ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
13/07/2007, 06:58
“La propia noción de comprensión es un no tomar partido, sino reconstruir la situación por la que se da cuenta de porqué se actúo así; se pretende encontrar un modelo y por eso los tipos ideales son una guía que funciona si así lo demuestra”.
Es un buen ejemplo de mi visión de las teorías sobre la realidad. La realidad como ontología fundamental es aceptable si permite alterar el fundamento donde lo requiera. Lo contrario es asumir el supuesto y negar lo que la propia conciencia genere respecto a él. Aquí es donde inevitablemente asumo un lugar pragmático que arropo con respecto a la conciencia. Este carácter de la acción lo tomo como parte del fenómeno, y se revisa desde sí mismo. Esta lucha entre ontología y epistemología la veo un sinsentido. El lugar ontológico es mucho más inasible que el epistemológico, pues quiere eliminar el sujeto, de manera que se estrella contra sí mismo y se afirma la misma realidad donde está cambiando (al haberse planteado mal este problema se ha despilfarrado tanta filosofía inútil durante el siglo XX). ¿Cómo voy a saber lo que estoy preguntando?. Eso es suponer el conocimiento de la cosa en sí. Se niega la realidad del conocimiento, como sujeto, a condición de no alterar el supuesto, cuando está justamente ahí. Los dos requieren de sus supuestos y los dos permiten proponer teorías. El éxito de éstas se dará en el propio fenómeno y la selección es esa. Lo propuse hace algunas semanas: “El problema de la identidad, en mi fenomenología, descansa en que no es en sí. ¿Es la conciencia en el mundo o el mundo en la conciencia?. Es la síntesis derivada en identidad que se abre como conciencia. De este modo, la conciencia es condición de la revisibilidad”.
Si el amigo Alfeón lee el párrafo anterior y lo medita, verá que desgraciadamente no entiende a Hegel y que su ignorancia es la razón de su repugnante estilo de hacer filosofía. Cuando se ponga a pensar de verdad y en serio, asumirá que la intuición requiere mucha preparación, pero no, él viene de sabio iluminado. ¡Por Dios!
He dicho muchas veces que mi visión de la conciencia se determina a través del conocimiento como su conclusión. La conciencia como emergencia no hace sino enriquecer la problemática, solucionable a partir de ella y dirigida al conocimiento.
Si se pregunta por algo y se dice cómo ha de ser la respuesta, no estamos interesados en el fondo en la respuesta. Esa actitud tan conservadora traiciona el auténtico interés del conocimiento.
La conciencia, que recupera el mundo, es un empeño del hombre que se ubica en el mismo. Podemos perfectamente hacer fenomenología mucho más allá del sujeto y su especulación. Este supuesto, hace de esta fenomenología toda una posibilidad para las teorías sobre la realidad.
Es un buen ejemplo de mi visión de las teorías sobre la realidad. La realidad como ontología fundamental es aceptable si permite alterar el fundamento donde lo requiera. Lo contrario es asumir el supuesto y negar lo que la propia conciencia genere respecto a él. Aquí es donde inevitablemente asumo un lugar pragmático que arropo con respecto a la conciencia. Este carácter de la acción lo tomo como parte del fenómeno, y se revisa desde sí mismo. Esta lucha entre ontología y epistemología la veo un sinsentido. El lugar ontológico es mucho más inasible que el epistemológico, pues quiere eliminar el sujeto, de manera que se estrella contra sí mismo y se afirma la misma realidad donde está cambiando (al haberse planteado mal este problema se ha despilfarrado tanta filosofía inútil durante el siglo XX). ¿Cómo voy a saber lo que estoy preguntando?. Eso es suponer el conocimiento de la cosa en sí. Se niega la realidad del conocimiento, como sujeto, a condición de no alterar el supuesto, cuando está justamente ahí. Los dos requieren de sus supuestos y los dos permiten proponer teorías. El éxito de éstas se dará en el propio fenómeno y la selección es esa. Lo propuse hace algunas semanas: “El problema de la identidad, en mi fenomenología, descansa en que no es en sí. ¿Es la conciencia en el mundo o el mundo en la conciencia?. Es la síntesis derivada en identidad que se abre como conciencia. De este modo, la conciencia es condición de la revisibilidad”.
Si el amigo Alfeón lee el párrafo anterior y lo medita, verá que desgraciadamente no entiende a Hegel y que su ignorancia es la razón de su repugnante estilo de hacer filosofía. Cuando se ponga a pensar de verdad y en serio, asumirá que la intuición requiere mucha preparación, pero no, él viene de sabio iluminado. ¡Por Dios!
He dicho muchas veces que mi visión de la conciencia se determina a través del conocimiento como su conclusión. La conciencia como emergencia no hace sino enriquecer la problemática, solucionable a partir de ella y dirigida al conocimiento.
Si se pregunta por algo y se dice cómo ha de ser la respuesta, no estamos interesados en el fondo en la respuesta. Esa actitud tan conservadora traiciona el auténtico interés del conocimiento.
La conciencia, que recupera el mundo, es un empeño del hombre que se ubica en el mismo. Podemos perfectamente hacer fenomenología mucho más allá del sujeto y su especulación. Este supuesto, hace de esta fenomenología toda una posibilidad para las teorías sobre la realidad.