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Ver la versión completa : Algo sobre las cosas modernas.



ALEJANDRANATALY
09/08/2007, 22:25
HOT LINE


I
No hay mucho que decir. Espere largo tiempo para que dejara de sonar el teléfono. Al fin lo hizo. Fui al baño y regrese: Dos llamadas perdidas. Que asco me doy. Sigo sintiéndome enferma. Cada vez tus llamadas se vuelven más insistentes y más voraces. Pero se me ha acabado la conversación, así que no se de que hablar. A veces tu solo hablas y yo escucho. Pero no le veo sentido a ello. Creo q todo podría solucionarse con un simple mail o con una llamada cada dos meses. Al menos tendríamos algo que hacer que contar con un “nada, aquí, ¿haciendo? Nada…”. Que hueva me da todo esto. Simplemente ya he perdido la facilidad para expresar cuanto y como. La velocidad y el flujo se volvieron más lentos y una monotonía ha embargado mis emociones más remotas. Creo que me estoy volviendo totalmente ordinaria… si no es que ya lo era.


II

El teléfono vuelve a sonar: “¿Diga?”. Al otro lado una ronca voz me dice “¿Cómo estas vestida?”. Sonrío... Sigo en mi estado catalítico. Mi imaginación comienza a volar. “¿Estas desnuda?”. Una carcajada de nuevo casi inaudible. Me empiezas a contar cosas candentes. Eso me pone húmeda. No es precisamente tu vocabulario o el léxico al que te sujetas... es simplemente tu timbre de voz. Me parece meramente extraordinario. Me llega hasta lo más profundo de mi anatomía. Esta noche se me antoja tener un desnudo intelectual. Tú hablas… puedo oler tu perfume, puedo imaginar tu rostro con barba, tu mirada lasciva con las pupilas dilatadas y una mueca sensual. Me estoy perdiendo en mi imaginación.


III

Mandar al carajo a alguien por teléfono siempre es de mal gusto. Pero a veces es irremediable, sobre todo cuando esta persona no acepta que es malo en la cama y en la totalidad de aspectos en su persona. Ni siquiera sé porque seguía aceptando sus llamadas. Es un hombre casado y debería estar agradecido por ello. Esta en un estado etílico y eso me emputa. No puede llamarme nunca sobrio y cuando lo hace dice que me ama. Ebrio es manejable y habla de sexo como si fuera un estratega. Es un completo desastre.
-¿Cómo esta ella?- … Silencio. –
- bien...
-Me alegra escuchar eso. … ¿Y los niños?
- De maravilla…. ¿En que estábamos?
- En que ibas a colgar para ir a comprarles un helado y me dejarías de joder porque a estas alturas del partido me pareces repulsivo y sin imaginación.
Un sonido seco. … Me colgó. Que importa. De todos modos llamara de nuevo mañana. Algunos hombres nunca aprenden aunque se les sacuda con fuerza…


IV

-Hola… ¿me recuerdas?
-¿Quién eres?
-Me llamo Román… Nos conocimos ayer y me diste tu número…
-Ah. Estaba etílica.
-Si, un poco, yo también, pero aún recuerdo nuestra conversación…
-¿Y q te decía?
-Que… estabas sola, que tenías muchas broncas, que tenías unas ganas malditas de ***** y que no creías en el arrepentimiento.
-Borracha soy algo imaginativa. ¿Y a poco me creíste?
-Pues no sé, pero a mi me pareciste una chica muy… sincera.
-Ah, que mal. Pensé que las chicas netas eran las que hablaban menos y cogían más.
-No te preocupes, podemos resolver eso… pero me gustaría invitarte un café primero. ¿Te late?
-No.
-¿Alguna razón en particular?
-Si bebo café contigo seguramente no *****emos.
-¿Por que?
-Debiste llevarme a la cama en vez de ponerte a platicar conmigo. Has perdido una oportunidad valiosa.
-jaja, ¿en serio lo crees?
-Si, porque ahora no creo poder embriagarme si tu estas cerca… solo así me doy valor.
-Entonces, me rechazas.
-Digamos que no se quién putas madres eres y ya lo echaste a perder.
-¿Esperabas que te dijera “vamos a *****“y ya?
-Si, más o menos algo por el estilo…
-Q mujer tan más loca.
-Sep, lo sé.
-Me das hueva.
-Si. Ya lo sé.



