jamás fue anunciada... por eso me mataba... la inútil perspectiva de tu genero, el indiscutible olor a castañas quemadas, la forma en que dormías sin roncar y la manera en que me cubrías los pies con la manta cuando me quedaba dormida en el sillón... detalles... detalles que me duelen.

CASTAÑAS
"en un mundo tan grande..."

Será difícil salir ilesa a esta hora de la madrugada. Sin embargo, no es posible entretener al jefe con un guiño sin que se dé por aludida una insinuación sexual. Ya estoy harta, me coloco mi sombrero de punto propio de los desdichados y acelero el paso por el mullido callejón... es tan tarde que la tenue luz me arrastra a recuerdos infantiles, donde el closet era un lugar espeluznante en el que mamá guardaba su vestido de novia. Los bolsillos repletos de pan duro que fungen la noción de un ten-en-pie hacen gala de estorbo mientras meto las manos y figuro en lo lejos un automóvil negro con matices azulados a un obeso que saca la mano con una sonrisa maliciosa. Corto el paso, e instintivamente aprieto las uñas por dentro de los bolsillos. El sujeto no deja de mirarme. Absurda y antagónica, me acerco al restaurante de chinos que hace horas que cerraron en espera de que algún vigilante me haga un pedacito. Y nada. De repente escucho a gente discutir. Ya no me interesa. Acelero la andanza y mi sombrero de ala ancha me queda grande. Y yo corro. Y corro.