V

¿Has visto la luna reflejada en tu anhelo inanimado? Te has visto al espejo últimamente y has pensado “¡wow! ¿Quien es esa maravilla?” Tal vez no porque eres una persona insegura y que piensa que el mundo estaría mejor sin el. Claro. En vez de un abrazo quisieras… no sé, Una calibre y un buen motivo para jalarle al gatillo. No una *******ería, algo verdaderamente extraordinario y que valiera la pena el esfuerzo. Osea, una cuestión de muchos cojones. Pero como siempre, uno vive al día en sus emociones. Se levanta, mira al cielo y nada pasa. Caótico, gris, indiferentes, las noticias siguen diciendo que la gente se muere en todas partes por diferentes motivos: suicidio, asesinato, accidentes, cuestiones inesperadas y algún suceso tonto o irreal, que solo sucede a sujetos que la verdad me parecen ridículos. Unos se mueren de risa, de un rayo, algunos más de un tsunami, otros tantos de hambre, de frío o calor, se equivocan de destino y se atravesaron una calle, los mata un elefante furioso, los pica un alacrán, un rico acostón, una puñalada trapera, un novio celoso, una mujer infiel, en fin, tantas cosas tan ridículas… que intentar analizar cada punto me lleva a un decepcionante cuadrilátero de ceros. Pero somos demasiados, tanta gente. En la noticia diario un muerto, pero siempre hay muchos más. Por cada muerto 100 nacen… y 80 son repugnantes chinos. Quisiera que tú quisieras lo que yo quisiera querer. El entendimiento humano radica en la necesidad de auto complacerse y destruir. Así destruir todo a su alrededor o a si mismo.


VI

Hoy me levante con unas sabrosas ganas de darle un patín al perro del vecino. Obvio, el muy animal me dio un mordisco que me arranco un poco de carne. Fui a parar al hospital. Lo cierto es que si hubiera reprimido mis ganas lo más seguro esque estaría llegando a mi empleo y entregado a medias el trabajo. Me hubieran corrido por incompetente e idiota. Y eso, mas el nervio aunado de saber que soy un estúpido, me hubiera causado estrés. Llevaba dos días enteros sin dormir y… ahora, mientras la anestesia hace su efecto… estoy recuperando las horas perdidas por una insustancial paga… gracias a mi impulso que en su momento me pareció deliciosamente suicida.


VII

La fiebre bajo pronto. Ambos se miraron como siempre. Ella cerró las piernas y se levanto con gracia. Él se recostó de lado y la miro entrar a la regadera. Se dejo caer de espaldas mientras miraba su reflejo en el espejo del tocador. Su miembro estaba flácido, pero no dejaba de ser de buen tamaño a pesar de su estado de reposo. Se sonrió a si mismo satisfecho. Ella entro a la recamara, húmeda de los hombros y con la toalla cubriéndole medio cuerpo. El cabello corto le mojaba la espalda y sus piernas largas tenían cicatrices en las rodillas y en las espinillas.
-¿Que te pasó?
-¿En…? – Murmuro distraída mientras se cepillaba el cabello mirándolo por el espejo.
-En las piernas… ¿por que tienes tantas marcas?
-Eso no interesa en absoluto… siempre están de lado cuando hacemos lo que nos concierne, así que no es relevante si son feas o bonitas.
-Yo no dije que eran feas. Indague en su estado porque las hace verse muy humanas, muy… ¿como decirlo?... Muy placenteras.
Después de un rato, ella siguió maquillándose, como si nada, se seco la espalda y mostró un par de senos irregulares. Se sentó en la cama y estiro sus piernas frente a él.
-Mi hermano me golpeaba con sus zapatos de casquillo cuando lo hacía enfadar… y era muy torpe cuando corría, por ello siempre caía de rodillas y me las raspaba.
El las toco. Sus piernas a la luz nítida de la luna eran algo indescifrable.
-Hoy haremos el acto de otro modo. ¿Te parece?...
-Estoy lista…

ALEJANDRANATALY
10/08/2007, 14:07
VII

Lame mis escasas virtudes.
Sientes que la brisa acompaña cada instante.
Un susurro noctámbulo me deja en suspenso taciturno.
Eres el día, la noche, el sereno despertar.
Eres la dosis de locura que mi caótica existencia necesitaba.

Ya es el último suspiro.
Y me quede sin aliento.
No quisiera claudicar.



VIII

Un helado de queso más una sencilla razón. Ya no te quiero.

IX

Llegaste a mi cuerpo abierto. Y yo toda me entregue por más que

El diazepam sabe a tu boca mientras me besas. Pero… ¿te cuento un secreto?: Soy la mujer más ****** del mundo.


X

Hoy me levante siendo otra persona. Suena increíblemente estúpido, pero hoy, simplemente, deje de ser el mismo. Toque mi cara y era peluda, tenía barba y mi cabello era sedoso y rizado. Mi nariz era larga y enorme. Este, sin lugar a dudas no era yo. Lo primero que hice al despertar fue mirar que el techo no me pertenecía, que estaba en un lugar ajeno a mi cotidianidad. Las paredes eran de un color violeta claro, que contrastaba con el azul cielo que se difuminaba mientras ascendía. Mi siguiente reacción fue mirar a la mujer que estaba a mi lado. Reprimí el absurdo de gritar como un imbécil asustado. Ella tenía huesos largos como el alabastro. Era una mujer muy frágil. Su cabello le caía en leves ondas negras que contrastaba con su espalda de porcelana. Respiraba sutilmente, como si quisiera no molestar aún dormida. Mis brazos eran peludos y mi vientre había desaparecido. Toque mi rostro y ahí estaba esa desagradable nariz. Era todo un enigma. Me levante, era una torpeza tratar de mover este cuerpo, enorme y un peso distribuido uniformemente. En mi otro cuerpo yo era calvo y mi peso era como cualquier que trabaja en una oficina por años en una condición clase mediera. Me dirigí al que definitivamente no era mi baño, era del otro. Me acerque al espejo ignorando absolutamente todo a mí alrededor. Mi más terrible temor estaba siendo conformado. Mis ojos eran grandes y mi complexión era la de un gigante atlético. Mis manos eran grandes, como si me dedicara a la construcción. Y esa maldita nariz. Si, no cabía duda, soy otra persona.

Cuando desperté la mujer que dormía a mi lado me sujetaba las manos llorando. Mi cara me ardía intensamente. Sus ojos eran diáfanos, pero su mirada estaba cargada de una angustia raquítica. Mire a mí alrededor. Un par de niños también sollozaban. La mano también dolía. La levante y ella seguía sujetándome con las pocas fuerzas que poseen las mujeres de mediana estatura y cuerpos frágiles. Estaba destrozada. Mi mano sangraba y tenía trozos de vidrio. A mí alrededor todo era ajeno y sin embargo podía observar la escena desde el punto de vista protagónico. Ella seguía llorando y murmuraba que todo iba a estar bien, pero que no me lastimara. Me lleve la mano intacta al rostro y al despegarlo de mi tenía marcas de sangre. Al parecer me arañe yo mismo. Ahora todo venía a mi mente de manera clara. Mi desesperación se torno locura y termine rompiendo el espejo hasta dejarlo inservible, luego seguí con mi cara. Quería destrozarla. Recordé su voz suave que gritaba que no me hiciera daño. Los niños salieron de su habitación para correr a abrazarme. Me sentí derrotado por estas nuevas y extraordinarias circunstancias, que simplemente me deje caer como un tronco esperando que fuera nada más que una pesadilla fugaz. Pero al despertar seguía ahí, con esa mujer que no era mi esposa, con esos niños que no podrían ser míos. Me sentí confundido. ¿Cómo es posible despertar después de 50 años en una cama distinta a la que se metió uno? ¿Cómo demonios era posible mirarse al espejo y simplemente ser testigo mudo de que las circunstancias dejan de ser a las que uno esta acostumbrado? Me levante. Le di un beso en la frente, ella retrocedió un poco, con extrañeza. Al parecer este gigante no era una persona bondadosa. Me miro con sus enormes ojos diáfanos. Le sonreí. Le pase un dedo por la mejilla y me levante. Fue una buena actuación. Me mira poco convencida. Se acerca al teléfono y murmura algunas palabras. Si. Estaré feliz si viene por mí la policía y me lleva de este lugar. Al menos en una celda yo podría estar más acorde con mis nuevas circunstancias. Podría pensar, podría reflexionar. Estoy loco. Cómo no estarlo. Ella salió con un paso de fantasma. Era una mujer hermosa, pero invisible. Los niños se asieron a ella con fuerza y ella les murmuro palabras amorosas mientras los llevaba a su cuarto con tranquilidad. Parecía que ella estaba acostumbrada a una violencia similar y fingiera muy bien. Me lave la cara y me acerque al vestidor. Muchos trajes. Al menos el tipo no era un salvaje. Me vestí con uno, el más usado. Suspire. Resignación. Baje las escaleras. Estaba perdido en todo momento. La pequeña cocina era un lugar habitado. Los niños desayunaban en silencio y seguían asustados. Acaricie sus cabellos y me senté a su lado. Para mí era nuevo eso, nunca tuvimos hijos Eva y yo. Me llamo Joel Torres B. Estoy casado con Eva Morís. Eva… Eva. Debo buscarla y explicarle esta historia de locos.

“Recuéstate en la cama, no tarda en venir” dice dulcemente. Me siento un monstruo. El autobús pasa por los niños. Ellos se despiden de mí con un beso ansioso. Que lindas personas, pero no dejo de sentirme un extraño. Cierro los ojos. No quiero ver nada. En unos minutos escucho dos voces. Ella dice “Tuvo una crisis, el trabajo lo esta matando”. Se escuchan algunas terminologías. Estoy ofuscado en un mar de ensoñación. Abro los ojos al sentir una mano fría sobre mi frente. Es ella. “¿Ha bebido café últimamente, algún enervante?” Abro los ojos. “Buen día Roberto. ¿Cómo te sientes?”. Sonrió. Cómo le digo que me siento extraño, que no sé absolutamente nada. Me siento un completo idiota en un país extranjero.

Hablo por un largo rato. No recuerdo nada de lo que dijo. Solo sé que eran analogías médicas y recomendaciones para descansar 2 semanas. Que ya era tiempo de que tomara unas vacaciones. Yo seguí pensando en Eva y en su rostro.

Me tomo largo rato salir de casa. Me sentía un preso. Seguía sin poder manipular este cuerpo. La anatomía de este sujeto era desesperante. Me abrí paso. Busque un teléfono. La llame. No contesto. Es probable que se encuentre en el trabajo ahora. Eva. Eva. ¿Acaso no me extrañas? ¿No eres capaz de distinguirme de ese extraño que ocupa ahora mi lugar?

Estoy del otro lado de la ciudad. Vivo en el norte. Mis rutas eran en el sur. Una bella casa colonial en Coyoacan. Tomo el colectivo. Llego a casa… Pero… ¿que sucede? Ella esta en el patio mirando hacia la nada. Es Eva. Me acerco. Tengo tanto miedo, me sudan las manos, Eva es tan hermosa, tan joven. La miro. Ella me ignora.
-Soy un amigo de Joel. ¿Se encuentra en casa?
Tenía que encontrarme con el hombre que estaba sustituyendo mi vida. Con eso me sentía reconfortado, al menos no estaba solo en eso. Tal vez haya reaccionado de una manera más inteligente que yo. Tal vez. No sé. Necesitaba saberlo.

Eva me miro con los ojos apagados. Había llorado mucho. ¡Que le había hecho ese miserable a mi hermosa Eva! Ella seguía ausente. Le toque el hombro. Ella se estremeció y se comenzó a sollozar fuertemente.
-Joel se fue esta mañana.
-¿A que hora volverá? ¿A dónde fue? Necesito hablar con él urgentemente.
Ese maldito cobarde no había soportado su nuevo rostro. Me imagino, pero no era cuestión de huir. O tal vez... tal vez también tuvo la idea de buscarme. Me sentí muy estúpido. Ella levanto la vista después de un silencio que parecía irrompible.
-Ya no va a volver.
-Pero... esque... necesito localizarlo… y…
-Entienda que… que no volverá. Esta mañana se fue.
Volvió la cara hacia el cielo. Sonrió tristemente.
-Amaneció muerto.

¿Muerto? ¡Muerto! Que putada de la vida. Estaba condenado.
Me retire de ahí. Su madre salió en su busca y la abrazo. Estaba destrozada. Levemente me asome para ver quién estaba. Algunos amigos…

Me sentí miserablemente solo. Solo e infeliz. Me dirigí a un hotel. No quería ver a nadie. No era nadie. Estaba atrapado entre dos mundos. El de mi anonimato y el de la vida que me había renunciado. No sé que es peor. Estar vivo en otro ser. O perder a Eva. Estoy por volverme loco. Cierro los ojos. No sé… sigo sin saber…


XI
El novio miro a la chica y le sonrio. Queria hacerse el gracioso.

“Sabes la historia de cuando murió el amor?
El odio quería matar al Amor pero el solo no podía así que le pidió a la envidia que lo hiciera, pero no lo logró. . .
Se lo pidió a la costumbre, a la corrupción, ala lujuria y muchos más. Al ver que no conseguían decidieron hacer un consenso. Y todos votaron por el deseo, lo que produjo que el amor se hiciera menos popular, para rematar luego, vino el señor coito y todos fueron felices por 15 minutos!
FIN!”
Ella lo miro largo rato. Luego hizo una mueca y dijo:

“¡¡¡Pero no, al final lo mato la verdad!!! Si, por eso las parejas mas felices son las que se mienten, ¿No crees?”

Al pobre se le borro la sonrisa.